La Vida del Discípulo - Pedro el Discípulo
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La Vida del Discípulo – Pedro el Discípulo

Pedro fue un ejemplo del discipulado bíblico. Meditemos en esta frase la cual es necesaria para el desarrollo del tema y fundamental para entender lo que el Señor nos quiere enseñar: Dios honra a quienes le honran, Dios honra a quienes cultivan cultura de honra.

Mateo 16: 21-28 Nueva Traducción Viviente (NTV) nos dice:

«21 A partir de entonces, Jesús[a] empezó a decir claramente a sus discípulos que era necesario que fuera a Jerusalén, y que sufriría muchas cosas terribles a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero al tercer día resucitaría.

22 entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo por decir semejantes cosas.

—¡Dios nos libre, Señor!—dijo—. Eso jamás te sucederá a ti.

23 Jesús se dirigió a Pedro y le dijo:

—¡Aléjate de mí, Satanás! Representas una trampa peligrosa para mí. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no desde el punto de vista de Dios.

24 luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme. 25 si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la salvarás. 26 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero pierdes tu propia alma[c]? ¿Hay algo que valga más que tu alma? 27 pues el Hijo del Hombre vendrá con sus ángeles en la gloria de su Padre y juzgará a cada persona de acuerdo con sus acciones. 28 les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán antes de ver al Hijo del Hombre llegar en su reino.»

La historia inmediata anterior al texto citado se refería al momento que el Señor se acercó a sus discípulos y les preguntó “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” A lo que Pedro respondió: “Tu eres el Mesías”; entonces Jesús le dijo “bien has dicho Pedro, eso no te lo reveló ni carne ni sangre, ahora te digo que tú eres Pedro (que significa “roca”), y sobre esta roca edificaré mi iglesia.” Mateo 16:13-19 Nueva Traducción Viviente (NTV).

¿Por qué Pedro reprendió al Señor y reaccionó de esa manera?

En el versículo 21, Jesús les reveló que era necesario que Él sufriera. Esta fue una verdad que Pedro no comprendía, porque no entendía que, si el Señor no pasaba por ese sufrimiento, seríamos nosotros quienes tendríamos que enfrentarlo. Si Jesús no hubiera sido crucificado, la cruz nos habría correspondido a nosotros. Pero Él, siendo el Mesías, vino a traer libertad espiritual; vino a romper las cadenas del pecado y de la muerte. Tomó nuestro lugar como un cordero perfecto, viviendo una vida justa para que nosotros —injustos— pudiéramos ser aceptados por el Padre. Hoy tenemos vida gracias al sacrificio de Jesús en la cruz.

Jesús dejó claro a sus mismos discípulos que su obra, no fue para ganarse una medalla o sentirse como un héroe, lo hizo por amor y obediencia al Padre, fue voluntariamente a la cruz, teniéndonos en mente. 

Pedro se detuvo, apartó a Jesús, lo reprendió en privado y le recalcó que estaba equivocado. Esto demostró carencias en su carácter, actitud de rebeldía y orgullo. Así fue como inició el pecado en el mundo, con orgullo y rebeldía. Estos dos elementos nunca nacen de una forma pública, si no en privado, nace desde un corazón que está cerrado y que no recibe una reprensión, desde un corazón que a veces cree tener la razón o saber más que otros.

Pedro venía de haber sido usado por Dios y por eso se sintió con el permiso de poder reprender al mismo Jesús, pasó de ser usado por Dios, a ser usado por Satanás. Muchas veces nos pasa lo mismo, somos tan volátiles como seres humanos que pasamos de ser usados por Dios a ser usados por el enemigo. 

Todo tiene que ver con lo que pongamos como prioridad en nuestra vida, si estamos llenos del Espíritu Santo, seremos usados por Dios, si estamos llenos de carnalidad y pecado, seremos usados por Satanás Siendo usado por Satanás, Pedro se convirtió en aquel a quien Dios se le revelaba, a ser aquel que empezó a ser el tentador usado por el enemigo.

Jesús empezó a reprender a Satanás y empezó a reprender a Pedro y le dijo: “Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no desde el punto de vista de Dios.” Mateo 16:23 Nueva Traducción Viviente (NTV).  Esa reprensión fue la que Jesús da a Pedro y esa es la que nosotros también deberíamos tomar, decidimos las cosas desde la perspectiva humana, escogemos lo humano y no lo espiritual.

Pedro estaba viendo su beneficio a corto plazo, la libertad de la opresión a corto plazo, sin ver el panorama como lo vio Dios: es mejor un sufrimiento en pequeña porción para una eternidad en la presencia de Dios, que una vida de deleites para pasar eternamente alejados de Dios. 

Solo hay dos panoramas: la vida o la muerte. Escoge vida y vivirás eternamente con Él o escoge el infierno y eternamente estarás apartado de su presencia.

En el siguiente versículo podemos identificar lo mencionado: Deuteronomio 30:19 Nueva Traducción Viviente (NTV): “Hoy te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre bendiciones y maldiciones. Ahora pongo al cielo y a la tierra como testigos de la decisión que tomes. ¡Ay, si eligieras la vida, para que tú y tus descendientes puedan vivir!” 

Cuando decidimos según nuestra naturaleza humana, estamos cediendo terreno a Satanás. Al tomar decisiones basadas en nuestra propia voluntad, sin considerar a Dios, le damos al enemigo control sobre nuestra vida. Pedro quizá no eligió conscientemente a Satanás, pero al alinearse con los valores del mundo, terminó eligiendo lo mismo.

Mateo 24:16: “Luego Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme.”

