Los nombres de Dios - Elohim
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Los nombres de Dios – Elohim

Cuando hablamos de los nombres de Dios, no nos referimos simplemente a títulos. Cada nombre con el que Él se revela encierra una dimensión profunda de su carácter. No son meras etiquetas, sino expresiones que comunican quién es Él y reflejan sus atributos.

Dios es proveedor, fuente de paz, soberano, bondadoso, poderoso y muchos de sus innumerables atributos se manifiestan a través de estos nombres. En esta enseñanza, hablaremos acerca de Elohim.

La palabra Elohim es uno de los nombres más antiguos y reverentes con los que Dios se da a conocer en Su Palabra. Es uno de los primeros nombres mencionados en la Escritura y aparece más de 2.500 veces. Este nombre tiene una particularidad interesante: en la gramática hebrea, Elohim es una forma plural, pero puede emplearse también con verbos en singular.

Por ejemplo, cuando se dice Elohim, Dios de Israel, se usa en sentido singular. Más adelante veremos ejemplos en los que se expresa en plural.

El nombre Elohim significa Dios Poderoso, Creador Soberano, Aquel que tiene toda autoridad sobre todo lo creado.

Ahora bien, vale la pena hacernos una pregunta: ¿Somos conscientes de delante de quién estamos cuando oramos? ¿Entendemos realmente ante quién nos presentamos?

Desde el mismo inicio de la Biblia, en Génesis 1:1 Nueva Traducción Viviente (NTV) leemos:

“En el principio, Elohim creó los cielos y la tierra.” 

El autor de este libro es Moisés, y el contexto en el que se desarrolla es uno donde predominaban las culturas egipcia y babilónica. Para estas civilizaciones, hablar de creación implicaba la acción de múltiples dioses, y el origen del mundo era visto como el resultado de guerras y conflictos entre ellos. En sus relatos, la creación surgía del caos y el desorden.

En cambio, el relato bíblico de Génesis presenta una perspectiva completamente diferente. Allí, la creación no es fruto de luchas entre deidades, sino el resultado de la voluntad ordenada y soberana de un solo Dios. Mientras las culturas antiguas atribuían cada elemento natural a un dios distinto, Génesis 1:1 declara con firmeza que Elohim —el único Dios verdadero— es el creador de todo: de lo visible y también de lo invisible.

Es importante notar que cuando el texto dice “En el principio”, no se refiere al principio de Dios, porque Dios ya existía antes del principio. Se refiere, más bien, al inicio de todo lo creado, al comienzo del tiempo, del espacio y de la materia.

Este versículo no busca probar la existencia de Dios, sino afirmar Su obra creadora. En una época donde los pueblos creían en muchos dioses, la Biblia inicia proclamando una verdad revolucionaria: solo hay un Dios, y Él es el Creador absoluto. Para el pueblo de Israel, que había vivido en medio de culturas politeístas, esta afirmación era esencial: Dios no es uno entre muchos, sino el único Dios verdadero.

Como mencionamos anteriormente, en la gramática hebrea el nombre Elohim está en forma plural. Cuando el texto dice: “En el principio, Elohim creó los cielos y la tierra”, esta pluralidad sugiere la participación conjunta del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, obrando en perfecta unidad y sincronía en el acto de la creación.

Por ello, resulta útil analizar en detalle este versículo, pues cada palabra encierra verdades profundas sobre la naturaleza de Dios y Su obra creadora.

“En el principio”: Elohim marca el inicio del tiempo, pero no el inicio de Dios. Dios es eterno, existe fuera del tiempo, aquí comienza la historia de la creación, no la historia de Dios, porque Dios no tiene principio ni tiene fin, Él ya estaba. 

“Creó”: este verbo se usa exclusivamente en la acción divina, implica creación de la nada, algo que solo puede Dios hacer. No es formar, no es moldear, sino traer existencia donde no la había. 

“Los cielos y la tierra”: Esta es una expresión muy hebrea que hace referencia a TODO. Los cielos y la tierra, todo lo visible, tangible que podemos ver, como aquello invisible e intangible que no podemos ver ni tocar. 

Características del nombre Elohim:

DIOS PODEROSO

 “¡Oh, Señor Soberano! Hiciste los cielos y la tierra con tu mano fuerte y tu brazo poderoso. ¡Nada es demasiado difícil para ti!” Jeremías 32:17 (NTV).

En nuestras vidas personales, en nuestra intimidad con Dios y como familia, los tiempos de adoración deberían comenzar con esa misma exclamación de rendición y alabanza:

“¡Oh, Señor Soberano!”

Jeremías establece una conexión perfecta entre su declaración y el primer versículo, al decir:

“He aquí, tú hiciste el cielo y la tierra con tu mano fuerte y tu brazo poderoso.”

Esta expresión utiliza una figura gramatical conocida como antropomorfismo, que consiste en atribuir características humanas a Dios para ayudarnos a comprender su poder y cercanía.

Además, el profeta reafirma que Elohim es el creador absoluto, con autoridad y dominio sobre toda la creación. Esta verdad nos recuerda que Él es el origen de todo lo que existe y que su poder no tiene límites.

