Camino al Calvario - La resurrección como evidencia de su divinidad
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Camino al Calvario – La resurrección como evidencia de su divinidad

¿Qué diferencia al cristianismo del resto de las religiones?

A lo largo de la historia, muchas personas han afirmado que existen múltiples caminos para llegar a Dios. Sin embargo, el cristianismo presenta una perspectiva única y firme al respecto; declara que solo hay un camino hacia el Padre, y es a través de Cristo. Él mismo proclamó:

«Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí.» Juan 14:6 Reina-Valera (RVR1960).

Para comprender verdaderamente la resurrección de Cristo, el epicentro de la fe cristiana, es importante compararla con otras tradiciones religiosas. Aunque muchas religiones se fundamentan en filosofías o principios, algunas se centran en figuras históricas particulares que representan sus creencias esenciales. Entre estas encontramos:

El judaísmo, que se enfoca principalmente en la obra y legado de Moisés y David, figuras clave en su tradición.

El islam, que encuentra su inspiración en Mahoma como su principal profeta.

El budismo, basado en las enseñanzas de Buda.

El cristianismo, que reconoce a Jesucristo como nuestra más grande figura.

Ahora hay algo que diferencia al cristianismo del resto. Todas esas figuras mencionadas anteriormente – aunque sus ideas quizás perduren y algunas de sus filosofías puedan ser valiosas – hoy en día yacen en sus tumbas. Sin embargo, nosotros, los cristianos, pertenecemos a la única fe en la que nuestra figura central, Cristo Jesús, está vivo y reina por los siglos de los siglos. La tumba está vacía, no hay nada allí.

Jesucristo venció la muerte y al pecado en la cruz del Calvario, y existen tres aspectos que distinguen al cristianismo del resto de las religiones:

Impacto Histórico Único – El cristianismo tiene una trascendencia histórica incomparable. Sin ser una religión que impone su postura o recurre a la guerra para expandirse, su impacto ha sido tan profundo que el mismo tiempo se divide en dos grandes eras: Antes de Cristo (a.C.) y Después de Cristo (d.C.). Esto refleja el alcance y la influencia de Jesucristo en la historia de la humanidad.

La Biblia como Libro Profético – La Biblia es el único texto religioso que contiene profecías precisas. Se estima que aproximadamente un tercio de sus escritos son proféticos, y en lugar de quedar desmentidas con el paso del tiempo, estas palabras se han ido cumpliendo de manera asombrosa. 

Esto solo es posible porque su autor es un Dios soberano, que tiene el control del tiempo y la historia. Desde el principio, Dios habló de eventos que se cumplirían, muchos de los cuales se realizaron en Jesús y otros que se completarán cuando regrese por aquellos que han nacido en Cristo.

La Resurrección como Fundamento de la Fe – Sin la resurrección, nuestra fe no tendría razón de ser. Esta es la prueba definitiva de que Cristo no era solo un hombre, sino Dios encarnado, vencedor de la muerte. Su triunfo sobre la tumba es lo que diferencia al cristianismo de cualquier otra creencia y es el fundamento mismo de nuestra esperanza eterna.

Mateo‬ 28‬:1‬-7‬ Reina-Valera (RVR1960) nos dice:

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.”

El Señor, en su cuerpo físico, murió y fue colocado en una tumba prestada por José de Arimatea. Sin embargo, los principales detractores y líderes religiosos de la época, temerosos de un posible resurgimiento del movimiento cristiano tras la crucifixión, se adelantaron para evitar que los discípulos pudieran reclamar que Jesús había resucitado.‬ ‬

Conociendo las profecías que afirmaban que el Mesías se levantaría de entre los muertos, estos líderes se acercaron a las autoridades romanas para solicitar medidas extremas. Así, ordenaron que la tumba fuera sellada con una piedra de aproximadamente dos toneladas, la cual se aseguraba con un sello imperial. Romper este sello significaba enfrentar la pena de muerte, probablemente mediante crucifixión, un castigo severo que imponía un enorme riesgo para cualquiera que intentara profanar el lugar.

