El Resumen - Amando con toda el alma
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El Resumen – Amando con toda el alma

Marcos 12: 28-30 dice:

«Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.  Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento».

El versículo nos habla de amar al Señor con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas.

El alma se distingue como la principal característica que diferencia al hombre de todos los demás seres irracionales. Es el alma la que da vida al cuerpo; es nuestra alma lo que es verdaderamente eterno y lo que debemos alimentar.

Salmo 62-5:8 dice:

«Alma mía, en Dios solamente reposa,

Porque de él es mi esperanza.

Él solamente es mi roca y mi salvación.

Es mi refugio, no resbalaré.

En Dios está mi salvación y mi gloria;

En Dios está mi roca fuerte, y mi refugio.

Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos;

Derramad delante de él vuestro corazón;

Dios es nuestro refugio».

Debemos dirigirnos a nuestra alma, ya que esta tiende a distraernos del propósito que Dios tiene para nosotros.

Mateo16: 24 dice:

«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame».

Seguir al Señor requiere que primero nos neguemos a nosotros mismos. Esto implica incomodidad, no ser populares, no estar de moda, e ir en contra de la corriente.

Amar a Dios con toda el alma significa discernir lo bueno de lo malo, sin caer en tibiezas ni relativismos. La Biblia es clara en cómo debemos caminar con el Señor, en lo que está bien y lo que no, en lo que agrada al Señor y lo que no. Cuando amamos a Dios con toda el alma, dejamos todo aquello que, aunque nos deleite, sabemos que está mal delante del Señor; huimos de eso.

Tres consejos para cuidar nuestra alma:

  • Controlar las emociones y el alma:

Es esencial aprender a manejar nuestras emociones para llevar nuestra vida diaria delante del Señor. Cada día debemos preguntarnos: ¿Hoy me acerqué más a ti, Señor, y aprendí más de ti, ¿o me centré demasiado en mí mismo?

El momento de cambiar y transformar nuestras vidas, alabando y adorando a Dios con toda nuestra alma, es hoy, no mañana.

Hebreos 4:16 dice:

«Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.»

Ese oportuno socorro, ese acercamiento confiado al Trono de la Gracia, está reservado para aquellos que han decidido amar al Señor con todo su corazón y con toda su alma, para aquellos para quienes Jesucristo es el Rey y el Señor de sus vidas.

  • Busquemos una mente renovada:

Es esencial tener una mente renovada para actuar conforme a Cristo a través de disciplinas espirituales. El Señor no está para condenarnos; está para amarnos. Sin embargo, debemos esforzarnos por buscarlo activamente.

  • Vivamos nuestra fe:

La fe no se trata de sentimientos o emociones. Debemos mantener la convicción de que Dios cumplirá lo que ha prometido. Incluso en las circunstancias difíciles, es crucial creer que Dios sigue siendo Dios.

Cuando el temor nos invade y las circunstancias adversas nos atacan, puede surgir la duda en nuestra fe. Es en esos momentos cuando debemos recordar a nuestra alma hacia dónde nos dirigimos y reconocer la necesidad de hacer cambios.

El apóstol Pablo dice:

2 Timoteo 4:7.8 dice:

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe, por lo demás me está guardada la corona de Justicia, la cual me dará el señor pues justo en aquel día y no solo a mí sino también a todos los que amen su venida.”

El Señor no nos pide sacrificios, sino que lo amemos. Dejar de pecar no es un sacrificio de renunciar a cosas; es una decisión de amar al Señor con nuestra alma, sabiendo que lo que dejamos nos acerca más a Él.

Dios eligió amarnos porque Jesús murió en la cruz, en el lugar que nos correspondía. No tenemos derecho a pedirle nada a Dios; Él ya nos lo entregó TODO. Lo que Dios pide a cambio es nuestra sujeción y amor hacia Él.

Amar con el alma significa hacerlo incluso en medio de la incredulidad y acercarse a Dios cuando menos deseamos hacerlo. Hoy debemos tomar una decisión: si queremos acumular tesoros en la tierra o en los cielos. Si decidimos amar al Señor, debemos tomar decisiones radicales y amarlo de maneras que no son populares.

Es ir en contra de la corriente. Cada vez más, la sociedad nos empuja a aceptar como bueno lo que el Señor dice que es malo. ¿Qué estamos dispuestos a dejar? ¿Qué estamos dispuestos a poner por delante de la voluntad de Dios?

Este texto enfatiza la lucha entre los valores sociales y los principios espirituales, al tiempo que desafía al lector a reflexionar sobre su compromiso personal con la voluntad divina.

1 Timoteo 4:8 dice:

«Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera».

1 Timoteo 4:8 dice:

«El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene».

Escojamos dónde queremos obtener beneficios; la decisión es nuestra.

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