Costo y Beneficio del Discipulado
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Costo y Beneficio del Discipulado

Este mensaje corresponde a la cuarta prédica de la serie: “Llamados a discipular” donde empezamos a hablar de la importancia de entender que todos estamos llamados a seguir las instrucciones de Jesús sobre esta enseñanza. Si estamos en  Cristo, estamos llamados a discipular. No es algo que podamos evadir, es un llamado para todos.

La primera semana conversamos sobre cómo el Señor escogió a sus discípulos y qué características tenían lo cual es fundamental para entender cómo Dios nos llama. La segunda semana vimos la importancia de tener un testimonio que es la forma en cómo Dios revela que su Palabra es verdad. La tercera vez compartimos acerca de la importancia de discipular guiados por el Espíritu Santo.

Esta cuarta enseñanza se llama “Costo y beneficio del discipulado”. Es una Palabra fuerte para confrontar nuestra vida.  Hoy en día estamos en medio de una generación donde en varias ocasiones se trata de vender un Evangelio en forma digerible en el que se habla de las promesas y bendiciones, pero no de las pruebas ni del costo de seguir la fe.

Actualmente se tiene una mentalidad de Iglesia rápida, fácil, ágil y conveniente. A medida que, si una situación no nos gusta o si las cosas se ponen duras, nos pasamos de Iglesia y simplemente desistimos de lo que estamos haciendo, porque estamos acostumbrados a que todo sea fácil, que sea a nuestra manera y si no es así, lo más sencillo es irnos a otro lugar.

Vivimos un cristianismo postmoderno en el que todo es fácil, donde se nos olvidaron los procesos. Cuando vamos a la Palabra de Dios nos damos cuenta de que el mensaje de Cristo no es ese.  Cristo no vino a darnos un mensaje para ser populares, sino un mensaje real. Cristo es el camino es la verdad y la vida. Sin embargo, estamos en una cultura que desecha lo real porque hiere sentimientos y disgusta que nos digan las cosas como son.

Vamos a hablar de lo que es el verdadero cristianismo.

Como Pastor hay dos cosas que me dan mucho temor mucho temor para con las ovejas: La primera consiste en que una persona que realmente entregó su vida a Cristo y ha sido regenerada por el Espíritu Santo, no esté segura de su salvación y piense que si se muere se va a ir al infierno. La segunda es la gente que cree que es cristiana, pero está lejos de Dios y no es salva. No debemos tener miedo de confrontar a alguien, porque es mejor tener una Iglesia consciente y  saber que van ir al cielo 100 personas, que tener una Iglesia con 500 000 que se queden el día que el Señor venga. Es un desperdicio de vida asistir a una Iglesia y no ser transformado, buscar a  Cristo y no ser transformado.

Si hubiese una gran multitud y fuéramos la persona invitada a predicar ¿Qué predicaríamos? Lo que se predica hoy es que el Señor es sanador, nos ama, que si decimos la palabra de lo que andamos buscando el Señor lo va a cumplir, que busquemos a Dios y Él va a llenar todo lo que está en nuestro corazón —y muchas de ellas son verdades porque son bíblicas— pero se plantean desde una perspectiva donde el Evangelio no está enfocado en Dios, sino en nosotros, en lo que Dios puede darnos para sentirnos mejores, completos y plenos.

Sin embargo, vamos a estudiar lo que Jesús les dijo, porque al parecer no trataba de sanidad, de provisión, de arreglar algo o de amar. Jesús expone una verdad. Leamos el siguiente pasaje en Lucas 14:25-33:

“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” Lucas 14: 25-33

Se exponen seis puntos relacionados con los versículos y el llamado de Jesús para ser un verdadero discípulo.

1. El verdadero discípulo pone la fe por encima de su familia. Dice Lucas 14:26 que si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer y hermanos, no puede ser su discípulo. Jesús no nos está mandando literalmente a odiar a nuestros familiares, sino a que Él ocupe el lugar de preeminencia en nuestra vida. La distancia en donde ponemos a Jesús como nuestra prioridad y a estas personas tiene que ser la misma distancia que hay entre la palabra amor y la palabra aborrecer. Jesús nos está llamando a que entendamos cuál es nuestra prioridad y escoger a quién le queremos agradar. ¿Sabes cómo le vamos a hacer un bien a nuestra familia? Cuando le digamos a nuestros familiares que asistan con nosotros a la Iglesia porque ahí van a encontrar el amor de Cristo. Ese debería ser nuestro mensaje, pero muchas veces ponemos a nuestra familia por delante de Dios.

Cuando se tienen hijos la vida cambia, pero en muchas ocasiones usamos a los hijos como excusa para dejar de hacer lo que Dios dijo que hiciéramos y decimos: “No me comprometo porque no tengo tiempo” “No me comprometo porque tengo otras cosas que hacer” . Aquí es donde el Señor dice “si tus hijos son más importantes, ellos son tu Dios pero yo no puedo estar en medio de tus hijos y tú, yo tengo que estar a la cabeza”

En el caso del matrimonio ¿Sabes por qué nos casamos? No porque la persona que está a nuestro lado nos complemente y nos haga feliz viviendo una vida juntos; nos casamos porque la persona que Dios puso a nuestro lado va a ser la persona que nos va a ayudar a cumplir de una mejor manera el propósito que Él destinó para ambos en Su reino.

2. Un verdadero discípulo escoge sacrificio sobre egoísmo o individualismo. El versículo termina diciendo y aun también el que no tiene la capacidad de entregar su propia vida. Estamos en una sociedad donde todo se trata de nosotros. El problema con este cristianismo es que estamos dispuestos a seguir a Cristo hasta el momento donde no toque alguna fibra sensible de lo que no queremos entregar.

