
Mi descanso está en ti – Renueva Nuestras Fuerzas
Este mensaje es para los que hoy nos sentimos en un hueco o lugar de oscuridad. Posiblemente todos hemos estado ahí, y si no, tenemos que prepararnos para saber cómo actuar y dónde ir cuando nos suceda. Tenemos garantía de que el Señor está en medio del proceso y la Biblia lo confirma:
¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán» (Isaías 40:27-31, Reina-Valera 1960, RVR1960).
Isaías, el autor del texto, preguntó: «¿está escondido Jehová?». Todos los que somos creyentes, de una forma u otra, en algún momento hemos estado en un nivel de oscuridad tan profundo en el que sentimos que nuestra oración no pasa los dos metros de altura. Es como si nadie estuviera respondiendo ni escuchando lo que oramos.
Podemos llegar a sentir que Jehová apartó su rostro de nosotros, está escondido y no nos dice lo que nos gustaría. Si hemos estado ahí, somos aquel a quien se le hace la pregunta anterior. Con base a esto, vamos a estudiar el contexto del versículo y entender cómo lo podemos aplicar en nuestra vida.
Para empezar, Isaías es un libro profético escrito por uno de los llamados profetas mayores, no porque haya sido superior, sino porque fue uno de los que más profecías incluyó en su escrito. Isaías habla mucho de Jesús (el Mesías), lo que iba a ocurrirle y su nacimiento, así como de otros temas importantes. Probablemente, es el libro que Jesús más citó cuando estuvo entre nosotros.
Es un libro relevante que debemos leer con la atención que merece. Isaías escribió en un tiempo turbio para la nación de Israel, la cual se estableció y eligió un rey. Pero, en medio de las generaciones de reyes, estos empezaron a adorar a otros ídolos. Ellos se encontraron con un Dios misericordioso. Él luchó con su pueblo y lo exhortó hasta que llegó el punto en que como Padre que los amaba, los disciplinó. Israel entró en Su disciplina y el reino se dividió en dos (1 Reyes 12 y 2 Crónicas 10, RVR 1960): diez tribus al norte (Israel) y dos al sur (Judá).
En ese tiempo, el Señor permitió eso. Paulatinamente, ambos reinos fueron conquistados y vivieron de nuevo la opresión de la que Dios los había liberado en Egipto. Isaías escribió en medio de la opresión asiria y la esclavitud.
A los costarricenses nos cuesta mucho entender lo que implica la esclavitud. La podemos llegar a subestimar, pero en realidad es la capacidad nula de tomar decisiones. Podríamos vivir como esclavos de algo o alguien, lo cual implica que todo lo que hagamos será dirigido por esas personas que nos oprimen.
Israel estaba pasando un tiempo oscuro, de división, opresión y exilio. Esto quiere decir que a ellos se los llevaron a otros lugares, fuera de su nación, la cual ya no existía. Además del exilio, era un tiempo de abandono. Como mencionamos al inicio, hay momentos en los que sentimos que Dios no está cuando oramos, que nos ha abandonado. Ellos estaban viviendo ese tiempo.
Entonces, Isaías no era ajeno a la situación, no estaba hablando de algo que él mismo no había vivido. Es muy fácil dar un consejo sobre orar o leer más la Biblia cuando estamos firmes en el Señor, con buen trabajo, contentos, pero es difícil decirlo cuando estamos en el hueco. Isaías estuvo en el peor momento que pasó la nación.
El libro de Isaías es interesante porque los primeros treinta y nueve capítulos hablan mucho del juicio de Dios, quien les dice: «¿por qué ustedes están en esta situación?». El libro no es exclusivamente sobre eso, pero ese es el tema predominante. A partir del capítulo cuarenta, vemos cómo el Señor cambió su trato, al ser un Dios de amor trajo consuelo y esperanza durante ese tiempo.
Entonces, entramos a este capítulo entendidos de que Isaías se narró desde una posición de desventaja y no de victoria. Él empezó a decir esto: “Dios les dará nuevas fuerzas”. De eso trata este mensaje: el Señor quiere darnos nuevas fuerzas durante el tiempo difícil.
Veamos el nivel de desesperación que tenía Israel en ese tiempo de opresión: «Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.» (Salmos 137:1-3, Reina-Valera 1960, RVR1960).
Los asirios escucharon las historias de cómo los israelitas cantaban a Jehová y adoraban su santo nombre. Ellos les decían: «cántenos las canciones, muéstrenos la alegría. Nosotros estamos felices, cántenos para saber lo que era vivir con ustedes». El autor lo que escribe es “llorábamos” y termina con esta pregunta: ¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? (Salmos 137:4, Reina-Valera 1960, RVR1960).
