Andando en el Espíritu
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Andando en el Espíritu

Cada vez  que nos reunimos como congregación deberíamos venir con el entendimiento de que somos salvados por gracia, y que no hay nada que podamos hacer para cambiar nuestra condición. Es el Señor quien nos invita a ser regenerados y quien murió por nosotros para que hoy pudiésemos estar donde estamos, ya que Él tomó nuestro lugar.

Aunque fue “gratis” para nosotros no lo fue para el Señor, pues la deuda por nuestra maldad se pagó con el precio de la sangre del cordero de Dios. Cada vez que nos reunimos como iglesia y venimos con ese entendimiento, adoramos distinto.

Hay un punto esencial que debemos tener claro y es que no podemos predicar lo que no conocemos. Si no leemos la palabra de Dios, ¿realmente conocemos lo que predicamos?, ¿realmente conocemos al Dios del que decimos ser sus servidores y sus hijos?. ¿Estamos siendo predicadores en el lugar donde el Señor nos puso?. Esto no es para los líderes, pastores, sino para todos aquellos que han sido regenerados y salvados por gracia.

Debemos amar el Señor con todo nuestro ser, y no sujetarnos a una regla de una religión. Nuestra relación con nuestro prójimo debe reflejar que Cristo está en nosotros y esa debe ser nuestra regla.
La palabra de Dios dice que aquél que ama al Señor y no ama a su hermano miente. Dios quiere ministrar amor a través de cada uno de nosotros. La biblia también dice que la sabiduría es el temor a Jehová, así que cuando una congregación vive en el temor de Dios, busca agradarlo en todo.

Pero; es necesario recibir poder. Hechos 1:8; nos dice: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

En el contexto del capítulo anterior, el Señor sabía respecto a sus discípulos cuando sería el tiempo para que ellos salieran. Pedro pasó de ser un cobarde, a predicar ante multitudes y esto sucedió cuando vino el Espíritu Santo y lo cambió.  Es el espíritu el que transformó y sigue transformando a las personas. Pedro necesitaba poder para predicar el evangelio.
Los discípulos sufrieron las peores muertes solo porque el poder estaba en ellos.

La biblia nos dice que Dios no nos dio espíritu de temor, de poder de amor y de dominio propio. Pero, ¿es esa la norma de la iglesia de Cristo?. No podemos dar de lo que no tenemos.
Debemos aprender a andar en el Espíritu. Hoy en día hay muchas personas esforzándose por dar algo que realmente no tienen. Y ¿qué es entonces lo que cada uno de nosotros deberíamos dar?. Primero debemos ser llenos del Espíritu, para que cuando demos algo, no sea emociones, ni algo teórico, sino algo del Espíritu.

Cuando Pablo llegaba a un lugar primero veía lo que el Señor estaba haciendo y se unía. Tal fue el caso en Éfeso. Esta era una ciudad de control griego la cual se ubica actualmente en Turquía. Éfeso era una ciudad grande y de mucho comercio. Tenía una de las maravillas del mundo antiguo:  Artemisa quien era una diosa en la mitología griega y romana, conocida como Diana en la mitología romana.

Aún en medio de un lugar donde se adoraban dioses falsos, Pablo llevó el evangelio a los gentiles, quienes llegaron a creer en el Señor. Ellos fueron una comunidad deseosa de aprender, y que estuvieron constantemente en crecimiento. Pablo se deleitaba de lo que el Señor estaba haciendo allí.

El libro de Efesios se divide en dos temas: la historia de la redención en los tres primeros capítulos y en los siguientes se habla sobre el agradecimiento, la oración, y poder en el Espíritu Santo.
Las oraciones de Pablo no eran egocéntricas, sino hacia otros para que la gente que él amaba fuese llena de entendimiento y de poder en el espíritu. El libro habla de una nueva vida en Cristo, y de unidad y paz en el Señor. Un lugar donde el Señor se mueve hay unidad y paz.

Mediante la predicación del evangelio los gentiles fueron unidos al cuerpo de Cristo. En los primeros tres capítulos Pablo les habló de lo que Cristo había hecho. Del capítulo 4 al 6 el libro nos habla de cómo deberíamos vivir, y para esto debemos ser llenos del Espíritu.

En el libro de Efesios Pablo menciona: SEAN LLENOS todos, y es algo que todos deberíamos buscar. Esto es para todos y debería ser la norma en la que usted y yo deberíamos vivir nuestra vida.

