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Rey Jesús – Rey y Juez
Jesús nuestro Salvador es el Rey de autoridad. Él tiene autoridad y poder, no tiene límites; autoridad sobre el tiempo de Dios, pruebas y circunstancias, que como seres humanos vivimos. Con Dios siempre hay un tiempo de entrada y de salida, no hay una prueba eterna, siempre hay una salida. Jesús tiene autoridad sobre la muerte (Él venció la muerte) y nos da una esperanza de victoria al saber que volverá para reinar.
La justicia de Dios:
La justicia del hombre no es equitativa, lo que quiere decir que generalmente se inclina a favor del más fuerte. Pero cuando observamos la justicia de Dios vemos que es lo contrario, su justicia es perfecta, es equitativa. Su justicia no es ciega y da a cada uno según sus obras.
Además, no necesita de una balanza, es moral, recta por los principios que lo rigen. Dios es justo debido a su condición de santidad, porque Él mismo en su esencia santa es su propia equidad y sopesa todas las cosas. Entonces se puede concluir que no existe un lugar donde el hombre se pueda esconder o escapar de la justicia de Dios.
Salmo 89:14 dice: “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro”
Lo que quiere decir es que Dios es justo y su justicia está arraigada a sus cimientos. Quizás, de los atributos de Dios, la justicia pareciera ser la menos apetecible. Todos nos deleitamos más en el atributo del amor de Dios, pero a pocos les gusta su justicia. Poco se habla de su justicia y poco se predica de ella.
La justicia de Dios es un atributo que Él quiere ver reflejado en su creación. Él espera que nosotros vivamos y actuemos justamente, porque somos su iglesia. Sus hijos no podemos actuar, ni vivir, sino es por la ayuda del Espíritu Santo en nuestras vidas.
La justicia es por medio de la fe
Romanos 3:21-25 indica lo siguiente: “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante a redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, …”
En estos cinco versículos se establece que no hay nada que exponga más profundamente la justicia de Dios en Cristo y la esencia del Evangelio. Estos son la base del Evangelio que hoy vivimos y predicamos.
A continuación, cinco principios de la justicia de Dios:
#1 La ley no podría salvarnos.
En el texto anterior, en el versículo 20 dice “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado” por eso el apóstol Pablo hace esta transición de esperanza, la ley no podía justificarnos, ya que no proveía para salvarnos. Lo único útil de la ley es el conocimiento que nos libra del pecado, solo estaba diseñada para decirnos lo que era pecado, no podía justificarnos ni salvarnos, simplemente ofrecía información.
El apóstol Pablo, toma estos cinco versículos del capítulo 3 de Romanos (21-25) y los desarrolla para decirnos que es y que no es un delito. Una vez más, la ley nos enseña solamente la clase de delitos y la pena correspondiente si los trasgredimos, porque la ley ya se ha dado a conocer por ende no hay excusa. Dicho esto, podemos determinar que el propósito de la ley no es para hacernos justos, sino está hecha para condenarnos y no para mostrarnos cuan buenos o malos somos.
La ley se diseñó para decirnos cual es nuestra condición real en nuestros corazones, con lo que nosotros batallamos. Genesis 3:3 indica que en “el día que pecareis morirás”, sin embargo el hombre pecó y lo primero que hizo después de pecar fue estar presentable delante de Dios (entretejiendo hojas de higuera para tapar su desnudez). Esto parece mostrar que siempre buscamos la justificación de nuestros actos. Las obras del hombre por la ley nunca serán suficientes, por eso hay una gran diferencia entre la justicia del hombre y la de Dios.
El versículo 21 dice que aparte de la ley se ha manifestado la justicia de Dios testificada por la ley y los profetas. Una vez más la ley no puede salvarnos. Por lo tanto, Dios ha revelado una justicia que puede salvarnos y que no es una justicia basada en nuestras obras, merecimientos, esfuerzos humanos, no en lo bueno que somos. La Escritura dice que no es por obras para que nadie se gloríe. Entonces es a través de la persona de Jesucristo que fue hecho justicia nuestra, solo por medio de Él.