¿Nos hemos sentido así? Al punto de preguntarnos: ¿cómo vamos a cantar, orar o clamar si perdimos todo, la promesa de Dios para nuestra vida, familia o nación? Tiramos los bienes del Señor a la basura. Probamos las mieles de lo que era estar bien y ahora vivimos bajo opresión. Nos sentimos lejos de Él, como si hubiésemos desechado todo lo que nos había dado después de probarlo.
Pero, en medio de eso Jehová trajo esperanza. Isaías habló de la eternidad y condición mesiánica de Jesús y dijo: «llegará un tiempo donde van a ser completamente libres. Dios secará sus lágrimas y volverán a cantar, deleitarse y danzar en Su presencia.” (Isaías 25:8-9, Reina-Valera 1960, RVR1960).
Pero, si estuviésemos en ese hueco podríamos preguntarnos: “¿qué hacemos mientras llega ese momento?”. Entendemos que un día seremos salvos si realmente hemos sido regenerados, nacidos de nuevo, si Jesús es nuestro Señor y Salvador, vivimos para adorarle y damos fruto de salvación. De ser así, nuestro nombre ha sido escrito en el libro de la vida.
Tenemos garantía de eternidad con el Señor. Si un día cruzamos la calle y nos atropellan, cerramos los ojos y los abrimos en la presencia de Dios. Podremos decir: «un día dejaremos de sufrir, todo va a pasar y estaremos bien. Ya no habrá enfermedad ni nada malo. Vamos a pasar a vivir en la eternidad”.
Pero ¿qué pasa mientras estamos aquí sumergidos en deudas, problemas, situaciones, conflictos, desánimo o enfermedades que no podemos controlar? El texto nos da la respuesta. Lo primero que nos dice es que tenemos que aprender a esperar en Jehová. La definición de esperar es confiar.
¿Cómo podemos recibir la fuerza del Señor?
Aprendiendo a esperar. El autor no habla de una espera pasiva, cruzarnos de brazos, no hacer nada y esperar que Dios actúe. Nuestra responsabilidad cuando estamos pasando una prueba, es decir: «Señor, te necesito», correr a los brazos del Padre, a su abrazo y suplicarle.
Pareciera que conociendo la medicina que ocupamos, corremos antes al banco, al consejo de un amigo, a ver qué nos dice nuestro jefe, pareja o hijo. Hacemos la matemática a ver si nos alcanza o no, pero lo último que hacemos es correr a Jehová. La espera es entender que estamos en una situación, pero que conocemos a Aquel que nos saca de ahí.
Si estamos atravesando un problema, podríamos llamar a cualquier amigo para que nos saque de eso y resuelva. Hay personas a las que podemos recurrir, pero nos ayudarán cuando puedan hacerlo porque si ese día no tienen los recursos, el tiempo o el cómo, no nos van a ayudar. Pero, tenemos Uno a quien acudir que siempre tiene la respuesta y nos hará saber que está en medio de eso. Esperar activamente es buscar al Señor de todo corazón, pero hacerlo implica confianza. Creer en Dios no es creerle. Podemos pensar que Él existe y no creer nada de lo que sale de su boca. Podríamos hacerlo sin tener confianza, la cual es fruto de la intimidad.
Por ejemplo, si un niño se sube a un lugar muy alto, podríamos pensar que un jugador de baloncesto es la mejor persona para atraparlo. Pero, si el jugador y el papá del niño se ponen uno al lado del otro, el niño va a tirarse para que su papá lo atrape. Confía en él porque lo conoce. No confiamos en el Señor porque no lo conocemos. Tal vez creemos en Él y que existe, pero no intimamos porque la única forma de conocer a alguien es haciéndolo. El Dios fiel se hace real cuando empezamos a tratar con Él y ver su fidelidad en todo lo que hacemos.
El Dios sobrenatural se hace real cuando intimamos con Él y vemos ese atributo en todo lo que hacemos. Él empieza a serlo cuando encontramos su corazón en medio del tiempo más oscuro y experimentamos su amor ahí. Vemos cómo nos ama y decimos: «yo lo conozco. Si me amó en esta situación, me sacó de ahí e hizo un milagro, lo volverá a hacer porque sé quién es».
Entonces, no confiamos porque no lo conocemos. Si lo conocemos vamos a encontrar al Dios fiel, poderoso, eterno, de amor, abrazo y de los imposibles, que puede transformar cualquier circunstancia. Debemos aprender a confiar en Él. Para esto, el autor nos da tres claves (Isaías 40:28, Reina-Valera 1960, RVR1960):
- Eterno: Jehová es dueño del tiempo y los recursos
La Biblia no lo dice directamente, pero el autor menciona esto: ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? La pregunta empieza en negativo porque implica que ya lo sabían. Ellos conocían quién era Dios, habían escuchado de Él y visto su mano obrando en su vida.
