Caminando en el Espíritu: La Trinidad
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Caminando en el Espíritu: La Trinidad

La iglesia de Jesucristo es aquella que comparte una sola doctrina. Y; ¿qué es doctrina? Es el conjunto de fundamentos bíblicos que nos identifica como creyentes y discípulos de Cristo.

Hay doctrina fundamental cristiana, la cual provee la base para darnos cuenta quienes son nuestros hermanos en la fe y quienes no. No todo aquel que se hace llamar cristiano realmente lo es.

¿Cuáles son las doctrinas de la fe cristiana? La doctrina de la Trinidad, del pecado, de la salvación, la justificación, etc. La fe cristiana tiene fundamento en la Palabra de Dios.

También existe un concepto importante denominado como teología. “Theos” significa Dios, y “logos” significa palabra, verbo, acción, conocimiento. Teología es la perspectiva que nosotros tenemos de Dios basándonos en Su palabra. Existen posiciones teológicas que nos pueden llevar a diferentes posiciones de ciertos temas, aunque estemos hablando de la misma Biblia.

La teología conlleva interpretación y es por esta razón que las diferentes denominaciones de iglesias tienen creencias o formas de hacer las cosas. Están las que creen en el don de lenguas, de profecía, las que piensan que una mujer puede ser pastora, entre otros; mientras que existen diferentes denominaciones que no creen en todas o en alguna de las citadas anteriormente. Todo esto es posición teológica.

Nunca una posición teológica nos puede separar como hermanos.  Toda iglesia tiene interpretaciones y posturas, y nosotros no somos la excepción. Sin embargo, reiteramos que es más importante guardar la unidad del espíritu que tener una posición personal.

La trinidad es parte de la doctrina fundamental de nuestra fe. Nosotros creemos en un solo Dios: “Jehová el Señor tu Dios, uno es” Deuteronomio 6:4. Nuestro Señor se manifiesta en tres personas, cada una de ellas es Dios en su plenitud y tienen un rol específico, pero el Padre no es el Hijo, el Hijo no es el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo no es ninguno de ellos tampoco.

El Espíritu Santo es una persona, no es una fuerza, no es un sentir, es Dios en sí mismo, que tiene pensamientos, funciones, un sentir y una forma de revelarse. Él expresa emociones y nuestro actuar puede levantarlo o contristarlo.

¿Qué dice la Biblia sobre quién es el Espíritu Santo?

Juan 14:16 dice que el Espíritu Santo es nuestro consolador. La palabra original del griego parakletos: “nuestro ayudador”. Tenemos acceso al Espíritu Santo siempre y Él está deseoso de que lleguemos y nos acerquemos porque Él es en esencia nuestro ayudador.

Gálatas 5 dice que el Espíritu Santo es nuestro guía.

Hechos 1:8: “y recibirán poder cuando haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo”. Y esto nos lleva a una verdad que es que no podemos hacer nada en nuestras propias fuerzas pues si lo hiciéramos volveríamos a ser los mismos que fuimos antes de conocer al Señor. El Espíritu Santo nos llena de su poder para hacer la voluntad del Padre.

El Espíritu Santo revela toda verdad, Él es quien nos da la capacidad para entender la Biblia, es quien nos da discernimiento. Juan 14:17

Hay gente que dice que se sujeta a lo que el Espíritu Santo le diga, pero lo que Él nos revele está sujeto a lo que la Palabra de Dios nos indique. Es un solo Dios, Él habla una sola cosa. El Espíritu Santo nos puede hablar de forma personal, pero este nunca va a ir en contra de la Palabra de Dios.

A través de la comunidad el Espíritu Santo confirma su actuar.

El Espíritu Santo nos enseña a orar, a discernir y nos recuerda toda verdad. Quizás a muchos nos ha sucedido, que al esta orando el Espíritu empieza a sacarnos palabras y versículos que sabemos que no vienen de nosotros y que ni siquiera recordábamos; y esto sucede porque Él está allí para recordarnos verdades de la Palabra.

¿Cómo camina una persona en necesidad? En el entendimiento de que depende siempre del Espíritu Santo. Necesitamos tener el corazón lleno para que el Espíritu Santo saque la palabra que necesitamos cuando nos encontremos en el peor momento.

El Espíritu Santo nos guía a perdonar, a alejarnos de aquello que lo contrista y alejarnos de pecado. Juan 16:8 dice “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” Él es el Espíritu de Santidad. Es imposible caminar en rectitud delante de Dios sin la ayuda del Espíritu Santo.

El Espíritu glorifica a Cristo y el Espíritu habita en cada uno de nosotros, dice Romanos 8.

El Espíritu Santo llena, capacita, bautiza, es poder de resurrección y vida, regenera, da dones y nos afirma en nuestra identidad de hijos.

Una de las evidencias de una persona salva es que esta tiene seguridad de su salvación.

Romanos 8:14-16 dice “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.  Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”

Uno de los sellos del Espíritu, es que Él nos hace entender que somos hijos y nuestra oración con Dios deja de ser hacia ese Dios lejano y empieza a ser hacia ese Padre cercano.

El Espíritu habita en todo aquel que le ha entregado su vida a Cristo.

En este tiempo más que nunca, el Espíritu Santo está obrando en el corazón de cada creyente y esto habla del Dios omnipresente manifestándose en diferentes lugares. Si conocemos realmente a Dios, estamos experimentando al Dios eterno y omnipresente en nuestra vida.

