Devocional: El Discipulado Práctico – Día 1

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El discípulo que reconcilia: Pide perdón y ofrece perdón
soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
Colosenses 3:13 (RVR1960)
¿Te has preguntado si eres un discípulo de Jesús? Todos podemos serlo, porque Dios nos ha llamado a seguirle. Pero antes de vivir esta maravillosa experiencia, debemos reconocer a Cristo como nuestro único Salvador, quien perdonó nuestros pecados. Cuando yo lo entendí, pude comenzar a construir poco a poco una relación más estrecha y directa con Él, día a día, sin importar las circunstancias.
Mantenernos firmes en el Señor depende de nuestro deseo de ser discípulos dispuestos a ser guiados y corregidos. Jesús eligió a Pedro, un hombre que no parecía calificado para hablarle a multitudes, y aun con sus defectos lo usó poderosamente. Así también, tú y yo podemos ser usados por el Señor, porque lo más importante es un corazón dispuesto a seguirle.
Por muchos años pensé que solo saber de Dios era suficiente, hasta que comprendí el amor profundo del Padre al enviar a su Hijo amado Jesús a morir por mí con todos mis errores. Fue entonces cuando entendí que podía ser su discípula, a pesar de mis defectos, pero también con testimonios de vida que le dieran gloria. En ese proceso me encontré con personas que marcaron mi vida, algunas para bien, pero también otras que me causaron dolor, ira, enfermedad y culpabilidad. Vivía atrapada en mi pasado cada vez que las recordaba.
Un día decidí orar y decirle a Jesús: “Ya no puedo con esta carga”. Le entregué ese dolor y perdoné, para vivir libre y gozosa en Él. Ahora creo con fe que las personas que se crucen en mi camino podrán también llegar a los pies de Cristo, porque Él los recibirá con el mismo amor con que me recibió a mí.
Oremos:
Padre amado, tú conoces nuestro corazón y nuestras luchas internas. Enséñanos a ser discípulos tuyos cada día, como Pedro, y con la ayuda de tu Espíritu Santo llénanos de humildad y sabiduría para perdonar con tu amor a quienes nos han lastimado. Sana nuestro corazón y permítenos caminar con libertad, dejando atrás el pasado y viviendo contigo. En el nombre de Jesús, amén.
Hellen Berdugo
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