Además, se asignaron entre 10 y 16 soldados romanos para custodiar la tumba, una fuerza militar significativa para proteger un sepulcro. Esta medida, diseñada para evitar cualquier intento de robo o manipulación, se convirtió, paradójicamente, en una de las pruebas más sólidas de la autenticidad de la resurrección. Lo que fue planeado para sofocar el mensaje del evangelio terminó fortaleciendo su testimonio, demostrando que el poder de Dios trasciende cualquier esfuerzo humano por contenerlo.

Continuando con la historia, las mujeres se dirigían a la tumba al amanecer. Habían tenido que esperar hasta después del Sabbat para hacerlo, ya que la ley solo permitía caminar distancias cortas en ese día sagrado. Llevaban consigo todo lo necesario para embalsamar el cuerpo de Jesús, siguiendo las tradiciones de la época.

En ese momento, seguramente muchas ideas habrán pasado por sus mentes, pero lo que estaban a punto de encontrar era más increíble e inimaginable de lo que podrían haber esperado. Al llegar, se encontraron con una escena impactante: un ángel sentado sobre la piedra que había sido removida, los soldados romanos caídos en el suelo y la tumba abierta y vacía. El ángel les anunció con claridad y poder: «Jesucristo ha resucitado.»

Es difícil comprender el asombro y la confusión que deben haber sentido. Venían con el corazón aún herido por la tragedia de la crucifixión, agotadas por días de luto, y sin tiempo para reflexionar plenamente sobre lo que estaban presenciando. Algunos relatos del evangelio incluso mencionan que, en su camino hacia la tumba, se preguntaban entre sí cómo moverían la enorme piedra que sellaba la entrada.

Frente a esta escena transformadora, encontramos un llamado claro y profundo. Podemos resumir el mensaje de la resurrección en cuatro palabras que capturan su esencia: Vengan, Vean, Vayan y Proclamen.

Para los que no conocen al Señor:

Vengan y Vean – ¿Qué vinieron a ver? Nada. Al entrar en la tumba, se encontraron con lo inesperado: un sepulcro vacío. No había nada allí, porque Cristo había resucitado. Este llamado a ver no se limita a lo que los ojos físicos pueden percibir, sino a una experiencia personal y transformadora.

Es una invitación a descubrir por ustedes mismos el poder de la resurrección, a experimentar el amor, la sanidad y la paz que solo Cristo puede ofrecer. Vengan y vean lo que Dios puede hacer en su vida: restaurar corazones, traer propósito y ofrecer una esperanza eterna.

Para los que ya conocemos al Señor:

Vayan y Proclamen – Para nosotros, el llamado es claro: 

«Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.» Mateo 28:19 Reina-Valera (RVR1960).‬‬ Esto es más que una misión, es nuestra responsabilidad. No podemos experimentar la gloria de Dios y quedarnos en silencio. Si hemos visto y experimentado su poder de primera mano, estamos llamados a anunciarlo al mundo, a llevar esta esperanza a cada rincón, a proclamar lo que Él ha hecho en nuestras vidas.‬

Porque nadie que ha entrado en esa tumba vacía, que ha visto el poder de Dios en acción, puede permanecer callado. Nuestra misión es ir y anunciar, ser testigos de la obra viva del Señor.

Estas mujeres no tenían una comprensión profunda de teología en ese momento. Apenas estaban comenzando a comprender lo que realmente había sucedido, el impacto de la resurrección aún era reciente y desconcertante para ellas. Sin embargo, eso no las detuvo. Sin conocer todos los detalles doctrinales, ellas vieron el poder de Dios y respondieron al llamado: «Vayan y anuncien.»

A veces, nosotros también ponemos excusas para no predicar el evangelio. Decimos que no sabemos lo suficiente, que necesitamos más conocimiento o más preparación, que necesitamos discipulado antes de poder hablar. Pero la realidad es que no necesitamos una teología perfecta para ser testigos del poder de Cristo.

Si has experimentado a Cristo, si algo en ti murió y nació de nuevo, si has sentido el poder de la resurrección transformando tu vida, entonces ya tienes todo lo necesario para anunciarlo. Puedes decir con autoridad: «Vengan y vean lo que Cristo ha hecho en mí. Si Él me liberó del pecado, también puede liberarte a ti. Si me rescató de la oscuridad, también puede hacerlo por ti.»

