El evangelismo bíblico
La primera carta de Pablo a los corintios en el capítulo 12 explica que la iglesia es el cuerpo de Cristo. Es algo que cualquier cristiano ha escuchado, ha estudiado y puede citar, pero ¿entendemos la responsabilidad de ser parte del cuerpo de Cristo?
Romanos 10:13 nos dice “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Este versículo es uno de los más usados en predicaciones, estudios y libros. Es un verso impactante que nos recuerda el poder del sacrificio de Cristo y la vida que nos ha sido dada en El. Lo proclamamos en nuestras vidas y sobre la de otros, pero el cuadro no está completo si no leemos el versículo siguiente, el 14:
“¿Cómo, pues, invocarán al aquel en quien no han creído? ¿Y como creerán en aquel de quien no han oído ¿Y cómo oirán si nadie les predica? (ROM 10:14)
La iglesia se ha enfocado erróneamente en la discusión de posturas teológicas[1] en lugar de enfocarse en obedecer la doctrina bíblica, la cual nos manda a ir a predicar a Cristo. La iglesia, es decir tú y yo, ha decidido quedarse cómoda en cuatro paredes. Nos hemos quedado sentados y quietos mientras el mundo camina hacia una eternidad sin Cristo, ya que “El que tiene al hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:12). La creación anhela la manifestación de los hijos de Dios (Rom. 8:19), pero los hijos de Dios estamos muy distraídos preocupándonos por nosotros mismos.
Piensa en cómo era tu vida antes de conocer a Dios. Ahora piensa en toda esa gente que aún no lo conoce, porque no les has predicado.
Si somos el cuerpo, ¿por qué sus brazos no abrazan?
Una canción de la banda Casting Crowns me confronta cada vez que la escucho. Dice lo siguiente:
“Si somos el cuerpo, ¿Por qué sus brazos no abrazan?, ¿Por qué sus manos no sanan? ¿Por qué sus palabras no enseñan?”
Hemos menospreciado nuestra responsabilidad como el cuerpo de Cristo. Somos miembros de organizaciones, nos identificamos con un grupo y asistimos a reuniones, pero no hemos desarrollado la dimensión espiritual de todo eso: literalmente ser el cuerpo de Cristo, los que lo lleven al mundo, ser sus pies y manos. Dios siendo soberano ha dispuesto, por amor, invitarnos a participar con El en Su obra (así es, la obra es de Dios, aunque muchas veces tenemos la ilusión de que es nuestra), El quiere utilizarnos. Oramos diciendo “Dios úsame”, pero cuando tenemos la oportunidad de bendecir dejamos pasar la oportunidad (todos hemos tenido la experiencia de estar en un autobús, una fila, un almuerzo, etc. Y de repente tener el pensamiento de “tengo que hablarle de Dios a esta persona”, o incluso una palabra de ciencia específica para la vida de esa persona, pero nos callamos por vergüenza, miedo o incluso ¡pereza!), simplemente la dejamos pasar como diciendo “Señor esa no es la forma en la que quiero que me uses”, ¿Quiénes somos para decir a Dios cómo queremos que nos use?
La palabra Iglesia proviene del griego ekklesia que significa “llamado hacia afuera” (ek que significa afuera, y kaleo que quiere decir llamar). Hemos sido llamados afuera a dar la buena noticia, no a permanecer adentro. Cristo no llega a las personas sencillamente porque nosotros, su cuerpo, no lo llevamos.
Estoy completamente seguro de que Dios ha retrasado la venida de Cristo por una simple razón: misericordia. Dios está reteniendo ese momento para que más personas sean alcanzadas. Para que tú y yo las alcancemos. Es tiempo de que dejemos nuestras excusas, nuestros temores y nuestra comodidad para ir a cumplir nuestro propósito: llevar la revelación de Cristo.
3 Puntos del evangelismo bíblico
Cuando se habla de evangelismo existen muchos métodos, ideas y sistemas. La idea no es desvalorar o sobrevalorar ninguno, pero más allá de tácticas creadas por hombres ¿Cómo se desarrolla el evangelismo en la biblia? ¿Cómo lograron un puñado de hombres comenzar a transformar el mundo hace más de dos mil años? Los siguientes puntos (no digo que sean los únicos, es decir no es un estudio exhaustivo) muestran como los discípulos desarrollaron su evangelismo y nos dan una guía de que debemos hacer y cómo debemos hacerlo para que el evangelismo de hoy impacte:
El evangelismo bíblico es testimonial:
“Lo que HEMOS VISTO y OÍDO, eso os ANUNCIAMOS, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el padre, y con su hijo Jesucristo” (1 Juan 1:3)
El apóstol es categóricamente claro. Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos. El evangelismo comparte experiencia de vida, no mera información. Esos hombres que comenzaron a cambiar el mundo hace dos mil años no transmitían filosofía, teorías o cualquier tipo de información vacía. Ellos transmitían lo que habían vivido, los días con El Maestro, las enseñanzas de primera mano. Ellos transmitían la experiencia de haber estado en muerte y pasar a vida, ¿Qué transmites tu?
No podemos decir al mundo que el cristianismo es el cambio que necesita, si nosotros, siendo cristianos, continuamos siendo los mismos. Si esa es nuestra situación tenemos una religión, no una relación de vida, y el mundo no va a cambiar con una religión más.
Primeramente debemos buscar nuestra experiencia personal con Dios para anunciar lo que hayamos visto y oído. Este punto no se consigue leyendo libros o enseñanzas, se consigue buscando a Dios cara a cara. Lo que Dios ha preparado para usted nadie más va a poder dárselo.
El evangelismo bíblico aprovecha cualquier oportunidad
La mayoría de cristianos que conozco esperan un momento perfecto en sus vidas para comenzar a hacer lo que Dios los ha mandado a hacer. El problema es que ese momento perfecto nunca llega. “Cuando termine mis estudios comenzaré el ministerio”, “Cuando esté menos ocupado empezaré a estudiar la biblia”, y así se posponen una y otra vez tarea tras tarea esperando que llegue el momento perfecto, ese momento en el cual nada nos va a distraer, ni nada nos va a estorbar para hacer la voluntad de Dios. Pero el momento perfecto no llegará nunca porque nuestras vidas nunca serán perfectas. Siempre deberemos esforzarnos, trabajar, estudiar y ser responsables en múltiples áreas de nuestra vida. No hay un momento perfecto para evangelizar, sino varias oportunidades, las cuales debemos aprovechar.
“Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios.” (Hechos 3:1,9)
Pedro y Juan sólo cumplían su rutina diaria. No salieron en una campaña ni una gira ministerial. Simplemente iban al templo a la hora de la oración y de repente la oportunidad se presentó delante de ellos. No necesitaron un púlpito, no necesitaron una multitud, no necesitaron música, solamente una oportunidad de llevar a Cristo. El Cristo vivo y de poder que transforma las vidas de quienes lo conocen.
El evangelismo bíblico es respaldado por Dios
“Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios.” (Hechos 14:3)
Este es uno de mis versículos favoritos en la biblia. Esto sucede cuando Pablo y Bernabé estaban en Iconio predicando el evangelio. Este versículo me encanta porque nos enseña que un evangelismo efectivo es respaldado por Dios. No son simplemente palabras elocuentes o sentimentalismos, sino que hay demostración del poder de Dios. Que diferente sería si fuéramos a las universidades, centros comerciales, lugares de trabajo o las mismas calles, y hubieran señales y prodigios, no repartir volantes de nuestra congregación con Juan 3:16 en ellos, sino ir y mostrar el poder de Dios y ser respaldos como lo fueron los apóstoles.
Dios está ansioso de revelarse al mundo, pero nos ha elegido a ti y a mí para hacerlo. Tus compañeros, amigos, conocidos y aún extraños en la calle, están esperando la manifestación de un hijo de Dios.
[1] Para profundizar en el tema sobre las diferencias entre la Doctrina Bíblica y una postura teológica, recomiendo leer el documento “Fundamentos de la doctrina bíblica” que podrá encontrar en la sección de materiales de apoyo en este sitio web.
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