
Oyendo la voz de Dios – La palabra de Dios
Desde el inicio de los tiempos, Dios siempre ha querido comunicarse con las personas. Si estamos aquí es porque nos buscó y quiso tener una relación personal con nosotros. El Padre quiere encontrarse con cada ser de su creación, regenerarnos, quitar todas las impurezas y adoptarnos como hijos.
El problema radica en que el orgullo de los seres humanos impide que establezcan una relación genuina con Dios. Las personas buscan gobernar sus vidas según su propio criterio, y al hacerlo, le dan la espalda a Dios.
En primer lugar, es importante comprender que la comunicación de Dios con el ser humano es diferente a la que se establece entre los propios seres humanos. En la comunicación humana, el emisor transmite un mensaje a través de su voz, el cual viaja por un canal hasta llegar al receptor, quien lo recibe y lo procesa para ofrecer una respuesta, dando así continuidad al ciclo comunicativo.
Como se mencionó anteriormente, el Señor se comunica de forma muy diferente con las personas. La forma en la que Él habla es a través de su Palabra, la cual es el canal. El mensaje que se utiliza es el Evangelio. Por eso a la Biblia se le conoce como la “Palabra de Dios”. Esto quiere decir que literalmente cuando abrimos las Escrituras es Dios hablándonos a nosotros.
Él quiere hablar con nosotros todos los días, por ende si leemos la Biblia diariamente Dios está hablándonos todos los días. Es lamentable cómo en ocasiones vamos a la Biblia de una forma tan vana, sin el entendimiento de que abrir la Palabra es ver a Dios hablando a nuestro corazón. La Biblia es como un espejo que revela nuestra condición, y Dios nos habla porque quiere transformarnos a través del texto, hacernos más parecidos a Cristo.
Cuando leemos las Escrituras recibimos el mensaje del emisor (Dios), quien toma la iniciativa y nos busca por amor. No estamos aquí porque lo hayamos buscado, sino que es porque Él lo hizo primero. Finalmente, es a través de la oración donde el ciclo de la comunicación se cierra. De la Biblia recibimos lo que el Señor quiere hablar con nosotros y nos comunicamos de regreso cuando oramos. Él nos habla en la Biblia y nosotros le hablamos a través de la oración.
¿Es la palabra de Dios el único canal que Él usa?
No, el Señor puede usar varios medios. Él puede hablarnos a través de la naturaleza (Romanos 1), de las personas, una predicación, la iglesia, etc. Sin embargo, la forma predilecta que Él escogió es la Biblia.
No podemos buscar a Dios únicamente a través de la oración y fuera de las Escrituras, porque sin la Palabra no vamos a reconocer con claridad su voz. Si no llegamos a conocerlo a través de cómo Él se revela a nosotros de forma infalible, podemos caer en dudas o errores.
El enemigo quiere confundirnos y si no conocemos el corazón del Padre probablemente entraremos en confusión. La única forma en que podemos discernir si un mensaje proviene indudablemente de Dios es cuándo conocemos su naturaleza y sus principios, y estos son revelados a la humanidad por medio de las Escrituras.
En la Biblia podemos entender cómo Dios se revela a sí mismo.
¿Cómo estamos seguros de que la Biblia es la Palabra de Dios?
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.» 2 Timoteo 3:16-17, RVR60
De este texto podemos concluir, en primer lugar, que la Biblia es Palabra inspirada por Dios. Además, el versículo nos enseña que el Señor pretende perfeccionarnos a través de su instrucción, su corrección y su consuelo. Entonces, la Biblia es el medio para prepararnos para su propósito.
El término “inspirada” implica que esta proviene del aliento y de la respiración de Dios. Recordemos que Dios decide utilizar personas para escribirla, pero estos escritores originales fueron simplemente instrumentos. Por lo tanto, no fueron las palabras de personas redactando lo que pensaban de Dios, sino que era la voz de Dios revelando su mensaje. Este mensaje describe lo que Jehová desea que supiéramos, su verdad irrefutable e innegable.
