Oyendo la voz de Dios - ¿Revelaciones personales?
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Oyendo la voz de Dios – ¿Revelaciones personales?

Bajo la serie “Oyendo la voz de Dios” queremos, primero depurar el oído de la comunidad para que aprendamos a escuchar correctamente la voz del Señor, y segundo ver hoy un tema que va a chocar con muchas preconcepciones nuestras y es ¿Cómo escuchar la voz de Dios a través de una revelación personal? 

En el Salmo 139 encontramos una palabra de Dios que nos muestra su corazón. Así, a través de los versículos del 1 al 5 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano” y del versículo 17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” nos damos cuenta de que Dios conoce todo sobre nosotros, incluso nuestros pensamientos corruptos, pecados y aunque no seamos merecedores de estar en su presencia, ahí estamos, solamente por su gracia y misericordia.

Al conocer nuestro estado y leer “Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí”, lo único que podemos concluir es: ¡Cuánto nos ama el Señor! ¡Cuan grande es su amor para apartar nuestras ofensas y ver el nuestro potencial, que ni siquiera nosotros mismos vemos! Y siguiendo en el versículo 23 y 24: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” caemos en entendimiento que definitivamente su gran amor nos cautiva y es increíble e innumerable.   

Para hablar de revelaciones personales, es apropiado entender que en la iglesia existimos dos grupos de personas: aquellos que vivimos de la experiencia personal, de la emoción del momento de tener alguien que nos habla sobre lo que el Señor quiere con nosotros y, por otro lado, aquellos que tristemente rechazamos tanto eso, que nos vamos al extremo de no creer en un Dios personal. 

Sin embargo, debemos recordar que una cualidad de nuestro Dios es que es tanto el creador de todo lo que existe, controlándolo con soberanía y plenitud, y a la vez es un Dios interno y cercano, que quiere hablarnos propiamente. 

Ante esta diferencia de pensamientos, hacemos la pregunta bíblicamente ¿Se nos revela Dios de forma personal?

Después de leer los versículos del Salmo 139 solo hay una conclusión: Sí, “Dios se nos revela de forma personal”. Él conoce todas las situaciones que hemos vivido y es el único que nos comprende porque siempre ha estado con nosotros; adelante y atrás, pasado y futuro. 

Entonces, si Dios nos conoce a ese nivel de profundidad, lo único que podemos concluir es que Él quiere revelarnos de forma personal y tener una relación vinculante, íntima y perdurable con nosotros. Dios quiere involucrarse tanto en nuestras vidas públicas como en las privadas y por eso la Biblia nos enseña a servirle en lo público, y también a procesarse en santidad en lo interno. 

El Señor nos recompensará públicamente todo lo que construimos en secreto y por eso la ciencia de caminar en Dios es conocerlo en lo íntimo, donde nadie nos ve, ni siquiera nuestra familia. De hecho, Él ha reservado la intimidad sexual en el matrimonio como una manera de enseñarnos, de forma similar, como quiere revelarse y que seamos tan cercanos e íntimos que generemos la suficiente confianza para mostrarnos tal y como somos, con todos nuestros pecados.

Conociendo así los deseos del Señor para nosotros, nos preguntamos entonces: ¿Cómo se revela Dios a las personas? Y recordamos que la forma más directa e infalible para que Dios nos hablé es a través de las escrituras. Él nos habla a través de su Palabra y nosotros le hablamos con oración. No podemos establecer una relación personal si no hay comunicación, por eso, para todos los cristianos es necesario leer la Biblia.

A continuación, podemos mencionar seis formas o cualidades en cómo Dios se revela a las personas:

1. A través de su Palabra

En 2 Timoteo 3:16 y 17 se establece: “Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” y esto tiene que ser el fundamento cristiano para poder vivir una vida que agrade a Dios. El Señor lo dejó todo escrito y nos invita a leerlo en la Biblia.

2. A través de Maestros y Predicadores

En Romanos 12:6 al 8: «De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con diligencia; el que hace misericordia, con alegría.» Acá se nos da a entender que es una bendición para nosotros tener gente que agarre las escrituras, las desglose, saque conclusiones hermenéutica y exegéticamente correctas y nos las presente de una forma tal que las podamos entender. 

Todos los seres humanos necesitamos gente que nos instruya y capacite, pero para que esa enseñanza sea eficiente y bien aprovechada debemos hacerla de forma presencial, en nuestra iglesia local y a través de nuestros pastores.

