Devocional: Promesas de Dios – Día #3
Promesa de una pareja
Plan Devocional Día 3 de 6
Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él hará. Salmos 37:4-5
Estoy a unos tres meses de casarme. Este ha sido uno de los sueños más grandes en mi vida, aún antes de conocer a Jesús. Sin embargo, muchas veces traté de que este sueño se cumpliera a mi manera, tanto así que a mis 20 años estuve a punto de casarme. Hoy tengo 28 y agradezco muchísimo a Dios de haberlo conocido y me guiara por su perfecta voluntad.
Últimamente a diario viene a mi mente ese momento en que vea a mi novia caminando hacia mí, vestida de blanco… Ella es una mujer hermosa, que ama a Dios, a las personas y sé que me ama a mí, no puedo ni imaginar todo lo que voy a sentir. Pero cada vez que pienso en ese día, no puedo evitar pensar en lo Bueno que ha sido el Señor conmigo. Más allá de la persona que la acompañará hasta el altar ese día, sé que es Dios mismo quien va a venir caminando al lado de ella y como un padre llevando a su hija me va a decir “te la entrego”. ¡Es mi Padre mostrándome su amor y su fidelidad!
Es hermoso saber que estoy a tan poco tiempo de que mis ojos vean esta promesa cumplirse, pero quiero decirles que también pasé por momentos de espera, de temor, de inseguridad, incluso de desesperación. Y si hoy estás en un momento así, quiero compartirte lo que poco a poco aprendí y que hasta el momento ha sido la clave en mi vida no sólo para esperar, sino de esperar bien y hacerlo con gozo y confianza. Y eso fue aprender a “deleitarme en el Señor”.
Aprender a esperar y confiar en las promesas de Dios para mí ha sido un proceso; empezando primero a verlo como mi papá, un padre bueno que me ama más que a todo y que va a darme todo lo que sea bueno y necesario para mí, en su tiempo. Por eso debemos aprender a deleitarnos en Él, no para que cumpla todo lo que quiere nuestro corazón, sino más bien para que podamos ver claramente los anhelos de Él para nuestra vida y se vuelvan los nuestros. Para que podamos decir confiadamente: “Hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado (Salmo 40:8)”. Debemos aprender a deleitarnos en Dios, antes de deleitarnos en las promesas.
Para los hombres, quiero darles un versículo más que en este sentido fue de esperanza y seguridad para mí. Proverbios 19:14 dice: “Los padres pueden dar en herencia a sus hijos casa y fortuna, pero solo el Señor puede dar una esposa comprensiva”
Todo lo bueno viene del Señor, deléitate en Él, aprende a disfrutar tus tiempos de oración, tus lecturas de la Biblia, tus tiempos amando a tus hermanos y sirviendo en la iglesia, y confía en Él, y Él hará. Espera por lo mejor de Dios para ti, confía en sus promesas, es imposible que te defraude.
Oremos:
Papá, gracias porque eres tan bueno y fiel. En tus manos están mis tiempos, y en tus manos todo está seguro. Quiero aprender a deleitarme en ti y poner mi mirada en ti, sé que tú no vas a defraudarme nunca, que siempre tienes planes de bien y no de mal porque así eres tú y tú no cambias, te rindo todo lo que soy y lo que siento, enséñame tu voluntad y ayúdame a hacerla con gozo. ¡En el nombre de Jesús, amén!
Frecson Trujillo
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