Tres Festividades vs tres Lecciones de Dios
Cuando se firma un contrato, este siempre va a llevar una letra pequeña que es importante leer con atención. Si por alguna razón queremos anular ese documento, podemos quedar comprometidos con las condiciones mencionadas durante más tiempo ya que la información que viene en esa letra más pequeña indica el plazo de vencimiento. Y por eso los detalles, las cosas que parecen pequeñas, son importantes.
Nuestro Señor es un Dios de detalles y a través de esas pequeñas cosas, Él nos muestra que lo que desea es que Su relación con nosotros crezca.
Aunque muchos conocen el proceso en que el pueblo de Israel entró a la tierra prometida, hoy queremos compartirlo como ejemplo para esta serie: Israel estuvo cautivo en Egipto y entonces Dios levantó a un hombre llamado Moisés para que a través de él liberara a su pueblo. Por medio de milagros y prodigios, el Señor liberó al pueblo de las plagas de Egipto, lo sacó caminando a través del mar en tierra seca y los llevó a esa tierra prometida llamada Canaán. En todo ese proceso ellos vieron la mano de Dios proveyéndolos y cubriéndolos.
Cuando el pueblo iba llegando a la tierra prometida, Moisés le entregó el liderazgo a Josué y conforme este hombre iba entrando a ese lugar siguió viendo la mano de Dios.
Todo aquel que está en el propósito de Dios verá Su mano en todas las áreas de Su vida; sin embargo, el recorrido no es tan fácil como muchas veces creemos. Siempre que el Señor nos habla vamos a encontrar en Él descanso, pero siempre hay cosas que vamos a tener que hacer para ser formados y quebrados en nuestro interior y entregarle al Señor todo.
Israel era una sociedad nómada, es decir no tenían un lugar establecido y siempre se estaban moviendo de un lugar a otro. Ellos se dedicaban económicamente al pastoreo y al llegar a Canaán se encontraron con que los cananitas era una sociedad agrícola. Ellos sembraban sus propios productos, entonces el pueblo de Israel empezó a diversificar la forma en que crecían en su capacidad económica, así que ya no solamente se encargaban de sus ovejas, sino que empezaron también a cultivar aprendiendo esta labor de los cananitas.
Los cananitas eran un pueblo que tenían múltiples dioses y la forma en que ellos adoraban a sus dioses era a través de su actividad económica. Ellos idolatraban a través de cómo sembraban. Acá hacemos un paréntesis: muchas de las acciones en el mundo que hoy parecen normales tienen un trasfondo donde nos quieren incorporar en su sistema para sacarnos del plan de Dios y meternos en un sistema donde nos tengamos que “normalizar” y amoldar al mundo; sin embargo, la palabra de Dios dice que quien se constituye amigo del mundo a su vez se constituye enemigo de Dios
Lo que sucedió en ese tiempo fue que Israel siendo un pueblo temeroso de Dios, habiendo visto la mano de Dios poderosa en todo lo que ellos hacían, incorporaron prácticas que empezaron a generar una mezcla entre lo santo y lo profano.
Estamos en un tiempo donde es muy fácil distraerse del propósito de Dios y empezar a ser inmerso y mezclado en la normalidad de la que el mundo quiere que usted y yo nos mezclemos. Es muy fácil empezar a dejar de trabajar 8 horas y trabajar 12; y las 4 horas que trabajamos las sacrificamos a la lectura de la palabra, a la oración y a las cosas de Dios; y poco a poco esa normalidad nos va a empezar a sacar del plan del Señor y meternos en un plan que hará que nos alejemos de Dios y sus propósitos.
¿Qué ves en tu televisión? ¿Cuánto tiempo dedicas a ver series o películas? ¿Cuánto tiempo a orar y leer la palabra? Hoy en día es común ver brujería, programas de satanismo, antivalores, opuestos a los principios y moral cristianos; y usamos eso como entretenimiento. Dejamos a un lado a un Dios Santo y aunque uno de sus atributos es el amor, Él es celoso de su naturaleza de santidad. Esos límites que sobrepasamos tarde o temprano van a traer consecuencias.
Ahora bien, volviendo a la historia de Israel y su llegada a Canaán, había tres festividades paganas que este último pueblo celebraba:
Primera celebración: Los cananitas celebraban el festival de año nuevo que representaba la batalla entre Marduk que era un dios de ellos y Tiamat que era un demonio que era parte de su sistema religioso. Ellos todos los años repetían el ciclo de la naturaleza a través de la victoria de este dios donde según ellos la naturaleza se regeneraba y así podían seguir sembrando.