DIOS DE IMPOSIBLES

Jeremías también nos presenta una imagen recurrente de Dios Todopoderoso que sigue actuando hoy. Con fe declara que para Dios no hay nada imposible. Elohim no solo creó todo lo que existe, sino que con su poder lo sostiene.

Reflexionemos: ¿Por qué, siendo hijos de Dios, nos cuesta tanto entender que Elohim es nuestro Dios y que todo su poder creativo está a favor de nosotros, sus hijos?

Nuestro Dios no está hecho de madera, piedra o metal que retiñe. Nuestro Dios es grande y poderoso. No tiene principio ni fin.

Y si Él es verdaderamente poderoso… ¿qué podría ser difícil para Él?

En Éxodo, Dios abrió el mar para que su pueblo caminara en seco. Él lo hizo entonces… ¿no podrá hacerlo hoy también?

DIOS DE PACTOS

“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.” Deuteronomio 7:9 Reina Valera 1960 (RVR1960)

En el texto original hebreo, la palabra Elohim aparece dos veces, reafirmando la identidad divina:

“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Elohim. Elohim es fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y obedecen sus mandamientos hasta mil generaciones, por amor a su nombre.”

La Palabra nos invita primero a conocer a Dios, porque no hay otro como Él. Nos recuerda su fidelidad y su confiabilidad. Uno de los atributos más destacados de Elohim es precisamente su fidelidad: no solo es fiel en general, sino fiel en su pacto, movido por su misericordia y su gran amor.

No existe, ni existirá jamás, un Dios tan grande como Él.

Elohim también es relacional: hace pactos con sus hijos y es fiel para cumplirlos. Él no cambia.

Pero cabe preguntarnos: ¿Somos nosotros fieles para cumplir nuestra parte?

Si realmente entendemos que Él es el mismo ayer, hoy y siempre, entonces nuestra adoración debería reflejar esa certeza.

En Mateo 28:20 Él prometió estar todos los días con nosotros hasta el fin del mundo:  “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”

¿No debería esta promesa cambiar nuestra manera de vivir? 

DIOS SOBERANO

Tomemos como ejemplo a Job, quien entendió la soberanía de Dios sobre su vida. Del libro de Job, muchas veces solo nos gustan los primeros diez versículos del primer capítulo y el capítulo 42, porque en los primeros, Dios habla bien de Job, y en el último, lo bendice con el doble de lo que tenía. Pero se nos olvida que, entre ese principio y ese final, hubo un proceso donde la soberanía, la gracia y la fidelidad de Dios se manifestaron de manera perfecta. En ningún momento de esos 42 capítulos, Dios dejó de ser Dios.

Muchas veces, cuando llega la prueba, lo primero que hacemos es negar a Dios o dudar de Él, olvidando que sigue siendo el mismo, aun en medio del dolor.

Podemos entender esto en Job 12:13 (RVR1960), donde dice:

“Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la inteligencia.” 

Este versículo forma parte del diálogo que Job mantiene con sus amigos, quienes lo acusan de haber pecado y de que su sufrimiento es consecuencia de su falta. Sin embargo, en lugar de responder con enojo o defenderse con vehemencia, Job reconoce que sigue sostenido por la mano del Dios Todopoderoso y que Su soberanía tiene control sobre todo.

Los seres humanos no siempre podemos explicar con lógica los momentos difíciles que enfrentamos, pero mientras creamos en Él, sabemos que tiene el control de todo.

Elohim es soberano, y nada escapa de Su poder.

Cuando no tenemos la prioridad de Su luz, caminamos errantes, divagando en la oscuridad. Pero cuando conocemos la luz de Cristo, nos aferramos a ella y nunca la soltamos.

Somos el resultado de un Dios grande y poderoso, que desde antes de la fundación del universo ya pensaba en nosotros, ya nos tenía en Su mente y en Su corazón.

Génesis 1:1 no es solamente el primer versículo de la Biblia. Si lo analizamos desde una perspectiva gramatical y teológica, este versículo es el principio y fundamento de nuestra fe, porque al hablar de la creación, está declarando que nuestro Dios —en quien está puesta nuestra fe— existía antes de todo, existe ahora y existirá por siempre. 

Ese es el principio que sostiene nuestra fe y que transforma nuestra visión del mundo y de Dios. Nos invita a confiar en Él como el Creador que no solo hizo el universo, sino que también nos formó con amor y propósito.

Reflexionemos en esto: imaginemos un desierto donde, al mirar al norte, al sur, al este y al oeste, no se puede ver nada. Solo arena, hasta donde alcanza la vista. Todo ese desierto representaría apenas un grano de arena en la mano de Dios. 

Ese es nuestro Dios.

Este Dios, Elohim, vino a la tierra, se hizo hombre y murió por nosotros en un madero.

Entonces, ¿cuál es tu enfermedad, tu necesidad, tu dolor que Él no pueda sanar?

Ejercitemos hoy una conciencia viva y activa para entender que Elohim es el único Dios verdadero, el más grande, Hermoso, Santo y Poderoso.

Él lo hizo, lo hace y lo volverá a hacer.

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