Encuentros fallidos
Cuando tenemos encuentros con Dios tenemos dos alternativas: ser espectadores o protagonistas de lo que Él está haciendo. Dios quiere usarnos y que seamos parte de Su obra no importa si somos jóvenes o adultos, si nos regaló vida hay propósito y si nos ha sembrado en la Iglesia va a usarnos.
Al pensar en Encuentros con El Mesías solemos imaginar todos los encuentros positivos sobre cuántas veces el Señor se encontró con personas que cambiaron sus vidas para siempre, pero también hay encuentros que no fueron tan positivos, donde la persona no fue transformada. Ambos debemos estudiarlos, porque cuando lo hacemos, nos vamos a dar cuenta de cuál es nuestro tipo de relación y cuál es nuestra expectativa cada vez que tenemos la oportunidad de tener un encuentro con Dios.
Contexto de Lucas 23.
Jesús fue traicionado por Judas y fue vendido. Él pasó por un conjunto de juicios, dos religiosos y dos políticos, en los cuales buscaban condenarlo. Jesús era un problema y una amenaza para los religiosos de la época, así que en medio de la noche lo tomaron y lo llevaron a un juicio donde el sumo sacerdote, y luego al Concilio. En estos lugares lo increparon, insultaron, golpearon y escupieron. Después pasó por dos juicios más que fueron con Pilatos y Herodes el tetrarca —hijo de Herodes el grande—. Estos hombres tuvieron la oportunidad de tener un encuentro con Jesús, pero su orgullo impidió que ellos fueran transformados, ya que ellos se quedaron con su propia forma de ver las cosas.
En ocasiones hablamos de los de los fariseos negativamente, sin embargo, ellos estudiaban la Biblia y anhelaban llevar una vida de santidad, aunque muchas veces su religiosidad no les permitía tener los ojos abiertos para que viesen a Jesús tal y como Él era. Es importante que nos pongamos en el lugar de esas personas y nos preguntemos ¿Qué ha impedido que tengamos ese encuentro transformador con el Señor? Una de las causas más comunes es nuestro orgullo. Muchas veces preferimos mantener nuestra posición y tener la razón, que entregarle nuestras cosas a Dios y escogerlo. Eso nos lleva a miseria, problemas y tristeza.
Pilato era un dirigente duro, fuerte y digno de lo que representaba el Imperio Romano. No titubeaba en matar o mandar a matar. Este hombre es el que recibe a Jesús mientras los judíos inventaban argumentos para matarle:
“Levantándose entonces toda la muchedumbre de ellos, llevaron a Jesús a Pilato. Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey.” Lucas 23 1-2
El enemigo no va atacar con parte verdad y parte mentira. En el texto podemos ver como cada uno de los argumentos que ellos dieron de Jesús eran parte verdad y parte mentira. En el primer punto hablaron de que Jesús pervertía a la nación y era una persona rebelde y revolucionaria. Es cierto que Él era un revolucionario religioso, pero no político. No tenía un ejército con armas que estuviera contra Roma. Nuestros fundamentos deben estar en la Palabra de Dios porque sólo a través ella nos vamos a dar cuenta cuando la voz que nos estaba hablando viene del Espíritu Santo o no.
El segundo punto es que dijeron que Jesús le impedía dar tributo al César, pero Él nunca hizo esto, únicamente dejó clara cuál era su ley moral y la que nosotros debemos seguir, que consiste en sembrar primero para el Señor. La primicia de todo lo que hacemos debería ser para Dios, y después cumplimos con nuestras obligaciones. El Señor nunca nos enseñó que podemos ir en contra del gobierno y no pagar nuestros impuestos, sino que debemos ser rectos. Sin embargo, de nada nos sirve ser rectos delante de los ojos del gobierno y no delante del Señor.
El tercer punto, consiste en la afirmación de hablar de Él mismo como un rey. Jesús decía esto con sus discípulos, en círculos de influencia, mas no públicamente. El enemigo va a mentir contra nuestra identidad.
De esto podemos ver que:
- El enemigo nos ataca diciendo que vamos en contra del mundo y trata que hagamos en lo que el mundo dice y sigamos sus principios, pero nosotros vamos en contra, porque seguimos los principios del Reino.