La resurrección es un evento tan crucial que, después de más de 2.000 años, sigue siendo uno de los acontecimientos más debatidos de la historia. Durante estos siglos, muchos críticos han intentado desacreditarlo, inventando argumentos para negar su realidad histórica y científica. Sin embargo, una mentira no resiste la presión del tiempo, y la resurrección ha soportado siglos de escrutinio sin colapsar, continuando hoy en día como una verdad transformadora que ha cambiado cientos de millones de vidas.

A diferencia de los personajes históricos como Aristóteles o Sócrates, cuya existencia se acepta sin cuestionamientos pese a que contamos con apenas unos 100 textos antiguos que hablan de ellos, el Nuevo Testamento tiene una riqueza documental sin igual. 

Existen más de 5.800 manuscritos en griego y alrededor de 25.000 textos antiguos en varios idiomas, escritos entre los siglos II y XV, todos con un mensaje consistente sobre la vida, muerte y resurrección de Jesús. Esto convierte al Nuevo Testamento en el texto antiguo mejor preservado de la historia, con una solidez documental sin paralelo.

Además, incluso historiadores no cristianos, como Josefo, Tácito y Celso, mencionaron a Jesús. Por ejemplo, Celso, aunque crítico del cristianismo, reconoció las obras de Jesús, describiéndolo como «aquel judío que hacía milagros a través de la magia», una admisión que, aunque intentaba desacreditar, no podía ignorar los hechos que rodearon su vida. Ningún historiador serio que entienda el método histórico-crítico puede negar que Jesús vivió, fue crucificado y murió en Jerusalén.

El verdadero desafío para muchos no es aceptar que Jesús existió, sino admitir que resucitó. Porque si se reconoce su resurrección, se acepta su divinidad, y esto tiene profundas implicaciones para nuestras vidas. 

Si Jesús realmente resucitó, sus enseñanzas son verdaderas, y esto nos confronta con la necesidad de responder a su llamado, porque aceptar esta verdad implica un cambio profundo en nuestra forma de vivir.

Y los argumentos empezaron ese día cuando la resurrección se dio. Mateo‬ 28‬:12-13‬ Reina-Valera (RVR1960‬‬‬‬‬) dice lo siguiente:

“ Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos.”

Los líderes religiosos de la época comenzaron a difundir mentiras para desacreditar la resurrección, intentando construir argumentos para explicar el sepulcro vacío:

LOS DISCÍPULOS ROBARON EL CUERPO

Cuando los soldados romanos que custodiaban la tumba informaron lo sucedido, se les dijo que difundieran la versión de que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús. Sin embargo, esta teoría es débil por varias razones:

  • DISCÍPULOS AUSENTES Y LLENOS DE TEMOR

Históricamente, se sabe que los discípulos estaban dispersos y llenos de miedo tras el arresto de Jesús. Este grupo, que huyó aterrorizado para evitar ser arrestado o crucificado, tendría que haberse reorganizado en apenas tres días, superando su terror, para luego enfrentarse a una fuerza de 16 soldados romanos altamente entrenados. 

Para lograr esto, habrían necesitado suficiente valentía y fuerza para derrotar a estos soldados, mover una piedra de dos toneladas que sellaba la tumba y escapar sin ser detectados. Además, tendrían que haber mantenido con vida a estos mismos soldados, que más tarde debían ser capaces de decir que estaban dormidos cuando todo esto ocurrió, algo claramente improbable.

  • DORMIDOS IMPLICA MUERTE

Además, hay que afirmar que los soldados se «durmieron» en su puesto presenta otro problema crítico. Según la ley romana, un soldado que dormía en su guardia enfrentaba la pena de muerte, como se evidencia en Hechos 16, cuando el carcelero de Filipos estuvo a punto de quitarse la vida al creer que había perdido a sus prisioneros. Es impensable que 16 soldados romanos, sabiendo las consecuencias, se hubieran dormido simultáneamente y luego admitieran su falta, algo que seguramente les habría costado la vida.

  • LA CONTRADICCIÓN DEL TESTIMONIO, ¿CÓMO SUPIERON LO QUE PASÓ?  

