Discipulando como Jesús
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Discipulando como Jesús

Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” Mateo 28:18-20

Hacer discípulos no es una opción para la Iglesia, es nuestra misión en la tierra. Es algo que estamos llamados a hacer. Es un verbo imperativo, que nos insta a enseñarles a otras personas a cómo caminar en obediencia y amor.

Esta prédica se divide en tres afirmaciones que envuelven a cualquier persona que se llame cristiana, para aquel que haya entregado su vida para seguir a Jesús, que se llame discípulo de Jesús:

La primera es la afirmación: Debemos ser parte de la Iglesia como ente global pero también local: la Iglesia es el legado de Jesús. No puedes amar a Dios, pero no amar donde Él nos colocó. 1 Corintios 1:10 “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”.

Y yo les pregunto, si no somos parte de la Iglesia: ¿Cómo podemos saber que estamos creciendo en nuestra relación con el Señor? ¿Cómo sabemos que nuestro carácter está siendo moldeado, si no hay quien nos corrija? ¿Cómo podemos poner nuestros dones en práctica?  ¿Cómo sabes que no sigues lleno de orgullo, a quien le pides consejo, a quien le rindes cuentas? Es imposible ser cristianos apartados de la Iglesia.

En segundo lugar, debemos ser discípulos, en Hechos vemos que Lucas le llama discípulo, como seguidor de Jesucristo, como servidor como parte de los sinónimos de este concepto. Pero más allá de un término, es el acto detrás, todos somos llamados a ser discípulos de Jesús primeramente, pero también a ser discípulos de alguien en la Iglesia. Observamos en ejemplos como Pedro, quien tenía a su discípulo Juan Marcos, quien le ayudó a escribir el Evangelio de Marcos. De igual manera Pablo, tenía muchos: Timoteo, Lucas, Aquila y Priscila, Tito, Apolos, entre otros. Y Pablo se lo dice de una manera clara a Timoteo en 2 Timoteo 2:2

Pablo nos enseña que la vida de un discípulo de Jesús es difícil, hablaran mal de nosotros, se burlaran. Como lo hacían de nuestro Señor a quien lo llamaban borracho, amigo de pecadores. Y por eso Pablo nos recuerda que debemos encargar esta labor a hombres fieles al Evangelio y a Cristo, que se encargarán de enseñarles a otros. Como lo han hecho por años otras personas, aquellos que han sido obedientes y que se han tomado esta tarea en serio, y que gracias a ellos hoy nosotros mismos gozamos de la dicha de tener el mensaje y de formar parte de la Iglesia. Personas que dispusieron sus vidas para alcanzar a otros, para discipular sin importar si se pierde la vida en el intento, de hecho, se nos llama a dar nuestra vida para poder seguir a Cristo. Cristiano, Iglesia y discipulado son palabras que son inseparables en tu vida cristiana, no podemos creer en una pero no en las otras. ¡O lo creemos todo o no creemos nada!

A continuación algunas malas costumbres o mentiras que se dicen dentro de la Iglesia:

Puedo dejar de asistir a la Iglesia: La Biblia nos llama a no dejarnos de congregar. Hechos 10:25.

Soy parte de la Iglesia global pero no necesito congregarme: Pero la biblia dice, obedeced a vuestros pastores. Hebreos 13:17.

Puedo ser discipulado por internet, no necesito que nadie me enseñe: El mayor problema del cristiano es que crece primero en conocimiento más que en carácter: El crecimiento de un discípulo debe de ir en conocimiento bíblico, pero también en carácter, porque si no este te va a destruir tu ministerio, tu vida espiritual, ya que no quieren sujetarse, no creen en el discipulado, no están dispuestos a respetar, a sujetarse. Aun Jesucristo siendo el Hijo de Dios, respetó a sus autoridades, a los que estaban primero que él, vemos el ejemplo de Jesús con Juan el Bautista para que lo bautizara, así también a los fariseos.

Está bien hablar mal de mi pastor cuando han fallado: El modelo real que debemos de seguir es el de sujetarnos y honrar a nuestros pastores, la Iglesia está llena de errores, es la novia del esposo. No podemos creer en el discipulado, es el ejemplo de Jesús, así fue como él nos enseñó. Y por ende debemos respetar y amar a nuestros pastores porque entendemos que Dios lo colocó ahí para enseñarnos, porque como discípulos tenemos mucho que aprender.

Dedico mi vida a hacer lo que quiera, a ser feliz: Hemos sido llamados a dedicar nuestras vidas a hacer discípulos, a enseñar a otros y amarlos, como Jesús nos enseñó a nosotros. A involucrarnos en sus vidas, a recibirlos.

