¿Y el corazón?
Hace poco tuve la oportunidad de ver un corto documental llamado “The Psalms” (Los Salmos) el cual tenía una temática muy interesante: un análisis del libro de los salmos, nuestro referente usual para la adoración a Dios. El análisis no se enfocaba en cuantas palabras diferentes se usan para “adoración” o cual autor escribió más salmos, se enfocaba en algo que tal vez teológicamente se podría ver como trivial, pero que para Dios es realmente importante: sentimientos y el corazón.
Los autores del documental (profesores del Seminario Fuller) y diversos invitados lanzaban la critica la iglesia actual de que nuestra adoración es superficial, llana, plana y ¡sin corazón! Las emisoras y conciertos están llenas de canciones vanas, que repiten palabras evangélicas, que riman y suenan, bien pero que no llevan a la iglesia a ver los atributos y maravillas de Dios, sino que se enfocan en el hombre (cuando una canción contiene más la palabra “yo” que la palabra «Dios» estamos en un problema). Los salmos fueron escritos por hombres en tiempos de guerra, tiempos de paz, en luchas y en tranquilidad, y en todos esos momentos, ya fueran escritos por David, Moisés o Asaf, los salmos son apasionados, ¡los salmos vienen del corazón! Mientras que nuestra adoración se ha vuelto fría, simplista y complaciente con nosotros mismos.
No soy partidario de un cristianismo emotivo o emocional, Dios es más que un sentimiento, la obediencia y santidad son más que un sentimiento. Muchas veces no vamos a “sentir” obedecer a Dios pero debemos hacerlo (Gálatas 5:17). Pese a esto no podemos ignorar que el corazón y lo que sentimos son importantes para Dios, mucho más de lo que a veces pensamos. Recuerde que tanto Caín como Abel dieron ofrenda a Dios pero Abel dio a Dios lo mejor, de corazón (Génesis 4:3-5), y por eso Dios lo vio con agrado, todo lo contrario a Caín.
El corazón interesa para Dios, no importa si estamos cantando una canción, dando una ofrenda, ayudando a alguien, predicando, actuando, escribiendo, bailando, enseñando, aconsejando o haciendo cualquier otra cosa, Dios ve nuestro corazón. Es irrelevante que tan bien hagamos las cosas, si nuestro corazón no está en el lugar correcto podríamos estar siendo la personificación de Caín, y aunque hagamos cosas muy bien para el mundo, Dios no las verá con agrado. Jonathan David Hesler dice que “la adoración es una posición del corazón” y eso es totalmente cierto.
¿Qué dice Dios del corazón?
Cuando nos detenemos a estudiarlo vemos que el corazón es un asunto realmente importante para Dios y Su palabra lo enseña.
Primeramente recordemos que él quiere ser nuestro amado, con todo nuestro corazón:
“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” Deut. 6:5
Lo encontraran los que le busquen de corazón:
“Más si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma” Deut. 4:29
El amor es un asunto del corazón, y Dios lo sabe, porque El mismo nos diseñó. ¿Por qué crees que Dios nos ha dado libre albedrío? Es por que Él quiere ser nuestra elección, Él quiere que le busquemos por amor, no sería por amor si estuviéramos programados para hacerlo, no sería por amor si Dios nos obligara a estar con Él.
El corazón para servir
Durante toda la historia Dios ha buscado hombres y mujeres para su obra y cuando vemos la clase de personas que Él usó (y usa) entendemos que entre sus requerimientos para el puesto Dios no estaba buscando perfección, buscaba corazones dispuestos. ¿Recuerdas cuando Dios le iba a mostrar a Samuel quien sería el rey de Israel? Samuel, como lo hubiéramos hecho nosotros, se fijó en lo que tenía delante de sus ojos, pero Dios ya había visto algo mucho más importante para Él: el corazón de su rey. David no fue elegido por su carisma o su estatus, fue elegido porque “Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16.7).