Finalmente, si realmente estaban dormidos, ¿cómo pudieron testificar sobre lo que supuestamente ocurrió mientras dormían? ¿Cómo habrían sabido que fueron los discípulos quienes se llevaron el cuerpo si no eran conscientes de lo que estaba pasando? Este argumento se desploma por su propia inconsistencia.

  • LOS JUDÍOS LO ESCONDIERON

La pregunta que surge es: ¿Por qué los judíos habrían de esconder el cuerpo de Jesús? Históricamente, en el libro de Hechos, vemos que Pedro predicó con tal poder que miles se convirtieron al cristianismo. Las autoridades religiosas de la época se desesperaron al ver cómo este movimiento crecía rápidamente. Detenerlo habría sido tan sencillo como presentar el cuerpo de Jesús y decir: «Aquí está el cuerpo de aquel a quien ustedes llaman resucitado. ¿Por qué seguirlo si su tumba no está vacía?» Eso habría destruido por completo la fe cristiana en su origen.

Sin embargo, esto nunca sucedió. ¿Por qué, si la iglesia avanzaba con tanta fuerza? Porque no había cuerpo que mostrar, la tumba estaba vacía, y el mensaje de la resurrección se confirmó con cada nueva conversión.

MANIPULÓ A TODOS PARA FINGIR

¿Cómo manipuló esto?

¿Con qué dinero lo hizo? ¿Qué poder político pudo usar? ¿Qué ofrecimiento podría haber hecho mejor que el del César o el gobernador de la época? Este argumento sostiene que Jesús habría tomado una droga para fingir su muerte, lo que plantea varias preguntas serias.

Primero, esto implicaría que Jesús soportó los azotes romanos, los flagelos que desgarraban la carne, la corona de espinas que perforaba su frente, la agotadora caminata hacia el Gólgota cargando su propia cruz, los clavos que atravesaron sus manos y pies, y finalmente, la lanza que atravesó su costado, todo sin morir. Luego, esta supuesta droga lo habría hecho parecer muerto, permitiendo que lo pusieran en una tumba sellada con una piedra de dos toneladas.

Si esto fuera cierto, Jesús, apenas consciente después de semejante tortura, habría tenido que despertarse en la oscuridad, mover él solo esa pesada piedra, escapar sin ser detectado, evadir a los soldados romanos y aparecer a sus discípulos como un vencedor, no como alguien que apenas podría estar de pie.

Si esto realmente hubiera sucedido, Jesús habría necesitado cuidados intensivos, no proclamaciones de gloria.

SE EQUIVOCARON DE TUMBA

Este argumento sugiere que todos, inexplicablemente, se equivocaron de tumba. Esto implicaría que los soldados romanos se equivocaron al custodiar el lugar y que las mujeres que fueron temprano esa mañana también llegaron al lugar equivocado, donde casualmente había 16 soldados, algo que claramente no era común en la época. Luego, los discípulos habrían cometido el mismo error al visitar y proclamar la tumba vacía.

Además, esto implicaría que José de Arimatea, el dueño de la tumba, también se habría confundido sobre el lugar que él mismo había comprado, visto y preparado para el cuerpo de Jesús. Tendría que haber llegado a esta tumba «equivocada» y no haber reconocido que no era la misma que había adquirido.

Si realmente se trataba de una tumba equivocada, ¿por qué no fue desmentido de inmediato? Bastaba con presentar el cuerpo en la tumba correcta para poner fin al movimiento cristiano desde su inicio, pero eso nunca ocurrió.

ALUCINARON

Es cierto que las alucinaciones son posibles, y algunas podrían interpretarse como experiencias espirituales o incluso demoníacas. Sin embargo, no existe un escenario, ni científico ni psicológico, en el que grupos completos de personas – soldados, mujeres, discípulos y otros testigos – alucinen exactamente lo mismo de manera simultánea.

TODOS DIERON SU VIDA (EXCEPTO JUAN)

Los once apóstoles, a excepción de Juan, dieron sus vidas por un hecho que afirmaban ser verdad. Estos hombres no solo predicaron el mensaje de Cristo resucitado, sino que también enfrentaron muertes brutales por esa convicción: crucificados, decapitados, desollados vivos, arrastrados por caballos, torturados de maneras inimaginables.

