Los nombres de Dios - Jireh
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Los nombres de Dios – Jireh

Cada enseñanza de esta serie revela un aspecto del carácter divino de Dios manifestado en las Escrituras. En semanas anteriores reflexionamos sobre los nombres “Yo soy el que soy” y “Adonai”, comprendiendo que el Señor es eterno y soberano.

En esta ocasión, profundizamos en el nombre Jehová Jireh, que significa “El Señor proveerá”. Este nombre, frecuentemente usado en negocios o ministerios cristianos, posee un significado más profundo que la provisión material. A través de este mensaje comprenderemos que la mayor provisión de Dios no es económica, sino espiritual: Su presencia, Su gracia y Su propósito eterno en nuestras vidas.

Jehová Jireh: El Dios que provee más allá de lo material.

Muchas veces, en medio de las pruebas, clamamos a nuestro Padre Celestial, buscando una salida o una respuesta. El pastor compartió una experiencia personal de fe y obediencia, cuando el Señor lo impulsó a entregar una ofrenda significativa para cubrir el alquiler de una iglesia con escasos recursos. Aunque surgieron dudas, obedeció al llamado divino con gozo.

Días después, su jefe le comunicó un aumento salarial y un bono especial por el mismo monto que había entregado $1.000.000 en ese tiempo. Esa experiencia confirmó que Jehová Jireh provee no solo en lo material, sino también en la dimensión espiritual, fortaleciendo nuestra confianza y fe. 

Así entendemos que Dios nos guía por un proceso continuo de preparación, prueba, bendición y renovación, donde cada etapa nos moldea.

Existe un ciclo de los procesos de Dios con el creyente. El Señor trabaja con cada uno mediante un proceso constante. Primero nos prepara; luego nos prueba; posteriormente nos bendice y, finalmente, nos lleva a una nueva etapa de preparación. Este ciclo evidencia Su amor y fidelidad.

Si estamos en Cristo, es importante que sepamos que Dios nos va a probar. Esto nos lleva a realizarnos una pregunta primordial: ¿Por qué Dios nos lleva a pruebas?

Al leer la Biblia para comprender este tema, surge la pregunta: ¿quién fue Abraham como modelo de fe y obediencia? La Biblia lo llama el padre de la fe, porque atravesó pruebas y vivió en carne propia, lo que hoy estamos aprendiendo.

Hebreos 11:17-19 Nueva Traducción Viviente (NTV) que nos dice: “Fue por la fe que Abraham ofreció a Isaac en sacrificio cuando Dios lo puso a prueba. Abraham, quien había recibido las promesas de Dios, estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo, Isaac, aun cuando Dios le había dicho: «Isaac es el hijo mediante el cual procederán tus descendientes»[a].  Abraham llegó a la conclusión de que si Isaac moría, Dios tenía el poder para volverlo a la vida; y en cierto sentido, Abraham recibió de vuelta a su hijo de entre los muertos.”

En la fe judía existieron 3 personas influyentes y admiradas: Abraham, Moisés y David.   El primero fue llamado el padre de la fe porque creyó y obedeció aun sin comprender plenamente el propósito de Dios. 

Recibió una promesa en Génesis 12:1-3 Reina Valera 1960 (RVR1960) que dice: “Pero Jehová había dicho a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”

Salió de su tierra confiando en una promesa no visible, creyendo en el Señor a pesar de la esterilidad de su esposa Sara. A lo largo de su vida demostró que la fe se fortalece cuando decidimos depender totalmente de la voluntad divina. Sin embargo, Abraham en su desesperación analizó que le podía “ayudar a Dios” ante la promesa que Él le había dado. Entonces tomó a su esclava Agar y tuvieron un hijo al que llamaron Ismael.

El Señor exhortó a este hombre de fe, diciéndole que esa no era la manera en que se cumpliría Su promesa, pues sería por medio de su esposa Sara, y no con Agar. Cuando Abraham tenía 90 años, tuvo un hijo al que llamó Isaac. Este nombre tenía un significado especial: “aquel que sonríe” o “que alegra el rostro”.

