Negarse a uno mismo
Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?. Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Mateo 16:13-18
El contexto del versículo es simple: Jesús pregunta a sus discípulos quién dicen ellos quien es Él. Y así como en aquellos tiempos, en esta época la gente también diría muchas cosas acerca de Él: que fue un hombre de amor, un maestro, un sabio, etc.
Pues bien, en ese momento Jesús sabía que las personas que decían esas cosas no le conocían, que sólo lo buscaron para satisfacer sus necesidades personales. Pero Él quería saber si realmente sus discípulos, aquellos que lo siguieron y caminaron con Él le conocían. Era el tiempo del examen final para ellos:
Jesús les dijo: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Bueno sé quienes son ellos, no me conocen, me buscaron sólo por su necesidad personal, pero ustedes sí me conocen”.
Habían visto los milagros; como la multiplicación de los panes y los peces. (Mateo 14:15-21)
Habían visto las sanidades a multitudes enteras. (Mateo 14:14)
Habían visto que resucitó personas de la muerte. (Mateo 11:4-5)
Habían visto que tenía poder sobre los vientos y el mar. (Mateo 8:23-27)
Habían visto que los demonios se aterrorizaban antes su presencia (Mateo 8:28-34)
Habían visto que predicaba como nunca nadie habían visto en Israel (Mateo 5-6-7)
Habían caminado con El por 2 años.
Habían visto su poder divino que hasta el día de hoy ningún hombre ha podido negar, ni los mismos judíos que lo mataron.
Ahora era tiempo del último examen; y este tenía una sola pregunta. Era la prueba de que no había sido en vano todo el discipulado:
¿Quien dicen ustedes que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” Mateo16:16-17
Además Jesús añadió en los versículos 18 y 19 “Y yo también te digo, que tú eres Pedro” (que significa una roca pequeña); y sobre esta roca (haciendo referencia a una piedra base o angular) edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”
“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.” (Atar es un concepto según estudiosos bíblicos que hacen referencia a una actividad judicial o rabínica. Por ejemplo el rabino tenía la autoridad para decidir cuando y cómo aplicar una ley sobre una persona)
Estas palabras impactaron a los discípulos como a cualquier otro judío de la época; ¿qué hubiesen significado?: Probablemente revolución, liberación, nuevo orden, venganza.
Los fariseos buscaban liberación divina, los zelotes esperaban liberación política, los saduceos; liberación moral.
Jesús era el Hijo de Dios, El Mesías quien venía a restablecer un nuevo gobierno: los liberaría de los romanos; los discípulos serían los nuevos líderes de Israel y serían reconocidos. Empezarían una nueva era con Jesús como el Rey Supremo y ellos serían su Consejo.
Lo siguiente sacudió sus almas y sus deseos y hubo confusión y temor en su corazón:
Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.” Mateo 16:21-22
¡El mismo que lo reconoció como Hijo de Dios, ahora lo estaba corrigiendo!.
Jesús continúa diciendo en los versículos 23 y 24: “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: !Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”
Este es el corazón del evangelio. Esta es la fe verdadera, esto es el entendimiento de aquel que es verdaderamente salvo.
Negarse a sí mismo, tomar nuestra propia cruz, y seguir a Cristo no es una invitación a un nivel más elevado de vida cristiana, es una invitación a la salvación.
Esta verdad ha estado escondida por años en la doctrina que se comparte en las iglesias evangélicas, por una simple razón: Esto no vende, no es atractivo, ¡PERO ES LA VERDAD!. Quien quiere ser digno de el Señor debe hacer esto.
A menudo encontraremos cristianos que creen – porque así se les enseñó – que lo único que se debe hacer para ser salvo es una pequeña oración de aceptación a Jesús y que después en algún punto de su vida necesitaba hacerlo Señor de su vida y tomar en serio la obediencia pero eso no está relacionado con la salvación.
Quizás hoy en día tienes a Jesús como Salvador, pero quizás ya quieres hacerlo Señor de tu vida”.
No hay como escuchar esta verdad de la salvación como de los mismos labios del Señor Jesucristo.
Hoy escucharemos evangelistas decir: “Si sientes un vacío en el corazón y no sabes como llenarlo, acude a Jesús y El llenará ese vacío y cumplirá los anhelos de tu corazón”.
