Cómo ser y hacer discípulos
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Cómo ser y hacer discípulos

Serie: Llamados a Discipular. ¿Cómo hacer discípulos?

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” Mateo 28: 19-20.

El mandamiento de ir a hacer discípulos fue dado a todos los creyentes, no hay alternativa, es una comisión que Dios le dio a los creyentes, tenemos la responsabilidad de acudir a ese llamado, no hay forma de evitarlo, es un mandato. Basado en este versículo, el discipulado incluye tres partes:

1- El Señor nos hace una invitación a ir

El Señor nos llama a ir y hacer discípulos. Cuando Él estuvo en la tierra siguió sus propios principios y delegó a los discípulos el multiplicarse.

2-El Señor produce una transformación a través del discipulado 

El discipulado con compromiso nos lleva a vidas transformadas. La palabra dice que vayamos a hacer discípulos ¿cómo? Bautizándolos; y ¿qué es el bautizo? es pasar de muerte a vida. El Señor quiere meternos en aguas, sacarnos siendo personas nuevas con una vida totalmente transformada.

El Señor murió en una cruz y en gracia nos dio vida, dándonos una condición de hijos y de salvos, pero no solo se quedó con eso, sino que Su gracia es tan grande y Su amor tan abundante que decidió hacernos partícipes de Su plan perfecto. Él decidió involucrarnos en Su obra, no tenía que hacerlo, no teníamos méritos, sin embargo; no solo nos dio la oportunidad de adoptarnos en su familia, sino que también quiso incluirnos en sus planes y usarnos. No hay nada más gratificante ni nada que te llene más de propósito en esta vida que servirle a Cristo.

Cuando oramos por alguien y vemos que esa persona pasó de las tinieblas a la luz nos impactamos porque vemos que Dios nos está usando. Cuando una persona llega triste a la Iglesia, pero la recibimos con una sonrisa y eso hace que cambie su semblante nos damos cuenta de que fuimos creado para esto, que este es tu propósito.

3-Participación

Los discípulos describieron sus diferentes perspectivas en los evangelios sobre la obra de discipulado que el Señor realizó.

Desde la perspectiva de Mateo podemos leer en. Mateo 4:18-21 lo siguiente: “Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.”

Aquí vemos la invitación del Señor donde les dice a sus discípulos que vengan, que salgan de lo que están haciendo, que se unan a Él y que lo sigan.

¿Qué es el discipulado?

Es seguir a alguien. El discipulado no es una palabra exclusivamente cristiana, podemos ser discipulados por alguien o por algo, porque lo que seguimos es lo que nos discípula. Si seguimos a alguien que no es Cristo estamos siendo discipulados, pero por alguien que no es Él. ¿Cómo sabemos si estamos siendo discipulados por algo o por alguien? Revisemos en nuestras redes sociales, lo que más compartimos, lo que más vemos y de lo que más hablamos es lo que nos discípula, pueden ser noticias, nuestro cuerpo, relaciones, trabajo, entre otros.

Aunque el discipulado no sea una metodología, el Señor decide usar a personas para que nos enseñen cómo es el caminar cristiano, sin embargo, no hay que seguir a hombres, porque todos fallamos. Nuestra mirada tiene que estar siempre puesta en Jesús.  Cuando el Señor nos hace un llamado este se activa al instante, lo vemos en el versículo 20 y 21 de Mateo 4. Los otros evangelios cuentan otros detalles que Mateo no mencionó porque no consideró importantes.

Juan 1:35-42 dice: “El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.  Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).”

En Mateo pareciera como que Jesús iba caminando y llamando gente al azar para que le siguieran, sin embargo, Juan nos aporta más detalles sobre ese llamado. Juan el Bautista entendía que sus discípulos no le pertenecían a él, sino a Cristo.

Andrés hizo lo que un buen discípulo hace, fue donde su hermano Pedro y le dijo: “Hemos hallado al Mesías” y comenzó a proclamar el Evangelio. No te avergüences del evangelio, no tengas temor de predicar porque es poder de Dios. Él nos puso en nuestro trabajo y en nuestra familia para que seamos luz; y serlo es una responsabilidad. Somos nosotros quienes debemos ir, hacer y hablar, quienes debemos dar testimonio de una vida transformada por medio de Cristo Jesús. El versículo 42 que acabamos de leer, nos enseña que una persona que discípula debe llevar a sus discípulos a Cristo. Dios nos pone personas en el camino para que les hablemos de la palabra y nuestro objetivo siempre debe ser llevarlos a Él.

