
Comprometidos – Comprometidos con Dios
El ser cristiano no es una etiqueta que nos colocamos a conveniencia, más bien es un llamado a negarse a uno mismo como requisito para poder seguir genuinamente a Cristo.
Esta serie – Comprometidos – pretende recordar y revolucionar nuestro compromiso con Dios, su obra y sus propósitos en nuestra vida. Entonces, necesitamos humildad; ese es el componente principal. Si no, no hay forma de que seamos marcescibles (tener la capacidad de tomar otra forma); pues si somos rígidos, el alfarero no puede trabajarnos.
Cuando nos enfrentamos a una situación difícil, empezamos a buscar a quién le apuntamos con el dedo: “esto es culpa del pastor, de mi papá, de mi mamá, de mi esposo(a), de mis hijos, del entorno”; pero la Biblia nos enseña que la culpa es nuestra, es culpa de nuestro pecado; es nuestra falta, nuestro error.
Veamos brevemente cómo Dios percibe el adulterio. A lo largo de la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento, se compara el adulterio con la infidelidad del pueblo de Israel hacia Él. Dios, siendo fiel, demanda de su pueblo un compromiso de fidelidad; sin embargo, el pecado en el creyente representa infidelidad a Dios.
Levítico 20:10 Reina Valera 1960 (RVR1960)
“Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos.
Proverbios 6:32-33 Reina Valera 1960 (RVR1960)
“Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento, corrompe su alma el que tal hace.»
“Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada.»
Jeremías 23:10 Reina Valera 1960 (RVR1960)
“Porque la tierra está llena de adúlteros; a causa de la maldición de la tierra está desierta, los pastizales del desierto se secaron, la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta.»
El pecado en el creyente es una forma de infidelidad delante de Dios. Cada vez que pecamos, espiritualmente estamos cometiendo adulterio. Muchas personas no quieren abandonar su pecado porque lo aman y lo disfrutan más que su relación con Dios. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Es realmente Dios nuestro primer lugar? ¿Es Él el centro de nuestra vida?
Con frecuencia hemos normalizado el pecado al punto de acercarnos a Dios con una oración superficial: ‘Señor, tú sabes que hice esto mal y que tú me perdonas’, como si nada hubiera ocurrido.
Apocalipsis 3: 1-6 Reina Valera 1960 (RVR1960)
«Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.»
La ciudad de Sardis era una ciudad en Asia Menor, ubicada en la cima de una colina donde todos podían ver. Era una ciudad económicamente muy pudiente y su principal razón de ingresos era la producción de telas que en esa época era muy valiosa. Ellos quedaban a un paso entre Europa y Asia y se importaban y exportaban muchas telas. En esta ciudad estaba la iglesia de moda, conocida por todos: la iglesia de Sardis. El texto nos hace referencia a que la iglesia tenía un nombre, una reputación que mantener, tenía buena estructura, obras sociales, un buen impacto en general, y eso era lo que la gente opinaba y lo que Dios opinaba de ellos, no era lo que la gente opinaba.
A Dios no le importa la reputación que tengamos con la gente. A Dios le importa lo que hacemos en lo secreto, en lo privado; lo que vemos en internet, hasta el más mínimo detalle de lo que vivimos.
El Señor dice: “Estás muerto”. Y esa muerte no significa dejar de respirar. Todos algún día dejaremos de respirar, pero nuestro espíritu seguirá vivo. Lo que realmente importa para Dios es que, cuando llegue el día en que seamos llamados, no contará cuántas personas simpatizaron con nosotros, sino cuánto vivimos para agradarle a Él. Porque es posible hablar, andar y actuar como cristiano, aparentar estar vivo… y en realidad estar muerto.
Nuestro espíritu va a tener dos caminos: o vivimos una vida conectados a la fuente o eternamente separados de Él.
