Encuentro con un perseguidor
La Biblia registra que todo aquel que tiene un encuentro real con Cristo, siempre va a tener una transformación de vida. Lo vemos con el hombre leproso que corrió para conocer al Señor, con el centurión que amaba tanto a su siervo que no le pidió nada a Jesús para sí mismo sino por ese niño paralítico que tenía en su casa, con la mujer samaritana que vivía cautiva en lujuria pero quien al encontrarse con el Señor de inmediato salió a predicar sobre Él, con Mateo el recaudador de impuestos que dejó todo y se fue detrás del Señor, y así encontramos un montón de ejemplos de personas que tuvieron un impacto en sus vidas al conocer personalmente al Mesías.
En la palabra encontramos la historia de un hombre que perseguía a la iglesia de Cristo, que odiaba todo lo que era referente a Jesús, sus enseñanzas, sus seguidores y quien tuvo un inevitable encuentro con el Señor. Este hombre se llamaba Saulo de Tarso y la Biblia lo describe como un hombre intachable que hacía todo lo bueno en frente a los hombres quien cumplía la ley judía a la perfección.
Saulo vivía en la provincia romana, la cual era conocida por el comercio, los estudios y donde la universidad allí era comparada con la de Atenas y Alejandría, que vendrían siendo como Harvard hoy en día.
Saulo era un devoto practicante de la religión judía, se encontraba entre los 6,000 fariseos elite de ese tiempo, fue discípulo de Gamaliel quien estaba entre los setenta fariseos más importantes del Sanedrín. En pocos años, muy probablemente Saulo llegaría a ser un hombre de negocios influyente, con poder, quien tenía acceso al sumo sacerdote y quien además había comprado la ciudadanía romana lo cual era el respaldo más poderoso de su tiempo. Él no era cualquier judío y por el hecho de ser romano la gente le hablaba y lo respetaban de una manera diferente.
Este hombre es mostrado en la biblia después de que Jesús ya había sido crucificado, había resucitado, ascendido al cielo, y posterior a que el Espíritu Santo había sido derramado sobre los discípulos. Estos hombres hablaban, oraban y amaban como Jesús les había enseñado y continuaban la obra de Jesucristo.
Saulo tenía un odio tan incontrolable hacia todas estas cosas que empezó a perseguir a los cristianos, quería verlos a todos en la cárcel siendo juzgados, aunque fueran inocentes, los acusaban de cosas que no hacían con tal de que verlos muertos e inclusive este hombre llegó a ser cómplice del primer asesinato de un cristiano – de Esteban – el primero de los millones de los cristianos que son perseguidos y asesinados por el solo hecho de su fe en Jesucristo.
A pesar de que este hombre solo quería exterminar a todos los cristianos, el Inevitable encuentro con Jesús iba a suceder según el libro de Hechos 9:1-19
“Mientras tanto, Saulo pronunciaba amenazas en cada palabra y estaba ansioso por matar a los seguidores del Señor. Así que acudió al sumo sacerdote. 2 Le pidió cartas dirigidas a las sinagogas de Damasco para solicitarles su cooperación en el arresto de los seguidores del Camino que se encontraran ahí. Su intención era llevarlos—a hombres y mujeres por igual—de regreso a Jerusalén encadenados.
Notar que a los cristianos les decían los seguidores del Camino – escrito en mayúscula – refiriéndose a Jesús.
3 Al acercarse a Damasco para cumplir esa misión, una luz del cielo de repente brilló alrededor de él. 4 Saulo cayó al suelo y oyó una voz que le decía:
—¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?
5 —¿Quién eres, señor?—preguntó Saulo.
Saulo sólo sabía que quién le hablaba tenía mucho poder y por eso le llamó Señor
—Yo soy Jesús, ¡a quien tú persigues! —contestó la voz—. 6 Ahora levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.
7 Los hombres que estaban con Saulo se quedaron mudos, porque oían el sonido de una voz, ¡pero no veían a nadie! 8 Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos, estaba ciego. Entonces sus acompañantes lo llevaron de la mano hasta Damasco. 9 Permaneció allí, ciego, durante tres días sin comer ni beber.