Pero Jesús, el evangelista; el prototipo divino, enseña que la salvación está en negarse, tomar su cruz y seguirlo.
La frase “si alguno quiere venir en pos de mí” es una invitación al evangelio, si quieres ser un seguidor verdadero, si quieres ser genuino, debes negarte a ti mismo, tomar tu cruz y seguirlo.
Negarse a uno mismo es lo contrario a que sus necesidades sean satisfechas u obtener todo lo que uno quiere. ¡Esto tiene que ver con que digamos no a todas nuestros deseos y planes y abracemos los de Dios!
Necesitamos entender que la razón por la que la ley fue dada fue para confrontar a los hombres y no como un estándar mediante el cual los hombres alcanzan salvación.
Para los judíos, la ley estaba escrita y significaba moralidad. Para los gentiles la ley los llevó al reconocimiento de su condición y a través de Jesús a una transformación del corazón.
Mediante la ley reconocemos nuestra bancarrota espiritual, porque cuando tratamos de guardar la ley ninguno puede, no es posible para nadie y la misma ley nos mata.
Es por eso que la ley en los tiempos de la gracia, mata al pecador, pues para que pueda alcanzar la vida primero debe estar muerto; es decir saberse muerto, insignificante, saberse pecador.
Muerto: Entendimiento de que somos malos, depravados, que fallamos a Dios y que necesitamos de su gracia.
Jesús no vino por los “justos” sino los pecadores:
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.” Mateo 9:13
Cuando quebrantamos la ley en algún lugar somos culpables de toda ella y eso significa que estamos bajo la ira eterna de Dios.
Ni las buenas obras, ni los sacrificios religiosos nos acercan a Dios, esto es un engaño. Así mismo lo es el tener la idea de que no hay juicio, que ese sentimiento interno de conciencia es impuesto socialmente.
Ni el agnóstico, ni el liberal, ni el ecuménico y autodenominado espiritual pueden ser salvos pues están engañados con la filosofía de que Dios no castiga, porque es un Dios de “amor”, pero definido en término de los hombres.
Pero esto no es lo que enseña la palabra de Dios la cual es infalible, lo cierto es que Cristo tenía que venir a cumplir la ley y morir aún siendo inocente ante Dios, como sacrificio para que dejáramos de ser esclavos de la ley por medio de Él.
Gálatas 3:19-24 nos dice al respecto: “Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.
Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.
¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.
Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.”
El pecado nos separa de Dios, y no podemos querer a Cristo sin tomar nuestra cruz, entregarle a Él todo y seguirlo.
El pecador soberbio y altivo, quiere a Cristo y seguir con sus placeres personales, su avaricia, su inmoralidad, su chisme y murmuración, quiere a Cristo y seguir con su ira y falta de perdón – y se cree digno de tenerla -; quiere a Cristo y seguir con su orgullo y posición.
Pero el pecador quebrantado y en bancarrota; está tan desesperado que va ha entregar todo, cualquier cosa para tener a Cristo, su perdón y la vida eterna, lo dará todo para tener esperanza y libertad. Esta es la actitud y se vuelve un estilo de vida.
Venimos a Cristo en desesperación; así como el leproso en Mateo 8 que recorrió la multitud por llegar a sus pies. Como la mujer con el flujo de sangre para obtener su libertad. Llegamos a Cristo desesperados y humildes, siempre!
Una de las características más importante de ser cristiano es que ese actitud sigue ahí siempre, es un estilo de vida.
Conforme crecemos en el conocimiento de Cristo, las raíces de negación personal descienden.
El CRECIMIENTO EN GRACIA ES EQUIVALENTE A UN CRECIMIENTO HACIA ABAJO. Nos humillamos antes el Señor.
La madurez espiritual consiste en formar un criterio más bajo de nosotros mismos, es un reconocimiento de que no somos nada, que somos totalmente indignos del amor de Dios, del sacrificio de Jesús.
Es entender que no podemos hacer nada para el Señor en nuestras fuerzas; y que la maravilla de maravillas es que Él nos use a nosotros siendo indignos, siendo pecadores.
Así se viene a Cristo, en humildad, sin nunca gloriarse.