No existe otro mecanismo por el cual la ley muestra que el pecado es la manifestación más extrema de mi injusticia contra un Dios justo. La ley lo único que nos revela es cuan injusto soy, contra un Dios justo. ¿Por qué Pablo menciona esto en este capítulo? Porque los sacrificios del antiguo testamento imprimieron en la mente de los hebreos, que Dios solo podía ser abordado en el terreno del sacrificio. El perdón solo se obtenía única y exclusivamente sobre la sangre derramada de los animales.
Esto nos recuerda que el filtro de justicia de Dios es su gracia, su misericordia para con todos nosotros y no por la muerte o sacrificios de animales como se hacía en la antigüedad.
# 2 Fundamento de la justicia
En el versículo 22, el apóstol Pablo expone la razón de ser de la justicia. Es una justicia dada en la instrumentalidad de nuestra fe en Jesucristo, no en la ley, no en nuestras obras o capacidades, sino única y exclusivamente en Jesucristo. Es una fe dirigida a la persona de Jesús.
1 Timoteo 2-5 dice “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”
¡Fuera de Jesús no hay otro mediador entre Dios y los hombres!
Entonces, la justicia de Dios es accesible por medio de la fe. Por consiguiente, en la justicia de Dios no existe ningún mecanismo de apelación, recurso o impugnación humana, solo opera bajo la fe en Jesucristo. Además, el versículo 22 habla que no hay diferencia entre personas, porque la justicia de Dios mediante Jesucristo es para todos. Por lo tanto, no importa el trasfondo religioso (judío, griego, gentil, etc.) ni condición (esclavo o libre), no existe diferencia entre personas.
#3 La razón de ser de la justicia:
El versículo 23 muetsra como Dios establece la condición espiritual del hombre. Todo hombre sin excepción es pecador y esto nos excluía de la presencia de Dios. Todos estábamos excluidos, todos estábamos perdidos sin Él, por eso es tan importante lo que Pablo ha hecho referencia al indicarnos que no es por las obras de la ley que un ser humano es justificado delante de Él. En el versículo 20, que la ley no permite alegar inocencia, sino que nos condenaba, señalaba nuestro pecado. Nada nos podía salvar y la ley no permitía justificar a nadie, solo condena y señala absolutamente todo.
El verbo griego traducido en “destituidos”, está en un tiempo presente continuo. Por lo tanto, indica que estaban destituidos en su tiempo presente y también en el futuro. Esa era la condición, ser destituidos. En otras palabras, Pablo nos dice que todos estábamos por debajo del estándar de Dios. Eso significa que la fe de un centímetro era tan importante o tan igual como la falta de un kilómetro, no había diferencia, estábamos todos por debajo del estándar de Dios. Ni las religiones, ni los movimientos culturales y sociales de los cuales hoy proliferan, ni la educación impuesta , ni las buenas obras, ni nada podría librar al hombre de su condición. Sólamente la justicia de Dios en Cristo Jesús podría salvar al hombre que estaba perdido.
Pablo indica que el hombre es pecador bajo un juicio divino y su destino era la eterna separación de Dios. Esa era la ley y la justicia en la ley. Así es como la ley nos evidencia, lejos de la justicia de Dios.
Lucas 19:10 indica: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había pedido”.
Lo que se había pedido jamás iba a buscar al Hijo del Hombre, Él tuvo que venir a buscarnos, porque nosotros necesitamos salvación y estábamos perdidos. Él dejó las noventa y nueve en el aprisco y fue por cada uno de nosotros porque Él es el Buen Pastor.
Nosotros no lo hubiéramos buscado, sino que su justicia nos alcanzó. Cuando decimos “yo encontré al Señor”, eso no es correcto. El Señor fue quien nos encontró. Él fue el que nos buscó ya que los perdidos éramos nosotros. Nuestro Señor nos rescató y nos salvó de la inmundicia en la que estábamos por su justicia y su amor.
#4 El pago por la justicia:
En el versículo 24 aparece la palabra justificados. Este es un término legal dentro de la legalidad del Evangelio. La justificación se define como declarar a alguien justo en un tribunal.