La iglesia de Sardis no murió porque dejó de existir; murió porque era una iglesia sin espíritu, y hoy hay muchos cristianos donde el Espíritu de Dios no ha llegado a su vida, y muchas iglesias donde el Espíritu de Dios tampoco está presente.
«El que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas” Apocalipsis 3: 1 Reina Valera 1960 (RVR1960), lo que quiere decir el número siete es: completo, pleno y lleno. Si nuestra vida no está completa, plena y llena del Espíritu de Dios, no estamos vivos, estamos separados de Dios; por el contrario, si el Espíritu está, nos acerca a estar conectados con la Vid.
Dios Hijo vino a traer redención: se revistió de carne, habitó y caminó entre nosotros. Cuando ascendió al cielo, nos dejó el Espíritu Santo, quien ahora dirige nuestra vida espiritual. Si Él habita en nosotros, vivimos; si no, estamos muertos. Su obra es evidente: toma a una persona, la lleva a Cristo, y Cristo mismo es el camino al Padre. Así vemos a la Trinidad obrando en perfecta unidad.
Pero esto no sucede en nuestras fuerzas, sino en las de Dios. No podemos guiarnos por nuestra propia opinión. Jesús nos recuerda: “Puedes engañar a muchos, pero Yo conozco realmente quién eres”.
«Sé vigilante.» Apocalipsis 3:2 Reina Valera 1960 (RVR1960). El Señor nos dice: ¡LEVÁNTATE! ¿Estás dormido espiritualmente? Empieza a cambiar tu caminar – “ya no vivo yo, Cristo vive en mí”.
Muchas veces abusamos de la gracia. Sabemos que la salvación no se pierde, el que nació de nuevo no puede volver al vientre de su madre, ya nació de nuevo, fue comprado a precio de sangre. Sin embargo, la gracia no podemos comprarla, no podemos arruinarla, pero empezamos a abusar y tomamos excusas para pecar, y eso es así, realmente no hemos sido transformados ni renovados, porque cuando pecamos estamos arruinando la gracia de Aquel que siempre ha sido Fiel.
Jesús mostró un compromiso total: fue hasta la cruz y allí entregó su vida por completo. En Juan 19:30 Reina Valera 1960 (RVR1960), justo antes de entregar su espíritu, dijo: “Consumado es”. Eso significa que Dios no nos compró a medias. De igual manera, nuestro compromiso con Él debe ser total. O nos rendimos por completo, tomando la cruz y siguiéndole, o no lo hacemos. Lucas 9:62 Reina Valera 1960 (RVR1960) nos recuerda: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Quien decide seguir a Cristo no vuelve atrás ni anhela el pasado.
Seguir a Jesús demanda un compromiso absoluto.
“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído” Apocalipsis 3:3, Reina Valera 1960 (RVR1960).
La iglesia de Sardis no fue destruida directamente por Jesús, sino por la falta de fidelidad de quienes debían seguirle. El mensaje a esta iglesia era claro: “Estás dormido”. Y cuando alguien está dormido, lo que necesita es despertar. El Espíritu de Dios responde a las acciones, no solo a las intenciones. Nuestras intenciones no impresionan a Dios, porque, como dice Jeremías 17:9 Reina Valera 1960 RVR1960: “engañoso es el corazón más que todas las cosas”.
Lo que Dios honra es la obediencia. Jesús mismo dijo: “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama” Juan 14:21, Reina Valera 1960, (RVR 1960). La verdadera respuesta al Espíritu Santo es una acción que produce transformación, llevando al arrepentimiento y a un cambio de mente. De lo contrario, lo que vivimos es un adulterio espiritual, porque cada pecado es, en esencia, una infidelidad contra Dios.
“Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.» Apocalipsis 3: 4 Reina Valera 1960 (RVR1960).
