Devocional: El Fruto del Espíritu – Día #5

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Benignidad

Plan Devocional Día 5 de 9

Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más

Juan 8:10-11

Es mediante una relación con Jesús y la obra del Espíritu Santo en cada cristiano, que de forma natural  comienza a surgir el resultado del fruto del espíritu en nuestra vida.

La biblia relata en Juan 8 la historia de una mujer que había sido encontrada adulterando y quien fue llevada delante de Jesús. Esta mujer había sido difamada, insultada, golpeada y la turba la traía a empujones, buscando que Jesús la juzgara, pero en una muestra de compasión y benevolencia y a pesar de la presión de todas las personas, Jesús le dijo “Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.  Pudiendo aplicar la ley y condenarla a muerte, su naturaleza y unión con el Espíritu, mostraron una cualidad o fruto que también debe ser parte de nuestra vida cristiana: la benignidad (ser afable, benévolo, piadoso).

En lo personal muchas veces fui señalado como indigno, sin embargo; el Espíritu Santo me recordaba que debía ver las cosas de la misma manera como Jesús las vio. Jesús lleno de benignidad subió a la cruz, y esta misma benignidad debe estar en nosotros en nuestro caminar.

La benignidad es compañera de la misericordia y amiga del perdón; y por ello es muy necesario que nosotros como hijos de Dios mostremos ese fruto en nuestra vida, pues de esta manera miraremos a los demás como Jesús un día nos miró a nosotros mismos: procurando nuestro bienestar a cambio de su propia vida. No éramos merecedores ni dignos de su gracia; pero fuimos perdonados, reconciliados y justificados por su sacrificio en la cruz.

Oremos:

Señor Jesús, vengo ante el trono de la gracia, para pedirte que Él Espíritu Santo venga y haga su obra santificadora, y corrija todo, lo que no este alineado a ti. Padre hazme ver a través de los ojos de Jesús, con la benignidad de tu Espíritu Santo, porque solo a través de tu Espíritu Santo es como llegaré a la altura del varón perfecto que es Cristo Jesús. Enséñame a ser benevolente con los que sufren, a mirar con benignidad a los demás, aunque sea yo perseguido, a ser guiado por ti y que tu naturaleza divina me revista en mi humanidad, para caminar como es digno de Ti.

Mauricio Martínez

Comentarios

  1. Que hermoso!!! Gracias don Mauricio!

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