Si alguno quiere caminar en un verdadero discipulado con Jesús, las condiciones y el peso que representa es negarse a su carne, morir a mí mismo todos los días, tomar su cruz y seguir a Cristo. Cada vez que dejamos de negarnos, dejamos de seguir a Cristo. El llamado implica eternidad, es completo y demandante, es la única forma de seguir a Cristo. Si evitamos caminar en una rendición total, ganaremos nuestra vida terrenal, pero perderemos la eternidad. 

Caminar en Cristo es negarnos a nosotros mismos diariamente. Si no somos obedientes a esto no somos discípulos de Jesús. El esfuerzo por morir diariamente a nosotros mismos no es en vano, la recompensa no es en la tierra, si no en el cielo. Dios nos llamó a vivir una vida integra, la vida cristiana implica restricciones, implica decisiones difíciles.

Cada uno escoge a quien quiere honrar, y que tipo de aprobación queremos, si la de Dios o la de los hombres; cada uno escoge el tipo de vida que quiere vivir.  Ser un verdadero discípulo del Señor implica todo lo anterior.

Hablamos anteriormente del llamado, ahora hablemos de Pedro como discípulo. La definición de discipulado es la siguiente: Es un modelo establecido por Dios, un llamado dado por Dios al creyente, es un mandamiento por parte de Jesús.

Mateo 28:19-20 Nueva Traducción Viviente (NTV): “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos.” 

Como creyentes, nuestra primera responsabilidad es ser discípulos de Jesús. Sin embargo, la iglesia local forma parte del diseño de Cristo; es Su cuerpo en acción: Sus brazos, Su voz y Sus pies en la tierra. Estamos aquí para ser instrumentos de Dios en el mundo. Y para ser verdaderos discípulos de Cristo, necesitamos aprender de alguien que sea un fiel representante de Él, alguien que pueda decir con integridad: «Imítenme a mí, como yo imito a Cristo.»

No podemos ser un verdadero discípulo si no hacemos discípulos, y no podemos hacer discípulos si antes no nos hemos dejado discipular por alguien.

Una iglesia sin un corazón de discipulado es una iglesia que no tiene esencia y razón para ser. Si no estamos siendo discipulados, lo que estamos haciendo es una religión y no estamos viviendo la vida de Cristo.

A continuación, tres cualidades de cómo debería verse un discipulado:

  1. El discipulado es obediencia en amor: 

Hebreos 13:17-18 Nueva Traducción Viviente (NTV): “Obedezcan a sus líderes espirituales y hagan lo que ellos dicen. Su tarea es cuidar el alma de ustedes y tienen que rendir cuentas a Dios. Denles motivos para que la hagan con alegría y no con dolor. Esto último ciertamente no los beneficiará a ustedes. Oren por nosotros, pues tenemos la conciencia limpia y deseamos comportarnos con integridad en todo lo que hacemos.”

Nuestra responsabilidad como discípulos es someternos a Jesús. Esto implica estar bajo el discipulado de una persona y obedecer, incluso cuando lo que se nos pide no nos agrada o no nos parece. El verdadero discipulado requiere sujeción.

Un líder o discipulador fiel será quien confronte aquellas áreas donde más nos duele, porque solo al identificar esas heridas podemos llevarlas a la obediencia de Cristo y experimentar verdadera sanidad y crecimiento. El texto bíblico nos llama no solo a obedecer, sino a hacerlo con la actitud correcta.

Una actitud moldeable y positiva hacia el discipulado no beneficia al discipulador, sino al discípulo. Tener al mejor discipulador no garantiza que seremos buenos discípulos, porque el discipulado no depende de quién está guiándonos, sino de nuestra disposición y humildad para dejarnos formar. El discipulado requiere obediencia motivada por amor.

  1. El discipulado necesita un corazón enseñable:  

No hay nada peor que una persona que no es moldeable y enseñable.  Se vale tener una opinión contraria, esto no se trata de acatar sin razonar, ¿Se vale diferir con el corazón lleno de orgullo? Porque si hay orgullo estamos siendo personas que no caminamos bajo sujeción.  En la opinión de un teólogo sobre el texto de Mateo 16. 21 al 28: Se indica “Pedro, tu lugar es detrás de mí, no enfrente de mí. Tu lugar es seguirme de la manera que Yo escoja, no intentar liderarme de la manera que te gustaría que Yo vaya.”

  1. El discipulado es relacional e incremental: 

El discipulado es relacional; requiere intimidad. Un discipulador tiene la responsabilidad de conocer a sus ovejas, de caminar con ellas, ser ejemplo y poder decir con integridad: «Imítenme a mí, como yo imito a Cristo.» No puede haber crecimiento ni desarrollo sin una relación cercana. El discipulado consiste en conocer a la persona, identificar sus necesidades y ayudar a suplirlas con amor y verdad.

El aumento de la fe está directamente relacionado con la intimidad: a mayor intimidad, mayor fe; y a mayor fe, mayor obediencia. Cuando crecemos en confianza con quien nos discipula, también crecemos en obediencia. Por eso, hoy es un buen momento para honrar a aquellas personas que verdaderamente se han entregado a discipularnos con dedicación y amor.

Siempre es necesario restaurar la honra. Tal vez nos hemos equivocado —y equivocarse es parte del proceso—, pero no es válido quedarnos en el error. La honra debe darse a quien honra merece. La Biblia nos llama a orar por nuestros líderes, así que levantemos una oración por ellos y bendigamos sus vidas en todas las áreas.


En la vida de Pedro podemos ver la transformación de un hombre que era falible y que a través de la obra de Jesús y el Espíritu Santo en su vida, se convirtió en un discipulador, un líder valiente y que fue obediente al Señor. Pedro fue moldeable en las manos de Cristo, y esto lo convirtió en parte importante de la iglesia de Cristo. 

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