Las iglesias están llenas de profesionales del ministerio, que cumplen todos los requisitos académicos, de apariencia, de fama y de nombre, pero como dice John Piper “el ministerio no es un ejercicio profesional, es un ejercicio espiritual” y en esto es corazón es mucho más relevante que el que tan bien hablemos o cantemos, porque al fin y al cabo al servir no ministramos lo que sabemos, ministramos lo que somos.
Podemos estar ahí y haber dejado nuestro corazón en casa
“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido dado” Isaías 29:13
Podrías llegar puntualmente al servicio matutino de la congregación, ser el primero al frente y saber todas las canciones (aún mejor que los músicos) pero eso note convierte en un adorador, mucho menos en un apasionado por Dios. Las iglesias están llenas de personas que están afiliadas a la organización, que cumplen el programa y tienen su agenda llena de actividades, pero sus corazones son áridos. ¿No fue esto lo que criticó Jesús de los Fariseos?, eran expertos cumpliendo las reglas pero su corazón estaba muerto, eran como un sepulcro blanqueado, lleno de podredumbre por dentro.
El tiempo de adoración puede ser de dos formas, dependiendo de cada persona: puede ser el tiempo de tener intimidad con el Señor, de derramar el corazón delante de Él, de tener una experiencia de amor, o por lo contrario ser el tiempo más tedioso de la mañana. Todo depende de cada quien. Como director de alabanza he tenido la oportunidad de ver en el mismo momento a personas que no pueden contener sus lágrimas, personas que no pueden permanecer de pie y justo a su lado personas que no pueden dejar de mirar su reloj para contar cuantos minutos falta para que se detenga esta tortura. Increíble, pero cierto.
A veces simplemente parece que estas personas dejaron sus corazones en casa. No me mal entienda, mi intención no es juzgarles. Muchos se van a escudar en sus personalidades diciendo que no se sienten cómodos cantando o levantando sus manos, pero cuando yo leo la biblia no veo que la adoración se trate de algo de comodidad, de hecho es totalmente lo opuesto porque nunca se trata de nosotros. Una adoración en la que nosotros somos el centro simplemente no es adoración, o por lo menos no es adoración a Dios. De eso se trata, de que no somos nosotros, todo es por El, por eso nuestro corazón tiene que estar implicado.
¿Cuándo fue la última vez que buscamos al Señor por amor?
Un día leí el testimonio de un hombre que se convirtió al cristianismo durante la guerra fría. Este hombre vivía en la Unión Soviética y desde luego era reprimido por su fe, pero esta no mermaba a pesar de la persecución, sino que más bien se desbordaba en pasión por el Señor. Era tanta su necesidad de pasar tiempo con Dios y adorarle que este hombre buscó (literalmente buscó) un trabajo como limpiador de cloacas porque este era el único lugar en el cual podía cantar y adorar a Dios libremente, a todo pulmón. Su amor por Dios era mayor que cualquier otra cosa en su vida. Su corazón estaba totalmente entregado a Dios, sin límites, sin reservas.
¿Estaríamos dispuestos a hacer esto? Es una pregunta difícil, si somos realmente honestos con nosotros mismos. Pero no veo una forma más desinteresada de buscar a Dios. Este hombre simplemente dejó todo para poder adorar a Dios como su corazón le demandaba hacerlo, no podía sacar nada de provecho al tomar ese trabajo, realmente nada, solo la satisfacción de llenar su corazón de la plenitud de su Dios, ¡ese era un corazón realmente sediento por Dios y por nada más!
Búsqueda de Corazón
¿Has tenido tiempo con Dios de corazón recientemente? No por una necesidad, no por el hecho de tener que preparar una enseñanza o por obligación, sino simplemente por amor. Tal vez sea tiempo de que peses tu corazón y vuelvas a tu primer amor. Nunca es demasiado tarde.
“Mi corazón ha dicho de ti: buscad mi rostro. Tu rostro buscaré Oh Jehová” Salmo 27:8
Alonso Marín
Director Ministerio de Alabanza y Adoración
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