Tomemos en consideración que Dios revela a cada Pastor la necesidad que tiene su iglesia local y así los miembros de esa iglesia nos nutrimos del buen alimento espiritual que ahí se nos suministra. Si son sanas bíblicamente, las prédicas por internet pueden servirnos de suplemento alimenticio espiritual, pero nunca deben reemplazar nuestra presencia física en la iglesia local, así como tampoco podemos vivir de las enseñanzas de otros, para culturas diferentes a las nuestras. 

Es nuestra obligación asegurarnos que toda prédica recibida por internet venga de personas que instruyan bien, porque constantemente encontramos frases cristianas que suenan muy atractivas pero que no necesariamente son bíblicas y eso es incorrecto. Todos los cristianos tenemos que ser muy críticos al respecto, porque es fundamental para nosotros que comprendamos verdaderamente el evangelio.

Entendemos que dentro de la iglesia hay posturas teológicas, pero que tienen un trasfondo sustentado en las escrituras. Amamos y recibimos a los hermanos que creen cosas diferentes pero que están bíblicamente sustentadas, pero al que viene a predicar herejías no podemos escucharlo, ni recibirlo ni llamarlo hermano.  

3. A través de situaciones y pruebas

Dios se glorifica, nos procesa y nos habla a través de toda situación por la que pasemos, ya sea que entremos por desobediencia nuestra o porque Él nos permitió entrar. A través de aquellas situaciones que nosotros pensamos que no vienen de Dios, para los que lo amamos, todas las cosas ayudan a bien y Él nos procesa y trata en medio de esa situación.   

4. A través del Espíritu Santo.

Juan 14:26: «Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.»

5. A través de la Creación.

Salmo 19:1 y 2: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra al otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría.»

En algunas ocasiones nos ponemos sensibles y hasta lloramos al reconocer el poder y la gloria de Dios como creador de todo lo que vemos. 

6. A través de otras formas.

Job 33:14-16 nos dice que Dios habla en sueños o en visiones, bíblicamente también a través de piedras, de los animales, de los impíos, es decir, a través de muchas formas, porque al final el Señor es soberano y usa el instrumento que Él quiera y ninguno de nosotros podemos limitarlo en la forma en que desee revelarse a nosotros.  

En resumen, de las seis formas mencionadas en que Dios se nos revela, sólo hay una infalible y es la primera, las escrituras. Todo lo que habla el Espíritu Santo es verdad absoluta, es Cristo, pero nosotros los humanos somos falibles y es ahí donde el factor humano, nuestro corazón, entiende mal el mensaje de Dios y termina desviando su Palabra. 

Comprendiendo así, que Dios nos habla de forma infalible y personal por muchos medios y aceptando que los humanos somos falibles, entonces el reto para todo creyente es saber distinguir si lo que recibimos viene o no de Dios, es decir: ¿Es o no es Palabra de Dios? 

Existen cuatro formas prácticas para resolver ese reto, pero siempre teniendo en cuenta que el factor humano es falible y debemos volvernos a la humildad de entender y aceptar que nos podemos equivocar, aún nuestros líderes y de esta forma tener el corazón correcto para comprender que, si un líder falla no quiere decir que Dios falla, porque la Iglesia es de Dios y no de los hombres y Él es infalible. 

Aclarado lo anterior, vemos las propuestas:

La palabra revelada tiene que ir a favor de las escrituras. Si no es así, aunque exista paz temporal, simplemente nunca va a venir de parte de Dios y obviamente terminará pronto en caos y daño. Toda palabra que viene de Dios prevalece las temporadas y termina bien.  

En Hechos 17:11-12 “Los de Berea tenían una mentalidad más abierta que los de Tesalónica y escucharon con entusiasmo el mensaje de Pablo. Día tras día examinaban las escrituras para ver si Pablo y Silas enseñaban la verdad” se nos invita a entender que los hombres nos equivocamos y por lo tanto lo que dicen otras personas debemos revisarlo contra las escrituras, para ver si dicen la verdad. Esto inclusive en la iglesia local, así no pecamos de ingenuos. Recordemos, toda palabra que viene de Dios debe estar alineada a la Biblia, honrándolo, pues todo lo que Él habla se cumple.

