“Mensaje a las 7 Iglesias”: Carta a Éfeso
“Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Éfeso. Este es el mensaje de aquel que tiene las siete estrellas en la mano derecha, del que camina en medio de los siete candelabros de oro: Yo sé todo lo que haces. He visto tu arduo trabajo y tu paciencia con perseverancia. Sé que no toleras a la gente malvada. Has puesto a prueba las pretensiones de esos que dicen ser apóstoles pero no lo son. Has descubierto que son mentirosos. Has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido. Pero tengo una queja en tu contra. ¡No me amas a mí ni se aman entre ustedes como al principio! ¡Mira hasta dónde has caído! Vuélvete a mí y haz las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, vendré y quitaré tu candelabro de su lugar entre las iglesias; pero tienes esto a tu favor: odias las obras malvadas de los nicolaítas, al igual que yo.Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del fruto del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.” Apocalipsis 2:1-7
El Libro de Apocalipsis empieza con una promesa donde el Señor llama bienaventurado a quien lee dicho libro, lo escucha y lo pone en práctica. Las cartas descritas fueron literalmente enviadas a las siete Iglesias – ubicadas en Asia Menor – que se mencionan. Es importante que comprendamos contextualizando el texto que lo que se dijo para las personas en dicho momento histórico no es lo mismo que se quiso hablar a nosotros, por lo tanto; no podemos hacer doctrina de esto.
Debemos contextualizar dicha enseñanza al día de hoy para tener la interpretación correcta y estudiar cada una de estas cartas planteándonos las siguientes preguntas:
Primero: ¿Qué nos dice cada una de ellas? Nos enseñan que debemos de alejarnos de situaciones y qué prácticas deberíamos de distanciarnos como creyentes hoy.
Segundo: ¿Qué debemos hacer en hoy en relación con lo que dicha Iglesia estaba practicando en ese momento?
Como creyentes deberíamos ser fieles al Señor, amar, leer y vivir Su Palabra, pero no podemos ser fieles a lo que no conocemos por eso tenemos que leer la Biblia todos los días, estudiarla, escudriñarla y entender realmente lo que el Señor quiere que nosotros hagamos y practiquemos.
El verdadero cristiano se identifica porque es fiel a la Palabra de Dios, le ama sobre todas las cosas, ama la comunión con sus hermanos y ama la Iglesia de Cristo. Una persona que dice ser cristiana, pero no cree en la Iglesia o dice que le cuesta amar a los demás tiene que poner en tela de duda su fe, pues si tenemos a Dios – quien es amor – en nuestra vida, quiere decir que estamos revestidos y cargados de Su amor. Debemos dar de lo que somos y en esencia si somos hechos a imagen del Dios, Él nos llena de Su amor para poder entregárselo a otros incluso en situaciones donde no es natural para nosotros.
Volviendo a las cartas de Apocalipsis, existen posturas sobre ellas; por ejemplo hay teólogos que han dedicado su vida a estudiar la Biblia que dicen que las Iglesias hablan de siete temporadas y otras personas dicen que dichas cartas hacen referencia a diferentes tipos de Iglesia.
Lo que debemos tener claro es que la Biblia es doctrina, es decir es la Palabra de Dios y el Señor mismo quiso registrar estas cartas como parte de Su palabra. Debemos estudiar, entender y vivir estas cartas que el Señor le reveló a Juan las cuales quedaron registradas por un propósito y es importante entenderlas como doctrina.
Estas cartas tenían un orden y se enviaban de una manera similar a como funciona hoy en día: trazando rutas para entregarlas. Así que Juan, quien estaba encarcelado en ese momento, de la misma manera hizo siete copias de dichas cartas para enviarlas a las Iglesias mencionadas en un orden particular.
Ahora bien, es importante entender que estas cartas no fueron escritas solo para los líderes de la iglesia sino para todos los miembros de ella, es decir, debemos leerlas teniendo en cuenta que son para cada uno de nosotros.
En esta ocasión estudiaremos la Iglesia de Éfeso, la cual tuvo varias características: en ella estuvieron los mejores predicadores, enseñaban, tenían claridad y elocuencia para la Palabra. Pablo el escritor de la mayoría del Nuevo Testamento fue quien fundó esta iglesia. En esta iglesia predicaron Pablo, Apolos, Timoteo la pastoreó.
En el Libro de Hechos en el capítulo 19 se relata una historia donde Pablo estaba echando fuera demonios; y ciertas personas quisieron imitarlo afirmando que en el nombre de Jesús de quien predicaba Pablo debía salir fuera pero no sucedió nada, sino que el demonio los atacó y les dijo que él conocía quien era Pablo, pero no a ellos. Dice el versículo 17 sobre este evento: “Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús.” Hechos 19:17
Así empezó esta Iglesia, muchas personas de las que habían creído en el Señor Jesús venían confesando y dando cuenta de sus hechos, otros que habían practicado la magia trajeron sus libros y los quemaron delante de todos, la Iglesia crecía y prevalecía poderosamente la palabra de Dios.
Esta era también una Iglesia misionera, donde las personas que compartían las buenas nuevas de Jesús con poder y los ambientes de aquellos lugares eran transformados. Incluso los hacedores de ídolos perdieron el negocio porque el Evangelio creció tanto que prácticamente llegó a impactar y transformar todo a su alrededor.
Dios colocó a estos hombres en medio una tierra pagana y aún así esta iglesia siguió creciendo en medio de una ciudad gigante.