Gálatas 5:25 nos habla sobre andar en el Espíritu. Si vivimos en el Espíritu, Él mora en nosotros. Tenemos vida porque tenemos al Espíritu Santo. Vida no es respirar, vida es tener el aliento de Dios. Podemos respirar y estar muertos en nuestros pecados.

Pero hay que entender una verdad muy importante: podemos vivir en el Espíritu, pero no andar en Él. “Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu”. Pablo nos exhorta a través del libro de Gálatas que hay unos que viven, que son salvos, pero no disfrutan su salvación porque no andan en el Espíritu.

Para vivir la vida gloriosa que Dios preparó para nosotros, sus hijos, debemos andar en el Espíritu. Hay cristianos que viven como en derrota porque no andan en el Espíritu. El llamado de Dios es que caminemos en Él, encendidos en Él.

Los siguientes versículos en el libro de Gálatas nos dicen lo siguiente:
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.”
“Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.”

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”

Gálatas 5:16, 18, 22-23 y 25

En el versículo 16, el verbo “andar” en el original griego quiere decir conducir. Estamos llamados a que nuestra vida sea conducida por el Espíritu Santo. Eso quiere decir que nosotros nos tenemos que hacer a un lado para que Él tome control de la dirección de nuestra vida, para que Él empiece a obrar.

En el versículo 25, el verbo “andar” en griego es “marchar en rango militar”. Una cosa es darle la dirección al Espíritu Santo y otra cosa es entender el tiempo correcto para caminar a la par del Espíritu Santo. ¿Cómo marchamos de manera militar? Uno a la par del otro caminando en perfecta sincronización.

Tan desobediente es aquel que hacer lo contrario a lo que Dios dice como aquel que alarga el mandato de Dios. Tan triste es aquella persona que dice no cuando Dios dice sí, como aquella persona que dice más tarde.

Cada vez que la Biblia habla sobre el Espíritu Santo, habla de la lucha que hay en nuestro ser: el espíritu contra nuestra carne.

Nosotros tenemos tres enemigos: el mundo, Satanás y nuestra carne. Los tres nos llevan al mismo resultado: a destruir nuestra vida a través de acciones apartadas de Dios, satisfaciendo nuestra propia carne y conduciéndonos a pecado.

Definición de carne: todo aquello que hacemos fuera del Espíritu Santo. ¿Oramos antes de levantarnos, pedimos dirección a Dios para que nos guíe a nuestro lugar de trabajo, estudio, iglesia o a dónde nos dirijamos?

Cuando andamos en el Espíritu, Él nos puede guiar y decir por donde dirigirnos, a qué lugares entrar y a cuáles no, con qué personas debemos hablar y con quiénes no en determinado momento. Cada decisión que el Espíritu Santo nos guía es para glorificar al Padre. Cuando nosotros nos dejamos llevar por nuestra propia prudencia, inteligencia o capacidades, lo que consideramos que es mejor para nosotros, lo que estamos haciendo es caminar en carne y con ello le restamos gloria a Dios.

Cuando servimos a Dios con nuestros dones, puede llegar un punto donde empezamos al ponerlo en práctica lo hacemos de manera mecánica. Cuando servimos a Dios de esta forma, lo estamos haciendo en nuestras propias fuerzas y estamos glorificándonos a nosotros mismos en vez de darle el lugar que le corresponde al Espíritu Santo.

¿Cómo andar en el espíritu? Esto se logra en una condición de obediencia. Gálatas 3:1-5 nos dice: “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?”

La primera clave es tener fe y fe no es creer con todo nuestro corazón, es tener la certeza y la seguridad que Dios está obrando en su perfecta voluntad en nuestra vida. ¿Tenemos seguridad de que el Espíritu Santo habita en nosotros? Si tenemos seguridad de que así es y que Él es nuestro ayudador ¿porqué no vamos a Él? ¿Porqué no lo buscamos? Donde el Espíritu se magnifica y se glorifica el fruto se hace evidente: el amor, el gozo, la paz, la paciencia.

Necesitamos empezar a creer que el Espíritu está allí para ayudarnos y no nosotros.

Tenemos una mente, la cual dirige todo nuestro actuar. De lo que está llena nuestra mente va a controlar nuestro andar. En las pequeñas decisiones es que empezamos a crecer en obediencia, seamos diligentes en pedirle al Espíritu Santo que nos guía, nos dirige y nos ayude aún en las cosas que nos parecen más pequeñas.

Si caminamos en obediencia, vamos a empezar a andar en el Espíritu, y Él va a empezar a hablar cada vez más claro y nuestra vida empezará a crecer y a dar fruto. Pero esto es solamente para aquel que realmente quiere caminar en el Espíritu, que quiere obedecer a Dios y apartarse de si mismo para colocar a Dios en el centro.

Dice 1 Pedro 1:13: “Así que preparen su mente para actuar y ejerciten el control propio. Pongan toda su esperanza en la salvación inmerecida que recibirán cuando Jesucristo sea revelado al mundo.”

Necesitamos prepararnos y meternos de lleno en todos los temas que hacen que el Espíritu Santo se levante en nosotros. Necesitamos disponernos para orar, leer la palabra, en ser personas agradecidas y vivir conforme al Espíritu.

No hay nada que ninguno de nosotros podamos hacer físicamente para que el fruto del Espíritu se desarrolle.

Si queremos desarrollar paciencia, amor, dominio propio en nuestra vida la clave es: hacernos a un lado, y dejar que el guía pase, darle espacio al Espíritu Santo para que haga Su obra y no la nuestra. Quitémonos del panorama y confiemos en que Él tiene el control.

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