La palabra eterno quiere decir que Jehová estuvo antes del tiempo. Él es su dueño y creador, por lo tanto, es quien maneja el reloj de todo. Para el problema en el que estamos, ya Dios definió el día y la hora exacta en la que vamos a salir de esa situación.
Él tiene control de todo, Dios nunca llega tarde. Podemos sentir eso, pero Él llega en el momento justo porque es el dueño del tiempo. Tal vez empiece a sentirse como esos cuatro días de Lázaro en la tumba, pero Él llega a tiempo y hace todo perfecto.
- Creador: Control total
El hecho de que Dios creó los confines de la Tierra quiere decir que no solo es dueño de todo lo que pasa en ella, sino también en el universo. Es el Creador de todo y como lo creó todo, todo responde a Él. El Señor tiene una cantidad de recursos ilimitada para proveer y hacer de donde no hay.
Este mundo fue creado de donde no había nada. El Dios Todopoderoso lo creó y si lo hizo es porque es dueño de todo. Él puede crear una oportunidad de salida en medio de cualquier situación que estemos pasando hoy y de la forma en que menos lo esperamos. Así que, el Señor es dueño de todos los recursos y del tiempo.
- Todopoderoso: Poder absoluto
La Biblia dice que el Señor es Todopoderoso, pero la única forma de justificar qué tan poderoso es Él es con negativos. No podemos decir: «Dios es tan poderoso como» porque ¿con qué lo vamos a comparar? El autor dice que Él es tan poderoso que nunca descansa, ni se fatiga con cansancio.
Jehová es tan poderoso que mientras dormimos y descansamos nos cuida, provee una oportunidad o una salida y tiene control de todo. Entonces, nuestra confianza no está puesta en un Dios que no puede resolver, sino en el dueño del tiempo que tiene control de todo y el poder absoluto. Nunca vamos a poder confiar si no intimamos, por eso Él quiere tener una relación personal con nosotros.
Desde la perspectiva protestante, Dios no es reglas sino relación. Si intimamos, vamos a aprender a confiar, creerle y tirarnos desde arriba (siguiendo el ejemplo del inicio del niño que confía en que su papá lo sostendrá) porque tenemos seguridad. Nuestro Padre nos atrapa, no sabemos cómo ni cuándo, pero sabemos que no nos vamos a llevar el golpe.
Seguidamente, el autor habla de dos tipos de cansancio: 1. el físico, que en hebreo original la palabra se refiere a fuerzas y 2. el emocional, sentirse abrumado por la vida. Isaías nos dice: «¡qué importa de dónde venga nuestro cansancio!”. Si es físico o emocional, si son nuestros pensamientos o que físicamente estamos drenados por una situación, Jehová va a renovar nuestras fuerzas sin importar de dónde venga el cansancio y en el debido tiempo nos va a dar poder.
Solo hay un tipo de persona que recibe poder: el débil, el cansado y el cargado. El fuerte nunca recibe nada. El que cree que hoy puede, tiene control total de su situación, su vicio, puede ver pornografía y lo tiene manejado, puede estar tomando y lo tiene bajo control, está en una relación intimando más de la cuenta, siendo tentado y cree que no le va a pasar nada… Ese no lo entiende.
Lo entendemos los que estamos cansados, cargados y hartos de la situación al decir: «Señor, necesito ayuda». Dios trabaja con los humildes. El Sermón del Monte dice: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5:3, Reina-Valera 1960, RVR1960). Los que nos acercamos al Padre en humildad comprendemos dónde está Él y dónde estamos nosotros.
Pero, si creemos que podemos resolver nuestros propios asuntos, el Señor no nos va a dar ningún tipo de fuerza, el texto no aplica. Quienes hoy venimos con necesidad diciendo: «vine a la iglesia y ni siquiera conozco a Dios, pero necesito una respuesta. Estoy harto y cansado de la situación en la que estoy». Tal vez Jesús es nuestra última alternativa.
Él es el único camino, verdad y vida. Solo Dios puede transformar nuestra vida y traer paz en medio de esa situación. Es el único que sabemos que funciona, pero tenemos que acercarnos en humildad. Ante esto, Dios nos da tres promesas: «Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.» (Isaías 40:30-31, Reina-Valera 1960, RVR1960).