El Señor dice: “Hay personas con sus vestiduras blancas” y no han permitido que llegue mancha. ¿Qué es una mancha? La mancha es el resultado de “mezclarme” con componentes ajenos que manchan nuestra vida espiritual. El Señor escogió y sostiene siempre su obra y mantiene un remanente y dice: “No te has mezclado con el mundo, no has adquirido los conceptos del mundo”, porque el mundo viene a distorsionar todo; y no solo de cómo se ve el pecado.
Si no tenemos al Espíritu de Dios, no tenemos NADA (perdemos el tiempo). Nosotros no fuimos llamados a hacer termómetros que nos amoldamos a la temperatura del ambiente. Fuimos llamados a ser termostatos que cambian el ambiente espiritual. Es fácil ser cristiano mientras no generamos ruido.
La iglesia de Sardis nunca fue criticada, nadie habló mal de ella. Y eso es un problema, porque cuando no hablan mal de nosotros es porque no estamos generando ningún impacto y pasamos a moldearnos más al mundo que ellos a nosotros. Porque cuando hablamos y proclamamos la verdad, la verdad duele e incomoda; eso lo que la Palabra nos enseña.
«El que venciere será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.» Apocalipsis 3: 5 Reina Valera 1960 (RVR1960).
Muchas personas usan este pasaje para afirmar que la salvación se pierde. Sin embargo, la verdad bíblica es que el que es salvo, siempre es salvo. Si leemos el texto de manera superficial, podríamos pensar que se refiere a que “el nombre es borrado del libro”. Pero la Biblia enseña que los nombres escritos en el Libro de la Vida nunca serán borrados.
Cuando encuentren una palabra que parece entrar en conflicto con lo que la Escritura enseña, detenganse y busquen el contexto. En Apocalipsis 3:1 Reina Valera 1960 (RVR1960) leemos: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto”. Aquí la palabra nombre se refiere a reputación. Lo que el Señor está señalando es que la reputación no será pasada por alto.
Este mensaje es para aquellos que buscan honrar a Dios en lo secreto:
- El que ora para ser un mejor padre, aunque nadie lo sepa, ni su esposa.
- El que llora en silencio mientras trata de traer los diseños de Dios.
- El que es criticado, llamado orgulloso o vago, pero sigue clamando al Señor.
- El que predica en un carro sin que nadie lo note.
- El que procura santidad entre sus amigos sin buscar reconocimiento.
A estos, el Señor les da una promesa: “Quizás nadie reconozca tu reputación aquí, pero llegará el día en que tu nombre, tu identidad y tu fidelidad serán reconocidos delante de mi Padre y de sus ángeles”. Ese día, en las bodas del Cordero, Él nos vestirá de ropas blancas, y dará una vestidura especial a quienes se han mantenido fieles.
Pero también este mensaje habla a los que están dormidos:
- A los que han experimentado la gracia, pero aún sienten vergüenza.
- A los que fueron perdonados, pero no se saben amados.
- A los que han sido libres del pecado, pero hoy viven como si nada hubiera pasado.
Necesitamos humildad para reconocer la gravedad de nuestras ofensas delante de Dios. De lo contrario, abusamos de su gracia y cometemos adulterio espiritual contra Aquel que siempre ha sido fiel.
Por eso les pregunto:
- ¿Hoy llegaron a la casa del Señor con tu vestidura blanca llena de manchas?
- ¿Hoy toleran el pecado como algo normal?
- ¿Hoy llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo?
- ¿Prefieren su propia opinión antes que el consejo de Dios?
Si piensan que esto no tiene nada que ver con ustedes, cuidado. Si Cristo no ocupa el primer lugar en sus vidas, simplemente no está.
A ustedes que guardan rencor, a ustedes que creen saber más que Dios: arrepiéntanse. Porque engañados caminan directo a la perdición eterna.
La buena noticia es que hay Uno que puede limpiar la mancha más profunda. Hay Uno cuya sangre trae perdón, sanidad y restauración. Hay Uno que, si hoy vuelves a Él, puede hacerte nuevo otra vez: Jesucristo.
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