Desde una perspectiva científica y psicológica, las personas pueden llegar a morir por una causa que creen verdadera, aunque más tarde se descubra que estaban equivocadas. Sin embargo, es extremadamente raro – y prácticamente imposible – que once personas estén dispuestas a sufrir torturas y morir por algo que saben con certeza que es una mentira. Uno podría estar confundido, pero que todos, el 100%, estén dispuestos a dar su vida por una farsa es absurdo.

El único que no fue martirizado fue Juan, pero no por falta de intentos. Según la tradición, intentaron hervirlo vivo en aceite, pero cuando esto no funcionó y él continuó proclamando su fe, fue desterrado a la isla de Patmos. Allí, Dios tenía un propósito especial para él: recibir y escribir las visiones del Apocalipsis, revelando cómo Jesús regresará para reinar para siempre. Incluso después de su destierro, se cree que Juan continuó predicando hasta el final de sus días.

Pero no fueron solo los apóstoles quienes dieron su vida por esta verdad. También muchos de sus discípulos, como Policarpo, Ignacio y Clemente, enfrentaron el martirio. William Tyndale, traductor de la Biblia al inglés, también fue ejecutado por esta causa. Y aún hoy, cristianos en lugares como Siria, Afganistán y Colombia enfrentan persecución, prisión y muerte por su fe en Cristo.

¿Por qué tantos están dispuestos a morir por esta verdad? Porque algo cambió radicalmente en sus vidas. La resurrección no es solo un evento histórico, sino una experiencia personal. Es el momento en que algo muere – el viejo yo – y una nueva vida en Cristo comienza. Es cuando todo cambia, cuando alguien experimenta el poder de la resurrección, cuando todo es hecho nuevo. Por eso, los que conocen a Cristo no pueden negarlo, porque no solo han creído en una historia, sino que han experimentado personalmente el poder que transforma vidas.

Ahora surge una pregunta más ¿Porqué 3 días? 

En la creencia judía, se enseñaba que cuando alguien moría, su espíritu permanecía cerca del cuerpo durante tres días, con la esperanza de regresar. Sin embargo, al tercer día, cuando la descomposición comenzaba a avanzar, se consideraba que el espíritu finalmente se apartaba, sellando la muerte como un hecho irreversible.

Jesús conocía bien esta tradición y anticipó lo que iba a suceder, demostrando su autoridad sobre la vida y la muerte incluso antes de su propia resurrección. Cuando resucitó a la hija de Jairo, declaró: «Talita cumi», que significa, «Niña, a ti te digo, levántate» en Marcos 5:41, Reina-Valera (RVR 1960). De manera similar, cuando se paró frente a la tumba de Lázaro, ya cuatro días muerto, rompió toda expectativa humana, diciendo: «¡Lázaro, sal fuera!»en Juan 11:43, Reina-Valera (RVR 1960). ‬‬

Esto no solo confirmó su poder sobre la muerte, sino que también aseguró que su propia resurrección no sería vista como un simple retorno del espíritu, sino como una verdadera victoria sobre la muerte misma.

Además, en Mateo 27:52-53 Reina-Valera (RVR1960), leemos que, al morir Jesús, las tumbas se abrieron y muchos santos que habían muerto resucitaron. Esto ocurrió incluso antes de que Jesús saliera de su propia tumba, demostrando que el poder de la resurrección ya estaba en acción. El velo del templo se rasgó de arriba a abajo, un terremoto sacudió la tierra y los muertos se levantaron, testificando que la muerte no pudo retener a Cristo ni a aquellos que le pertenecían.‬

Jesús no simplemente regresó a la vida; Él resucitó en un cuerpo glorificado, confirmando que la muerte no tenía dominio sobre Él. Para nosotros, esta verdad es una garantía eterna. Cuando muramos, no es que vayamos a ser resucitados en el cielo, sino que ya hemos sido resucitados en Cristo. Nuestra muerte física es solo una transición hacia la eternidad con el Padre, porque nuestro espíritu ya ha sido vivificado en Él.

