Los peligros de este siglo: Consumismo
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Los peligros de este siglo: Consumismo

Siguiendo con la serie “Los Peligros de Este Siglo”, esta prédica se refiere a la insatisfacción y el consumismo,y cómo ese materialismo nos llama y nos tienta a impresionar a otras personas.

En un artículo en línea se expresa que «(…) hay quienes hablan del consumismo como una doctrina o creencia que incita a la adquisición de productos materiales como método para la satisfacción personal» o como «(…)el hecho de gastar el dinero de forma excesiva en cosas realmente innecesarias.».

Se dice que el comunismo empieza a darse más fuerte cuando la industrialización en los Estados Unidos crece, ya que al tener más industrias y maquinarias hay más artículos producidos que los que se pueden vender o los que la gente quiere adquirir.

Los empresarios de la época se reunieron para ver qué hacer con dicha situación para generar alguna manera de que las personas consuman los productos que ellos ofrecían. De esa manera la publicidad empieza a trabajar y nos incentiva comprar cosas que no necesitamos o que nos hace pensar que nos veremos igual que las personas del anuncio de televisión.

El consumismo nos lleva a adquirir productos o pretender una imagen que no es real. Cuando nosotros no estamos claros de nuestra identidad y lo que la define, nos vamos a dejar llevar por lo que dice el mundo, sin embargo, nuestra identidad está en Cristo.

Hay una psicóloga alemana llamada Karen Horney que propuso la teoría del yo real y yo ideal. Comprende que el “yo real” es quién soy hoy, lo que tengo hoy y he alcanzado, mientras que el “yo ideal” es al que yo aspiro ser, es decir la persona con la mejor imagen y mejor carro como en los anuncios. Conocer dónde queremos llegar no está mal, pero es importante reconocer cómo es el modelo que marca la pauta de lo que queremos ser o hacer. Si nuestro modelo de yo ideal no es Cristo, entonces nos estamos dejando guiar por lo que dice el mundo, y eso no está bien.

Nosotros somos embajadores de Cristo en esta tierra; somos extranjeros en este lugar, pues no pertenecemos acá. ¿Será que el mundo logra detectar esto o si nuestro modo de vida nos hace ser y vernos como el resto?

«Timoteo, es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. Pues la gente sólo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado.No amarán ni perdonarán; calumniarán a otros y no tendrán control propio. Serán crueles y odiarán lo que es bueno. Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios. Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios. ¡Aléjate de esa clase de individuos!» 2 Timoteo 3:1-6 [NTV]

Este pasaje debería llevarnos a preguntarnos si Pablo dejaría a Timoteo ser nuestro amigo. ¿Cuántos de nosotros podríamos ser sus amigos? o ¿Pablo le diría que se aleje de nosotros?

Lo primero que la Palabra habla es acerca del amor al dinero. En una ocasión llamé a un buen amigo a quien no había visto por bastante tiempo; al ver su perfil en redes sociales, habían fotos en gimnasio, con su novia y paseando, pero no vi fotos de  la Iglesia donde durante mucho tiempo se había congregado; así que le pregunté sobre eso, y él me respondió que no se estaba congregando porque necesitaba trabajar los domingos para hacer más dinero.

Si hay algo que nos aleje hacer la voluntad de Dios y seguir Su propósito para nuestra vida, eso no viene de Dios. Esto no quiere decir que debemos renunciar al trabajo y estar 24/7 en la iglesia, pero si nuestra confianza depende de nuestro salario o patrono, entonces nuestro dios. Dios es nuestro proveedor y cuando estamos dispuestos a pasar un tiempo difícil por hacer la voluntad de Dios, tenemos sentado en el trono del corazón al Señor Jesucristo

¿Qué es más importante para nosotros, lo que la gente pueda ver o lo que realmente somos? Es más común ver a las personas publicando sobre el paseo donde se ve el hotel al que fueron, que personas predicando en sus redes sociales sobre Cristo.

Los versículos se refieren también a los fanfarrones. Toda gloria que no sea para llevar a Cristo a ser el principal es una gloria vana que no lleva el mensaje de Dios. Cuando nos vanagloriamos estamos eliminando a Jesús como nuestro Señor y estamos colocando a alguien más en ese lugar. El fanfarrón es aquel que alardea de lo que tiene e incluso de lo que no. Es una persona que no marca diferencia en el mundo.

¿Qué pasaría si el Señor nos permitiera ver como estuviéramos vestidos en lo espiritual ¿dónde nos veríamos mejor en lo natural o en lo espiritual? ¿dónde nos queremos ver mejor?

Otra palabra muy importante que dice es “malagradecidos”, ¿cuántas veces nos pasamos quejando por lo que no tenemos y no damos gracias por lo que sí?  Eso pasa hoy mismo en la iglesia también. Debemos reflexionar si somos agradecidos por lo que tenemos o si nos medimos con el mundo.