Con el tiempo, Sara y su esposo, con el permiso de Dios, decidieron enviar lejos a Agar y a su hijo Ismael, porque se burlaban de Isaac. Sin embargo, Dios les dio la promesa de que Él los cuidaría y los bendeciría. Génesis 21:32-34 Nueva Traducción Viviente (NTV) nos dice: “Después de haber hecho el pacto en Beerseba, Abimelec partió junto con Ficol, el comandante de su ejército, y los dos regresaron a su hogar, en tierra de los filisteos. Luego Abraham plantó un tamarisco en Beerseba, y allí adoró al Señor, Dios Eterno. Y Abraham vivió como extranjero en la tierra de los filisteos durante mucho tiempo.”

Observamos que Abraham vivió una etapa prolongada de paz en Beerseba, donde adoró al Dios Eterno. Durante ese tiempo, el Señor lo preparó mediante la intimidad para la etapa siguiente. En esa comunión profunda se cultivó la confianza, seguridad y el amor, tanto para él como hacia su hijo Isaac (el hijo de la promesa).

Así como Abraham, nosotros también somos llamados a aprovechar los tiempos de calma para crecer espiritualmente, fortalecer la oración, la lectura bíblica y la comunión familiar. Esas etapas son entrenamiento del alma, porque la fe se edifica antes del desafío.

Génesis 22:1-2 Nueva Traducción Viviente (NTV) relata:

“Tiempo después, Dios probó la fe de Abraham.

—¡Abraham! —Lo llamó Dios.

—Sí—respondió él—, aquí estoy.”

Para responder, por qué Dios nos prueba y lo permite vamos a la Palabra en Romanos 5:3-4 Nueva Traducción Viviente (NTV): “También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación.”

En cada prueba, el Señor nos conduce hacia una bendición mayor, con el propósito de pulir nuestro carácter y resaltar el gran valor que Él ha depositado en nosotros. Esto se refleja en una verdad poderosa: Dios quita para que crezcas, poda para que te desarrolles y resta para multiplicarte. ¿Sabías que Dios nos disciplina porque nos ama? Así nos muestra cuán valiosos somos para Él.

Hay una diferencia clara entre la prueba y la tentación: Dios nos prueba, Satanás nos tienta. Esto nos lleva a una pregunta clave: ¿cómo sabemos cuándo estamos en prueba o tentación? La respuesta puede ser difícil porque muchas veces se mezclan en un mismo episodio. La importancia de todo esto se resume en que debemos de creer en Dios y Su soberanía. No importa si es prueba o tentación porque los que amamos a Jehová, todas las cosas nos ayudan a bien.

Retomemos, qué pasaba por la cabeza de Abraham, y sobre cuál fue esa prueba. En Génesis 22:2 Nueva Traducción Viviente (NTV) leemos lo siguiente: “Toma a tu hijo, tu único hijo—sí, a Isaac, a quien tanto amas—y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré.”

Lo anterior sobrepasó todo entendimiento humano. Abraham significa: padre de multitudes sin hijos. Pero Dios en su inmenso amor le dio un solo hijo que era el cumplimiento de la promesa divina y que había esperado durante décadas, el cual debía entregar para sacrificio. 

Él y nosotros que hemos estado en prueba, nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Por qué y para qué el Señor me pide esto? Y la respuesta está en Génesis 22:3-7 Nueva Traducción Viviente (NTV): “A la mañana siguiente, Abraham se levantó temprano. Ensilló su burro y llevó con él a dos de sus siervos, junto con su hijo Isaac. Después cortó leña para el fuego de la ofrenda y salió hacia el lugar que Dios le había indicado. 4 Al tercer día de viaje, Abraham levantó la vista y vio el lugar a la distancia. «Quédense aquí con el burro—dijo Abraham a los siervos—. El muchacho y yo seguiremos un poco más adelante. Allí adoraremos y volveremos enseguida». Entonces Abraham puso la leña para la ofrenda sobre los hombros de Isaac, mientras que él llevó el fuego y el cuchillo. Mientras caminaban juntos, —¿Padre? —Sí, hijo mío—contestó Abraham. —Tenemos el fuego y la leña—dijo el muchacho—, ¿pero dónde está el cordero para la ofrenda quemada?  —Dios proveerá un cordero para la ofrenda quemada, hijo mío—contestó Abraham. Así que ambos siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al lugar indicado por Dios, Abraham construyó un altar y colocó la leña encima. Luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10 Y Abraham tomó el cuchillo para matar a su hijo en sacrificio.”