Mateo‬ 28‬:16‬-20‬ Reina-Valera (RVR1960) nos dice lo siguiente:‬‬ ‬‬‬‬ 

“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado.  Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

 Aquí encontramos una frase clave: «pero algunos dudaban.» Esta breve observación añade una increíble riqueza histórica al relato de Mateo. Cuando se inventan historias o se fabrican mitos, tienden a ser sensacionalistas y perfectos, evitando cualquier señal de debilidad o duda para hacerlos más convincentes. Sin embargo, Mateo registra honestamente que, incluso en presencia del resucitado, algunos de los presentes aún dudaban. Esto refleja la realidad humana y refuerza la autenticidad del relato.‬

Esta misma realidad se ve hoy en muchas iglesias. Siempre hay un grupo que adora con hambre y sed de Dios, profundamente convencido y apasionado, mientras otros están presentes, pero llenos de dudas, miedos y preguntas, tal vez esperando solo el final del servicio para regresar a casa. Algunos conocen verdaderamente al Señor, mientras que otros permanecen distantes, sin experimentar aún el poder de la resurrección.

Pero el llamado es claro: mientras vamos por el mundo, nuestra responsabilidad es hacer discípulos, sin importar dónde estemos, en el trabajo, en la universidad, en nuestras familias. Porque el poder de resurrección y vida que levantó a Jesús de entre los muertos es el mismo poder que ahora actúa a través de nosotros. Él nos ha dado autoridad y cuando hablamos en Su nombre, esa autoridad es respaldada.

En conclusión, esta prédica nos recuerda que:

– Jesús vino como el siervo sufriente, humillado y rechazado por los hombres.

– Jesús resucitó como el Rey de Reyes, con toda autoridad en el cielo y en la tierra.

– Él vino a morir en la cruz, pero tras su resurrección, toda autoridad le ha sido dada, y hoy tenemos un nombre sobre todo nombre. Ya no regresa como el cordero sacrificado, sino como el León rugiente, el que habla, declara y cumple.

– En la cruz y en su resurrección, vemos que lo que Jesús dice, se cumple.

– Si Dios creó todo y levantó a Jesús de entre los muertos, entonces todo es posible para Él.

– Él estará con nosotros siempre, cumpliendo su promesa de nunca dejarnos solos.

Marcos‬ 16‬:17‬-18‬ Reina-Valera (RVR1960‬‬) nos enseña:

“Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas y tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.”

Este era Juan, quien entendía y vivía el poder que Jesús había dejado. Para el creyente, solo hay dos caminos: caminar en el poder de la resurrección y la vida, o conformarse con un cristianismo de título.‬‬

Un pastor, que en sus últimos días perdió la voz a causa del cáncer, escribió en una nota a su hija mientras predicaba en un domingo de resurrección: «Estoy triste por no poder gritar salvación y resurrección, pero es más triste poder gritarlo y no hacerlo.»

Así que ve y testifica, para que tú también seas testigo de esto.

Para aquellos que aún no conocen al Señor, permítanme resumir lo que Dios hizo en la cruz: «Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor» en Romanos 6:23 Reina-Valera (RVR1960).

Todos hemos pecado, y delante de un Dios Santo, eso nos hace culpables. Merecemos la muerte, merecemos la cruz. Un día, cuando estemos delante del Juez justo, se nos dirá: «Culpable, pecaste, mereces la cruz.»

Pero en ese mismo momento, aparece uno que nunca pecó, que vivió sin mancha, y se colocará entre nosotros y el Juez, diciendo: «Yo pago lo que él debe. Que él reciba lo que yo merezco.» Y así, nosotros evitaremos la cruz, porque Jesús tomó nuestro lugar. Recibiremos las bendiciones del Padre, lo que Él merecía por caminar en perfecta obediencia. Ese es el evangelio.

Lo único que necesitas es fe y aceptar este regalo. Nadie puede prometer una vida perfecta, porque caminar en el evangelio es desafiante. Enfrentaremos persecución, burlas, críticas, y seremos observados constantemente. Pero también podemos asegurar que, en medio de esas dificultades, Dios estará con nosotros. Su paz nos sostendrá, su promesa de protección nos cubrirá, y el propósito de nuestras vidas se hará claro a medida que caminemos en el llamado que Cristo nos ha dado.

Conforme avanzamos en esta fe, experimentaremos la victoria que proviene del poder de la resurrección, que ahora vive en cada uno que declara que Cristo es su Señor y Salvador y vive para Él.

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