Que significa como cristiano NEGARSE A MI MISMO, dicho en forma práctica:
* Cuando usted es rechazado o hecho a un lado y no se resiente. Cuando se habla mal del bien que usted hace, sus deseos no son cumplidos, sus consejos no son considerados, sus opiniones son ridiculizados y usted se rehusa a permitir que el enojo y resentimiento se levante y se rehusa a defenderse a si mismo, sino que todo lo recibe en un silencio paciente y leal. ESO ES MORIR A SI MISMO.
* Cuando usted de manera amorosa y paciente, soporta cualquier desorden, cualquier irregularidad o cualquier molestia. Cuando usted puede estar cara a cara con la extravagancia, necedad, la insensibilidad espiritual y soportarlo como Jesús lo soportó. ESO ES MORIR A SI MISMO.
* Cuando usted está satisfecho con cualquier alimento, cualquier ofrenda, cualquier ropa, cualquier clima, cualquier sociedad, cualquier soledad, cualquier interrupción por la voluntad de Dios. ESO ES MORIR A SI MISMO.
* Cuando a usted no le importa referirse a si mismo o registrar su propias buenas obras o buscar reconocimiento.
* Cuando a usted realmente le encanta ser desconocido. ESO ES MORIR A SI MISMO.
* Cuando usted ve a otro hermano prosperar y sus necesidad sean satisfechas y honestamente puede regocijarse con el en espíritu y no sentir envidia… Mientras sus propias necesidad no son saciadas y en circunstancia desesperadas. ESO ES MORIR A SI MISMO.
* Cuando usted puede recibir corrección y reprensión de alguien de menos estatura que usted (en rango o edad) y puede someterse humildemente interna y externamente. Sin encontrar rebelión y resentimiento. ESO ES MORIR A SI MISMO.
* Cuando a usted no le importa lo que siente o desea; o su personalidad tímida o introvertida; o si le nace hacerlo, y va y habla con la nueva persona que llega a la iglesia y se toma un café con su hermano, va y busca a su prójimo, o le predica a un compañero de trabajo, o a un amigo o a un desconocido. ESO ES MORIR A SI MISMO.
Entonces, venimos a Cristo con una actitud de negación a nosotros mismos y de ahí en adelante crece …hacia abajo!.
Nuestra negación no es perfecta, resucitamos nuestros egos y nuestras voluntades y nos sometemos a la voluntad de Dios y tenemos que buscar su gracia y perdón todos los días.
Pero este debe ser el deseo más y genuino de nuestro corazón redimido.
Tomar la cruz es estar dispuesto a morir. Y esto es lo que hace un seguidor de Cristo, estar todos los días dispuesto a ser perseguido, insultado, calumniado, odiado y hasta ser muerto por el nombre de Jesús.
En nuestra Era:
– Los cristianos bajo los regímenes comunistas en Europa oriental fueron perseguido y asesinados por decenas.
– Los cristianos en países asíaticos, rechazados por sus familias y encarcelados por hablar de Jesús.
– Los cristianos en Africa son víctimas de asesinato si no se unen a movimientos políticos de rebeldes, donde deben convertirse en asesinos a sangre fría.
– Y en este momento de la historia de la humanidad es donde más cristianos son perseguidos y asesinados, sobre todo en países musulmanes.
Todos por el nombre de Jesús.
TOMAR LA CRUZ no es identificarse en algún sentido espiritual con la muerte de Jesús, no significa Jesús te ama o Dios te ama y tiene un plan maravillosos para tu vida. El mensaje es: vas a tener que sufrir posiblemente por seguirme.
Mateo 15:18-21 dice: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor.Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.”
La invitación no es: Jesús te quiere hacer saludable, feliz y rico. Es que El quiere tu vida, inclusive eso puede significar tu muerte.
Pablo dice: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos” Romanos 14:8-10
Eso es todo.
No tenemos ningún interés personal que supere nuestra necesidad desesperada de Cristo.
Si tenemos que morir cada día, esta bien es un precio pequeño que pagar porque el sufrimiento de este mundo no es digno de ser comparado con la gloria que nos espera en Cristo.
¿Estás dispuesto a sufrir por el evangelio, a morir por Cristo?: No habrá corona sin que haya primero una cruz.
Este es un llamado serio: la disposición de llevar la cruz marca al discípulo verdadero de Cristo.
La cruz es un estilo de vida, cada día.
Sea lo que sea que el Señor me pida estoy dispuesto a entregarlo por agradecimiento a El… Quien lo dio todo por mi para darme vida eterna.
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