Respuesta Radical: Amor Radical
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Respuesta Radical: Amor Radical

El Evangelio que nos enseña la Palabra de Dios y el estilo de vida que tuvo Jesús, nos habla de que la vida cristiana debería ser una vida radical. Entre más radicales seamos, más similares a Cristo vamos a actuar.

En Mateo 5, 6 y 7 encontramos a Jesús predicando su conocido sermón del monte, pero ¿Cuál era la intención del Señor con dicho discurso? Principalmente lo que Señor quería era transformar la forma en las personas de esa época veían el cristianismo, y mostrarles como se veía verdaderamente el Reino de Dios.

Los judíos interpretaban de manera muy literal la Biblia. La Torá decía “no matarán”; pero Jesús dijo que “si en nuestro corazón odiamos a nuestro hermano y hemos querido matarlo, también pecamos”. Siendo sinceros todos en algún momento nos hemos desesperado y salido de nuestras casillas por culpa de alguien más, y es en ese momento que dejamos que la ira nos controle cuando entramos en pecado. Jesús enseñó que cuando en nuestro corazón hemos querido “matar a alguien” también pecamos y es como si hubiésemos cometido asesinato.

En relación con el adulterio los judíos afirmaban que “no se podía adulterar con otra persona sino fuese contra una esposa u esposo”, pero el Señor dijo que “con solo desear en nuestro corazón a una mujer u hombre estamos pecando”. Jesús no vino a quitar la ley, sino a subir el estándar.

Mateo 5:43 nos dice “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.”. Esto lo encontramos en Levítico 19:18 donde el Señor estableció un número de normas de vida. Dios dio el mandato de que debían amar a su prójimo y ellos interpretaban literalmente que su prójimo era su vecino, aquel que compartía todo con ellos. Si somos honestos es muy fácil amar a aquel que comparte todo con nosotros, a nuestro amigo, y aun así hay muchos que no tienen esa capacidad.

Cuando afirmamos amar a alguien lo hacemos en “acción”; no solo en palabras porque el esfuerzo del cristiano implica que si amamos a alguien, debemos sacar esfuerzo y tiempo para demostrarlo verdaderamente.

El amor no es algo conceptual es una acción que demuestra un corazón transformado. ¿Solo amamos a nuestro prójimo, a nuestro amigo, al que nos cae bien? Los dirigentes de la iglesia judía en determinado momento tergiversaron la palabra y afirmaron que había que odiar al enemigo. Para los seres humanos eso es natural: odiar a aquel que nos desea o nos hace mal. Pero Jesús también quería enseñarnos que todos tenemos enemigos y recordarnos que de igual manera que si le hemos hecho algo dañino a alguien o le hemos deseado el mal, nosotros también nos convertimos en enemigos de esas personas.

El pensamiento del mundo era – y es –  “amen a sus amigos, a su prójimo y odien a su enemigo” pero en Mateo 5:44 Jesús nos dice, “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” Este pasaje pareciera imposible de cumplir, y lo más difícil es que la Biblia no dice “toleren a sus enemigos o aguanten con todo su corazón” dice “amen” y estamos hablando del amor que lleva a acciones concretas.

Estas acciones se dan por ejemplo cuando nuestra forma de responder a aquel que habla mal de nosotros es con amor. Debemos devolverle en bien tal como lo haríamos con nuestro amigo; le dedicamos tiempo y le ayudamos porque eso es lo que haríamos como amigos.

“Bendigan a aquellos que los maldicen” Maldecir es hablar mal. Cuando alguien hable en prejuicio nuestro, procuremos hablar siempre bien de esa persona. Debemos hacer bien a quienes nos odian y orar por aquellos que nos persiguen. Muchas veces estas personas son nuestra propia familia, quienes más bien nos deberían de amar; pero al contrario están en nuestra contra. A menudo, nuestra reacción con ellos es bajarnos al mismo nivel y hacerlos a un lado cuando la Biblia nos enseña que debemos amarlos, buscarlos y orar para que el Señor los bendiga, prospere y los guarde.