Segunda celebración: El rito del matrimonio donde el dios de la lluvia y la diosa de la tierra se unían para que se pudiera seguir cultivando la tierra. Según sus creencias, lo que sucedía era que sus dioses tenían relaciones sexuales
Tercera celebración: El rito de la resurrección donde el dios de la lluvia resucitaba. Los suelos muertos por la sequedad volvían a la vida para que después del verano la tierra pudiera volver a producir.
A través de los años cuando los israelitas llegaron allí, poco a poco empezaron a seguir sus prácticas tal vez con una buena intención o con el deseo de aprender. Sin embargo; cuando se hacen cosas fuera del entendimiento de Dios y lo que Él quiere obrar en nuestra vida, haciendo las cosas a nuestra manera nos empezamos a alejar de Su plan y Su propósito.
En 1 Reyes 16, se relata parte de la historia del rey Acab, rey de Israel del Norte. Él no solamente idolatraba a otros dioses, sino que implementó en su reino templos que estaban dedicados a Jehová a ser templos de adoración a baal, y decidió juntarse con una mujer llamada Jezabel qué más que una persona física tenía un trasfondo espiritual y satánico. Entre ellos dos se empezaron a hacer no solamente costumbres de adoración a baal sobrepasando la adoración a Dios.
En ese tiempo Israel era una sociedad qué entendía y que conocía a Jehová el hacedor de milagros, una generación que pasó en medio del mar pero en tierra firme y seca, una generación que vio a Dios actuar toda su vida, pero que se volvió a otros dioses.
Muchas veces nuestra vida actúa como si adoráramos otros dioses. La Biblia dice que dónde está tu tesoro está tu corazón. Dónde está tu tiempo está tu corazón. Muchas veces es más importante nuestro dios gimnasio, físico, universidad, nuestro dios estudio, trabajo, televisión que el único y verdadero Dios digno de toda adoración.
Y no quiere decir que todas estas actividades sean malas, pero Dios es celoso y quiere estar en el primer lugar de nuestra vida y si nuestro morir a nosotros mismos para hacer ejercicio, ir a estudiar, a trabajar o pasear nos consume y desgasta, es una señal de que nuestro primer amor con el Señor se ha ido.
En medio de cualquier tiempo difícil, el Señor levanta obreros fieles. En el tiempo del relato de Acab, Dios levantó a un hombre llamado Elías, un hombre que no era perfecto como ninguno de nosotros, que entró en depresión y que tenía problemas de carácter. Pero era un hombre temeroso de Dios un hombre que estaba dispuesto a ser usado; una persona que entendía quién era su Señor y le obedecía sabiendo que su vida podía estar siendo puesta en riesgo.
Muchas veces queremos servir, congregarnos y obedecer al Señor a nuestra manera y nos olvidamos de que nosotros trabajamos y servimos porque Dios tiene una manera. El que se involucra a Su plan va a ser usado, incorporado, abrazado y amado por Dios y Él nos va a usar si nos incorporamos sus propósitos como Él dice y no como nosotros pensamos. Si queremos hacer las cosas a nuestra manera, no hemos entendido genuinamente lo que es morir a uno mismo.
Elías fue usado y vio la poderosa mano de Dios obrar. Este hombre era un un hacedor de milagros. Elías proveyó para una viuda en tiempo de sequía; Dios lo usó para resucitar a al hijo muerto de dicha mujer; también él hizo llover fuego del cielo en el Monte Carmelo para humillar a los profetas de baal y mostrar que era que había sólo un Señor, un sólo un Dios vivo al que servía.
La lección que debemos aprender de Elías es que debemos ser personas valientes, que le creamos al Señor, demos un paso al frente creyendo que Dios nos puede usar. Si hay una persona enferma, oremos por esa persona y creamos que el Señor la puede sanar pues al final nosotros somos solamente siervos inútiles donde el poder y la gloria proviene únicamente de nuestro Señor.
Si hacemos las cosas por nosotros mismos; no vamos a ver resultados; pero conocemos y servimos al que sí puede hacer lo que para nosotros es imposible. El poder del Espíritu Santo que levanta personas de entre los muertos, que provee cuando no hay, es el que habita en nosotros. Elías era un hombre temeroso de Dios y sabía que no podía estar ahí por voluntad propia.