10 Ahora bien, había un creyente en Damasco llamado Ananías. El Señor le habló en una visión, lo llamó:
—¡Ananías!
—¡Sí, Señor!—respondió.
11 El Señor le dijo:
—Ve a la calle llamada Derecha, a la casa de Judas. Cuando llegues, pregunta por un hombre de Tarso que se llama Saulo. En este momento, él está orando. 12 Le he mostrado en visión a un hombre llamado Ananías que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.
13 —¡Pero Señor!—exclamó Ananías—. ¡He oído a mucha gente hablar de las cosas terribles que ese hombre les ha hecho a los creyentes de Jerusalén! 14 Además, tiene la autorización de los sacerdotes principales para arrestar a todos los que invocan tu nombre.
15 El Señor le dijo:
—Ve, porque él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles y a reyes, como también al pueblo de Israel; 16 y le voy a mostrar cuánto debe sufrir por mi nombre.”
17 Así que Ananías fue y encontró a Saulo, puso sus manos sobre él y dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, quien se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo». 18 Al instante, algo como escamas cayó de los ojos de Saulo y recobró la vista. Luego se levantó y fue bautizado. 19 Después comió algo y recuperó las fuerzas.”
En este momento ya Saulo estaba haciendo transformado porque ya había tenido un encuentro con el Señor.
Este relato de la palabra nos enseña que hay espacio en el reino de Dios y propósito para cualquiera de la misma manera que hubo espacio para Saulo, el asesino, el acusador. Porque en realidad así éramos cada uno nosotros cuando llegamos al Señor, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados y Él nos encontró y nos llevó a la vida.
Saulo – cuyo nombre significa “aquel que ha sido pedido por Dios” – se convirtió en el predicador de los gentiles. Pablo hizo lo malo, pero Dios lo escogió a pesar de lo que había hecho y tenía un propósito preparado para él.
Más adelante, también en el libro de Hechos 9:19-21 dice:
Saulo se quedó unos días con los creyentes[e] en Damasco. 20 Y enseguida comenzó a predicar acerca de Jesús en las sinagogas, diciendo: «¡Él es verdaderamente el Hijo de Dios!».
21 Todos los que lo oían quedaban asombrados. «¿No es este el mismo hombre que causó tantos estragos entre los seguidores de Jesús en Jerusalén?—se preguntaban—. ¿Y no llegó aquí para arrestarlos y llevarlos encadenados ante los sacerdotes principales?».
Algo había cambiado, la vida de Saulo había dado un giro de 180 grados. Este hombre sabía que su encuentro había sido con El Mesías prometido.
Poco tiempo después los judíos hicieron a Saulo lo mismo que le hicieron a Jesús conspiraron, y conspiraron contra Pablo para matarlo.
El día que Saulo – a quien el nombre le fue cambiado por Pablo – tuvo un encuentro cara a cara con Jesús, pasó de ser asesino a mensajero de vida, de acusador a libertador por medio de Jesucristo, de odio a amor, de fariseo a apóstol, de perseguidor a perseguido.
Pablo tenía un propósito muy marcado, llegaría a ser un hombre poderoso entre los fariseos, pero cambió todo por la incertidumbre del ministerio, por seguir a Jesús, porque seguir a Jesús es mejor que una cuenta de banco llena, que un seguro de vida, que cualquier cosa que nos de seguridad.
Jesús dice en Mateo 16 25 26 lo siguiente:
“Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 26 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?”
Pablo entendió esto. Así que lo entregó todo cómo el sabio que entiende el valor de Jesús. Como la parábola del hombre rico que encuentra una perla, algo muy valioso, y vende todo lo que tiene con tal de comprar esa perla, porque el hombre sabio entiende que no hay comparación con la billetera versus la vida que podemos tener en el Señor.