Ahora bien, la Biblia se escribió en un período de 1.500 años, en tres idiomas distintos y fue escrita por más de 40 autores. Para comprender la magnitud de esto, todos sabemos que es sumamente difícil que tres personas sostengan un chisme por unos meses, ahora imaginemos lo que es mantener un argumento consistente a lo largo de 1.500 años. Sin embargo, en las escrituras encontramos un mensaje claro que se va sustentando con el paso del tiempo, revelando la voluntad de Dios desde el inicio de los tiempos.
Todo esta argumentación sigue (a pesar del tiempo y la diversidad de autores) una línea perfectamente establecida libro tras libro, capítulo tras capítulo, palabra tras palabra. La única explicación racional para que esto suceda sería comprender que es una revelación sobrenatural.
Otro dato impresionante es que la Biblia contiene 63.779 referencias cruzadas aproximadamente. Esto se refiere a versículos que apuntan o hacen referencia a otra cita bíblica. Esto muestra que la Biblia, aunque compuesta por 66 libros, es una unidad funcional, es decir, una sola obra escrita. En otras palabras, la Biblia no es un conjunto de textos inconexos, sino un reloj ensamblado impecablemente que funciona de forma perfecta (infalible e irrefutable), que a demás se ha preservado sobrenaturalmente con el paso del tiempo.
Actualmente, las versiones que tenemos de la Biblia tienen menos de 3% de diferencia entre ellas en relación a los textos originales. Los errores o diferencias existentes se dieron debido a fallos humanos por parte de los copistas, palabras que antes existían y ya no, y por cuestiones de semántica o sintácticas. Por ende se puede concluir que la Biblia se ha preservado con absoluta seguridad.
Además, en la actualidad tenemos 25.000 manuscritos del Nuevo Testamento, algunos completos y otros fragmentos. También, existen 5.800 manuscritos del griego original en el cual se escribió, lo que comprueba su fiabilidad. Es más, los padres de la iglesia (los discípulos de los discípulos de Jesús como Clemente, Ignacio y otros) citan a la Biblia continuamente en sus cartas al punto en el que solo con estas citas casi se puede reconstruir completamente el Nuevo Testamento.
¿Qué son los Rollos de Qumrán y como respaldan la fiabilidad de la Biblia?
En 1.947, arquelogos encontraron un conjunto de escritos y pergaminos escondidos en unas cuevas en la zona de Qumrán, a la orilla del Mar Muerto. Este hallazgo ha sido el descubrimiento arqueológico más espectacular de la historia reciente, que incluía 1.050 rollos antiguos. Entre estos se encontraron segmentos o libros completos de prácticamente todos los libros del Antiguo Testamento. Lo más impresionante es que algunos de estos rollos datan de hasta 250 a.C. (siendo de los documentos originales encontrados más antiguos).
La Biblia que conocíamos antes de este hallazgo se confeccionó de unos textos que se llamaban El Códice de Alepo (1135 d.C) y el Códice de Leningrado (1.009 d.C). Investigadores y estudiosos empezaron a comparar estos textos con los encontrados en Qumrán y encontraron una fiabilidad del 95%, donde el 5% de los errores se debían a la gramática y a una ausencia o variaciones mínimas en algunas palabras.
A lo largo de la historia, muchos han intentado destruir la Biblia, pero esta ha perdurado de generación en generación. Además, grandes hombres de Dios han entregado su vida para que nosotros tuviéramos la oportunidad de leer Su Palabra. El valor que ellos dieron a las Sagradas Escrituras es realmente impresionante.
Y si nada de lo anterior nos convence, leamos este otro argumento: El 25% de la Biblia se considera profecía (en otras palabras, eventos por ocurrir), siendo el único libro religioso que contiene profecías. Esto es sumamente especial ya que, sí una sola de ellas falla el libro pierde prestigio y respaldo. Sin embargo, este 25% indica que nuestro Dios es autoridad sobre los tiempos y las circunstancias. Él sabe que lo que escribió pasará. Por lo tanto, el inminente regreso de Cristo sucederá ya que lo que sale de la boca de Él no se pierde, nunca vuelve vacío, ni deja de dar fruto.
