Devocional: El Discipulado Práctico – Día 3

Escrito por:

Conoce y habla con su Padre.

“Orad sin cesar.”

1 Tesalonicenses 5:17

¿Podemos decir que conocemos a alguien si nunca hablamos con esa persona? Tal vez tengamos referencias, sepamos su nombre, su profesión o algunas cualidades, pero sin cercanía y relación real, conocerle de verdad es imposible. Así nos pasa muchas veces con Dios: decimos que le amamos y confiamos en Él, pero no buscamos intimidad con el Señor. Gracias a la obra redentora de Cristo ahora tenemos acceso al Padre (hemos sido reconciliados), y a través del Espíritu Santo podemos acercarnos confiadamente a Dios en oración.

Sin embargo, nuestras oraciones a veces se reducen a una lista de peticiones. Dios escucha a sus hijos, pero no todo lo que decimos en oración está en su voluntad. Imagina a alguien que dice amarte, pero solo te busca cuando necesita algo. O alguien que dice quererte pero ignora lo que expresas. La Palabra nos recuerda que debemos orar con gratitud, perseverar, buscar Su voluntad. y confiar en que nuestro Padre está cerca de quienes le buscan de corazón, le creen y obedecen, no por obligación sino por gratitud.

Hace trece años Jesús me encontró y ¡fue lo más hermoso que me ha pasado en la vida! Al principio yo no sabía cómo orar, y como un bebé que balbucea solo le decía: “Señor, te necesito”. Era una oración corta, pero sincera. Con el tiempo descuidé mi vida de oración y permití que otras cosas me apartaran. Eso trajo enojo, tristeza y desánimo, pero Dios nunca se alejó de mí. Su palabra dice que Él jamás rechaza a quienes vienen a Él; somos nosotros quienes dejamos de buscarle. Dios llama, Él nos busca, pero ¿le abrimos la puerta?

Un día, al leer la Biblia, fui confrontada con el versículo: “has dejado tu primer amor”. Entre lágrimas y totalmente quebrantada le pedí perdón a Dios y decidí volver a poner la oración como prioridad. Desde entonces, cada mañana al abrir los ojos agradezco, me siento en mi cama y hablo con mi Padre. Le entrego mi día, mis cargas, y vuelvo a decirle como en aquellos primeros días de fe: «Papá, te necesito…»

Oremos:

Padre, en el nombre de Jesús, perdónanos por no buscarte cuando has sido tan Bueno con nosotros. Enséñanos a orar conforme a tu voluntad, con gratitud y necesidad de ti. Que recordemos siempre cómo nos encontraste y de dónde nos sacaste. Que logremos entender el amor inmerecido con que nos salvaste, para buscarte cada día, no solo para pedirte, sino también para agradecerte. Amén.

Alejandra Rodríguez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

/**/ //GOOGLE ANALYTICS - Derek - 2024