Cumple el ministerio que recibiste del Señor
La carta de Pablo a los colosenses es una de mis favoritas. En cuatro capítulos Pablo toca una variada lista de temas, desde la reconciliación por medio de Cristo, la sabiduría, la muerte de la vieja naturaleza, hasta una lista de deberes para los cristianos. Pero al final de la carta, en la despedida de Pablo, hay un versículo mediante el cual Dios habló mucho a mi corazón.
“Decid a Arquipo: mira que cumplas el ministerio que recibiste del Señor” Colosenses 4:17
He conocido muchas personas que tienen un llamado increíble de Dios. Reciben una palabra de Dios en algún retiro o campamento en donde Dios los llama al ministerio. Es algo realmente hermoso ver la reacción y felicidad de estas personas, sus rostros tienen una expresión de “Dios realmente quiere usarme a mí”, y ciertamente eso es verdad, Dios quiere usarlos. Estas personas se emocionan, comienzan a venir siempre a la iglesia, buscan preparación en su área (música, artes, predicación, enseñanza, profecía, etc.), pero en algún momento esa emoción inicial va desapareciendo y finalmente estas personas comienzan a ausentarse para luego (en los peores casos) desaparecer. ¿Por qué pasa esto?, esa pregunta tiene muchas respuestas. La verdad es que cada caso es diferente y no hay una respuesta que se acople a cada persona, pero en la mayoría de casos es porque las personas no esperaron llevar el proceso para llegar al llamado de Dios en sus vidas.
Dos conclusiones sencillas
Mirando colosenses 4:17 hay dos cosas que podemos ver en cuanto al ministerio. La primera es que un llamado ministerial viene exclusivamente de Dios (“…..que recibiste del Señor”), es decir que no es algo que inventamos nosotros mismos, o que al pastor de la iglesia se le ocurrió y por eso va a pasar. Un ministerio sólo va a surgir se viene del corazón de Dios.
La segunda conclusión es que, aunque Dios es quién nos llama, nosotros debemos hacer nuestra parte (“….mira que cumplas el ministerio….”) para llegar a cumplir ese llamado en nuestras vidas.
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Acá hay algunos puntos que debes tomar en cuenta para seguir caminando a cumplir el llamado de Dios para tu vida.
1. Debemos ser enseñables
He visto personas que caen debido al orgullo, se sienten demasiado ungidos o demasiado dotados como para ser corregidos por algún hermano de la congregación, pero antes de cuantos dones tengamos o cuanta unción Dios ve nuestro corazón, no debemos olvidar que Dios ve de lejos al orgulloso (Proverbios 21:4) y que el orgullo fue lo que hizo caer a Satanás (Ezequiel 28:14-18)
Dios ha puesto hermanos en la fe que Él va a usar para formarnos y enseñarnos con el fin de podamos ser aptos para cumplir el llamado que Dios nos ha dado.
Recuerda que:
“El señor al que ama disciplina..” Hebreos 12:6
2. Vivir de procesos, no de eventos
Dios es un Dios de procesos, no existe en la biblia ninguna persona usada por Dios que no haya pasado un proceso. Moisés, Abraham, David, Pablo, todos ellos pasaron años de procesos e instrucciones antes de llegar a lo que Dios les había preparado.
David fue ungido cómo rey en 1era de Samuel 16, pero llegó a ser rey hasta 2da de Samuel capítulo 2. Saulo pasó un largo proceso para pasar de ser un perseguidor de la iglesia a ser el hombre que Dios usó para escribir el libro de Romanos.
Vivimos en un mundo donde todo es rápido y queremos que nuestra vida en Dios sea igual. Es por esto que en el mundo cristianos proliferan eventos que no llevan a nada, los eventos dan satisfacción inmediata, tocan nuestras emociones y nos dan un alto grado de motivación, es increíble cuanto se puede lograr con una charla elocuente y música en el tono correcto en el momento correcto.
“Si quiere motivación vaya a un evento, si quiere crecimiento siga un proceso” (John Maxwell)
Sigue el proceso en el que Dios te está formando, y sigue con paciencia la carrera que tienes por delante:
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12:1)
3. Ora, con todo tu ser
En este momento no necesitamos más predicadores reciclados ni músicos repetidos, necesitamos hombre y mujeres santos, amantes de la presencia de Dios y que porten la unción de Dios. Hombres y mujeres que sacudan un lugar cuando lleguen a él, que sea seguidos por señales y prodigios como Pablo Y Bernabé en sus viajes (Hechos 14:3)
Esto no se consigue leyendo las biografías de los más grandes ministros ni escuchando sus predicaciones, se consigue con oración. Doblando rodillas y levantando manos, clamando por la unción, clamando por las almas, llorando con nuestra frente en el suelo.
“Cuando dependemos de las organizaciones, recibimos lo que las organizaciones pueden lograr. Cuando dependemos de la educación, recibimos lo que la educación puede lograr. Cuando dependemos de los hombres, recibimos lo que los hombres pueden lograr. Pero cuando dependemos de la oración, recibimos lo que Dios puede lograr” A.C. Dixon
“Perseverad en la oración..” Colosenses 4:2
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excelente articulo
muy Buena enseñanza pastor