Devocional: Un corazón Agradecido – Día 1

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Desde el vientre
«¡Den gracias al Señor, porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre. ¿Los ha rescatado el Señor? ¡Entonces, hablen con libertad!»
Salmos 107:1-2
El Salmo 107 retrata algunas historias sobre personas que por diversos motivos terminaron en aflicción y la manera en la que Dios escuchó sus ruegos y los rescató (los invito a leerlo). Hoy soy yo quién quiere compartir una pequeña parte de lo que Dios ha hecho por mí y darle las gracias.
Desde pequeño luché por ser aceptado. Yo era de esos niños que en la escuela siempre quedaban de últimos cuando se formaban los equipos de «mejenga», no era atlético, ni popular, tampoco el más estudioso y no me sentía parte de ningún grupo en particular. El colegio fue más de lo mismo así que todas esas experiencias fueron marcándome y me fui convirtiendo en una persona bastante insegura que trataba de amoldarse a los demás para agradarles.
Un día siendo adulto, y tiempo después de haberle entregado mi vida a Jesús, Él quiso trabajar esa área en mí; lo hizo de varias formas pero sin duda la más significativa fue a través de su palabra. En Jeremías 1:5 dice así —«Te conocía aún antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones.»— En ese instante mis ojos se abrieron, y esa palabra que tantas veces había leído, cobró vida en mí. Entendí que todas esas características que por años había tratado de ocultar le agradaban a alguien, y no sólo eso, El Señor mismo las puso en mí y me dio un propósito.
Hoy sólo quiero agradecer a mi Salvador Jesús, porque fue Su sangre derramada en la cruz la que me dio un propósito y también te lo ha dado a ti; Su amor no tiene límite.
Oremos:
Padre gracias por tanto amor y misericordia, gracias porque nos has dado identidad, gracias porque aún sin merecerlo tu saliste a buscarnos, nos lavaste con tu sangre y nos acercaste a ti por medio de Jesús. Ayúdanos a vivir una vida que te agrade, en la que podamos contarles a otros acerca de la obra que hiciste en nuestras vidas y que puedes hacer en las de ellos también, amén.
Emanuel Uritum
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