Todas estas son malas doctrinas que se han ido metiendo en la Iglesia, pero nosotros debemos estar atentos y atentas a ellas, vigilantes para poderlas identificar y poder evitar que en nuestra Iglesia y en nuestras vidas se repliquen. Antes bien, debemos procurar que cada uno de los que nos congregamos, podamos ser discipulados, podamos un día discipular a otros. La Iglesia es el lugar donde se enseña a las personas a caminar en Cristo, en obediencia, donde se les forma y prepara, para que desde que entran por primera vez, aprendan a buscar a Dios, depender de Él, orar, estudiar la palabra para que un día puedan ir y hacer lo mismo con aquellos nuevos que ingresen o quienes encuentren por el camino.

Debemos anhelar estar siendo discipulados y discipular a otros, esa persona que es apto, que nos enseña la sana doctrina, que nos acompaña, que tiene una responsabilidad sobre la vida del discípulo, y con el paso del tiempo se va a crear una relación de respeto, amor y confianza con esta persona, un vínculo porque el Señor es quien los acercó. Ese es el plan de Dios y es una responsabilidad de ambos de cuidar. Por eso no se vale exigir a la persona que discípula, sino que debemos sujetarnos a ellos y ser agradecidos.

Como responsable de discipular, estas son algunas de las características de cómo serlo: ser amoroso, estar pendiente, ser accesible, preocupado por el bien del discípulo, que esté creciendo y esté bien.

Por último, pero no menos importante, la persona que discípula debe crecer en amor, misericordia y carácter junto con el discípulo, guiándolo hacia lo eterno, hacia ser una persona que se preocupa por hacer la obra del Señor, a cumplir con lo que hemos sido llamados a hacer más que por lo terrenal. Esto es emocionante, ¿cierto? ¿No es maravilloso saber que somos parte de esto? Que nos ha invitado a ser parte y a devolverle un poquito de lo que él hizo por nosotros. Sabiendo que la sangre derramada por él es demasiado valiosa y que no podemos pagarle, pero por amor y en alegría podemos hacer nuestro mayor esfuerzo.

No hagamos perder el tiempo de las personas que nos enseñan, calculemos los riesgos, hazlo bien porque tienes que estar seguro y listo, porque si sales con dudas afuera, con el tiempo si no están firmes, se alejarán.

Discipular no es el modelo de una Iglesia, sino lo que Jesús nos enseñó y está en peligro, así que esa es nuestra tarea, hacer las cosas como Él. Existen países como Rusia y China, en ambos países se observa la fuerte persecución por parte de los gobiernos a la Iglesia, sin embargo, la respuesta de la comunidad cristiana ha sido diferente, Rusia no estaba acostumbrada a esta persecución y cuando se vieron afectados, se dispersaron y mucho se apartaron. China, por otro lado, conocía lo que era estar en esta condición, sabían lo que debía hacer y en ese tiempo la Iglesia creció de una manera impresionante. Ellos estaban enfocados en el discipulado, lo conocían y lo entendían. No estaban desenfocados, sabían que el tiempo era ya, el momento era de discipular.

Lo más maravilloso de esto, es que, aunque es una tarea sumamente importante, Jesús no eligió a sus discípulos por sus habilidades, por quienes ellos eran o lo que tenían, pudo elegir a lo mejor de lo mejor, lo más capacitado, pero no lo hizo así, sino que eligió a personas comunes, como tú y yo, pero con un corazón obediente, que reconocen su condición como pecadores, indignos de la gracia, y completamente dispuestos y disponibles para la obra de Dios. Como lo vemos en Pedro cuando el Señor lo llama.

Pedro fue uno de los discípulos que vivió al lado de Jesús. Este hombre fue parte del ministerio de Señor

Pedro fue uno de los discípulos que vivió al lado de Jesús. Este hombre fue parte del ministerio de Señor y un día a pesar de haberle prometido todo, lo negó. Con este ejemplo vemos como Jesús es nuestro mayor ejemplo para seguir, es Él quien nos discípula de la manera más clara; dando Su vida por los suyos. Jesús murió, resucitó y fue a buscar a su amigo amado, lo invitó a a demostrarle que lo amaba a la medida en que apacentaba también a sus ovejas. Y así es como debemos vivir nosotros, enseñando a alguien sobre las buenas nuevas de Jesús, amando a los demás, dando nuestras vidas como El Señor lo hizo por nosotros.

Así que, en este momento, respondamos a esta pregunta que Jesús mismo nos está haciendo: ¿Me amas? Apacienta mis ovejas.

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