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Jesús Señor y Salvador

Jesús profetizó los tiempos que estamos viviendo. Específicamente hacemos referencia a que la verdad hoy en día está distorsionada, las personas no creen en absolutos, y más bien tienden a definir todo como algo relativo; es decir mi verdad es mía y tu verdad es tuya, y no importa que lo que sea cierto o no.
Sin embargo; una de las labores más importantes de los cristianos es llevar la verdad, y la verdad es Cristo Jesús.

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.» Juan 14:6

Lamentablemente en el ámbito cristiano, se ha creído la mentira que se puede hacer una oración y ser salvo. Se ha dado como un hecho que se puede reconocer a Jesús como Salvador pero no como Señor, y el hacerlo de esta manera nos «permite» seguir siendo y haciendo lo mismo pensando que no vamos a tener consecuencias.
Tener un encuentro genuino con Jesús no se resume en una oración y una emoción. No se trata de tener una pensión en el cielo porque alguien más oró por nosotros. No podemos seguir heredando y transmitiendo esta fe ligera.
Es sumamente triste el engaño que existe con muchas personas que piensan que conocen a Jesús pero realmente no es así, pues la evidencia de transformación en sus vidas no existe. Y es imposible tener un encuentro con el Rey de reyes y no ser cambiado.
Debemos escudriñarnos a nosotros mismos para saber si realmente estamos en Cristo. Se nos hace muy fácil declarar palabra y apropiarnos de promesas de Dios, pero se nos hace muy difícil obedecer, comprometernos, tomar la cruz y seguir a Jesús.
En estos tiempos se habla de una salvación fácil y egoísta. Hemos distorsionado la gracia extendiéndola pero no llevamos a las personas a un conocimiento genuino de Cristo.
La biblia dice que seremos perseguidos por causa de Cristo, e inclusive que nos pueden matar por depositar nuestra fe en Él. Pero seguimos solo mencionando verdades a medias prometiendo a un Jesús salvador donde no nos cuesta nada y la vida sigue siendo la misma. ¿Cómo podemos explicar que hayan personas en la iglesia levantando las manos y luego hagan lo mismo en cualquier antro o bar?.
Las obras no salvan; pero estas reflejarán nuestra salvación.
El problema de esta fe ligera es que aceptamos a Jesus como salvador, pero no aceptamos su señorío. Seguimos siendo los dueños y señores de nuestras propias vidas. Todo aquel que ha hecho a Jesús el Señor de su vida, evidencia su salvación a través de sus hechos.
En su caminar en la tierra, vemos como los apóstoles llamaban a Jesús, su Señor, no su salvador. Ellos creían que realmente Él era su Señor. Que Él era el Cristo, que su señor no era César u otro hombre.
La salvación viene a todo aquél que invoca el nombre del Señor.
Explicaremos que no es la fe salvadora a continuación:
Si una persona hace una oración de fe, y confiesa a Jesús como salvador, pero una vez que sale de la iglesia habla sólo vulgaridades, dice cosas ofensivas de las mujeres o de los hombres, evade responsabilidades como sus impuestos y se mofa de ello; realmente no es una persona que ha sido redimida. Pasó por la iglesia; escuchó la palabra pero nunca fue transformado. El Señor con su palabra es quién nos hace entender lo que está bien y lo que está mal, y aunque la salvación no es por obras, no hay forma de no encontrarse genuinamente con Cristo sin tener una transformación de vida.
Si decimos que creemos pero seguimos hablando mal del hermano, chismeando y criticando, vemos a las personas con lujuria, y nos deleitamos en ello, estamos a un escalón abajo de los demonios. Santiago 2:19 nos dice: «Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.»
Los demonios también creen en Jesús. Y tiemblan. Pero muchos dirán que creen en Jesús, pero no se inmutan con su palabra.
Juan 2:23-25 dice: «Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. 24 Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, 25 y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.». 
Estas personas creían en Jesús por lo que veían pero no tenían fe. En cuanto viniera la persecución se iban a ir. No le habían permitido a Jesús entrar en sus corazones y sacar lo más oscuro de ellos, no iban a tomar su cruz y seguirle. No había arrepentimiento en ellos. Amaban mucho más su pecado. Amaban mucho más el mundo.
Juan 6:14 dice: «Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.». Esta señal se refiere al milagro de la repartición de los panes y los peces. Pero en ese momento; Jesús se retiró al monte solo; ya que dichos hombres lo iban a tomar a la fuerza y hacerlo rey.
Esto es como cuando solamente oramos por nuestras necesidades: Dios dame, hazme, bendíceme, etc, pero no oramos por nuestros hermanos, por nuestros pastores en la iglesia, por las necesidades de otros.
¿Qué hacemos cuando leemos la biblia?. ¿Leemos solo las promesas y bendiciones?. O; ¿también leemos sobre lo que significa dejar todo par seguir a Cristo?.
Juan 6:67-69 dice: «Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.». Muchas de las personas que habían visto a Jesús, ya no andaban con Él. Andaban en busca del milagro pero no del dador del milagro. No tenían fe salvadora. Sin embargo Pedro le reconoció como su Señor y le confesó como el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces vemos tres tipos de personas:
* Los que creyeron en Jesús pero no querían cambiar.
* Los que creyeron en Jesús pero se fueron cuando hubiese persecución.
* Los que creyeron en Jesús y se quedaron pero solo para ver que provecho sacaban (como Judas).
Ahora veamos que sí es fe salvadora.

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.» Juan 8:31-32

El que permanece constantemente en la palabra es realmente el discípulo, y ser discípulo es ser salvo. No es pasajero, no es de un momento, no es de un día. Se trata de ser transformados de adentro hacia afuera.
Veamos el contrate entre estos dos hombres:

16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17 El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones» Mateo 19:16-22

Jesús no estaba hablando de obras, estaba probando su corazón. En este hombre no hubo reconocimiento, él creía haber hecho todo bueno, pero Jesús quería probarle. El primer paso para ser salvo es confesarse y saberse pecador. Jesús quería llevarlo a él mismo. Él estaba diciendo: «quiero saber si estás dispuesto a estar bajo mi señorío». Sólo Dios es perfecto. El Señor estaba llevando a este hombre al arrepentimiento, pero él no quiso dejar sus poseciones.
Ahora veamos los siguientes versículos:

Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.» Lucas 19:1-10

La biblia dice que Zaqueo era un hombre pequeño, que subió a un árbol para ver a Jesús. Zaqueo sabía que necesitaba a Jesús, y se reconocía como no digno y como pecador. Pero Jesús lo busca, lo saca, lo llama, lo agarra y le dice «apresúrate porque hoy quiero dormir en tu corazón». Con las acciones que Zaqueo hizo, demostró su fe.

El solo hecho de la presencia de Dios en nuestra casa, lo transforma todo. Pero debemos permitirle a Jesús ser nuestro Señor entregándole todo lo que somos y reconociendo que separados de Él no somos nada.

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