Es importante entender que debemos seguir el modelo de Jesús más no suplantarlo, en ocasiones tratamos de arreglarle los problemas a las personas, pero no es nuestra labor, pero conocemos a Aquel que sí puede, que saca personas de cautiverio a libertad.

Lucas 5:1-11 dice: “Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él, y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron.”

Ya Jesús conocía a estas personas y estas le conocían, había una gran multitud a la cual Él le predicaba. Subió al barco de Pedro, quien no había tenido aún la revelación total de quién era Jesús, sabiendo que no le había ido bien en su pesca y le dio la orden de tirar sus redes de nuevo al mar y pese a que no tenía ganas de hacerlo porque ya lo había intentado lo hizo, obedeció y fueron tantos los peces que sacó que casi se hunde el bote y tuvo que llamar más botes para poder cargarlos todos, aquí se muestra la soberanía de nuestro Dios. Él sabe el tiempo, la forma y el lugar para mostrar su gloria. Si somos hijos de Dios debemos movernos por convicción y no por emociones, por obediencia y no por lo que sentimos y si somos verdaderos discípulos atendemos de inmediato al llamado de Dios.

Algunas personas como el rico joven escucharon el llamado del Señor, pero como el mandato era dejarlo todo no quisieron atenderlo. Algunos discípulos estaban en lo mejor de su carrera profesional y el Señor los llamó. En ocasiones creemos que el llamado de Dios es estar en la basura y atenderlo porque no hay otra opción. Él tiene un tiempo, una forma y un lugar en el cual se revela. Ese tiempo es hoy, la forma es en medio de la Iglesia y ese lugar es aquí, Dios nos está llamando.

Tal vez algunos pondrán de excusa para no atenderlo a su familia o a su trabajo, pero los discípulos lo dejaron todo para seguir a Cristo, convencidos de que estaban haciendo lo correcto. Ya ellos le conocían, ya habían escuchado de un Jesús, pero era tiempo de atender a su llamado. Dios nos va a proveer con todo lo que necesitemos, no nos dará caprichos porque Dios no es un papá que malcría, pero nuestra mirada no puede estar puesta en que en el momento en que ya el Señor nos supla entonces en ese instante vamos a empezar a seguirlo porque entonces lo que realmente querríamos es seguir la bendición y no a Dios.

¿Qué ocupamos para ser discípulos?

Una vida quebrantada, una transformación poderosa y un testimonio de cómo nuestra vida pasó de muerte a luz. No es requisito ni un seminario, tampoco sabernos la Biblia de memoria, solo ocupamos predicarle a los demás a donde quiera que vayamos sobre lo que hizo Dios en nuestras vidas porque es nuestra responsabilidad.

¿Cómo es un verdadero discípulo? 

  • Ama a Dios
  • Siempre apunta a sus discípulos a Cristo
  • Te ayuda a crecer en Cristo
  • Comprende frente a quien está
  • Reconoce cuál es su condición ante el Señor. Sabe que no somos dignos de todo lo que nos ha dado
  • Es humilde. Entiende quién es el Dios a quien sigue y quién es como persona
  • Tiene temor a Dios
  • Entiende que no puede caminar sólo tras la bendición y atiende el llamado del Dios proveedor
  • Modela a Cristo

¿Oramos por la gente inconversa de nuestra familia? ¿Les compartimos el Evangelio? ¿Les mostramos una transformación de vida? El Señor vino a transformar a aquel que no lo ha sido, a aquel que aún sigue resistiéndose. ¿Queremos vivir siempre con odio y rencor? ¿Si alguien nos falla no lo perdonamos ni le volveremos a hablar? Esa es la vida que el enemigo planeó, pero no es lo que Dios quiere para nosotros.

Él planeó una vida de amor, de paz y de gozo. Cuando conocemos a Cristo nuestra vida es transformada para siempre. Todas las cosas en Él son hechas nuevas y el llamado se atiende con inmediatez.

Filipenses 3:8-9 dice: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;”.

Ante los ojos de un incrédulo pareciera que los discípulos dejaron mucho por una promesa de nada, pero cuando estamos en Cristo sabemos que el que lo tiene a Él lo tiene TODO.

29-Aug-21
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Comentarios

  1. Marco Guevara : agosto 17, 2022 at 6:27 am

    Bendiciones Esta muy bien elaborado se que Dios lo usa siga adelante y que Dios le guarde y bendiga hoy y siempre

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