0
1534

El Consolador que nos lleva a la verdad: a Cristo Jesús

En este artículo analizaremos los versículos 15 al 27 del capítulo de Juan 14. Adentrándonos en contexto; el relato se hace en medio de la cena del Señor. Jesús está va a ser entregado a la muerte en la cruz por amor hacia usted y hacia mí; y Él está aprovechando este tiempo no solo para dar instrucciones a sus discípulos sino también para traer revelación y consuelo.

Sus discípulos están siendo confrontados por situaciones muy difíciles de manejar, de discernir y de digerir. Por un lado Jesús está diciendo que uno de ellos es traidor y que lo entregará a la muerte, y hay una desazón en medio de los que están a la mesa: “seré yo Señor, seré yo Señor”.

Es un tiempo cuando los corazones de los que están afligidos con Jesús están siendo reconfortados y simultáneamente están siendo instruidos y enviados.

El capítulo 14 de Juan es de mucha esperanza y seguridad. Jesús no solamente muestra al Padre sino el camino al Padre, no solo habla del Padre sino como relacionarse con el Padre, y en medio de la angustia que Él se va y va a morir; Jesús les da seguridades: no se van a quedar solos, Él va a ir a su Padre y también regresará. Les ayuda ha estabilizar la emoción que están teniendo y mantenerse enfocados para el propósito para el cual va a ser encomendados

Como están angustiados les enseña que es la paz y como vivirla.

15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.
16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.
19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.
20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.
22 Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?
23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.
24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros.
26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Juan 14:15-27

Versículo 15: “Si me amáis guardad mis mandamientos”. El énfasis de este versículo no es el amor, el énfasis es la obediencia. El amor es el efecto pero no es lo principal. Es un versículo condicional: “Si me ama, entonces”. Es un versículo práctico e indica la regla de medición para establecer si yo estoy cumpliendo o no estoy cumpliendo, si estoy amando o estoy imaginando que estoy amando, o estoy engañado creyendo que amo pero realmente no lo estoy haciendo. El mismo versículo establece la razón, la forma, la medición y el propósito. Establece el estándar: obediencia.

La obediencia es la manifestación de que somos salvos. El ser obediente es imposible para el que no está en Cristo Jesús, porque la naturaleza de la persona caída es la desobediencia. La persona que ha entrado a nueva naturaleza tiene por manifestación la obediencia, usted y yo sabemos que estamos viviendo en nueva naturaleza porque somos obedientes. He aquí el primer punto del estándar: soy obediente a Su palabra. La obediencia a la que se refiere Jesús no es parcial: “a veces sí, y a veces no”. Es absoluta y estricta; y evidencia el papel que realmente tiene Jesús en la vida de cada uno de nosotros. Porque la obediencia no es a algo sino a alguien que dijo algo. Soy obediente a alguien no a algo.

Por eso cuando trato de ser obediente solamente a la ley; no me puedo sostener, porque me puede mantener un rato pero no me cumple. De tal manera que Jesús no puede ser parte de nuestra vida, esto es incorrecto. Eso hace que hagamos lo que nos venga en gana porque Jesús solo es una parte de nuestra vida. Por ejemplo; si hay un partido o llueve no nos congregamos ese día. ¿Porqué?; porque Jesús no es lo importante, estaríamos solo cumpliendo en venir los domingos como un ritual religioso.

Recordemos que donde está nuestro corazón ahí está nuestro tesoro. Jesús no puede ser parte de nuestra vida, Jesús debe ser mi vida y la suya.

Cuando Jesús es nuestra vida, entramos en el concepto de que es ser un cristiano: “ya no sois vuestros”; “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo Gálatas 2:20.

El versículo hace un énfasis importante, pragmático: no me diga que me ama, guarda mis mandamientos. Ahí cuando estemos solos y nos encontramos con una situación particular no lo negociamos; pues Jesús dice: “El que me ama guarda mis mandamientos”.

No se trata de repetir los 10 mandamientos de memoria, se trata de vivirlos. Así que lo que sigue del versículo 15 refleja la condición primaria, el 16 establece una promesa. Esa promesa es un compromiso de gracia de Jesús. El v.15 no obliga a que yo cumpla el v.16, el v.15 obliga a manifestar el amor en obediencia, El v.16 es una manifestación de gracia y misericordia de Jesús. Es algo que Cristo Jesús ha querido dar, pero el regalo no es para todos; es para los que le aman.

El v.16 dice “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”.

Rogar no es solamente pedir o solicitar, es un clamor que procede de lo más íntimo de lo más hondo. Es alguien que postrado levanta sus manos, quien ruega está expensas de la gracia.

Rogar: parakaleo > traer a alguien al lado mío para que me auxilie. Pero en el texto original, de Juan 14, no leemos parakaleo, sino vamos leer “erotao”. Esta palabra es otra manera gramatical de decir parakaleo. ¿Qué es lo importante de esto? Es que si seguimos leyendo la palabra consolador es parakleto, y es el mismo concepto de parakaleo y erotao : traer a alguien para que me auxilie.

No solo hay un juego de palabras y de intención, sino que se indica cual es la función y donde se establece la función. La acción no cambia en el v.16; la cual es consolar. El que estaba antes tenía la misma acción, Jesús es un consolador y el que viene es un consolador. No cambia la acción, cambia el que realiza la acción.

Ejemplo: usted es un funcionario público en propiedad, y por alguna razón usted no se puede presentar por incapacidad, embarazo, y deben traer un remplazo es decir un sustituto, un interino. Esta persona simplemente va a realizar la labor de quien es el propietario; pero él no es el dueño de la labor, es quien realiza la labor.

Cristo Jesús es Dios encarnado; mientras Cristo tiene una naturaleza encarnada, pero quien el Espíritu Santo tiene una relación de in-habitación. Este no es un concepto teológico sino doctrinal. Es algo que Jesús enseñó. En Juan 14:23 leemos: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

1 Corintios 6:15-19 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

2 Timoteo 1:14 Mediante el poder del Espíritu Santo, quien vive en nosotros, guarda con sumo cuidado la preciosa verdad que se te confió.” NTV

La in-habitación no es solamente el hecho de que el Espíritu Santo como persona mora en un creyente, es una acción trinitaria. El Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo están juntos en un creyente.

Doctrinalmente hablando El Padre manda, el Hijo posibilita y el Espíritu Santo ejecuta.

No se le ora al Espíritu Santo, no es doctrinal, se le ora al Padre en el nombre de Jesús por el poder del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo no busca gloria ni se le debe dar gloria, porque el mismo Jesús dice que él  Espiritu Santo tomará de lo suyo para glorificarlo a Él. Es el lugar que Cristo Jesús le puso es el de ser el parakletos, el abogado, el que estará a la par de nosotros para recordarnos todas la cosas.

En el v.17 dice: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”

El es el espíritu de verdad, el que me enseña, el que me lleva a toda verdad.

Juan 16:13-15 dice: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”

Jesús acaba de decir que Él es el camino, la verdad y la vida. ¿A donde lo guiará el Espíritu Santo? a la verdad, y la verdad es Cristo. No hablará por su propia cuenta, sino todo lo que oyere y les hará saber las cosas que han de venir y glorificará a Jesús.

Rogar, consolador, una misma palabra, una misma función, es el sustituto para ayudarlo a usted y a mi. Porque Jesús se ha ido al Padre, y ha dejado en lo físico a la iglesia. Lo que lleva adelante es el Espíritu Santo, es el mismo Jesús siendo la cabeza de la iglesia llevando a cabo la obra, es imposible hacer la obra de Cristo sin Cristo, y sin la acción del Espíritu Santo.

El problema que tenemos del Espíritu Santo es primeramente que es el gran desconocido en la iglesia y segundo que está tan manipulado por la teología que nosotros no dejamos ver cual es la función doctrinal del espíritu santo de Dios. Relegarlo solo a manifestaciones externas es doctrinalmente incorrecto. El Espíritu Santo no son solo manifestaciones externas, el mismo Jesús dijo que esto no son evidencia: Jesús dijo “estos profetizan, hacen milagros, pero no los conozco.” (parafraseado). Mateo 7:22-23

Además nos advierte que en el futuro el mismo enemigo vendrá y hará manifestaciones, hará señales y confundirá aún a los escogidos. Como bien lo dijo Pablo: los judíos piden señales, y los griegos piden conocimiento. Así que las señales son coadyuvantes pero no fines en si mismos.

Hechos 1:8 dice: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”; pero el énfasis no está en recibir poder sino en ser testigos. El poder no es para que usted haga manifestaciones es para que sea testigo.

El poder de Cristo tiene que ver con el poder transformador de una persona. Una persona puede tener manifestaciones pero no haber cambiado. El Espíritu Santo está para revelar a Cristo, y Cristo vino a revelar al Padre.

Por eso Pablo le pregunta a los efesios que si tienen el Espíritu Santo. Porqué Pablo pide que los efesios sean llenos de todo conocimiento? Para que sepan la altura, anchura, y la profundidad de Cristo :

para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:16-19

En Juan 14, la primera promesa es que Jesús le va a rogar al Padre que le envíe un consolador que le ayude a usted y a mi, y la segunda promesa es que el Espíritu Santo viene a estar con nosotros para siempre.

