Devocional: De la Teoría a la Práctica – Día #4

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Solo por gracia

(Solas de Lutero)

Plan Devocional Día 4 de 5

«Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! »

Efesios 2:4-5

Cuando tengo que explicar que es la gracia, mi mejor manera de definirla es: un regalo que no merezco y así ha sido en mi vida aún antes de conocer a Jesús.

Siempre me he considerado como una de las  personas que menos merece el amor de Dios. Contrario a mucha gente, Él me encontró cuando yo creía que no necesitaba ser salvo y cuando no tenía interés en conocerlo, vivía una vida cómoda en mi egoísmo, sacando provecho de las personas, cegado por la vanidad y por lo material. Hoy entiendo que todo lo que merecía era ser castigado, pero sólo por Su gracia, todo eso que me correspondía a mí,  Jesús decidió cargarlo en la cruz: Él recibió los latigazos que a mi me tocaban, ser escupido y humillado como yo lo merecía.

Cuando entendí la manera en que me había amado, comprendí que por más que me esforzara nunca podría pagarle todo lo que hizo por mí. La siguiente parte del versículo de este devocional dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2: 8-9. Aún cuando todas las obras del mundo no alcancen mi salvación, en respuesta a ese regalo de gracia, decidí seguirle, dejar mi vida atrás y vivir para Él, aún cuando le fallo todos los días, mi deseo es que cuando regrese por mí, me encuentre haciendo su voluntad.

En estos años he visto gente llegar a la iglesia desesperada por encontrarse con Jesús, con corazones humillados, deseosos de ser transformados y mi oración ha sido la misma: “Señor, si me elegiste a mí aún con toda mi maldad, también miralos a ellos con ojos de amor”. Mi deseo con este devocional es recordar que nadie puede ganar con su propias fuerzas su salvación, si usted la ha recibido, lo motivo a que su vida sea un constante agradecimiento  a Dios con su obediencia y servicio.

Oremos:

Papá, gracias por amarme y por dar tu vida en la cruz para que yo pudiera vivir de nuevo junto a ti, sé que nunca voy a poder pagarte tanta gracia, pero te ofrezco mi vida, mi tiempo y mis fuerzas, nadie las merece más que tu Señor. Amén.

David Picado


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