Dar Frutos

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Porque no puedo dar frutos?

¿Qué es dar Frutos?

Dar Frutos: Capacidad de un ser maduro de reproducirse. Sembrar su propio ADN.

¿Frutos del Espíritu?

El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23

NO HAY LEY – NO HAY LIMITES

Dar fruto es algo natural, pero también una obligación. (Génesis 1:28 (AT), Mateo 28:19 (NT))

¿Por qué no puedo dar fruto?

Jesús y la higuera

Muy de mañana, Jesús fue otra vez a la ciudad de Jerusalén. En el camino tuvo hambre, y vio por allí una higuera. Pero cuando se acercó, no encontró ningún higo para comer. El árbol sólo tenía hojas. Entonces, Jesús le dijo: ¡Nunca volverás a dar higos!
En aquel mismo instante, el árbol se secó. (Mateo 21:18-25)

  1. No darle a Dios el lugar que se merece (Buscad primeramente…). La maldición es no tener a quién servir, pero mientras los mismos hijos de Dios no distingan qué es una maldición y una bendición, no podrán dar fruto. “Que nunca nadie te vuelva a sacar el jugo, que nunca nadie consuma de tu tiempo, que nunca nadie te pida ayuda, que nunca nadie te llame a media noche, eso es una maldición: no tener nada que aportar.”
  2. Desobediencia (conciente o inconciente)
  3. 3) No caminar en voluntad

Cosas que son una bendición y pasan a ser maldición:

  1. Todo lo que te “robe el tiempo de Dios”
  2. Pretender que todo lo puedo. (Todo lo puedo en Cristo, que quiere Cristo?)

He aquí vino uno a él y le dijo: —Maestro, ¿qué cosa buena haré para tener la vida eterna? El le dijo: —¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Hay uno solo que es bueno. Pero si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: —¿Cuáles? Jesús respondió: —No cometerás homicidio, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: —Todo esto he guardado. ¿Qué más me falta? Le dijo Jesús: —Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo. Y ven; sígueme. Pero cuando el joven oyó la palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —De cierto os digo, que difícilmente entrará el rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo que le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Cuando los discípulos lo oyeron, se asombraron en gran manera diciendo: —Entonces, ¿quién podrá ser salvo? Jesús los miró y les dijo: —Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible. Entonces respondió Pedro y le dijo: —He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué hay, pues, para nosotros? Jesús les dijo: —De cierto os digo que en el tiempo de la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido os sentaréis también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que deja casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o campos por causa de mi nombre, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros. (Mateo 40:19)

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto lo limpiará, para que lleve más fruto. (Juan 15:1-2)

Dar fruto del REINO

Los discípulos no llevan fruto, ni más fruto, sino que mucho fruto. El Padre es glorificado en lo que pides, porque es una evidencia más que has dado fruto. DIOS ESPERA FRUTOS…

Los que no llevan frutos para el Reino de Dios no pueden esperar recibir el mismo trato que los que son fieles. Ser improductivos es como estar muertos. El Reino de Dios del cuál somos parte exige compromiso, fidelidad y obediencia. Nuestra unión viva con Cristo, el pámpano, exige que nosotros las vides produzcamos frutos abundantes. La exigencia mayor del Reino es esa: dar frutos dignos del pámpano al cuál estamos arraigados (Mateo 25:29-30).

Es necesario recordar algo importante: a los que llevan fruto se les poda, se les limpia para promover el crecimiento y hacerlos más fructíferos. La prueba de la poda es para fortalecer nuestro carácter y nuestra fe. Dios no desea encontrar vides estériles y que sean obstáculos para que las otras vides den frutos, ¡cuidado con ser de los que bloquean a los que desean ser fructíferos para Dios!

Tu testimonio y tus actitudes y acciones no santas pueden estar impidiéndote dar frutos y que otros lo den. No seas hallado falto de afectar a toda la viña. Los frutos son las cualidades del carácter cristiano (Gálatas 5:22-24 2 Pedro 1:5-8) Tenemos que comprender que mientras el pastor lo haga todo, la iglesia no va avanzar.

Nosotros estamos puestos para adiestrarlos a todos para que todos lo hagan. Tiene que ser una iglesia de hormigas, de gente trabajadora en el reino. Si usted ve la gente en la iglesia verá a todo un ejército trabajando. Cuando llega un predicador o ministro invitado hay gente multimillonaria en el parqueo que les espera para limpiarle los zapatos, y ellos ni saben quién les está limpiando los zapatos. Se ha logrado unificar una cultura de pobres y ricos, blancos y negros, altos y bajos, todos juntos para el reino de los cielos. (Marcos 4:20)

Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Ahora diga conmigo: al treinta, sesenta, y cien. “Tenemos que ir en aumento”. (Mateo 13:23) Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

Hay una tierra que produce del treinta al sesenta y al cien. Pero hay otra tierra que produce al cien, sesenta y al treinta. Los evangelistas lo pusieron en dos órdenes diferentes, uno lo puso en aumento y otro lo puso en descenso.

Si tu produces el treinta por ciento del fruto que hoy es, ya eres buena tierra, no te condenes por no hacer todo perfecto, con el treinta que estás produciendo eres buena tierra, pero del treinta debes ir al sesenta y del sesenta debes ir al cien.

Hay cosas que son indispensables para los árboles así como para la vida cristiana:

El agua ayuda a hidratar el árbol.

Jn 4:14.- Pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

El Espíritu Santo representa el agua que hidrata nuestra vida, y sacia nuestra sed.

Ap 22:17.- El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!». El que oye, diga: «¡Ven!». Y el que tiene sed, venga. El que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida

También necesitamos la calidez del sol.

Ex 3:1-4.- Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.


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