En Romanos 8:26 Pablo dice que “no sabemos pedir como conviene, pero el mismo espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Y esto es para traer gloria a Cristo. Si ponemos al Hijo por encima del Padre, o al Espíritu Santo por encima de Jesús, nos salimos de la doctrina. Jesús ve la posición doctrinal, no la teológica.

El Espíritu viene para estar con usted y conmigo para siempre. Esa es la segunda promesa: Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” Juan 14:16

El Espíritu de Cristo, es el espíritu que usó Dios para crear, para engendrar a Cristo Jesús en María, el que levantó a Jesús de los muertos, y es el mismo que mora en usted y en todo creyente. Limitar la obra del Espíritu Santo a simple manifestación es no entender quien es el Espíritu Santo y no valorar su acción. El Espíritu Santo es más que manifestaciones.

Nosotros debemos orar al Padre, y debemos orar escrituralmente, no emocionalmente. La oración que llega al Padre y le dice: “Padre tu perfecta voluntad es que yo conozca a Cristo, envía tu Espíritu Santo para que me convenza de justicia, de verdad y de pecado.” “Señor aquí tengo y tu dijiste que todos procedan a salvación, por tanto envía tu Espíritu Santo para que los convenza, tu dijiste que si alguno le falta sabiduría tu la darás, necesito conocer la altura, la anchura, la profundidad”. ¿Quién hace esto?. El Espíritu Santo.

Si usted de los que busca señales, la mejor señal del Espíritu Santo en la vida de una persona es la transformación en la vida de la persona, no las manifestaciones externas; sino las internas, esas son las importantes.

Versículo 17 dice:el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.. El Espíritu da testimonio de que somos salvo.

Los versículo 18 y 19 indican: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.” Esta es una seguridad de consuelo y promesa de relación.

El versículo 20 dice: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.” Esta es la promesa que Israel esperaba, y nadie tendrá que enseñarte porque Dios mismo te enseñará. Y este es Jesús cumpliendo la promesa que le conoceremos de manera personal para glorificarle a Él. No se olvide que eso se trata de Él, no de usted y de mi. El problema con la teología es que esta siempre está en función del hombre. Dios haciendo cosas para mi; pero no funciona así. Es el hombre en función de Dios, no Dios en función del hombre.

El Espíritu Santo no está para que seamos satisfecho en cosas personales, sino para que tengamos una manifestación plena de Cristo Jesús y estando en una manifestación plena tengamos el poder vivir la obra redentora de Cristo Jesús en nuestra vida.

Cuando el pecado viene a su vida y a mi vida – recordemos que el pecado no se ha ido de su vida y la mía, sino que se le ha quitado el poder –  así que el pecado viene y exige derechos. Entonces; ¿porqué algunos caemos y creemos que no avanzamos?. Pueden haber dos razones: porque creemos que estamos en nueva naturaleza y nunca pasamos a nueva naturaleza, hicimos una entrega religiosa, una entrega conceptual, pero no una entrega de su vida a Cristo Jesús. Opera todo lo de la naturaleza caída en una naturaleza en apariencia de creyente pero sin serlo. La manifestación de esta naturaleza es la desobediencia.

Pero si estamos en nueva naturaleza, el poder que Dios nos dio, es es el poder redentor; es el poder de la resurrección. Lo que Cristo hizo por usted y por mi no es para que vayamos al cielo, esto es un “extra”, Jesús no solo nos resolvió nuestra posición jurídica, sino que nos posibilitó para que lleguemos a ser iguales al varón perfecto, y esto es carácter. Así que el poder que el Espíritu Santo nos el de la resurrección, que cuando nos encontramos ante el pecado decimos: No. “¿Quiere?: quiero, pero no.”

El poder del Espíritu Santo en nuestra vida es para que podamos ejercer el derecho pleno de la obra redentora de Cristo Jesús en nuestra vida. Ese es el poder del Espíritu Santo; el poder que revela a Cristo Jesús, el poder que nos hace victoriosos, el poder que la muerte no tiene victoria sobre nosotros, porque Él la ganó en la cruz. Ese es el Consolador que Jesús quiere que tengamos.

Si usted no tiene claridad si es cristiano hoy, es un buen tiempo para meditarlo, y para  plantear si tiene el Espíritu de Dios en su vida. Si usted está en Cristo, entonces el Espíritu Santo le va a llevar a toda verdad, le va a llevar a Cristo, esa verdad es la plenitud de Cristo, esa verdad es el poder para vivir la resurrección de Cristo Jesús, es el poder de victoria, donde el enemigo no tiene posibilidad de acción, ese poder no lo puede imitar el enemigo, porque es la naturaleza de Cristo Jesús revelada en la vida de cada creyente.

Compartir

Abrir chat
¿Necesitás contactarte con nosotros?
Hola 👋
¿Cómo podemos ayudarte?