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” Efesios 5:18-20

Si  esto es algo que realmente anhelamos, entonces vamos a reaccionar a la palabra. Algo debemos  hacer diferente. Es necesario que todos los que hemos sido salvos por gracia y perdonados en Cristo, vivamos en la llenura del espíritu.

En el versículo anterior, el ejemplo de no embriagarse con vino literalmente es claro, pues cuando una persona se embriaga, el alcohol toma control de lo que hace y este “le gobierna” su actuar. El vino o el licor toma el control de una persona.

Dicha afirmación, nos da a entender que nosotros debemos ser llenos del Espíritu Santo para que este tome control de toda área y toda decisión sea guiada por Él. Debemos ceder el control al Espíritu Santo para que este tome el control de nuestra vida.

Muchas veces, cuando hablamos de las cosas del Espíritu pensamos en un un descontrol total y esto está totalmente fuera de la verdad y de la realidad.

La influencia de la llenura del espíritu de naturaleza moral, tiene resultados y evidencias tangibles. Gálatas 5:16-26 nos habla del las obras de la carne y las del espíritu. El fruto del espíritu va a ser visible y es notorio cuando una persona está llena de Él pues se relaciona distinto, habla distinto, y se nota que no es forzado sino natural, por una transformación de la obra del Espíritu en su vida.

Es importante tener claridad que “llenar y ser lleno” son cosas diferentes y ambas marcan la pauta del cómo movernos.

Efesios 1:15-23 nos habla del espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, el cual es la cabeza de la iglesia la cual es su cuerpo y lleguemos a tener plenitud en Él. El pleno significa: “Aquel que todo lo llena”.

También Efesios 3:16-19 nos dice: “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”

Un ejemplo práctico de llenar y ser lleno, es el siguiente: para que un carro ande requiere que se le eche gasolina en el tanque. Pero no es lo mismo decir “llene el tanque, a échele hasta que esté lleno”. ¿Pero cuál es la diferencia en este juego de palabras?. Habla de un estado.

1. Estar lleno. Esa plenitud solo se puede obtener en Cristo. Todos nuestros pecados nos fueron perdonados. El que lo tiene al Él lo tiene todo. Nosotros en Cristo encontramos plenitud.

2. Sin embargo; debemos constante y diariamente buscar ser llenos del Espíritu, ya tenemos gracia, si nuestro nombre fue escrito en el libro de la vida, disfrutaremos de la eternidad.

Entonces la diferencia entre “llenar y ser lleno” es que una vez que somos salvos y Jesús está en nosotros ya somos plenos, llenos, completos en Él. Pero nuestro crecimiento espiritual debe ser constante, nuestra transformación continua, y esto solamente se puede lograr cuando estamos siendo constantemente llenos del Espíritu Santo.

Hay muchos cristianos que no ven victoria, no perdonan, y pasan prueba tras prueba, hay orgullo en sus corazones, y en vez de ir de victoria en victoria, va de derrota en derrota.

El tanque se puede ir vaciando, si usted recibió al Señor ya recibió el Espíritu Santo; busque continuamente ser lleno de Él. Y ser lleno no es una experiencia, es un estado. Es una acción que debemos buscar continuamente. Debemos hacerlo, y salir de nuestra comodidad. Es una acción continua que Dios nos pide. Entonces, como Dios nos demanda estar llenos; quien busca constantemente estar siendo lleno, el Señor lo va a hacer.

Y esto el Señor lo destinó para todos sus hijos. El Señor quiere darnos dominio propio, llevarnos en humildad a nuestro estado y exponerlo a la luz del Señor. Cuando somos llenos del Espíritu vivimos una vida llena de gozo, y realmente experimentamos esa paz, amor, fe, carácter y bondad que el Señor pone.

Hay tres puntos importantes de mencionar sobre la llenura del Espíritu:

1. Cómo ser llenos y cómo se ve:

Efesios 5:19 dice: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”.
La forma en la que habla y se relaciona cambia totalmente. Entiende que los Salmos fueron escritos por lo que el Señor hizo y hará.  Pero no se trata de “aparentar ser una persona muy espiritual” pues quienes así lo hacen alejan a la gente. Las personas llenas del espíritu sirven a otros, buscan como ayudar, como dar un consejo. Tiene propósito y tiene intención.