Sin embargo, su respuesta fue inmediata: “Se levantó muy de mañana”. No postergó la obediencia, ni negoció con Dios. Actuó con fe. La obediencia inmediata revela el grado de nuestra confianza en el Señor.  Abraham decidió creer, aun sin entender el propósito. Su fe fue segura y confiada, porque tuvo una relación de amor, confianza y seguridad con Dios durante mucho tiempo, y la construyó en la intimidad.

Leemos en Hebreos 11:19 Nueva Traducción Viviente (NTV) lo siguiente: “Abraham llegó a la conclusión de que si Isaac moría, Dios tenía el poder para volverlo a la vida; y en cierto sentido, Abraham recibió de vuelta a su hijo de entre los muertos.”

Esto nos enseña que nuestra confianza debe ser como la de Abraham: puesta no en los hombres, la familia o los amigos —que pueden defraudarnos—, sino en Dios, porque Él es fiel y jamás nos decepciona ni nos abandona. Una fe edificada sobre la certeza, la verdad, los milagros, la confianza y el amor. Nuestro actuar en medio de la prueba describe el poder de Dios. Este hombre de fe en medio de la prueba adoró y obedeció con seguridad.

Las pruebas no son castigos, sino instrumentos del amor divino. Dios nos prueba porque somos valiosos para Él. Cada desafío moldea nuestro carácter, fortalece la fe y nos acerca más a Su propósito. La prueba nunca busca destruirnos, sino revelarnos el valor que Dios depositó en nosotros.

Meditemos en lo que dice Genesis 22: 10-14 Nueva Traducción Viviente (NTV):

“Y Abraham tomó el cuchillo para matar a su hijo en sacrificio. 11 En ese momento, el ángel del Señor lo llamó desde el cielo:

—¡Abraham! ¡Abraham!

—Sí—respondió Abraham—, ¡aquí estoy!

—¡No pongas tu mano sobre el muchacho! —dijo el ángel—. No le hagas ningún daño, porque ahora sé que de verdad temes a Dios. No me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo. Entonces Abraham levantó los ojos y vio un carnero que estaba enredado por los cuernos en un matorral. Así que tomó el carnero y lo sacrificó como ofrenda quemada en lugar de su hijo. Abraham llamó a aquel lugar Yahveh-jireh (que significa «el Señor proveerá»). Hasta el día de hoy, la gente todavía usa ese nombre como proverbio: «En el monte del Señor será provisto».

En el relato bíblico, Abraham emprendió el camino hacia Moriah acompañado de Isaac. Cuando su hijo le preguntó: “¿Dónde está el cordero para el sacrificio?”, él respondió con una frase que ha trascendido en generaciones: “Dios proveerá”

La palabra “Jireh” implica algo más profundo: el Dios que provee antes de que la necesidad exista. Antes de que este hombre llegara al monte, el carnero ya estaba allí. De igual manera, antes de que enfrentemos una necesidad, Dios ya ha dispuesto la provisión. Su fidelidad trasciende el tiempo.

Esta es una historia profética acerca de Jesucristo. Hay mucha similitud del personaje Isaac con Jesús, pues Isaac fue concebido de forma sobrenatural en medio de un imposible, fue prometido muchos años antes de que naciera, era el único hijo y se le puso nombre antes de nacer igual que a Jesús.

Continuando con Génesis 22:2 dice: “Toma a tu hijo, tu único hijo—sí, a Isaac, a quien tanto amas—y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré.”

El anterior pasaje se parece al de Juan 3:16 (RVR1960), la cual fue la primera referencia bíblica de amor ha sido la del Padre sobre su hijo Jesús: “De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.» 

Esta historia siempre nos recordará que la fe se demuestra en la entrega.

 Jehová Jireh no sólo provee lo material; provee redención, gracia y vida eterna. Desde antes de que existiéramos, el Señor ya había dispuesto nuestra salvación. La Biblia nos lo enseña en Efesios 1:4 lo siguiente: “Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos”

Jehová Jireh es el Dios que proveyó todo lo necesario para nuestra salvación. Su amor sigue siendo suficiente, y Su provisión perfecta continúa alcanzándonos cada día.

Aprendimos que la fe genuina no se mide por lo que poseemos, sino por cuánto confiamos en Dios cuando todo parece incierto. También nos enseña que la obediencia precede al milagro y que la adoración verdadera surge en medio de la prueba.

Así como Abraham experimentó la fidelidad divina en el monte de la obediencia, también nosotros veremos la provisión de Dios cuando decidamos creer, aun sin entender.

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