Devocional: Perdono, pero Nunca Olvido – Día #4
Heridas de un amigo sincero
Plan Devocional Día 4 de 5
“…Le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos…”
Romanos 12:3 (NTV)
Tengo la bendición de haber conocido a una persona muy especial en la iglesia donde me congrego y de las cosas que más valoro de esta amistad es la práctica de ser siempre honestas y entendidas de que la comunicación es clave para tener una buena relación.
En el proceso de conocernos, hemos tenido algunas diferencias, pero en lugar de guardar “ese algo” que nos incomoda, nos acercamos, conversamos y nos decimos como nos hizo sentir la situación. Esto nos ha permitido fortalecer nuestra amistad, aclarar malentendidos, entendernos mejor e inclusive pedir perdón cuando nos damos cuenta de que alguna acción no fue la correcta e hizo sentir mal a la otra.
A veces preferimos dejar pasar las situaciones incómodas para evitar el conflicto, pero este eventualmente llegará, pues no enfrentar el problema, no lo hará desaparecer… Esa “espinita” queda guardada y puede irse acumulando hasta generar amargura que eventualmente saldrá a la luz; así que ese conflicto que queríamos evitar puede escalar a algo mayor y más difícil de perdonar.
Nuestra comunicación debe ir acompañada de humildad, madurez y carácter; y nuestro mayor ejemplo de ello es Jesús. Cuando se nos confronte – en amor – por nuestras acciones y actitudes, pidamos al Señor tener un corazón dispuesto a escuchar, recibir consejo y respetar al otro.
La humildad brota de un corazón transformado por Jesús, es allí donde podemos examinarnos a nosotros mismos y entender que, aunque otras personas tengan actitudes que nos incomodan, ¡nosotros también tenemos un montón! Entendemos que, así como quiero que me perdonen, debo perdonar; y aprendemos a ver el tronco en nuestro ojo primero – siendo más conscientes de este – y no prestar tanta atención a la paja de otros.
Oremos:
Cristo, ayúdanos a amar a los demás como Tú nos amas: con todas nuestras imperfecciones, con nuestros constantes errores, con esa misericordia que se renueva cada mañana. Que nuestro amor por otros sea genuino, un amor que no guarde rencor, que no sea orgulloso. Amén.
Tatiana Mora
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