Devocional: El Fruto del Espíritu – Día #9
Dominio Propio
Plan Devocional Día 9 de 9
Mejor es ser paciente que poderoso; más vale tener control propio que conquistar una ciudad»
Proverbios 16:32
Templanza es lo mismo que dominio propio, o auto-disciplina.
Hubo un tiempo en que empecé a tener conflicto con esa área de mi vida y comencé a preguntarme frecuentemente cosas como: «¿qué hago para que las bendiciones como un ascenso en el trabajo, ganar más dinero o el enamorarme no me desvíen de lo más importante? ¿Qué hacer para que a pesar de todas esas cosas buenas, mi amor por el Señor no quede en un segundo plano?».
Realmente tenía una lucha fuerte y constante en ese sentido que me paralizaba para tomar decisiones. Un día iba manejando y pensando muchísimas cosas – lo cual ya era «normal» para mí – pues le «ponía mucha mente» a todo. Debía tomar una decisión muy importante, pero tenía miedo y de pronto el Señor me habló a través de Su espíritu y me dijo “no te he dado Espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Él me decía: «yo he puesto amor en ti para que me ames y te he dado dominio propio para ponerme a mí en el lugar correcto, no es algo que puedes obtener con tus esfuerzos, es algo que yo te doy».
El entender esto me dio un gran alivio, pues siempre traté de «impresionar» a Dios con mis obras y mi fervor. Cuando se trata de dominio propio, pensamos que es algo que tenemos que hacer por nuestra cuenta, pero en realidad es un fruto que proviene del Espíritu Santo y que el Señor ya ha puesto en nosotros.
¿Qué hábitos no has podido formar o quitar? ¿Perdés mucho tiempo en cosas sin sentido? ¿Netflix se ha vuelto una adicción? ¿No podés orar de manera constante? ¿Comprás cosas impulsivamente? Si tratás de hacer el cambio en tus propias fuerzas, te cansarás. Es cierto que debemos ser intencionales pero; en nuestra necesidad de buscar intimidad con el Señor y que Su palabra moldee nuestro carácter. Todo lo necesario para vivir una vida con dominio propio se encuentra en Cristo, y Él ya nos dio su espíritu el cual mora en nosotros.
Oremos:
Jesús te necesito, no hay nada que yo pueda hacer por mi cuenta, te confieso mi debilidad y te soy sincero con respecto a todas las cosas que me han costado y no he podido cambiar en mí, no quiero impresionarte, solo quiero que me enseñes a caminar esta vida cristiana en tus fuerzas y no en las mías. Me dispongo para que cada vez más yo pueda mostrar el amor, la bondad, la paciencia, el gozo, la mansedumbre y la templanza que ya pusiste en mí por tu espíritu. Amén.
Frecson Trujillo
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