Cuando leemos el texto completo podemos notar que el Señor nunca habla de emociones. Él entiende como nos sentimos cuando alguien nos hace enojar y habla mal de nosotros, o cuando nuestros papás o hijos nos ofenden. Sin embargo, el Señor nunca dijo “guía tu actuar por tu emoción”, sino que nos enseña que es más importante nuestra acción que nuestra emoción. Él puso en nosotros esas emociones pero también nos ha capacitado para que estas queden sujetas al Espíritu Santo.

Lograr lo anterior en nuestras propias fuerzas es imposible porque lo natural es querer devolver mal por mal pero el Señor nos ha capacitado para poder devolver mal por bien porque hemos sido dotados del amor de Dios y del Espíritu Santo, tenemos dominio propio y podemos sujetar nuestras emociones en obediencia a lo que dice nuestro Padre porque le amamos.

Debemos empezar a actuar de forma bíblica y no emocional, porque cuando a pesar de que por ejemplo tuvimos una semana difícil, buscamos al Señor esto un reflejo de que le estamos diciendo a nuestras emociones que se sujeten al Espíritu de Dios. Cuando el Espíritu Santo es alimentado nosotros somos fortalecidos.

Amar implica soltar y perdonar. En la medida en que nosotros amamos, es la medida en la que nosotros tenemos la capacidad de perdonar. ¿Queremos saber si somos buenos o malos cristianos?, probemos la forma en que perdonamos y tratamos a las personas que nos hicieron daño. Si somos prontos para perdonar somos personas que estamos creciendo en la madurez de Cristo. Si el amor es perdón, también nos lleva a entender que la venganza no es nuestra sino del Señor, y el devolver mal por bien es decirle al Señor que estamos poniendo esta situación en sus manos.

Mateo 5:45 “para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” Como nos enseña este pasaje, el fruto de ser hijo de Dios es tener la capacidad de poder amar al enemigo y también nos demuestra que el Señor no nos pide algo que Él no hace.

Hay un concepto teológico que se llama “gracia común” que quiere decir que el Señor es un Dios de tanto amor, que a pesar de que hay gente que lo aborrece, lo persigue, lo odia, lo rechaza y blasfema de Él, Su gracia incluso llega a tocar estas personas con bendiciones como el sol, la lluvia y Su amor. Dios nos enseña a amar a nuestros enemigos como Él lo hace y busca a quienes lo odian.

A veces se nos olvida que nosotros fuimos enemigos de Dios, que Él nos buscó. Ninguno está en Cristo porque le buscáremos, pues sin el Espíritu Santo no tenemos la capacidad de hacerlo. Él nos buscó, y en misericordia y gracia abrimos le abrimos nuestro corazón. Romanos 5:8 dice “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” La realidad es que Cristo murió por nosotros aunque no le conociéramos, viviéramos una vida de rechazo y odio a Él.

 Romanos 5:9-10 nos enseña “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”. Fuimos reconciliados a pesar de que éramos enemigos de Dios. Nada de lo que hagamos merece comprar su amor, pero Él en gracia puso su mirada en nosotros.

Mateo 5:46-47 “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?” ¿qué ganamos si amamos a los que nos aman?, el mundo lo hace, ¿qué nos hace entonces diferente a ellos?, “Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?” ¿Qué nos diferencia si amamos y saludamos solo a quienes nos caen bien?

La verdad es que Dios tiene una expectativa mayor porque nos ha capacitado para más, para perdonar, aún aquello que consideramos imperdonable debemos entender y saber que nosotros le hicimos al Señor cosas imperdonables y aun así Él nos perdonó. El Señor nos dio al Espíritu Santo quien tiene control de nuestras emociones y de que nuestro carácter sea moldeado.

Matero 5:48 “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Este último pasaje nos enseña que un día vino Uno perfecto que cumplió con todo. Fue a la cruz y tomó nuestro lugar. Cuando el Señor nos dice “sean perfectos”, es porque el Padre está viendo a Jesús en cada uno de nosotros.

Todo esto nos tiene que recordar que necesitamos un Salvador que nos libre de vivir una eternidad apartados del Señor, y El único que cumplió con todo lo que nosotros no podíamos pagar, nos puede perdonar, salvar, reconciliar con el Padre y dar vida por siempre es Jesucristo.

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” Juan 17:3.   

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