El ciclo del Perdón - Arrepentirse
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El ciclo del Perdón – Arrepentirse

Nos encontramos desarrollando una serie de prédicas, sobre el ciclo del perdón, se va a dividir en cuatro prédicas.

El ciclo del perdón es cíclico no es algo que se termina, es parte de la vida del cristiano.  Empieza por confesar, arrepentirse, perdonar y restaurar.

Desarrollaremos el tema del arrepentimiento.

Nuestra dinámica de vida debería ser caminar en rectitud y obediencia al Señor,  cuando nos desviamos por culpa del pecado, el Señor viene a través del Espíritu Santo a decirnos que volvamos al camino correcto.

El libro de Mateo 4:17 sustenta lo que lo que vamos a ver:

«17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.»

La intención?, Mostrar la perspectiva de lo que quiere decir  “Arrepiéntanse”,  antes se predicaba mucho sobre la base del miedo y se condicionaba el actuar basado en el temor y pareciera que ese era el mensaje que se quería dar.

Primero, definamos la palabra arrepentimiento, y conozcamos el significado real que el Señor nos quiere decir.

Etimológicamente (origen de la palabra) la palabra Arrepentimiento viene de dos palabras meta/noia (Meta, quiere decir cambiar y noia quiere decir mente), Metanoia: Quiere decir cambiar nuestra forma de pensar.

En la Biblia, cuando leamos la palabra ARREPIÉNTANSE, debemos entender que hay algo acerca de alguna forma de pensamiento que tenemos que cambiar acerca de lo que sigue.

Según el versículo, el Señor quería decirles, que necesitaban cambiar la forma de pensar, acerca de lo que cree que es el Reino de Dios.  Por qué El Señor venía a cambiarles la perspectiva de lo que creían que era el reino de Dios, en medio de una sociedad que compraba a Dios a través de obras que hacían.

Lo que el Señor quiere es cambiar nuestra mente, entender que nuestras acciones no compran el favor de Dios, sino que hoy tenemos acceso al Padre por Gracia, no por obras, pero a veces pensamos que el arrepentimiento lo podemos alcanzar por obras y no por gracia.

Queremos desmentir un par de temas, el arrepentimiento no es volverse del pecado y acercarse a Dios, por que sabemos que es imposible romper las cadenas del pecado en nuestras propias fuerzas

Debemos ir a Dios y el Señor nos va a capacitar través de la obra del Espíritu Santo para que dejemos el pecado.  Para entender esto, necesitamos transformar nuestra mente y pensar de una forma diferente.

Entonces, el arrepentimiento está asociado no a lo que hagamos, sino a lo que pensamos; tampoco está ligado al corazón.  El corazón es la esencia de nuestro amor y tiene que ser transformado para poder amar a Dios.  Nosotros no podemos transformar nuestro corazón, solamente Dios puede hacerlo, pero si podemos transformar nuestra mente.

Tenemos que trabajar la mente, abrirle nuestro corazón al Señor, y Él transforma, y entraríamos en el primer arrepentimiento, fruto del reconocimiento de nuestra condición.  Por eso la primera prédica tenía que ser confesar, hablar del pecado como es, de cómo son las cosas.

Hoy,  la sociedad intenta de” endulzar” nuestra situación pecaminosa, porque no nos gusta decir lo que verdaderamente somos en esencia, pecadores.  Cuando hablamos las cosas como son, nos damos cuenta de lo “bajo” que estamos y lo necesitados que estamos de salvación.

Pero, mientras no lo digamos, nos podemos justificar en el “no me siento tan mal”, pero cuando lo decimos, reconocemos que no nos podemos salvar por mí mismos, y que necesitamos la obra poderosa de Dios, del Salvador que venga a transformar algo en nuestra vida.

Entonces necesitamos cambiar nuestra mente porque el Señor va a cambiar nuestro corazón.

Cambien su forma de pensar, la FORMA, es lo que el Señor decía, en cómo se relacionan ustedes con Dios, en cómo PIENSAN que es Dios, Él no está ahí para juzgarnos, ése no es el corazón del Señor, está ahí para hacernos nuevos.

Ezequiel 11: 19-20 dice:

«19 Y les daré un Corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, 20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.»

¿Qué quiere decir?

