Discipulado en el Amor del Padre
Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Lucas 9:23
Este es el llamado al discipulado, el cual tiene tres requerimientos) 1. Negarse a sí mismo, 2. Tome la cruz cada día y 3. Seguir a Jesús.
1. Negarse a sí mismo: la esencia de la fe cristiana es renunciar a sí mismo. En nosotros, los creyentes, hay una doble naturaleza: la carnal, pecaminosa que disfruta del pecado, de agradarse a sí mismo, de su egoísmo, que disfruta de sus propias cosas versus una naturaleza espiritual que está continuamente siendo atraída por las cosas del Señor y del Espíritu.
Esa es la guerra espiritual que como creyentes vivimos en nuestro día a día. Debemos luchar en negar y apagar esa naturaleza llena de carne para poder hacer la voluntad de Dios. En ocasiones es muy sencillo cuando leemos la Palabra y encontramos lo que es pecado, entender que este no le agrada a Dios y que nos tenemos que apartar de ello. Negarnos a nosotros mismos es dejar de hacer todo lo que sabemos que no es agradable a los ojos de Dios; pero no es solo poner en práctica lo que sabemos que no debemos realizar, sino también hacer lo que sabemos que es bueno para el Señor. Frecuentemente los cristianos hacemos lo que a Dios le agrada, pero no dejamos de hacer algo que no está bien ante Sus ojos; lo cual es igual de importante que lo primero. La Biblia dice que el que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es razón de pecado.
¿Para qué estamos en este lugar, porqué estamos en la tierra, porqué venimos a la iglesia? La respuesta es porque Dios nos mandó hacer discípulos.
Si realmente estuviéramos preocupados de que estos son los últimos tiempos no pondríamos nuestra fe ni mirada en nosotros mismos. Debemos poner nuestra mirada en nuestras familias, nuestra casa, y personas cercanas, porque hay una realidad que no podemos obviar, y es que no todas las personas van al cielo. El que está en Cristo tiene herencia con Él y el que no, vivirá una eternidad apartada del Señor. Si nosotros dimensionamos lo que eso implica, no nos preocuparíamos por morir porque tenemos un lugar apartado con Dios. Pero ¿qué pasa si se muere alguien que amamos y que no conoce a Jesús?
Muchas veces las personas a nuestro alrededor no conocen al Señor porque nuestra vida no ha sido lo suficientemente ejemplo para mostrar un Dios real y vivo, porque no nos ven orar, congregarnos ni vivir una vida de santidad, porque nos comportamos igual que el mundo. El momento donde dejamos de discipular e ir a buscar discípulos, entramos en una condición de pecado que no agrada a Dios.
Los estudiosos de la Palabra dicen que el 33% de la Biblia es profética, 33 acontecimientos que el Señor dio van a suceder en el futuro, verdades que el Señor dio que se iban a cumplir más adelante. Hay 2500 profecías bíblicas, de las cuales ya se cumplieron 2000; y podemos ver también que el libro de Apocalipsis está lleno de profecías bíblicas.
Cuando vivimos entendidos de nuestra eternidad, vivimos todos los días buscando hacer la perfecta voluntad de Dios. Vivimos preguntándonos cómo hacer para impactar, aunque sea a una persona, como hacer para vaciar el infierno y llenar los cielos. Vivimos en una sociedad donde la sensualidad abunda, podemos encontrar anuncios de gente con poca ropa e invitaciones a sexo entre canciones e inclusive documentos cristianos. Abunda la pornografía, masturbación y pensamientos inicuos.
Esto no es exclusivo para una generación ni para una edad, para los jóvenes o los hombres, esto es para todos. Vivimos en una sociedad sensual, donde lo que importa es cómo nos vemos. En ocasiones nos quedamos con lo que es obviamente y visualmente pecado, pero ¿qué tal cuando nos vestimos para llamar la atención de personas del sexo opuesto? Tal vez no haya un interés real, pero si nos interesa darnos a notar.
