El Resumen – Amar al prójimo como a mí mismo
Estaba Jesús en Jerusalén, próximo a ser asesinado. Recientemente había debatido con los saduceos y con los herodianos a quienes dejó callados, y ahora era el turno de los fariseos:
Marcos 12: 28-30, «Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.»
Es muy fácil mantener una apariencia de persona piadosa y amante de Dios. Pero, en este caso, el texto les confronta. Y Jesús les apremia con un componente adicional; les presenta el segundo mandamiento:
Y el segundo es semejante: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos» Marcos 12: 31.
Lo curioso es que, en la enseñanza, Jesús rescata un mandamiento inherente en estos dos, y eso resulta desestabilizador, pues les muestra cuán perdidos estaban. Jesús no solo resume el antiguo testamento, la torá y lo profetas, sino que también, revela la clave para que la humanidad erradique toda guerra, toda hambruna y pobreza del mundo: amar. El segundo mandamiento refleja el primero. En la enseñanza de Jesús, además, subyace una crítica, al poner de manifiesto una realidad de los seres humanos: nos amamos demasiado a nosotros mismos. Por lo que Jesús, capitaliza ese hecho para propulsar un imperativo: ama a los demás como te amas a ti mismo.
Crucemos esta enseñanza con lo escrito en Mateo 7:12: “has a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti, esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas”. Entonces, ¿cómo debe ser el amor? No se puede hablar de amor bíblico sin leer el texto más importante de todos, vayamos a la primera carta de Pablo a los Corintios, en el versículo 13, y examinémonos a por medio de ella. Prestemos atención, como cada uno de los puntos, es el reflejo de nuestro señor Jesucristo. Pero antes, pongámonos en contexto.
La iglesia de Corinto era próspera, tenía dinero, tenían todos los dones; estaba ubicada en un lugar estratégico para evangelizar, y eran buenos haciéndolo; fueron enseñados por el mismo Pablo, por Apolos, por Cefas que es Pedro. Pero Pablo, poniendo implícita toda esta abundancia, les enseña que, sin amor, nada de esto sirve. Al mismo tiempo, Pablo los regaña porque era una iglesia que tenía una pésima conducta: muchas inmoralidades, estaban llenos de orgullo, y todo se resumía en algo: hacía falta el amor ágape. Pero, de un regaño, el espíritu santo lo lleva a cantar esta porción que es lírica en su carta (en la cúspide de su ministerio) la cual, viene a cambiar el concepto del amor. Notemos en ella, que está compuesta por verbos y no por adjetivos. En la Biblia no hay una definición conceptual del amor, sino que se define por acciones, como por ejemplo en Juan 3:16: “porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su hijo único para que todo aquél que en Él crea no se pierda más tenga vida eterna”. Dicho este preámbulo vayamos finalmente a estudiar uno de los pasajes más conocidos y emblemáticos; tomado de la primera carta de Pablo a los corintios, en el capítulo 13, versículos del 4 al 8:
El amor es sufrido [deviene del vocablo griego macrotomeo que significa paciente, pero no es cualquier paciencia, sino una paciencia larga, es un espíritu que nunca quiere venganza], los corintios eran muy impacientes y por cualquier cosa se demandaban. En nuestra sociedad, no somos muy diferentes. La Biblia enseña que el amor debe ser paciente; como el corazón de Dios:
El Señor no retarda su promesa, según algunos los tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
Jesús colgado en la cruz, después de haber recibido injustamente el peor castigo de todos, decía: “Y Jesús decía: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos echándolos a suerte” (Lucas 23:34). Jesús, en su peor momento, tuvo una paciencia larga.
Es benigno. En griego significa bondadoso que se interpreta también como hacedor de obras buenas. Así, el amor es paciente, soporta las peores heridas y lo devuelve, con obras buenas. Jesús mismo dijo: “porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:30). Esta palabra “fácil” es la misma de benigno. En este sentido, la carga de Jesús es ligera, porque él da cosas buenas.
No tiene envidia. Hay niveles de envidia: desde simplemente desear lo que el otro tiene, hasta no desear que el otro tenga lo que tiene. Mas la Biblia dice que el amor no tiene ningún tipo de envidia. A los corintios, Dios les había dado de todo. Tenían dones; pero eran envidiosos entre ellos.
