Comprometidos - Comprometidos con la Verdad
0
7

Comprometidos – Comprometidos con la Verdad

Iniciamos con una pregunta: ¿Saben cuál es el enemigo de la verdad? Algunos dirán la mentira, pero realmente es aquella verdad diluida, maquillada, la que se nos vende como la verdadera.

Vivimos en la era de la sobreinformación. Antes la obteníamos en una biblioteca y con una asignatura buscábamos un libro y lo copiábamos. Hoy la encontramos con un clic diferentes tipos de verdades y de información.

En esta era en que vivimos, dicha verdad, parece diluirse entre opiniones, intereses, manipulaciones y puede ser para muchos un caos. Sin embargo, Jesús nos recuerda que Él es la verdad.  Juan 14: 6 Nueva Traducción Viviente (NTV) nos dice: «Yo soy el camino, yo soy la verdad y yo soy la vida.»

Aquí, la verdad se refiere no a un concepto, sino a una persona. Como iglesia tenemos que entender que la verdad es Jesucristo. En el Génesis, Él se presenta como el Principio, en Proverbios como la Sabiduría, en Apocalipsis como el fin, el Cordero, el Rey de Reyes y Señor de Señores.

Por eso, estamos llamados no solo a conocer la verdad sino a vivirla y comprometernos con ella.  

Un hombre en el siglo I, conocido como Esteban, desafió a la clase religiosa por una verdad que no era un concepto doctrinario ni religioso, sino que defendió la verdad en Cristo, que, a pesar de su muerte apedreada, el Evangelio se extendió por el mundo.

En 1536, William Tyndale desafió a la clase religiosa porque la traducción de la Biblia estaba prohibida. Él la tradujo del griego al inglés para el alcance de todos. A pesar de su persecución, exilio, estrangulamiento, casi 600 años después, seguimos hablando de lo que el Espíritu Santo hizo a través de él.

2 Timoteo 4: 1-8 Nueva Traducción Viviente (NTV) nos dice: “En presencia de Dios y de Cristo Jesús—quien un día juzgará a los vivos y a los muertos cuando venga para establecer su reino—te pido encarecidamente: predica la palabra de Dios. Mantente preparado, sea o no el tiempo oportuno. Corrige, reprende y anima a tu gente con paciencia y buena enseñanza.

Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír. Rechazarán la verdad e irán tras los mitos. Pero tú debes mantener la mente clara en toda situación. No tengas miedo de sufrir por el Señor. Ocúpate en decirles a otros la buena noticia y lleva a cabo todo el ministerio que Dios te dio.

En cuanto a mí, mi vida ya fue derramada como una ofrenda a Dios. Se acerca el tiempo de mi muerte. He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel. Ahora me espera el premio, la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me dará el día de su regreso; y el premio no es solo para mí, sino para todos los que esperan con anhelo su venida” 

Para contextualizar lo anterior, Pablo le escribió este texto al joven pastor Timoteo. Él estaba preso en una cárcel romana cuyos días estaban a punto de terminar. Ante su situación tan delicada, sacó su tiempo para darle instrucciones a su hijo en la fe. 

Empezó delegándole un mandato, para que entendiera que todo lo que hacía se encontraba bajo el escrutinio de un Dios santo y fiel, el cual juzgaría con justicia a todos.  Esto, con el fin de que sea un testigo fiel en el compromiso con la palabra.

Estamos en una sociedad donde la verdad es relativa y temporal; el cristianismo necesita vivir con una conciencia permanente, es decir, tenemos una mente centrada en lo terrenal y no en la eternidad. 

Antes se hacían tratos de palabra porque valía. Hoy usamos un montón de documentos, cláusulas y  aún así muchas veces no se respetan. Actualmente, nadie quiere compromisos. Ante esto, debemos reflexionar: nuestro compromiso con la verdad no depende de la aprobación humana, sino de nuestra fidelidad con Dios.

Una iglesia sin compromiso no afectará a este mundo como Cristo quiere. Muchas veces asistimos a la iglesia y cantamos, aplaudimos, diezmamos, ofrendamos, escuchamos el sermón y después todo se olvida. Mejor pregúntenos al Señor: ¿qué tenemos que cambiar; qué más debemos hacer? Este mundo todavía no ha conocido una iglesia que realmente esté comprometida con la verdad.

Pablo le decía a Timoteo: «No puedes parar de predicar, no hay tiempo y debes hacerlo corrigiendo y animando a tu gente con paciencia y buena enseñanza.»

Hemos estado en un mundo saturado de voces donde todos hablan su verdad, filosofías, creencias y religiosidades extrañas. Donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo se le llama bueno. Esto no debe ser así. Dios necesita hombres y mujeres comprometidos con la verdad para corregir aun cuando la corrección no es aceptada.

¿Padres, qué corrección es aceptada hoy? ¡Ninguna!