¿Acaso eso no es también una falta contra Dios?, ¿qué pasa cuando coqueteamos con todas las personas que hablamos sin importarnos si estamos casados o no, si estamos en una relación de noviazgo o no?. Vivimos en una sociedad sensual de la que tenemos que alejarnos. ¿Cómo hacemos para alejarnos?
La respuesta es que debemos renovar nuestro entendimiento. La Biblia enseña en el libro de Romanos que nuestro entendimiento tiene que ser renovado, pero que también nuestra condición y actuar tienen que alejarnos de todo lo que nos lleva a tentación, huir de las pasiones juveniles para entrar en un trato de santidad donde el Señor va a sacar y arrancar pensamientos corruptos que hay en nuestra mente.
El pecado no empieza con el acto; Jesús vino a desmentir eso, el pecar empieza con una mente corrupta. El egoísmo: vivimos en una sociedad donde todo trata sobre nosotros, si estamos cómodos o no, si nos sentimos bien o no. Por lo tanto, tenemos que dejar de enfocarnos en nosotros y empezar a poner la mirada en otros que necesitan a Dios, quizás más que nosotros, porque nosotros ya le conocemos. Sigue habiendo necesidades en nuestra vida, pero hay gente que se va a morir apartada del Señor, tenemos familia por la cual alguien tiene que levantar la mano y decir “yo voy a seguir el llamado y llevar la Palabra a mi casa”.
2. “Tomar la cruz” y el concepto de sufrimiento: Dentro del ámbito cristiano cuando hablamos sobre tomar la cruz de Cristo y seguirlo, simboliza una señal de victoria, de cómo Cristo ganó y compró una vida para nosotros a través de esa cruz. Sin embargo, si lo contextualizamos en el pasado, en esa época se vivía bajo una sociedad judía, donde el peor castigo del impío era ser crucificado. Muchos judíos habían experimentado tener un familiar, un amigo o un conocido que había sido crucificado. Esto era una práctica común en esa época.
Las personas se colgaban hasta desangrarse durante días, mientras su familia veía como esa persona moría sin poder hacer nada. Y hoy el Señor nos hace un llamado de que “aquel que no está dispuesto a tomar su cruz e ir al calvario con Él no está listo para seguirlo”. Pensaríamos que este es un llamado grande, pero el Señor no nos está mandando a entregar nuestra vida literalmente por Él, si nos que nos está diciendo “si no estamos dispuestos a tomar nuestras cargas y seguirlo, a entender que el llamado cristiano tiene una cuota de sufrimiento” no estamos listos.
Lucas 6:40 dice “el discípulo no es superior a su maestro más todo lo que el que fuere perfeccionado será como su maestro” El Señor como nuestro maestro nos mostró el nivel de sufrimiento que Él vino a tener por nosotros así que como sus discípulos no podemos vivir una vida cristiana pensando que no vamos a sufrir, pensando que todo va a ser bendición.
Aquel que predique un evangelio donde “todo es bendición, donde todo es prosperidad, donde mezclar con su boca y vamos a va a recibir” no es el evangelio que Cristo nos está enseñando, no es la Palabra de Dios. La Palabra de Dios dice “si tú me vas a seguir vas a ser perseguido como yo fui perseguido, vas a ser insultado como yo fui insultado, vas a ser atacado como yo fui atacado y vas a sufrir”. El Señor nos habla con la verdad, vamos a tener que abstenernos de cosas que nos gustan por amor al Señor.
3. Seguir a Jesús implica una rendición total: El versículo termina diciendo “Y sígame”. Cuando hablamos de seguir a Cristo, nos ponemos en un tiempo presente y empezamos a pensar lo que implica caminar detrás de nuestro Maestro. Las bendiciones, el amor y el aprendizaje que hay de caminar una vida en Cristo, pero cuando el Señor hace el llamado de “tomar la cruz y seguirle” lo que está hablando es del tiempo presente y lo que vamos a tener que dejar para poder avanzar.
