Primeramente, reconocemos que algunos encontrarán nuestra posición sobre el rol de las mujeres en el ministerio demasiado conservadora, mientras que otros la considerarán progresista. Solicitamos a ambos reflejar el amor y unidad a la que fuimos llamados, mientras como Iglesia nos enfocamos en lo principal, ser testigos al mundo del amor Jesucristo (Juan 13:35 y Juan 21:17).
Además, es importante señalar que la posición teológica complementarianista tiene multitud de interpretaciones y posturas sobre el rol de la mujer en el ministerio. A pesar de las diferencias que podamos encontrar con otras congregaciones, estamos comprometidos con guardar la unidad del Espíritu.
Este artículo busca describir lo que creemos que la Biblia enseña sobre el complementarianismo en lo que respecta al rol de las mujeres en el ministerio.
Nuestra afirmación de fe señala que:
“Nuestra fe descansa en la autoridad absoluta de las Sagradas Escrituras inspiradas por Dios que son nuestra única fuente de doctrina y vida cristiana (2 Tim. 3:16; 2 Ped. 1:21)”.
Nuestros fundamentos de vida y ministerio deben construirse sobre esta verdad. Por lo tanto, nuestro conocimiento sobre la personalidad y el género humano debe comenzar con lo que la Biblia enseña según el orden creado por Dios.
La Biblia enseña que Dios creó dos sexos complementarios de humanos, hombre y mujer, hechos a Su imagen (Gén. 1:27-28; Mat. 19:4; Mar. 10:6), donde los hombres y las mujeres son absolutamente iguales en esencia, dignidad y valor y son complementarios por designio divino. Por lo tanto, el género no está representado por una construcción social, sino que representa una realidad presente en cada ser humano desde que nace. Los hombres y las mujeres no son intercambiables.
Los primeros capítulos de Génesis narran como Dios, en Su sabiduría y providencia, creó dos sexos complementarios para nuestro bien y para Su gloria. Además, Dios quiere que hombres y mujeres tengan roles y responsabilidades diferentes pero complementarios en la iglesia y el hogar. Estas distinciones de roles no surgen de definiciones culturales de masculinidad y feminidad, sino que son una parte integral del plan de Dios para la humanidad. Debemos reconocer estos roles como la gracia de Dios para los hombres y las mujeres, protegiéndolos, preservándolos y practicándolos para Su gloria, nuestro gozo y por el bien de la humanidad (Gén. 2:18-25; 1 Cor. 11:2-16, 14:33-35; Efe. 5:22-33; Col. 3:18-19; 1 Tim. 2:8-15; 1 Ped. 3:1-7).
Primero, creemos que todos los cristianos son responsables de la Gran Comisión, por lo tanto, los hombres como las mujeres deben participar en el ministerio de la Iglesia. La Biblia motiva y asume explícitamente que las mujeres se involucrarán participarán en el ministerio de la Iglesia.
Algunos ejemplos bíblicos son:
La Biblia describe, en 1 Corintios 12, una visión de hombres y mujeres trabajando juntos por medio de la Iglesia por el reino de Dios. Cuando no empoderamos a ambos sexos para que participen y utilicen sus dones en asociación complementaria, la misión de la Iglesia de proclamar el evangelio y hacer discípulos de todas las naciones, se ve impactada.
Además, a la medida en que los hombres y las mujeres crecen espiritualmente en la Iglesia, uno de los roles principales es que sus relaciones crezcan en amor fraternal como hermanos y hermanas. La Biblia utiliza la metáfora de la hermandad para describir las relaciones entre hombres y mujeres (1 Tim. 5:2). Esto enseña a los cristianos a vernos unos a otros como una familia en un sentido especial. Por lo tanto, en la iglesia local la relación entre hombres y mujeres es como de hermanos y hermanas, unidos en Cristo, no subordinados. Entonces, la Iglesia debe cultivar un ambiente de amor fraternal marcado por el honor, el cuidado y el sacrificio del uno por el otro.
Aunque los hombres y las mujeres son retratados como iguales a lo largo de las Escrituras, creemos que la Biblia reserva el cargo de pastor/obispo (ἐπίσκοπος, episkopos) o presbítero/anciano (πρεσβύτερος, presbyteros) específicamente para hombres calificados (1 Tim. 3:1-13). Estos hombres deben:
Al pastorear, supervisar, liderar, cuidar y orar por la iglesia local, los ancianos practican el liderazgo masculino sacrificado según las Escrituras. Por lo tanto, es importante motivar a todos los hombres y mujeres a servir activamente en la congregación, pero se reserva el cargo de anciano y las responsabilidades exclusivas que conlleva para ciertos hombres calificados dentro de la congregación. Excluyendo del rol de pastor/anciano, creemos que la Biblia motiva y a la vez exhorta a las mujeres a participar en los propósitos, servicios, llamados y oficios ministeriales de la Iglesia.
Basado en las Escrituras, es válido concluir lo siguiente sobre los roles complementarios del hombre y de la mujer en el ministerio: