Devocional: ¿Hemos perdido el tiempo? – Día #4

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Que valga la pena

Plan Devocional Día 4 de 5

«Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.  Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;«

Eclesiastés 11:9 y 12:1

Mi abuelo siempre me decía con su voz quebradiza por la poca fuerza de sus cuerdas vocales: -Vanessita, la vida se pasa en un abrir y cerrar de ojos, un día estamos, al siguiente, inesperadamente, ya no. No desperdicies tu vida, haz que cada momento valga la pena…

Mientras crecía esas palabras resonaban en mi cabeza: -No desperdicies tu vida, haz que haya valido la pena… Por mucho tiempo quise preguntarle a qué se refería. Pensé en posibilidades como quizá un título académico, muchas amistades, ser exitosa, tener mucho dinero, ser la mejor líder de una iglesia, viajar por el mundo entero… Todo eso me parecía digno de entregar mi tiempo y esfuerzo. De verdad me esforcé por lograr cada una de ellas a la perfección.  Pero eso nada resultaba, nada parecía tener sentido.

Hace unos años atrás, aún siendo bastante joven, descubrí el verdadero sentido de sus palabras, fue el día que le entregué mi vida a Jesucristo, cuando comprendí que Dios mismo había enviado a su Hijo a morir por mí. «Haz que valga la pena», pensaba, y en mi corazón resonaba: Haz que el sacrificio de Cristo en la cruz valga la pena.

La juventud es hermosa, trae grandes aventuras y alegrías, no la desaprovechemos. Todo lo que construimos en este mundo es pasajero, pero aquello que hayamos construido para el Reino de Dios, será lo único que cuente. Si Cristo viniera hoy, ¿qué hemos estado haciendo con el tiempo que él nos prestó? ¿Estamos esforzándonos y siendo valientes, entregándolo todo verdaderamente por Él, por expandir su Reino, por llevar la Buena Noticia sin temor a ser avergonzados? He aprendido que no hay mayor privilegio que servir al Señor desde la juventud y que no hay nada que el mundo pueda ofrecernos que se compare con esto. Aunque a veces quisiera parecer locura y que no tiene sentido. Un día todo pasará y sabremos que realmente valía la pena.

Padre hoy te damos gracias porque cada etapa de nuestra vida es maravillosa cuando la vivimos a tu lado, te agradecemos por el privilegio que nos das de servirte, de construir para tu Reino. Hoy te queremos pedir perdón si no le hemos dado el valor que tu sacrificio merece en nuestras vidas. Deseamos vivir una vida que refleje a Cristo, que podamos ser luz en medio de la oscuridad y que podamos alegrarnos y decir orgullosamente que somos tus hijos e hijas, sin avergonzarnos, sino dándote la gloria. Gracias por llamarnos desde nuestra juventud y ayúdanos a hacer que nuestra vida valga la pena. Amėn.

Vanessa Zeledón


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