Seguir a Cristo implica que todo por lo que hemos trabajado toda la vida y todo lo que hemos tratado de construir, tiene que ser dejado para que podamos seguirle. Tenemos que dejarlo atrás; no hay título, carrera, ni familia, no hay nada que nos pueda detener y que no tengamos que dejar para poder seguirle a Él de la forma en la que el Señor quiere que le sigamos. Si otra cosa es más importante, entonces eso se convierte en nuestro dios, “dónde está nuestro tiempo, ahí está nuestro dios”, “dónde está nuestro enfoque ahí está nuestro dios, dónde está nuestra prioridad está nuestro Dios. Esto va en función de lo que dejamos atrás y no de lo que perseguimos.
No puede ser mi carrera un impedimento, ni mi vida, ni mi familia. Lucas 9:62 dice “y Jesús le dijo ninguno (no hay una forma interpretativa de cambiarla: ninguno es nadie) que pone su mano en el arado y que vuelve a ver atrás esperando que lo de atrás regrese (o tratando de traer lo de atrás a mi nueva vida en Cristo) es digno de mí”; así que la única forma que tenemos para entender lo que es seguir a Cristo es poniendo nuestra mano en el arado, en el servicio que el Señor nos llama y caminar hacia el frente, y hacia las promesas que Dios tiene y olvidarnos lo que dejamos atrás. Lo que dejamos atrás, es lo que le Señor quiere que hagamos. Seguir al Señor implica estar en una relación personal con Él.
Preguntémonos ¿cuándo fue la última es que oramos más de cinco minutos? ¿o más de un minuto simplemente para decirle al Señor gracias por esos alimentos o gracias por el día? ¿Cuándo fue la última vez que oramos realmente y sacamos el tiempo para el Señor?
Hay personas que dicen que oran mientras manejan, pero si no apartamos un tiempo real para meternos en la presencia de Dios, entonces el Señor está recibiendo nuestras migajas. Él no merece eso, es una relación íntima con Dios, cercana, seguirlo implica estar en una relación y para eso se ocupa tiempo y dedicación. Seguirlo es estar dispuesto a hablar con Él.
¿Cuándo fue la última vez que leíste la Biblia? el que es nacido de nuevo no lee la Biblia por conocimiento, el que es nacido de nuevo lee la Biblia porque quiere encontrarse con el Dios que ama, en una relación de amor íntima, donde queremos saber lo que piensa, lo que quiere para nosotros, lo qué quiere que hagamos para Él.
Es como estar en una relación de matrimonio. En una reunión con una persona les decía es que el matrimonio no trata de yo darle a mi esposa lo que yo quiero o lo que me gustaría a mí que me den, se trata en darle a ella lo que yo sé que es lo que ella necesita. No trata de nosotros, todo trata de Él. Seguir al Señor es servirle, porque toda aquella persona que no está dispuesta a servirle está enfocada en su egoísmo, en sí misma y no en el Señor.
Hay un concepto de gracia común que Dios le dio a todas las personas, Dios nos ha dado muchas cosas por gracia, dio dones, capacidades, pero en función de lo que pongamos a Su servicio también. Si nuestra capacidad es ser bueno en matemáticas y sólo la usamos para nuestro trabajo, entonces nuestro trabajo es nuestro dios, porque el don Dios nos lo dio para que lo usemos en función de edificar a otros y honrar el nombre de Dios. Tenemos que entender que seguir a Jesús es servirle.
Haciendo un resumen:
#1: Como cristianos tenemos que estar dispuestos a practicar el negarnos a nosotros mismos.
#2: El cristiano tiene que estar dispuesto a sufrir en su vida y esto implica que una persona en medio del sufrimiento no permite que el este lo aleje de su comunión con Dios. Si hemos estado pasando pruebas, estamos pasando por sufrimiento, y estamos aquí, entonces demos gloria a Dios, porque nuestro corazón esta verdaderamente comprometido con Dios.En medio del sufrimiento nos damos cuenta del carácter de una persona que ama al Señor, una persona que está comprometida con ir más allá de una emoción, sino que está comprometida con la Palabra de Dios y sus enseñanzas.