Dios trabaja en función de sus propósitos y no de los nuestros. Por eso debemos trabajar más bien entendidos de lo que es el plan de Dios para nuestras vidas. En Jeremías 28, con Ananías se nos deja claro cómo el poner en nuestras bocas palabras ajenas a la Palabra y voluntad de Dios nos puede llevar a muy mal término, inclusive la muerte. Todo lo que viene de Dios lo glorifica. 

Casi siempre que Dios se nos revela de forma personal es cuando trabaja algún pecado o nos dice que áreas están mal en nuestras vidas y que no hemos querido tocar, esto lo hace de esta forma pues su propósito es procesarnos y santificarnos para hacernos a la medida de Cristo y así, conforme nosotros crezcamos en Cristo, empezaremos a glorificarlo donde quiera que estemos. 

La voluntad de Dios siempre es buena, agradable y perfecta. En Romanos 12:2 se nos dice “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta” y es a través de la continua lectura bíblica que adquirimos una “mente bíblica”, por medio de la cuál aprenderemos a conocer la voluntad de Dios para con nosotros. 

Sin embargo, debemos tener claro que no todas las puertas que se nos abren son de Dios y que en aquellas ocasiones donde no se abren las puertas, también puede ser el Señor evitando dolores mayores de los que podemos esperar; ya que Él conoce lo que todo proyecto va a producir en el corazón de los hombres. 

Por eso oremos diciendo: “Señor, abre puertas según tu santa voluntad y cerrarlas cuando no lo sea y así lo aceptaremos porque tu voluntad siempre será buena, agradable y perfecta”.

La sabiduría de Dios es sobrenatural, demostrada en Hechos 27 y 28 donde Pablo, lleno del Espíritu Santo, recomienda a los expertos en navegación no zarpar en el barco donde viajan porque va a naufragar y ellos no le hacen caso y parten del puerto, con el consecuente e inevitable naufragio. 

La enseñanza que nos deja lo ocurrido es: “no está mal consultar con los expertos, pero antes vayamos en oración a consultar a Dios, porque todo título que humanamente nos hace sabios es basura delante de la sabiduría de Dios”. 

Visto lo anterior, podemos entonces concluir con cuatro consejos para sopesar de forma correcta la palabra que recibimos:

1. Necesitamos una mente bíblica, es decir una mente saturada de la Palabra de Dios para así poder discernir su voz. Debemos esforzarnos por memorizar la Biblia, pues si no conocemos quién es Dios y cómo Él piensa, entonces no vamos a poder tomar buenas decisiones. 

También, debemos ser muy intencionales y entender que el éxito y la sabiduría viene del temor a Dios y que la prosperidad viene cuando dejamos de andar por malos caminos y ponemos en la Ley de Señor nuestra delicia. Necesitamos ser una iglesia apasionada de la Palabra de Dios, con mente bíblica, que busquemos la sabiduría sobrenatural que solo Él nos puede dar.

2. No rechacemos la bendición de escuchar al Dios personal.  No dejemos que la coraza de la incredulidad, que hemos generado al sentirnos algunas veces heridos por Dios, nos provoque un corazón indispuesto a su voz y lo rechacemos, aun cuando Él desea acercarse y revelarse personalmente de muchas maneras.

3. Seamos precavidos y recordemos el factor humano. No todo lo que nos digan viene de Dios, así que no nos sobre emocionemos con lo que recibamos, más bien seamos pacientes, guardémoslo y pongámoslo en oración a Dios, consultemos al Pastor para orar juntos y/o verifiquemos qué nos dice las escrituras al respecto.

4. Tomemos el tiempo para orar. No tomemos atajos. Esforcémonos, doblemos rodillas y oremos al Señor por la palabra recibida. Recordemos, a él le interesa no solo el resultado sino el proceso mismo, porque es ahí donde se nos revela. Aquel proceso que demanda paciencia es la única forma como aprendemos a ser pacientes, a revelarnos y a pulir áreas de nuestra vida que no han sido pulidas. 

Es el proceso, la forma en cómo Dios revela enteramente su corazón a cada uno de nosotros, tomándonos como hombres sin Fe y transformándonos en aquellos que creen y confían en Él. El proceso es, cuando Dios toma a aquellos que no entendemos la dependencia absoluta que tenemos de Él y nos transforma y nos hace llegar a decir “Señor no nos movemos si tu no hablas”. 

Ese es el proceso de todo cristiano, así que no le huyamos al proceso, porque es la forma como Dios nos santifica y cumple su voluntad en nosotros.

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