¿Por qué leemos la Biblia? ¿Cuál es nuestra motivación para hacerlo?
Lamentablemente, las estadísticas señalan que aproximadamente un 20% de los cristianos lee consistentemente la Biblia. Por lo tanto, el reto de este mensaje es que hoy salgamos confrontados y convencidos en la importancia de leer las Escrituras.
A continuación cinco argumentos acerca de por qué leer la Biblia:
1. Leemos la Biblia porque necesitamos conocer personalmente a Dios.
«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.» Juan 17:3, RVR60
Tristemente, en la sociedad actual hemos centrado todo en nosotros mismos. Todo parece girar en torno a nuestras emociones, sentimientos y preocupaciones. Sin embargo, la Biblia no se enfoca en nosotros. Muchas veces vamos a leerla o vamos al Señor y le empezamos a preguntar “¿qué quieres que haga?, ¿cómo puedo servirte mejor?, ¿cómo decidir?”
Esto no quiere decir que esté mal preguntar eso, pero la primera pregunta que deberíamos de hacer es “Señor, ¿quién eres?”. No necesitamos encontrarnos con nuestro propósito (esto no es positivismo, aunque todos lo tenemos) sino con el Dios que otorga propósitos, el Dios de la Palabra.
Muchas personas tienen la Biblia en mente, pero no la bajan al corazón. Eso pasa porque no confían en Dios y no lo conocen. Si le conocieran, aprenderían a confiar en Él porque entenderían que las pruebas que pasamos tienen una razón de ser a través de Cristo.
Cuando conocemos su naturaleza comprendemos quién es Él por medio de las pruebas. En las peores pruebas es cuando conocemos verdaderamente quién es Dios, y entendemos que Él es bueno. Aunque no comprendamos en plenitud por qué estamos pasando esa prueba, cuando entendemos que Dios es bueno sabemos que Él tiene un propósito bueno detrás, porque nos ama.
Dios no permite las pruebas porque quiera dañarnos, sino porque quiere moldearnos y para eso necesita procesarnos. La Palabra dice que “el Señor amó a Jacob y aborreció a Esaú.” Malaquías 1:2-3.
Su trato con Jacob fue fuerte porque el padre que ama disciplina, y Él muestra estar interesado en nosotros cuando nos procesa. Sin embargo, estas pruebas que no se salen de su control. Él permite que nos llevemos el golpe que sabe que podemos sostener, pero cuando este va a ser muy duro mete su mano y nos sostiene porque es fiel.
Por otra parte, “aborreció a Esaú” significa que le permitió hacer lo que le dio la gana. Él tuvo esposa, vivió de las riquezas de su familia, en una aparente paz terrenal, pero lejos de la presencia de Dios. Esaú termina cayendo en su mente reprobada. El Señor procesa al que ama.
«Y Jehová volvió a aparecer en Silo; porque Jehová se manifestó a Samuel en Silo por la palabra de Jehová.» 1 Samuel 3:21, RVR60.
Dios se manifiesta en su Palabra y se reveló en Cristo principalmente.
«Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.» Hebreos 1:1-2
Jesús abrió los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos, no para que tuvieran mejor calidad de vida (aunque Él es misericordioso y puede hacerlo), sino porque era su plan principal. Esto sucede no para glorificarnos a nosotros, sino para glorificarlo a Él. Lo hizo para que los ciegos pudieran ver a Cristo y los sordos pudieran escuchar la Palabra que los llevaría a salvación. Eso es lo que Jesús quiere hacer por eso el Padre se revela en el Hijo.
2. Leemos la Biblia porque necesitamos aprender a glorificar a Dios.
«Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.» 1 Corintios 10:31, RVR60.