Llevemos nuestro yo a la cruz del calvario y ahí encontraremos el yo ideal. Ahí vamos a encontrar cómo ver nuestra vida, quién la delimita y quién marca cómo tenemos que vivir.  Cuando el materialismo nos lleva a comprar lo que no necesitamos, quiere decir que no tenemos voluntad propia de nuestra vida y hemos entregado nuestra voluntad a alguien más que no es el Señor. Nuestra obediencia tiene que estar en Cristo y no es lo que me dice la moda. Los productos de marca no son los que definen la identidad en nuestra casa, sino la presencia de Dios y una familia conforme al corazón de Cristo.

«Pero el SEÑOR le dijo a Samuel: —No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El SEÑOR no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el SEÑOR mira el corazón.” 1 Samuel 16:7 [NTV]

¿Cómo nos valoramos nosotros? Dice un miembro de la congregación que en Colombia el pastor le mandó a recoger un misionero, el cual era de África, no tenía la mejor ropa y tampoco tenía manos. Él no tenía manos porque del lugar que venía se las habían cortado para que no pudiera leer la Biblia. También quemaron su iglesia con las personas dentro, y abusaron y asesinaron a su esposa e hijas. Cuando ese hombre se paró en el púlpito yo sentía la presencia de Dios de una forma que con poca gente se siente ¿por cuál razón? Porque Dios no ve las apariencias Dios ve el corazón.

¿Cómo queremos que nos reconozcan? ¿Nos vamos a dejar llevar por lo que dice el mundo o por lo que dice Cristo? ¿Nos vamos a endeudar por satisfacer una necesidad propia o vamos a buscar satisfacer nuestras necesidades en Cristo?

Si nos queremos jactar de lo que es bueno, vamos a entenderlo bíblicamente:

¡Me da vergüenza decir que nosotros fuimos demasiado «débiles» para hacer lo mismo! Pero sea lo que sea de lo que ellos se atrevan a jactarse —otra vez hablo como un necio —yo también me atrevo a jactarme de lo mismo. ¿Son ellos hebreos? Yo también lo soy. ¿Son israelitas? También lo soy yo. ¿Son descendientes de Abraham? También yo. ¿Son siervos de Cristo? Sé que sueno como un loco, ¡pero yo lo he servido mucho más! He trabajado con más esfuerzo, me han encarcelado más seguido, fui azotado innumerables veces y enfrenté la muerte en repetidas ocasiones. En cinco ocasiones distintas, los líderes judíos me dieron treinta y nueve latigazos. Tres veces me azotaron con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces sufrí naufragios. Una vez pasé toda una noche y el día siguiente a la deriva en el mar. He estado en muchos viajes muy largos. Enfrenté peligros de ríos y de ladrones. Enfrenté peligros de parte de mi propio pueblo, los judíos, y también de los gentiles.* Enfrenté peligros en ciudades, en desiertos y en mares. Y enfrenté peligros de hombres que afirman ser creyentes, pero no lo son.* He trabajado con esfuerzo y por largas horas y soporté muchas noches sin dormir. He tenido hambre y sed, y a menudo me he quedado sin nada que comer. He temblado de frío, sin tener ropa suficiente para mantenerme abrigado. Y, además de todo eso, a diario llevo la carga de mi preocupación por todas las iglesias. ¿Quién está débil sin que yo no sienta esa misma debilidad? ¿Quién se ha dejado llevar por mal camino y sin que yo no arda de enojo? Si debo jactarme, preferiría jactarme de las cosas que muestran lo débil que soy. Dios, el Padre de nuestro Señor Jesús, quien es digno de eterna alabanza, sabe que no miento.
2 Corintios 11:21-32 [NTV]

Si hay algo de lo que podríamos jactarnos es de servir y ser obedientes a aquel que murió en la cruz y el único que debe llevarse la gloria. El apóstol Pablo no sé jacta diciendo que tenía la última túnica, era el mejor predicador o comía en el mejor restaurante, sino diciendo que pasó hambre y dificultades. Hay una promesa bíblica que pocas veces la predicamos en la iglesia y es que Jesús nos prometió algo, que en el mundo vamos a tener aflicción.

Por lo tanto, si no queríamos tenerla nos metimos en el lugar incorrecto porque la Biblia dice que nosotros hemos de tener aflicción, pero Cristo ya venció el mundo y es el único digno de la Gloria eterna.

¿Estamos dispuestos a pasar adversidades con tal de hacer la voluntad de Dios y no caer en la mentira de este mundo?

Hoy no ocupamos oración de alguien más sino tomar decisiones en nuestro corazón para ser más sabios a la hora de movernos y conocer que el control de nuestras emociones y de nosotros depende del Señor Jesús.

06 de febrero 2022

 

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