Un corazón de piedra (rígido, lleno de orgullo, de ira, de dolor, de maldad, herido, dañado), Un corazón de carne (tierno, sensible al Espíritu de Dios, receptivo).

Ésta fue la obra poderosa del Señor, nosotros No lo hubiésemos hecho solos.

Por eso nos arrepentimos a diario. Cometemos errores todos los días por que diariamente nuestra mente está siendo “bombardeada”; necesitamos ir a la palabra de Dios y renovar la mente para caminar en integridad delante de Dios, porque le amamos y queremos responder en obediencia

Todos pecamos, pero principalmente necesitamos ser corregidos.

Proverbios 12:1 dice:

«El que ama la instrucción ama la sabiduría; Mas el que aborrece la reprensión es ignorante. Porque la reprensión es la forma en que Dios trata con nuestro carácter.»

¿Sabe cómo Dios trata con nosotros en la iglesia (que es el cuerpo de Cristo)? A través de nuestros, esposos, esposas y principalmente de nuestros pastores.

Todos necesitamos un pastor, porque la única forma que podamos cambiar actitudes y nuestra mente es a través de que alguien señale lo que está mal en nosotros, porque la verdad somos muy amantes de nosotros mismos y no siempre admitimos lo que está mal en nosotros.

Pero si queremos amar y seguir al Señor, vamos a tener que cambiar eso, y para eso son los pastores, debemos tener a alguien a quien rendir cuentas, y si no es así, probablemente no creceríamos espiritualmente.

Sólo el sabio que es formado a través de la instrucción es aquel que va a crecer y va a cambiar su mente, su forma de pensar, y va a cambiar a la medida en que el Señor quiera trabajarlo.

Hechos 3:19 dice:

«19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio»

Pedro predicando dice «Así que arrepiéntanse, cambien su forma de pensar y conviértanse para que sean borrados vuestros pecados»

Acá aparecen los frutos del arrepentimiento

El primero

No importa que tan malo hayamos sido, no importa que tan sucios nos sintamos, no importa si pensamos que somos los peores.

Si genuinamente hay arrepentimiento delante de Dios, su lista se borró, empieza en cero. Este es el amor que tiene el Señor por nosotros!

Segundo

Poder entrar en la presencia de Dios.

Tercero. 

Tiempos de refrigerio. Cuando vamos a la presencia de Dios, en arrepentimiento y vamos delante de alguien, y exponemos nuestro corazón y contamos todo, ese día, esa situación, esa persona hicieron que dejáramos el dolor; y cuando salimos de ese momento la mejor descripción es “sentirnos que caminamos en las nubes”, y en ese momento, nuestra relación con Dios cambia, la relación con las personas que tenemos al alrededor cambia.

Cambian forma de ver a Dios, cambia la oración, la forma de leer la Biblia, la forma en como Dios habla…  y viene una plenitud, una paz…. La paz que sobrepasa todo entendimiento se empieza a hacer real.

Por eso necesitamos confesar las cosas como son y hablar las cosas como son, necesitamos de verdad sentirnos y sabernos pecadores. A través de la gracia, el Señor borra toda nuestra lista de pecados, nos hace nuevo, nos lleva en medio de su presencia, y volvemos a sentir la presencia de Dios

Cuarto

Vives tiempos de refrescamiento y empiezas a caminar en nubes.

Marcos 2:16-17 dice:

«16 Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores? 17 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»

¿Sabe por qué el Señor no vino a justos? Porque no hay uno, El Señor no hubiera venido por nadie.

El Señor vino a compartir con pecadores, la Palabra de Dios dice Donde dos o más estén reunidos en su nombre, allí está Él.

Y si aquí está el Señor, hoy está reunido con publicanos y pecadores (los que estamos aquí somos publicanos y pecadores), todos los que estamos aquí hemos pecado

Pero el Señor no vino a juzgarnos , porque ya el juicio es por naturaleza en nosotros desde el momento que el hombre pecó, desde el momento que nosotros nacimos, pecamos.

El Señor, vino a ofrecernos la oportunidad de que salgamos de condenación y que abracemos la salvación. Vino en medio de una situación inminente de dolor, a decirnos: quiero salvarte, amarte, quiero tener una relación contigo, conocerte.

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