- Nos dará nuevas fuerzas como las águilas. No podemos hacer una lectura superficial y pensar en lo que las águilas implican hoy en día, sino lo que significaban para ellos en esa época. Las águilas eran de los animales más fuertes y ellos admiraban su poder porque luchaban contra las tormentas y las sobrevolaban. Su nivel se mostraba en qué tan alto podían volar.
El Señor nos da fuerzas en medio de la tormenta que estemos pasando. Él nos va a dar la capacidad para salir de ella y sobrevolar en el lugar seguro. Es ahí donde Dios quiere que estemos a través de la prueba que pasemos.
- Correremos y no nos cansaremos. Esto no habla de cuánta condición física tengamos porque nuestras fuerzas se van a drenar. El texto mismo lo dice, los muchachos jóvenes se van a cansar y va a disminuir su capacidad de seguir corriendo. No es sobre cuánto podamos luchar contra la prueba porque tarde o temprano nos vamos a cansar. Esto trata sobre un poder sobrenatural del Espíritu de Dios para enfrentar la prueba y lo haremos corriendo.
El tiempo que estemos en la prueba va a ser el menos posible. Es como cuando está lloviendo demasiado, tenemos que pasar de un lado al otro y corremos para no mojarnos tanto. Es tratar de pasar la parte difícil lo más rápido que se pueda. Eso es lo que el Señor quiere hacer con nosotros, pasarnos rápidamente a través de la prueba para que no nos golpee tanto.
- Caminaremos y no nos fatigaremos. El ejemplo más claro de esto es lo que cada israelita tenía en mente cuando salieron del gobierno de Egipto. Ellos vagaron y caminaron por el desierto. La Biblia dice que sus calzados y ropas no se destruyeron, sino que se preservaron por 40 años. Aún más, ellos entraron, caminaron en las aguas y el mar se levantó. No pasaron volando o corriendo, sino caminando.
Imaginemos esa situación, dos murallas de agua a cada lado y pasar caminando. Posiblemente produjo ansiedad, pero pudieron experimentar la mano del Dios Todopoderoso. Así como entraron caminando también salieron, sin un rasguño en medio de ese tiempo tan difícil y complejo.
El orden del texto es algo raro porque dice volar, correr y caminar. Parece que debería ser al revés, empezar caminando, luego corriendo y después volando. Veamos estos tres ejemplos:
- Primero, el Señor renueva nuestras fuerzas y nos da alas como las águilas. En el lugar por donde tenemos que pasar Dios nos dice: «ven por acá (camino alterno). No te tocarán, aunque el peligro esté ahí”.
- Segundo, pasamos por el lugar (sin camino alterno) lo más rápido posible. Parece ser peor, pero es más importante para los creyentes porque es a través de este rompimiento que crecemos. Por medio de la prueba el Señor nos dice: «van a recibir golpes, pero será tan rápido que no nos van a dejar en el suelo, sino que vamos a pasar y generar músculo espiritual para las próximas pruebas”. Vamos a aprender a confiar durante este tiempo. Nos golpearon, pero no nos derribaron porque Jehová estuvo con nosotros.
- Tercero, pasamos caminando, la prueba nos golpea, pero ya hicimos tanto músculo espiritual que ni siquiera tenemos la necesidad de correr porque somos fuertes en el Señor. La prueba nos puede estar golpeando que igual pasamos confiados en medio del agua que se levanta de los dos lados. Sabemos que a como entramos caminando, saldremos así también y con la frente en alto porque Jehová nunca nos abandonó.
Todos aquellos que hoy estamos en prueba vamos a ser renovados en las fuerzas de Jehová. Aún si hoy no lo estamos, cuando suceda recordemos que el Señor nos dará alas como las águilas. Él sabrá cuando es el tiempo correcto de sobrevolar esa prueba.
Él es el dueño de los tiempos, los recursos y el que tiene control sobre todo y todos. Llegará un día en el que tendremos que atravesar la prueba. Dios necesita formarnos, pero Él nos llevará lo más rápido posible porque nos ama y quiere crear en nosotros músculo espiritual.
De esta manera, en la próxima prueba podremos entrar caminando y salir con nuestra frente en alto diciendo: «Si Él está conmigo, ¿quién contra mí?”. ¿Quién puede derrotarnos? Él es nuestro castillo, fortaleza, escudo, protección y en quien hemos puesto nuestra confianza. Es Jehová, nuestro Dios, el poderoso en batalla.
Otros Sermones de Esta Serie

Mi descanso está en ti – Debemos ir a Él
mayo 18, 2025

Mi descanso está en ti – En su Presencia
mayo 25, 2025

Mi descanso está en ti – Al cuidado del pastor
mayo 11, 2025
¿Cómo podemos ayudarte?