Todo lo que hacemos debería ser para la gloria de Dios, deberíamos vivir para eso. Si no lo hacemos no tenemos razón de ser. Nuestro propósito de vida es glorificar a Dios en nuestro trabajo, familia, estudios, en todo lugar, por medio de un testimonio que glorifique a Cristo. Pero solo podemos hacerlo si permanecemos en su verdad. ¿Cómo podemos permanecer en su verdad si no la conocemos? ¿Cómo nuestra mente corrupta va a glorificar a Dios con pensamientos si no lo conocemos en su Palabra?
«Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.» (Romanos 1:21-25, RVR60)
Estos hombres cambiaron a Dios por imágenes. Como seres humanos, nuestra mente condiciona al corazón y de este último brota nuestra actuar. Si nuestra mente está corrupta, nuestro corazón también y nuestro actuar va a ser erróneo. En cambio, si nuestra mente glorifica a Dios, nuestro corazón y acciones también lo harán.
Nuestra mente debe estar completamente saturada con la verdad de Dios. ¿Cuántos versículos sabemos de memoria? Es necesario que nuestra mente se llene de Su Palabra, porque no podemos glorificar a Dios si nuestra mente no está llena de ella.
3. Leemos la Biblia porque necesitamos diferenciar entre verdad y mentira.
«Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.» Juan 17:17, RVR60.
Cuando nosotros conocemos la verdad dejamos de dudar en la toma de decisiones. Primero, porque conocemos el carácter de Dios y sabemos que es la verdadera paz. Por eso, podemos tener confianza en que Él es misericordia, bondad, gozo, omnipotencia y soberanamente tiene control de nuestras circunstancias.
Si tuviéramos total confianza en eso, no habría cristianos viviendo con estrés, porque entenderíamos que el Señor tiene absoluto control sobre todo, incluso sobre cualquier situación que estemos enfrentando. Sus planes se cumplirán, Él llevará a cabo Su obra y todo lo que ha prometido se cumplirá.
Cuando vamos a la Biblia y nos damos cuenta de su carácter no nos volvemos a sentir solos y crecemos en el temor a Jehová porque conocemos lo que no le agrada a Dios. Empezamos a tomar decisiones sabias porque sabemos que la decisión equivocada nos lleva a deshonra y a vivir en nuestra mente corruptible. Si conociéramos la voz de Dios tomaríamos decisiones alejados de nuestras emociones. El mundo nos dice que sigamos nuestro corazón, Él nos dice que sigamos la Palabra. ¡Solo hay una verdad y un camino!
Necesitamos alejarnos de la falsa paz que utilizamos como muletilla para ir en contra de su Palabra. Por ejemplo, la Biblia enseña que estar en una relación con alguien no creyente es pecado (no se unan en yugo desigual con los incrédulos). A pesar de eso, algunos cristianos dicen que se sienten una paz en una relación así, pero esa no es la paz del Señor aprobando lo que claramente está mal.
La paz que el Señor da es su presencia en medio de cualquier circunstancia que vivamos, y no la ausencia de problemas. Si queremos dirigir nuestra vida por esa falsa paz eso nos va a llevar tarde o temprano a problemas. Vamos a terminar mal porque Dios es justo, y si caminamos en desobediencia las consecuencias del pecado llegarán. Si decidimos caminar lejos de su verdad estamos decidiendo darle la espalda a Dios, yendo por la libre y caminar alejados de Él, o sea bajo el reinado de las tinieblas.
4. Leemos la Biblia porque caminamos en victoria.
«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.» Hebreos 4:12, RVR60.
Por eso, cuando oramos deberíamos hacerlo con las Escrituras porque cuando lo hacemos estamos usando el arma espiritual que Dios nos dio y esta puede tocar el corazón de la persona más dura y transformarla. Ese es el poder del Señor que nos dijo que nos iba a dar en su Palabra. Esta que puede transformar la vida de aquel que hoy no quiere nada con el Padre.