- Otro ataque es con temas de dinero, dicen que todos los pastores se roban el dinero y que somos tontos si sembramos, pero las donaciones se hacen por convicción y no por obligación. Se hacen cuando estamos convencidos de que queremos entregar algo al Señor y tenemos confianza de lo que se está haciendo para Su obra.
- Y siempre nos van a atacar con nuestra identidad.
“Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y respondiéndole él, dijo: Tú lo dices.” Lucas 23:3
Esa es una de las frases más complejas teológicamente hablando ya que existen varias interpretaciones, pero lo más importante es que el Señor delante de un juicio de condenación y de muerte nunca negó quién era Él.
¿Cómo actuamos cuando estamos puestos cara a cara con el peligro, con la crítica o una situación adversa? ¿Negamos nuestra fe para adoptar al mundo? El Señor nunca negó quién era, no nos avergoncemos del Evangelio porque es Poder de Dios.
“Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre. Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. Entonces Pilato, oyendo decir, Galilea, preguntó si el hombre era galileo. Y al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que en aquellos días también estaba en Jerusalén.” Lucas 23: 4-7
En ese momento Pilato toma esta frase y busca salir de su situación pasándole el problema a alguien más. Lo pasa a Herodes como una alternativa a su problema. Herodes era un gobernador de otra región, y era detestable. Históricamente se dice que este hombre robó la esposa de su hermanastro y se casó con ella. Su esposa era prima, o sea, practicaba incesto, adulterio, divorcio. Además, mandaba matar a diestra y siniestra y fue quien envió a matar a Juan El Bautista.
“Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía tiempo que deseaba verle; porque había oído muchas cosas acerca de él, y esperaba verle hacer alguna señal. Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió. Y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándole con gran vehemencia. Entonces Herodes con sus soldados le menospreció y escarneció, vistiéndole de una ropa espléndida; y volvió a enviarle a Pilato.” Lucas 23: 8- 11
Jesús no respondió ni una sola palabra delante de Herodes. De esto surge una pregunta interesante ¿Por qué el Señor le respondió a Pilato, pero no a Herodes? Los dos gobernaban con poder y enviaban a matar. La diferencia entre Pilato y Herodes era que el primero preguntaba para saber, pero Herodes lo hacía para para entretenerse y burlarse del Señor. Quería que Jesús hiciera milagros, pero a pesar de ser dirigente de Galilea y Capernaum —lugares donde el Señor hizo más su ministerio— nunca salió a escucharlo.
El orgullo nos afecta el tener un encuentro genuino y real con el Señor. También, Dios nunca va hablar cuando alguien no quiere escuchar. Podemos aprender de esto porque a veces las personas nos enojamos con el Señor porque no ha respondido nuestras oraciones, pero por nuestra parte ya hemos tomado la decisión en nuestro corazón. De esta manera Dios nunca nos va hablar porque no hemos dispuesto nuestros oídos para escuchar su voz y hacemos lo que queremos sin preguntar al Señor si eso le agrada. Y porque no le buscamos por querer encontrarnos con Él, sino para que nos apruebe nuestra condición.
Sin embargo, no podemos involucrar a Dios en nuestros planes, más bien nosotros nos involucramos en Sus planes. Si tenemos a Cristo lo tenemos todo ¿Qué más necesitamos? ¿Qué más podemos pedir? Dios conoce todo lo que hay en nuestro corazón y nuestros anhelos. Él se va a encargar en su tiempo, de suplir nuestras necesidades mientras estemos en la cobertura de su plan perfecto. Pero la pregunta es ¿Qué pasa si no recibimos lo que esperamos? ¿Nos vamos a alejar de Dios?
Para entrar el año de evangelismo es necesario salir de nuestra zona de Confort y predicar el evangelio. Un consejo sobre eso es no compartir el evangelio con aquel que no quiere escucharlo. No todo terreno está listo para recibir las cosas de Dios. Siembra la semilla donde hay un terreno listo y ora para que el Espíritu Santo prepare terrenos.
Y se hicieron amigos Pilato y Herodes aquel día; porque antes estaban enemistados entre sí. Lucas 23:12
Cuando está Cristo en el centro, los enemigos se unen contra nosotros. Y si los enemigos se unen contra nosotros ¿Qué vamos a hacer como Iglesia? ¿Seguir criticando por diferencias vanas que no definen el fundamento de nuestra fe? ¿O nos vamos a unir? Es tiempo de estar más juntos que nunca y dejar nuestras diferencias de lado para unirnos en contra de nuestro enemigo común que no es carne ni sangre sino principados y potestades.
“Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre.” Lucas 23:13-15
Ni aún Herodes encontró algo digno para la muerte del Señor. Muchas personas dudan de si Jesús fue una persona que nunca pecó, pero en ese momento, Jesús fue donde los jueces probablemente más duros e implacables, y estos hombres no pudieron encontrarle ni una sola mancha. Por esta razón ninguna persona puede decir que Jesús hizo mal porque Él es el cordero santo y puro.
“Le soltaré, pues, después de castigarle. Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.” Lucas 23: 16-17
El carácter de Pilato es otro tipo de persona, la que busca agradar tanto a Dios como a la gente. Pilato era la autoridad y sabía que Jesús era inocente. Él podía dar su veredicto inocente, pero dijo que no lo iba a mandar a mandar matar, pero lo iba a castigar, haciendo una injusticia.
No obstante, muchas veces somos iguales, queremos agradar al Señor, pero seguir pecando, agradar al Señor, pero seguir en división, agradar a Dios, pero no hacemos lo que nos toca, agradar a Dios, pero no congregarnos, agradar a Dios, pero no queremos orar ni leer la Biblia. ¿no somos iguales? Si queremos agradar a Dios escogemos a Cristo y desechamos al mundo o escogemos el mundo y desechamos a Cristo, pero si intentamos agradar al mundo nunca tendremos un encuentro real con Jesús. Si queremos buscar al Señor, es necesario que abramos nuestros oídos, dejemos nuestro orgullo, y le pongamos a Él en primer lugar.
“Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta. Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo: !!Fuera con éste, ¡y suéltanos a Barrabás! Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio.” Lucas 23: 17-19
El pueblo por su orgullo estaba escogiendo que se liberara una persona que podía traer un daño a la sociedad. Nosotros también hemos preferido aferrarnos al orgullo, a pesar de saber que esa decisión está mal porque queremos quedarnos con la razón y ser “dueños de la verdad”
“Este había sido echado en la cárcel por sedición en la ciudad, y por un homicidio. Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; pero ellos volvieron a dar voces, diciendo: !!Crucifícale, crucifícale! Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré. Mas ellos instaban a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.” Lucas 23: 19-25
Ese día el mundo fue testigo de cómo un hombre culpable era liberado, y como un hombre inocente era condenado a muerte. Ese día el mundo vio cumplirse una profecía. Dice Romanos 3:23 que “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,” Todos hemos fallado al Señor y como todos pecamos habíamos sido destituidos de la gloria de Dios. Nosotros merecíamos esa muerte en la cruz, entrar a ese juicio y salir sabiéndonos culpables, pero Jesús, el cordero inmolado perfecto, se sacrificó para que nosotros tuviésemos vida.
Barrabás empezó a vivir una vida libertad, aunque él merecía condenación. Este es un mensaje profético ya que Barrabás significa bar: hijo y abba: Padre, o sea, Hijo de Dios. Un hijo de Dios era puesto en libertad mientras que Jesús era condenado sin merecerlo. Nosotros no merecíamos el sacrificio de Jesús y no lo recibimos porque hayamos hecho algo bueno, todos hemos dejado de ser fieles, pero Él siempre ha sido fiel y lo seguirá siendo.
Este mensaje no es de condenación, es para hablar sobre aquel que murió en una cruz para darnos vida y libertad. Al vivir una vida apartada para Dios no podemos decir que todo lo que hemos venido cargando y nuestros problemas van a desaparecer, eso no es el verdadero cristianismo. Pero sí podemos decir que la paz va a llenar nuestra vida y amor va a empezar a descender sobre nosotros. Esto es algo que no se puede explicar con palabras porque es inexplicable sólo Cristo los hace.
Hoy podemos escoger qué tipo de encuentro queremos tener, ya sea pasajero como la de Pilato y Herodes que se encontraron con Jesús, pero su corazón y sus oídos siguieron cerrados o un encuentro del que salgas transformado y lleno de la paz de Dios para siempre. El Señor murió ese día, pero la historia no termina ahí, tres días después se levantó de la muerte venciendo el pecado, la muerte, la condenación, la culpa, el dolor, y la enfermedad. Si crees esto, te invitamos a tener un encuentro con Jesús, y dejamos lo que nos tenía atados para entrar a lo nuevo de Él.
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