Vamos a la Iglesia y tal vez nos es fácil sembrar. Vamos a la Iglesia, y nos es fácil levantar manos, pero en el momento donde nos empezamos a acercar a Dios y el Señor nos empieza a revelar que hay áreas en nuestra vida que debemos entregar: una relación, un proyecto, una carrera o algo que amamos le decimos al Señor que no nos acercaremos más porque no estamos dispuestos a dejar lo que nos pidió. Ese fue el mensaje con el joven rico, el Señor empezó a pedirle cosas y el joven rico dijo cumplo, hasta que le pidió desprenderse de todo lo que tenía, en ese momento no estuvo más dispuesto a seguir a Jesús.

¿Cuánto estamos dispuestos a involucrarnos con el Señor? No nos quedemos en el borde en lo que podría haber sido, pero no fue.

3. Un discípulo escoge la prueba sobre el placer. El versículo 27 dice que el que no lleva su cruz no puede ser su discípulo. En el contexto actual no es tan claro lo que eso quiere decir, pero en el contexto judío muchos vieron un familiar, amigo o conocido estar tres días sufriendo en una cruz mientras morían lentamente. Que Jesús dijera que nuestra responsabilidad es darnos en una cruz y seguirlo es un mensaje fuerte.

Tomar la cruz es estar dispuesto a morir por Cristo. Gran cantidad de Iglesias hoy predican que no habrá dolor, que si declaramos y decretamos nos va a ser dado lo que esperamos, que ya viene esa promesa y todas nuestras situaciones se van a arreglar y nuestros errores se van a sanar. Y sí creemos en un Dios de prosperidad y de sanidad, pero vender un evangelio enfocado solamente en esas promesas produce cristianos que en el momento donde no se hacen las cosas como quieren, se apartan, porque el Evangelio ya no es de su agrado y consideran que Dios les mintió. Si decimos que Dios es sólo cosas positivas y que no tendremos pruebas estamos mintiendo sobre lo que es seguir a Cristo. Jesús no nos engaña, Él nos dice que vamos a tener dolor y que tenemos que tomar la cruz y cargarla con nosotros.

4. El verdadero discípulo escoge la relación sobre la religión. Ser discípulo es ser un aprendiz, y ser un aprendiz significa estar a los pies del maestro. ¿Sabía que la mitad de los cristianos leen la Biblia una vez por semana o ninguna? Ser discípulo de Cristo no es tomar frases y versículos que nos encontramos en redes sociales y postearlos, si lo hacemos gloria a Dios, pero no es eso. Es doloroso pensar que hay personas que pasan años en una Iglesia, sin embargo, nunca han conocido al Señor, no han leído la Biblia y no han sacado el tiempo para realmente enamorarse de Cristo. Vivimos de la fe de otros (del predicador o de mis amigos que realmente están recibiendo una revelación personal), pero no buscamos la revelación personal.

La Biblia dice que hay una religión buena, no nos referimos a esa, sino de la religión en la que se hacen las cosas por cumplir y no por amor. A través de la prueba el Señor quiere transformar nuestras vidas y saca las palabras que quedaron sembradas en nosotros, porque la Palabra de Dios es el arma que Él nos dejó para enfrentarnos a la prueba y salir avante. No obstante, el Señor va y busca en el corazón de algunas personas y muchas veces no encuentra nada porque no hay Biblia que sacar, ni siquiera de un versículo que nos sepamos de memoria. Al enemigo le importa que no conozcamos la Biblia, porque si no leemos, no hay transformación de vida, temor de Dios ni relación.

Leamos Lucas 28 al 33:

Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”

El Señor dice a la multitud, que antes de que vean al hijo del hombre actuar y hacer milagros, recuerden cuál es el costo de ser un discípulo. Un verdadero discípulo no renuncia a su fe, vamos a pasar pruebas, dificultades y aflicciones porque el mundo va a querer derrotarnos, pero si somos discípulos no vamos a renunciar.  Decidimos escoger el compromiso por delante de lo que nos conviene y hacer lo correcto delante de las emociones del momento.

5. Todo aquel que verdaderamente es discípulo tiene que ser un agente transformador. Es maravilloso conocer personas que son agentes transformadores, que en su familia y trabajo les siguen, les piden consejo y reciben a Cristo. Eso debería ser la sal.

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.” Mateo 5:13

Hay una forma en la que la sal pierde sabor. Se da cuando componentes externos la afectan químicamente para que deje de tener sabor. La Biblia dice que había una razón primaria de usar la sal, esta era usada para cocinar y preservar alimentos, pero había una razón secundaria en la que se usaba la sal, para que los animales de la tierra no picaron las plantas o para ser echada en el muladar (las heces de los animales y los desechos de los hombres) y de esta manera controlar los olores y plagas.

Si la sal pierde su sabor es inútil según la Palabra. El Señor dice que el que verdaderamente es su discípulo es útil para Él.

El objetivo de esta enseñanza es ponernos a pensar si somos verdaderos discípulos o no, si seguimos al Señor o no. Cuando Jesús es nuestro Rey todo lo que hacemos, decimos y vivimos está sujeto a él y no a nosotros mismos, “Ya no vivo yo, ahora vivo en Cristo”. Tengamos al Señor como nuestro Salvador, pero también como nuestro Señor. La salvación la recibimos por gracia, pero el discipulado tiene un costo.

26-Sep-2021
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