#3: Seguirlo implica rendir todo a Él. Necesitamos una generación que deje de estar escondida, que deje de pensar que el llamado de Dios es para pocos, que deje de creer que no podemos hacer algo diferente o que no podemos hacer un cambio, una generación que se entregue genuina y totalmente al Señor, que predique.
Si con esta serie de predicas acerca del discipulado y no le predicamos a nadie, estamos en desobediencia.Es pecado y debemos de pedirle perdón a Dios, porque estamos aquí para multiplicarnos, no porque nos interesa llenar la iglesia, sino porque nos interesa llenar el reino de Dios, llenar los cielos de personas y que el infierno esté vacío. Eso es lo que nos interesa, para los que le amamos, porque amamos lo que el Señor hace y lo que ha hecho.
Jesús es el ejemplo perfecto del Padre. El mayor nivel de discipulado al que usted puede llegar es el de uno paternal o maternal. Cuando tu discipulado dejó de ser simplemente una relación casual y empiezas a ver a la persona que te enseña como un papá, no un papá espiritual porque solo hay uno: nuestro Señor. Necesitamos gente que ame a sus discípulos como hijos y se comprometa con ellos de esta manera. ¿Cuál es el problema de esto? que muchas veces traemos el chip de lo que es la paternidad totalmente corrupta. Muchas veces el concepto de padre que nosotros manejamos no es el concepto de padre bíblico.
Una vez preguntamos a una persona: ¿cuál es el modelo de padre que tú quieres ser? y él decía: “quiero ser todo lo contrario a lo que era mi papá, pues él me abandonó, me rechazó, nunca estuvo presente, nunca generó confianza conmigo, ni empatía, nunca sacó tiempo para tener una relación conmigo y quiero hacer todo lo contrario que hizo mi papá”. ¿Saben por qué esa persona estaba ahí? porque quería dejar a su esposa y a sus hijos. Tristemente nosotros no modelamos lo que con la mente queremos, modelamos lamentablemente lo que nos fue enseñado.
No modelamos lo que queremos hacer con todo nuestro corazón, aunque lo queramos, modelamos cómo nos trataron. Pero no hay papá o mamá que no ame a sus hijos. No hay ninguno que quiera decir “yo quiero hacerlo mal con mis hijos” tiene que estar loco para hacer eso. Todos queremos hacerlo bien, pero tenemos un modelo conducto que nos fue enseñado de personas tal vez imperfectas y que quizás aún siendo cristianas, moldearon un ejemplo imperfecto.
Cometieron muchos errores, y ¿saben qué hacemos los hijos muchas veces? ¿Recuerdan la historia de Noé? Noé desciende el arca y borracho dice que uno de sus hijos descubre su desnudez. Muchas veces como hijos lo que nos gusta es apuntar la desnudez de nuestro padre o de nuestra mamá en sentido de crítica y de juicio como si pudiésemos hacerlo mejor. La única forma en que vamos a ser buenos padres es ir de regreso a la Palabra de Dios y ver quien era Jesús y lo que hacía. Jesús siempre ha querido traer su modelo y diseño a un discipulado en un hogar.
Si somos padres de familia, somos responsables del discipulado en nuestra casa. Lo más triste es que los varones hemos perdido el norte de lo que implica ser una persona que discípula a los suyos. En las convocatorias de oración, adoración, servicios la mayoría de asistentes son mujeres y damos gloria a Dios por ellas, pues si no estuvieran ahí no habría nadie, pero varones, nosotros somos los que tenemos la responsabilidad de traer el diseño de Dios a nuestras casas, y el hombre es el responsable de traer seguridad.