Vemos también en el libro de Hechos 27:23 como el Señor utilizó a Pablo para que fuera a predicar a Roma, y durante el viaje el barco donde Pablo iba estuvo a punto de hundirse, sin embargo, este hombre hizo la siguiente declaración: “esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo”.
Cuando podemos decir con confianza: “Jehová es el Dios al cual le pertenezco”; esta frase afirma identidad. Nuestra identidad no está en quienes somos sino a quien le pertenecemos. Hoy más que nunca necesitamos recordarnos quienes somos realmente.
Necesitamos esa fortaleza para este tiempo para que en medio de una dificultad física o espiritual podamos decir: “soy el hijo del Dios Santo, mi Papá es Jehová, el León de Judá, Cristo Jesús es mi Señor a quien le sirvo y le pertenezco; Él es mi verdad, mi castillo, mi refugio y en quién estoy sembrado en medio de tanta mentira”. Necesitamos saber quienes somos en medio de tanta basura que el mundo nos ofrece y entender que hay propósito en Dios, quien nos escogió no para que estemos sentados en una silla, nos escogió con el propósito de llevar Su evangelio a toda persona a nuestro alrededor.
Dios cumple Su propósito con o sin nosotros. Debemos orar, hablar y dar testimonio con valentía de quienes somos en Cristo. Juan 5:19 dice que “Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.” Jesús mismo, en quien reposaba toda la deidad y autoridad de Dios se sujetaba al propósito y a la voluntad del Padre.
Debemos permanecer unidos, entender los propósitos de Dios y acercarnos a Él para que nos use poderosamente; necesitamos entender nuestra identidad, hacernos pequeños delante de Dios para permitir que el Espíritu Santo nos use.
Tenemos 3 lecciones que aprender:
Primera lección: no podemos dejar que la normalización de este tiempo nos envuelva. Si no nos concentramos en lo que es importante, sino sacamos tiempo para orar, para congregarnos, leer la palabra tarde o temprano la normalización del mundo nos va a sacar del plan de Dios y aunque no pueden tocar tu salvación, sí pueden tocar tu propósito. Necesitamos volver a los fundamentos: congregarnos, orar e ir a la palabra.
Segunda lección: necesitamos recordar quiénes somos. Somos real sacerdocio, somos pueblo santo escogido por Dios, somos Hijos del Dios vivo, no necesitamos levantar ni un dedo por nuestro Papá pelea por nosotros. Si sabemos quiénes somos, trabajaremos menos porque nuestro proveedor es nuestro Señor, nuestro Papá y empezaremos a confiar en Él y en lo que Él hace.
Tercera lección: necesitamos volver al propósito, enamorarnos del plan de Dios y el plan de Dios es que abramos nuestra boca y prediquemos; Él hace lo demás. El plan de Dios es que salgamos y sirvamos, que vayamos a la iglesia, que nos dispongamos a usar los dones que Él nos ha dado porque queremos que el cuerpo de Cristo sea edificado; y predicarle a nuestros familiares y amigos.
Los milagros de Dios son parte de la manifestación de Su poder. El Señor utiliza personas para que nos demos cuenta de que no es la persona, sino Él; para que volvamos nuestra mirada a Dios y nos demos cuenta de que nuestro Dios es muy superior a cualquier otro dios, a cualquier otro sistema de adoración, a cualquier otra religión. Jehová nuestro Dios, nuestro Padre es muy superior.
Tres celebraciones vs tres lecciones y milagros de Dios
Hablamos anteriormente de tres fiestas paganas, pero ahora veamos tres milagros de Dios recordando que el propósito de ellos es seguir estableciendo Su plan y también que por medio de ellos el Señor manifiesta detalles.
Primero:
Hablamos de un año nuevo donde los cananeos adoraban para que en ese año nuevo se regenerara la tierra; pero el Señor les dijo; “con que ustedes están orando para ver cómo el suelo se regenera, yo voy a detener los tiempos porque Yo Soy el que tengo el control y no otros de sus dioses”. Dios sostiene los tiempos, nada vive ni brota sino es por Su palabra.
Segundo:
Este pueblo oraban para lloviera pero Dios hizo brotar fuego del cielo. El Señor humilla a sus adversarios con la manifestación de Su poder.
Tercero y por último:
Ellos oraban para que el suelo fuera resucitado, pero Jehová es el único que tiene el poder para resucitar a los muertos. Nuestro Dios es el único que puede traer vida donde hay muerte y donde hay oscuridad traer luz.
¿Dónde está tu tiempo y tu corazón hoy? ¿A quién vas a seguir, creerle y servirle?
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