Los fariseos llegaron a la conclusión de que Jesús no envidiaba a nadie y por ello le tendieron una trampa, para despertar envidia contra el César. En Mateo 22:15, dice que ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron si era procedente pagar impuestos al César, mas, Jesús no cae en la trampa y les deja completamente incomodados.
No es jactancioso, no se envanece. Los corintios se veían a sí mismos como celebridades espirituales; poseedores de todas las respuestas y era reticentes a la corrección, de hecho, no querían que Pablo viniera. Hoy en día, mucha gente se cree celebridad espiritual, e incluso iglesias están alrededor de un hombre y no del Señor. Por otra parte, con las redes sociales cada quien modela un escaparate y construye una imagen de si mismo conforme a lo que quiere proyectar, independientemente de si ello forma parte sustancial de su cotidianidad. El mejor ejemplo nos lo da Jesús, en el capítulo 1 de Juan:
- Juan 1:1-14 «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.»
Habla de Jesús siendo Dios, por el cual fueron creadas todas las cosas. Él es el que nos da vida, y no se jactó de nada. No vino en gloria sino en humildad, al lado de los más necesitados y los marginados.
No hace nada indebido, no busca lo suyo. En Lucas 7:36, se nos cuenta un episodio en el que Jesús es invitado a la casa de un fariseo llamado Simón; y estando allí entra una prostituta, y cae postrada a los pies de Jesús; regaba sus pies con lágrimas y los enjugaba con sus cabellos, los besaba y los ungía con perfume; y dice la Biblia que este hombre entra en un diálogo interno en el que cuestiona a Jesús y pone en duda que sea siquiera un profeta, porque al parecer no reconoce quién es realmente aquella mujer. Jesús por su parte, al conocer los pensamientos de aquel hombre, le cuenta una parábola, sobre la correspondencia proporcional entre perdón y gratitud, implicándolos a él y a la mujer juzgada en su pensamiento. Jesús muestra su amor a través de sus buenos modales al ser considerado con esta mujer.
No se irrita. No es violento, no ofende, no pierde la calma. Los corintios, eran violentos e irritables. Muchas veces nosotros somos groseros con las personas que más amamos, con el riesgo de infligir heridas que podría durar años sanando. Jesús recibe el castigo más grande por unos crímenes que no cometió, por pecadores como nosotros, en un silencio apacible y paciente.
No guarda rencor. No lleva un registro de las ofensas. La palabra de Dios en Salmos 32-1 dice “Bienaventurado el varón a quién el Señor no culpa del pecado”. La biblia enseña que a quienes aceptemos al Señor no se nos registrará pecado.
No se goza en la injusticia, mas se goza de la verdad. En nuestra vanidad y egoísmo, podemos celebrar el pecado de otros, porque con ello subimos de nivel frente al otro. En la parábola del hijo pródigo, el padre ejemplifica la actitud de Dios que celebra cada vez que nos volvemos a Él.
Todo lo sufre. Desde este principio, debemos lanzar una manta sobre el pecado de nuestro hermano, aunque haya sido de lo peor; debemos cubrirle en silencio y guardarle su espalda. Este principio se expresa magistralmente en 1 Pedro 4:8: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados”. El mejor ejemplo de esto, es Jesús en la cruz, cubriendo nuestros pecados con su desnudez.
Todo lo cree. Mientras los ojos de Jesús en la cruz se cerraban, Él creía que todo valdría la pena…
Pedro niega tres veces al Maestro, y Él, después de resucitado le espera en la playa con desayuno.
Si en algo nos hemos de equivocar, que sea creyendo en los demás…
Todo lo espera. Como cuando oramos por nuestros seres queridos porque esperamos la obra de Dios.
Todo lo soporta. Es un término militar. La figura en este caso es un escudo protector de las ofensivas. Otro ejemplo es el caso de Esteban; muriendo apedreado, soportó pacientemente, hasta ver la gloria de Dios. Por último, Jesús en su agonía, estando lejos de su padre, todo lo soportó…
“El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará”. Pero el amor nunca dejará de ser.
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