1 Pedro 3:18: “…el justo por los injustos”
Esto indica que Jeús fue quien tomó nuestro lugar. Él se hizo maldición por nosotros, como dice Gálatas 3:13, maldito es todo aquel que es colgado de un madero. Él tomó nuestro lugar, fue el justo por los injustos, y a través de la justificación se resuelve el problema de la culpabilidad del hombre ante la realidad de una eternidad sin Dios por causa del pecado.
La justificación es gratuita porque es un regalo mediante la gracia de Dios, pero no fue gratis. Por eso cualquier otro mecanismo que se utilice otro medio no sirve (como cuando piden contribuciones económicas para sacar a alguien de un lugar a la eternidad, o cuando se le pide ir a tal lugar o hacer algún esfuerzo físico; todo es falso). No se ocupa nada, nuestro Señor pagó la salvación que no la podíamos comprar con nada, nuestra justicia fue sobre nuestro Señor Jesucristo.
Por eso todo lo demás, que no esté en la persona de Jesús no sirve, no existe justificación fuera de Jesucristo. Solo Cristo inclinó la balanza a nuestro favor. Él pagó un precio que nadie podrá pagar. No podemos despreciar una salvación tan grande. No es comprensible seguir viviendo como nos parece y gustar de la redención.
El mismo versículo 24 dice que el problema de la esclavitud se resuelve, por eso en Gálatas 4.7 nos llama a entender que ya somos hijos dejando de ser esclavos. Cristo fue al mercado de los esclavos y nos compró a nosotros para darnos libertad. ¿Por qué persistimos vivir en la esclavitud de nuestros pecados? Somos hijos y somos libres mediante su justicia.
# 5 ¿Cuál era la intención de la justicia? :
El Padre quedó satisfecho con el sacrificio del Hijo (versículo 25), la justicia de Dios quedó plena y no hay necesidad de ningún otro sacrificio. Jesucristo cumplió con el estándar, con la medida del Padre, por eso hoy gozamos de la salvación y vida eterna en Cristo Jesús, y no porque somos muy buenos.
Mediante la propiciación, la sangre de su Hijo, el Padre quedó satisfecho en el sacrificio de la cruz del Calvario. En otras palabras, Jesús tomó nuestro lugar muriendo por nosotros, compensando la ira del Padre.
En el pasado la sangre de los animales ofrecida solo cubría la iniquidad del pueblo, algo muy superficial, pero mediante la sangre del Cordero de Dios el pecado fue quitado porque esa era la justicia de Dios en Cristo Jesús. La sangre más pura vertida por su Hijo borra los pecados de la humanidad.
2 Corintios 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado para que nosotros fuésemos hechos de justicia de Dios en ÉL”.
Todo el pecado de la humanidad cayó sobre nuestro Señor y la ira que merecíamos fue sobre Jesucristo, no sobre nosotros. Por lo tanto, hoy Cristo es justicia nuestra. Por eso, la salvación no es gratis, ¡hay un pecio que se pagó por ella!
Marcos 15 narra cuando Jesús está en la cruz y le dice al Padre en su agonía en sus fuerzas que tenía , “Padre por qué me has abandonado” . La escritura enseña que entre las tres personas de la Trinidad hay una armonía ya que nunca se habían separado. Ese día era tanta la carga de pecado era tal que el Padre no tuvo más que apartar su mirada y la soledad que el Hijo nunca había experimentado la sintió desde lo más profundo de su corazón. Él cargó nuestro pecado, fue el justo por los injustos.
Todos hemos escuchado la historia del hijo pródigo y muchos quizás hemos juzgado al hijo pródigo. Cuando se lo había gastado todo, dice Lucas 15, que ahí con los cerdos él pensó y dijo “volveré donde mi padre y le diré: padre, he pecado contra el cielo y contra tí, no soy digno, ser tu hijo”. Esa era su justificación y todos conocemos la respuesta del padre. Ese día decide volver a casa, reconocer sus pecados y abrir los labios y decir: “Padre aquí estoy, por tu justicia en Cristo”.
Jesús pagó por nosotros para que saliéramos de la esclavitud del pecado y no somos esclavos , somos hijos, somos libres por su justicia, hoy es el día de adorar a Cristo y solo a Cristo, nuestro Rey.
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