Siempre que hablo con mis hijos, les digo que pueden verme como su peor enemigo, pero me gozo de eso. Porque el día de mañana que me presente delante del Señor tendré que darle cuentas por ustedes. No le diré al Señor, era la moda, el mover del tiempo, ellos iban a la iglesia y te servían. Eso es incorrecto porque no corregimos su pecado. Si no tenemos un compromiso firme con la verdad de Dios, entonces la verdad del mundo y del enemigo llenarán el corazón y el espíritu de nuestros hijos. 

Debemos actuar ahora, porque llegará el tiempo —y ya lo estamos viendo— en que las personas dejarán de escuchar la sana y sólida enseñanza de la Palabra de Dios. En su lugar, seguirán sus propios deseos, buscando lo que se acomode a sus conveniencias personales.

Un claro ejemplo de una iglesia que no rechaza la verdad de Cristo es cuando usted y yo, domingo tras domingo, venimos con un corazón dispuesto al compromiso con el Evangelio, anhelando salir de este lugar siendo mejores hombres, esposos piadosos, hijos obedientes; hombres y mujeres conscientes de que necesitamos ser transformados por la Palabra de Dios.

Nuestra responsabilidad es instruir a las nuevas generaciones en un compromiso real con la verdad. Para eso, usemos los púlpitos que Dios nos ha dado: nuestra iglesia… y nuestro hogar. Padres, no dejemos los temas difíciles en silencio. Hablemos con nuestros hijos, a la luz de la Palabra, sobre sexualidad, identidad, santidad y propósito. Como iglesia, acompañamos ese proceso, pero ustedes son el primer pastor en su casa.

Afuera, hay un ejército de influencers engañándolos. Les ofrecen una libertad falsa que solo los conduce al pecado, a la fornicación y a la confusión. Las redes sociales, la calle, la cultura, el colegio y la universidad están llenos de ideologías extrañas y de contenido tóxico. Por eso, nuestros hogares deben convertirse en el primer refugio espiritual para nuestros hijos, un lugar donde la verdad de Cristo sea el fundamento, y no una opción más.

Nosotros continuaremos predicando el mensaje: “busca al Señor y arrepiéntete”. Pero afuera vemos un mundo que normaliza y aplaude el adulterio, la fornicación, la brujería, la hechicería, el esoterismo y todas estas ramas. Por eso debemos mantener la mente clara en toda situación, no tengamos miedo a sufrir por el Señor, ocúpate de decirles a otros las buenas noticias y lleva a cabo todo el ministerio que Dios te dio. 

Nuestro compromiso implica valentía, no siempre será fácil, pero como padres somos los primeros llamados a cambiar conductas que no están bien en nuestros hogares y que muchas veces hemos normalizado. Vale la pena un compromiso que nos llevará a marcar la diferencia en todos lados.  Aunque nos implique rechazo y sufrimiento en ocasiones por querer ser fieles a Dios y el compromiso con esta verdad. 

Esto nos llevará a la integridad en nuestro trabajo, en la casa, en la calle. Todos con un mismo lenguaje, donde estemos y vayamos. La verdad de Dios es inmutable, no cambia, aunque el mundo sí lo haga Su verdad trasciende generación tras generación.

En estos momentos, podemos preguntarnos sinceramente: ¿Estás peleando la buena batalla? ¿O te has rendido?  Todos debemos permanecer fieles a la Palabra de Dios para que podamos seguir adelante. Porque este libro sagrado a muchos les costó su vida… Para que usted y yo gozáramos y viviéramos por él.

Reflexionemos que nuestro compromiso no puede estar cimentado en un hombre, organización religiosa o en una comunidad de fe… Tiene que estar en la Palabra. 

Oración:

Como iglesia Señor te pedimos perdón si no hemos tomado tu Palabra con la seriedad que amerita, si nuestro compromiso con la verdad no es real, porque a veces decimos Señor no me hablas, quiero oírte. Pero ni siquiera leemos tu palabra en las Escrituras para que suceda nuestra petición.

Queremos esperar que un ángel del cielo, un pastor, un líder nos ponga las manos y nos diga “así te ha dicho el Señor”. Pero es mejor cuando todos los días al leer este Sagrado libro (La Biblia) decimos: así me indica mi Padre Celestial, mi Maestro, mi Rey de Reyes; pues esto nos llena más.

Haznos una iglesia comprometida con tu verdad, Señor, no con un hombre o doctrina, sino con el Cristo resucitado. Aquel que murió en la cruz por cada uno de nosotros.

Jesús, por favor perdónanos si no amamos tu Palabra, por no darle el valor que tiene en nuestras vidas, por querer gobernar nuestros hogares sin el principio bíblico.

Espíritu Santo, por favor reargúyenos hoy con tu Palabra, nos arrepentimos por no amarla, por no desearla. Perdónanos porque nuestro compromiso con la verdad No es real, es esporádico, es emocional.

Como lo dijo en Juan 14:6 Nueva Traducción Viviente (NTV): «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.»

Señor, vuélvenos al camino correcto, con tu verdad, para que nos llenes de vida en abundancia. Por favor, Espíritu Santo, te pedimos que esta palabra se amarre a nuestras vidas.  Amén.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

/**/ //GOOGLE ANALYTICS - Derek - 2024