Una persona llena del espíritu empieza a ser intencional. La forma en la que actúa es diferente, siempre sale o exhortado o edificado. La forma cambia.
Una persona llena del Espíritu no de deja cantar, en todo tiempo está dándole alabanza a Dios.
Cambia la forma en la que oramos, y como buscamos al Señor, todo cambia.
Sabemos y entendemos que necesitamos comunicarnos con el Señor y decirle y reconocerle todo lo que ha hecho por nosotros.
El que es lleno del espíritu empieza a ser lleno y empieza a enfocarse en lo espiritual, el Señor se encarga de lo material.

El Espíritu nos lleva al entendimiento de la voluntad del Señor por eso debemos ser llenos. “Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.” Efesios 5:17

Mucha gente no entiende la voluntad de Dios, toman decisiones que los llevan a resultados emocionales, pero las decisiones el en Espíritu Santo nos llevan a acciones conforme a voluntad de Dios.
Una persona que vive en el Espíritu da gracias. Da gracias en todo: “Señor gracias porque me diste una vida nueva. Tengo agua. Tengo iglesia, silla, familia, hermanos que me aman.” Cuando salimos de la iglesia pasamos meditando en el Señor de día y de noche y le decimos “Señor gracias porque me permitiste de vivir un montón de cosas hermosas.” Es una persona que camina en una agradecimiento constante.

A una persona llena del Espíritu le es fácil perdonar, se sujeta a quienes el Señor ha puesto por autoridad en un asunto de orden y le es un deleite servirle a los demás. No lo hace para agradar al ojo humano, sino porque quiere someterse al Señor.

El Espíritu nos lleva a ver todo tiempo. Lo que hacemos ya no es en función del mañana. Cuando hoy el Señor nos está dando oportunidades en el mundo espiritual, es hoy el día que el Señor creó para usarnos. Que quites el estar amargado, dolido, el Espíritu tiene que abrirnos el entendimiento.  Debemos aprovechar el tiempo.
Cuando una persona es llena del espíritu, cambia la forma en la que vive.

2. Porqué debemos ser llenos:

Porque nos enseña a caminar en santidad. Hay personas que no caminan en santidad porque no ven todo lo que el Señor ha hecho y está haciendo constantemente. Hay cosas tan obvias que el Señor ha hecho por nosotros, pero en nuestra ceguera espiritual no hemos podido ver. No vemos situaciones en las que necesitamos ser transformados a la luz del Señor.
Efesios 5:15: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios.”

Para Dios es más importante que caminemos en santidad, que ver un milagro. Para el Padre ver un hijo caminar en santidad es un deleite. Estamos aquí para tener una relación con Él y no con nosotros.

3. Cómo ser llenos:

Efesios 3:16 nos enseña: “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu”.
Una persona que anhela ser llena del Espíritu va a pedirlo en oración. Va a pedir la llenura del constantemente. Esa debería ser nuestra oración diaria: Señor yo quiero vivir en el espíritu, yo quiero ver las cosas con los ojos del espíritu, quiero conocer tu voluntad.”

Al ser llenos vamos a andar como Cristo anduvo. Gálatas versículo 5:16 nos dice: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” Una persona que no desea satisfacer los deseos de la carne debe andar como Jesús anduvo.

Las obras de la carne son manifiestas en enemistades, pleitos, celos, contiendas, envidias. (Gálatas 5:19-21), y la carne no se ministra, SE SACRIFICA.
Una persona que quiere andar en el Espíritu, va a andar en una lucha constante. No es que el pecado no va a estar ahí; pues hay cosas en las que la carne quiere manifestarse, pero nos esforzamos en luchar constantemente con el pecado.  Si nuestra computadora es razón de pecado la vendo, la quito, debemos pelear la batalla. Debemos andar, ir y hacerlo. Para nosotros andar en el espíritu debemos andar en libertad.

La palabra de Dios nos enseña que cuando andamos en el fruto del espíritu, este se manifiesta en amor, gozo, paciencia, bondad, fe, y que contra tales cosas no hay ley. No se trata de andar en una religión, sino en el Espíritu del Señor.

Juan 7:37 nos dice: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”

Ninguna persona puede tardar mucho sin tomar agua porque sino se desvanece. Es algo que nuestro cuerpo nos demanda tener. Debemos ser expuestos a la oración, y a la palabra de Dios. Cuando tenemos hambre y sed, esto se manifiesta en una forma física. Debemos acudir a Aquel quién es el Único en quien podemos ser plenos (estar completos), a nuestro Señor Jesús, y ser intencionales en nuestra búsqueda constante en oración pidiendo el ser llenos de su Espíritu.

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