Devocional: El corazón verdadero de una mujer – Día 3
El corazón fiel de una esposa
Plan Devocional: Día 3 de 5
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo”
Efesios 5: 22-23
No sé si les ha pasado, pero en este tiempo, el hecho de pasar tanto rato en casa compartiendo y lidiando con mi esposo me ha permitido darme cuenta que habían aún áreas de mi vida que necesitaban ser sanadas y restauradas, una de ellas es la sujeción a mi esposo.
El Señor me mostró cómo debía de poner mis prioridades según el orden y la voluntad de Él. Primero, mi relación con El Señor y segundo, mi esposo y mi matrimonio. Me guio a entregarlo todo, a dejar de hacer todo por mí misma y empezar a aprender a sujetarme a mi esposo con el fin de ser bendecida. La verdad este proceso no ha sido fácil, he llorado, he tenido que ser muy humilde y arrepentirme por mis errores. Dios me ha estado quitando todo rastro de orgullo, quejas y resentimientos. Para algunas mujeres la palabra “sujetarse” les es “chocante” tal vez porque no conocemos el valor que Dios le ha dado y la sanidad que trae a nuestro matrimonio.
Sujetarme no es solo tener la casa ordenada, atender a mi esposo o quedarme callada en algunos asuntos, sujetarme es estar bajo la autoridad de mi esposo, es respetarlo sin importar si él conoce o no a Dios, saber que Dios mismo lo escogió para que fuera mi cabeza, aquel que me protege, que me provee no solo lo material, sino que me guía con sabiduría, su compañía, su exhortación y sobre todo su amor.
Al obedecer a Dios sujetándonos, lo glorificamos. También llegamos a entender que Dios quiere que dejemos atrás el pasado, que amemos y perdonemos a nuestros esposos como Él los ama y los ha perdonado. La sujeción me ha traído paz, gozo a mi corazón pues se que Dios está sanando y restaurando mi matrimonio para Su gloria y honra.
Oremos:
Señor te pido que hoy yo esté agradecida con el esposo que me has dado. Ayúdame a ser humilde y perdóname si no he hecho tu voluntad cómo dice tu palabra: de sujetarme a mi esposo, para que si mi esposo está en desobediencia o no te conoce, el pueda volverse a Ti, aún sin palabras solo por mi testimonio, que él pueda ver que tengo una conducta pura y respetuosa hacia mi amado. Señor trae sanidad y restauración a mi matrimonio y que yo pueda amarlo a él como tú lo amas, en el nombre de Jesús.
Jenny von Schroter
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