También en la biblia nos muestra la historia del joven rico en Lucas 18:18-25, quien no estuvo dispuesto a entregar todo lo que tenía, prefirió unos años más de riqueza a cambio de su salvación eterna
No hay punto medio en el cristianismo: no somos “medios cristianos”, no se trata de solo entregar una parte, o lo entregamos todo o no somos dignos de el Señor. Recordemos que Él entregó TODO por nosotros.
Si no estamos dispuestos a entregarlo todo, mejor irnos al mundo, pues es peor el castigo para quien es tibio, aquel que dice que es pero no lo es, quien no está dispuesto a dejarlo todo.
En Filipenses 3:8-11 Pablo nos comparte uno de sus testimonios más personales:
“Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo 9 y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe. 10 Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. 11 Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos.”
Lo que estaba diciendo Pablo es que todo lo que tuvo ahora lo veía como basura por la excelencia de conocer a Jesús.
No se trata de escuchar de otros sobre el Señor, escuchar prédicas o venir a la iglesia, sino conocerlo de manera íntima porque Jesús quiere encontrarse con nosotros uno a uno, en intimidad, en oración que lo busquemos de corazón.
Pablo repite ciento sesenta y cuatro veces en todas las cartas que “estamos en Él no con Él”, que nuestra vida sea un reflejo de Jesús pues ahora somos uno con Él, y el “ser hallados” porque Jesús nos encontró a nosotros, no lo hallamos, Él nos trajo con amor, nos escogió de un montón de pecadores, porque así de grande es su amor.
Pablo tenía justicia personal, pues como él “todo lo hacía bien” creía que era alguien para juzgar y decir lo que estaba bien y lo que estaba mal, y por eso asesinaba cristianos “en nombre de Dios”. Eso es lo mismo que sucede con la justicia del mundo, de los gobiernos cuando se ponen en contra de lo que la palabra de Dios y deciden por si mismos definir lo que es bueno y lo que es malo.
La religión sin Jesús engaña y lamentablemente muchos creerán que son salvos, pero llegará el día en el que le dirán al Señor “¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” y Él les responderá “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”.
Sólo un encuentro real con Jesús, una relación genuina con Él, arrepentirnos de nuestros pecados nos lleva a encontrarnos realmente con Él y ser salvos.
Ahora Pablo entendía que no se trataba de lo que él hacía. Y así es, nada de lo que uno hace nos lleva a Dios, es un regalo inmerecido, cambiamos porque vivimos agradecidos con lo que Él nos dio, somos transformados por el sacrificio que Él hizo, porque las obras nunca harán a nadie salvo, y esa es la mentira de la religión. Las obras son solamente un reflejo de tu salvación.
Cuando Pablo aún no conocía al Señor, solamente había escuchado historias sobre él. Los religiosos de la época habían enviado sellar la tumba de Jesús y no querían que nadie se enterara de que el Señor había resucitado y quería ocultar toda evidencia de que esto realmente había sucedido. Pero cuando Pablo se encontró con Jesús camino a Damasco, su percepción cambió, pues ya no era algo que le decían sobre Jesús, ahora era algo que él experimentaba y por eso su vida cambió para siempre.
Cuando Pablo afirmó en Filipenses que él quería “experimentar el poder que se manifestó en su resurrección” no era para creerse más importante que los demás sino no para ser usado, para ser un instrumento del Señor, para ir a predicar, llevar la palabra, el amor de Dios, ser un canal para que la gente encontrara el Camino Verdadero.
Pablo habló sobre compartir los mismos padecimientos de Cristo, no le importaba porque lo encontró a Él, y tener a Jesús es tenerlo TODO.
Hablamos anteriormente del significado del nombre Saulo, ¿pero sabe que significa el nombre Pablo? Significa hombre pequeño.
Pablo se había convertido en una persona humilde, que entendía que no era digno de esa resurrección tan grande de la cual nosotros tampoco lo somos, pero es un regalo que Dios. Pablo escogió la vida eterna Pablo y lo mataron, pero hoy está con Cristo, en la gloria de Dios.
Ese día camino a Damasco, los ojos naturales de Pablo fueron cerrados, dejó de ver el mundo, pero sus ojos espirituales fueron abiertos a la verdad y la eternidad de Jesucristo.
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