Ahora bien, dice Apocalipsis 2:2-3: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado”
Luego dice en el mismo capítulo en el versículo 6: “Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco”
Esta era una Iglesia bien enseñada, con doctrina, que servía al Señor y entendía el yugo de seguir a Cristo, era intolerante al pecado el cual se le llamaba por su nombre, a lo bueno llamaban bueno y a lo malo lo llamaban malo, el que venía a enseñar algo diferente a lo que decía la Biblia era desechado de esa Iglesia, era una Iglesia que aborrecía las obras de los nicolaítas.
Hay teólogos que dicen que los nicolaítas eran seguidores de un diácono que se llamaba Nicolás, quien se apartó de la buena doctrina y empezó a enseñar sobre la impureza sexual. Hay otra posición que dice que los nicolaítas eran un grupo de personas que se habían encargado de crear un liderazgo dentro del pueblo de la Iglesia para llevarlos a un gnosticismo que los alejaba de Dios, los llevaba prácticas mundanas.
Una Iglesia sana es una que ama lo que Dios ama, y aborrece lo que Él aborrece. La iglesia de Éfeso parecía perfecta por fuera, pero la realidad es que no era así. Allí estaban los mejores pastores, predicadores, gente de Dios gente que servían, tenían los recursos económicos, apartaban al que predicara cosas negativas. Realmente había un mover de Dios en ese lugar.
Sin embargo, había un problema, dice el versículo 4 del libro de Apocalipsis en el capítulo 2: “pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor”. Era una iglesia que enseñaba el Evangelio pero que no lo vivía.
En el momento donde Jesús no es el primer lugar hay algo que está mal. Nuestro Señor no comparte su trono con nadie; Él es todo o no es nada. Es el primero, está o no está. Si nuestro primer lugar no es Cristo cualquier otra cosa que pongamos en primer lugar ese es nuestro dios y, eso se llama idolatría.
No es olvidarse de Dios, es quitarlo del trono, del primer lugar.
Hay un mundo que le encanta señalar, el chisme, el conflicto. El problema es que tristemente los creyentes hemos traído esa práctica del mundo y la hemos implantado en la Iglesia y ahí es donde vemos que la Iglesia se olvidó que su llamado es a mostrarle al mundo la unidad en amor que solo Cristo y el Espíritu Santo pueden traer.
Hoy en día los los cristianos luchan por diferencias que ni siquiera son doctrinas primarias.
La doctrina primaria es la que tiene que ver con la salvación y no puede ser alterada o cuestionada; y hay una doctrina secundaria que es bueno enseñar pero que no deberían traer división. Esta es simplemente la forma en cómo tenemos que coexistir, que respetar que amarnos a pesar de que haya diferencias en el tema como Iglesia.
Aunque me molesta que una persona que dice ser cristiano actúe contrario a la palabra, entiendo que a pesar de que odie su práctica tengo que amarlo. El reto del creyente es amar a una persona a pesar de que veamos situaciones que no están bien. A Éfeso se le olvidó amar a Dios y el amor por los hermanos y quizás hoy no es distinto a esa época.
Hay gente que prefiere estudiar la Biblia para tener la razón que estudiarla para recibir una transformación de vida. Cuando estudiamos la Palabra es para ser transformados a imagen de Cristo; nos damos cuenta de que somos pequeños y pecadores ante Su santidad y que solo podemos llegar a Él en una actitud de humildad.
Debemos entender que amar es una decisión no una emoción. La Iglesia de Éfeso tomó una decisión de hacer un cambio en sus prioridades y su corazón se endureció, se apartó de la decisión más importante que era tener al Señor como centro de sus vidas. Quizás nosotros también estamos siendo demasiado emotivos y vemos a Dios como un papá a quien siempre tenemos que agradar y si no hacemos las cosas bien se enoja con nosotros y nos saca de la casa o nos regaña.
El plan del enemigo es dividirnos, pero muchas veces damos más prioridad a los problemas secundarios. Hay que estudiar la Biblia pero debemos entender que Su palabra va a producir en nosotros vida y va a transformar áreas que estaban en oscuridad para que seamos más semejantes a la imagen de Cristo y podamos amar más.
La doctrina en sí misma no produce transformación, ni regeneración ni cambios. No estamos hablando si la doctrina es buena o es mala; sino que debemos amar la palabra sin llegar a un punto donde endurezcamos nuestro corazón y amar más lo que sabemos que a quién conocemos a través de la palabra.
El versículo 5 dice “recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” y el 7 dice “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.
La Biblia dice el que tiene oídos que oiga, es decir, que todo aquel que lee esto y escuché esto es responsable de aplicarlo. No es una teoría escrita para una Iglesia sino un fundamento que el Señor empezó a dar para esa Iglesia en particular pero que nos lleva a un aprendizaje donde usted y yo nos vemos involucrados.
Si tenemos oídos y hoy estamos escuchando la palabra de Dios, somos responsables de ponerla en práctica.
La Biblia cierra con una palabra y es: arrepiéntete. La palabra es “metanoia” que significa un cambio de dirección o sentido.
Talvez hemos hecho de Dios, de la iglesia, del discipulado o de la adoración una rutina; así que si se apagó la llama. Pero el Señor nos recuerda arrepentirnos y que volvamos a nuestro primer amor.
No seamos una Iglesia que se duerme; sino una Iglesia con temor a Dios, que amemos la doctrina y la pongamos en práctica.
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muy buena explicacion