Se nos olvida como varones lo que implica la seguridad que un hombre tiene que traer a su hogar tanto en lo económico como en lo espiritual. El hombre es el encargado de orar, de pedir perdón, de modelar, de dirigir el discipulado de su hogar como lo haría Jesús. Por lo tanto, debemos de empezar a imitar lo que el Señor haría y no lo que nosotros haríamos. El hombre es el encargado de traer una seguridad emocional a la casa.
Gloria a Dios por las madres, por su amor, su abrazo, sus palabras de cariño, pero quien tiene que traer seguridad emocional es el padre. ¿Saben porque la mayoría de los hogares donde carece de padre los hijos terminan en delincuencia o en drogas o la probabilidad de que sea prácticamente 30 veces superior a la de otro hogar La razón es porque no hay seguridad emocional. Los niños no se sienten seguros porque no hay un padre que les diga cómo deben de sentirse y cómo deben de actuar porque en ocasiones como padres lo que creemos es que a punta de gritos o de insultos es como nuestros hijos deberían de reaccionar y lo que generamos es hijos temerosos del papá.
El problema es que todo lo llevamos al Señor y no oramos igual porque pensamos que Él nos va a regañar por el error que cometimos. Buscamos a Dios si cometimos alguna falta y pensamos que Él nos va a tratar mal por ese error y nos distanciamos del Señor porque ponemos las características de nuestro papá en Dios.
El Señor nos explica cómo es un discipulado de amor de padre:
Número uno: Jesús como padre nos dice la verdad, no nos anda con rodeos ni nos promete algo que no va a suceder. ¿Y sabe cuál es la verdad?: que vamos a tener sufrimiento, que no va a ser siempre fácil, que no siempre va a ser de color de rosas, que vamos a tener que dejar cosas que nos gustan en función de seguirlo a Él, porque nos ama y una persona que ama habla con la verdad.
Número dos: Jesús es un padre que nos da testimonio y que nos enseña no con Palabras sino como un modelo de vida. Cuando el Señor decide traer al cumplimiento su diseño del redentor, lo que Jesús nos enseña es que nosotros podemos dejar otras cosas por seguirlo a Él. Jesús dejó Su trono, dejo la adoración que había para Él en los cielos, dejó Su lugar de privilegio y de paz en función de que pudiésemos ver su ejemplo. Así debemos dejar lo que nos está siendo piedra de tropiezo para seguir Su Santo Nombre.
Jesús es Padre porque nos ama de formas inimaginables. El amor del Señor fue tal que vino a esta tierra y dijo “Yo voy a dejar mi vida por ti, voy a morir para que tu puedas vivir, pero vive para mí” .
Jesús tenía la autoridad para poder pasar de lejos la cruz, sin embargo; fue el único que fue crucificado sin merecerlo y que en vez de rechazar la cruz, la abrazó para que pudiésemos estar hoy adorándole y buscándole. ¿Qué forma de amor superior a esta podemos encontrar?
El Señor es el Padre que nos recibe con Su abrazo de amor hoy. No hay un impedimento para ir a sus brazos de amor, no hay pecado tan grande que Él no pueda perdonar, ni dolencia que Él no pueda redimir, no hay corazón doblegado que Él no pueda hoy abrazar.
La historia del hijo pródigo habla de un hijo que en medio de lo peor no se volvió al amor del padre. El en necesidad se vuelve al padre porque si no se moría. La reacción del padre fue “aunque no me ames aquí estoy con los brazos abiertos, dispuesto a recibirte de nuevo en mi casa y a restaurar lo que te fue quitado y perdido”.
Si no conocemos el amor de Dios, si no conocemos Su paternidad, si estamos lejos de Él, y en nuestra mente hemos dicho que nada va a volver a hacer que nuestra relación con el Señor sea la misma, hoy quiero decirte que hay un Padre que nos quiere recibir con los brazos abiertos. Dios está lleno de amor inagotable y quiere restaurarnos y hacernos volver a Él.
17-Oct-2021
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