Cuando oremos por alguien, hagámoslo agarrados de la Biblia. Digámosle “Señor, que sea esta Palabra sobre mi hijo, que sea tu protección sobre mi hija, sobre mi papá, que sea tu corazón sobre mi mamá, que sea tu Palabra tocando su corazón y volviéndolo a ti como lo hiciste conmigo”. No menospreciemos el poder que hay en las Escrituras, es poder de Dios, el cuál transforma, corta, entra, produce y discierne.
La tentación no se vence sólo con oración. La tentación, la ansiedad, el estrés y la situación difícil se atacan con la Palabra. Lo que el Señor nos enseñó en Mateo 4 es que el problema espiritual se ataca con la Biblia, cuando se proclama y obedece lo que está escrito. En ese momento es donde se empieza a producir fruto, por ende para tomar buenas decisiones, caminar en sanidad emocional y espiritual se requiere conocer la Palabra.
En resumen, leemos la Biblia para conocer a Dios personalmente, para aprender a glorificar a Dios en nuestra vida, para discernir entre verdad y mentira y para caminar en victoria.
5. Leemos la Biblia para crecer en fe.
«Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.» Romanos 10:17. RVR60.
¿Por qué la Palabra produce fe?
Cuando comprendemos que el Señor nos ama igual que amó a Moisés, David, Abraham, Ester o a cada uno de los grandes hombres y mujeres que aparecen en la Biblia, entenderemos dos cosas:
1. Él nos quiere y nos va a procesar a través de su Palabra. Dicho proceso nos va a llevar a situaciones donde vamos a ver su mano sobrenatural en nuestra vida. Por ejemplo, Josué tuvo miedo de ir a Jericó, por eso el Señor le tuvo que decir «Esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes porque Jehová tu Dios estará contigo donde quiera que vayas.» Josué 1:9, RVR60.
Dios le da esa palabra porque Él tenía miedo y el Padre lo conocía, pero Josué decidió no hacerle caso al temor (el cual es un pésimo consejero) sino que él decidió hacerle caso a la Palabra de Dios. Él llegó a Jericó, la ciudad impenetrable y el Señor sobrenaturalmente le da la victoria ahí.
Cuando Dios llevó a Moisés a dirigir su pueblo a salir por el desierto y enfrentarse, de un lado tenía un mar y del otro el ejército de Egipto que venía persiguiéndolos. Fue ahí donde el Señor decidió darle una puerta de salida, y abrió el mar y el pueblo pasó para poder llegar al lugar donde Dios le había prometido que iban a llegar.
2. Cuando leemos la Palabra crecemos en fe porque entendemos que, si Dios lo hizo en el pasado con sus hijos que amaba, Él lo puede volver a hacer con nosotros. Y si creemos que no lo hace, es porque tiene un propósito bueno, mejor y de amor que no comprendemos, porque esa es la naturaleza del Señor. Cuando vemos que uno de sus atributos se hace visible, nuestra fe crece.
¿Qué pasa si no leemos la Biblia?
Si no llegamos a conocer a Dios, nunca podremos confiar en Él. Además, sin ese conocimiento, no aprenderemos a descubrir nuestro propósito en el Señor, y no seremos capaces de glorificarlo con nuestra mente, acciones y corazón. Sin esa comprensión, nos costará distinguir entre lo bueno y lo malo. Viviremos en un ciclo de derrotas, convirtiéndonos en presas fáciles para el enemigo.
Con esto, ahora podemos comprender por qué y cómo el mundo ha perseguido la Biblia, también por qué hubo hombres que dejaron su vida para preservar la Palabra de Dios. Pero, esta es una lucha espiritual, o sea una guerra que hay que pelear. Es más importante que tengamos saturación de la Palabra que alimento en nuestro estómago y bolsillo. Por eso, nuestro único proveedor es el Señor. Necesitamos ser llenos de la Palabra de Dios.
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