El Mesías Esperado: Admirable Consejero
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El Mesías Esperado: Admirable Consejero

Hoy despuntamos una nueva serie, titulada “El Mesías esperado”, la cual, se ha inspirado, e ineludiblemente, tendrá como estribillo, los versículos 6 y 7 del capítulo 9 del libro de Isaías:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz.   

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”

Este, es un pasaje que salta de las escrituras al corazón.

Estamos en vísperas de las fiestas decembrinas, y como todos los años, cada vez más, nos sobrecogemos, ante las realidades de cómo el mundo vive la navidad. Y es que la navidad del mundo, no tiene nada que ver con la navidad cristiana. El mundo está enfocado en las fiestas, los regalos, los negocios, Santa Claus y entre otras cosas. El mundo ha perdido la esencia de la navidad. Nosotros, conocedores de las escrituras, no podemos caer en la tentación de paganizar una fiesta tan importante.

Hoy sabemos que Jesús no nació un 25 de diciembre, pues las escrituras dan claros indicios de esto. Pero para nosotros los cristianos, esta no debería ser una celebración de un día, sino una constante a lo largo del año; porque nuestro redentor nació. Cristo nació en Belén, como lo anunció el profeta Miqueas: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña para estar entre las naciones de Judá, de ti me saldrá el que será señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, de los días de la eternidad”  Miqueas 5: 2.

Nació en este que, hasta el día de hoy, es un pueblucho. No nació como los grandes de la religión esperaban, para que los sacara de la esclavitud romana: que naciera en Jerusalén y ojalá cerca del templo. Pero para vergüenza de los religiosos, el mesías nace en una aldea, pequeña e insignificante, entre las de Israel; tal y como lo profetizó Miqueas, 740 años antes. Conocemos la historia: su humilde nacimiento, en un pesebre porque no había lugar en el mesón para María, no fue lo que los judíos esperaban.

De gran relevancia es también, al respecto, las profecías de Isaías. Este, quién fuera uno de los llamados “profetas mayores” (Hombre culto; por el estilo en que escribe, muy posiblemente un hombre de palacios, cercano a reyes y ministros), tuvo un encuentro cercano con Dios, y ve a Dios en su majestad (véase el capítulo 6 del libro de Isaías). Escribe muchas de las profecías acerca del Mesías que habría de venir, siendo una de las más conocidas: la virgen que concebirá y dará a luz un niño (capítulo 7). Pero en esta ocasión, prestaremos especial atención al capítulo 9, iniciando en los versículos 1 y 2:

“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. 

El pueblo que anda en tinieblas vio gran Luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.”

Lo citado, le es revelado a Isaías por el Espíritu Santo para ser proclamado, acerca de la región de Galilea. Varios aspectos relevantes destacan: empezando por su nombre, cabe decir, que este fue profetizado y luego efectivamente así percibido como “Galilea de los gentiles”, a razón de su desdeño por parte de los sacerdotes y principales de Jerusalén (esto, debido a las uniones matrimoniales de judíos con gente de los países vecinos del norte que eran enemigos de Israel).

Destaca también, develar a la región de Galilea como escenario de la mayor cantidad de milagros hechos por Jesús, y, en tercer lugar, se muestra como Dios traería Su Luz a esta región. Esto último, valga aclarar, no refiere al nacimiento del Mesías, porque esto ocurriría (como se dijo) en Belén, sino, al hecho de que Jesús tendría como centro fundamental de operaciones ministeriales la región de Galilea. Este pasaje (figura de la acción mesiánica) es de suma relevancia porque alude a todo aquel que estaba en las tinieblas del mundo, es decir, en el pecado y que por la acción salvadora de Cristo es iluminado.

Como dato interesante, vale decir, que esta es la luz sobre la cual luego escribiría el apóstol Juan al decir que aquella Luz Verdadera, venía a este mundo: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre venía a este mundo” Juan 1: 9.

Pero volviendo al profeta Isaías, este, va mucho más allá y explota en gloria revelando una variedad de detalles fascinantes (versículos seis y siete, arriba citados): “porque un niño nos es nacido”: ahí está reflejada la humanidad de Jesús; “un hijo nos es dado”: ahí está la divinidad de Jesús, hijo de Dios porque no era un niño cualquiera; “y el principado sobre su hombro”: pero no halló lugar en el mesón para nacer, muestra de que su reino no es de este mundo; “y será su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz”: notemos que no dice sus nombres sino “su nombre” en singular, revelando así, su esencia en estos cinco calificativos.

De manera muy breve se reflexionará acerca de los primeros dos calificativos o atributos nominales (en los siguientes mensajes se abordarán los restantes atributos): “Admirable, Consejero”, esto es, fuente de sabiduría, porque el mundo está en tinieblas y las “verdades” del mundo son diabólicas, son mentiras. Mediante la revelación de estos atributos, se refuerza el carácter de Dios como única fuente de verdad, y específicamente en Jesús, la respuesta a todas nuestras inquietudes, dudas y necesidades. Estos atributos nominales de Dios, manifiestos en la persona de Jesús revelan que en Él está la respuesta, la solución y la guía.

¿Cuántas personas, buscan ansiosamente consejo y respuesta a sus problemas, en supuestos gurús y en las distintas ciencias de este mundo?… y aún en el ámbito cristiano, muchas personas caen en la comodidad de limitarse a buscar consejo en otros, pedir oración, y hasta les encanta que les digan qué hacer ante determinadas situaciones (y no es que pedir ayuda esté mal) pero esta Palabra nos muestra la fuente idónea de consejo ante los problemas en nuestra familia y en nuestras relaciones interpersonales: mucho de nuestras necesidades, o todas ellas, tienen solución si nos postramos delante de la Luz Verdadera que es Cristo Jesús.

Porque Él vino a sanar y a salvar lo que se había perdido.

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