Encuentro en los peores momentos
En el libro de Juan veremos un encuentro muy especial frente al Mesías que tuvo una mujer en la Biblia. Juan 7:53 dice: “Cada uno se fue a su casa” . En el contexto de lo que está pasando. Jesús subió a Jerusalén a la fiesta de los tabernáculos, el pueblo había ido a celebrar y cuando finalizó dicha fiesta todos se fueron a su casa pero en Juan 8:1 dice: “Y Jesús se fue al monte de Los Olivos”. Parece como que nadie invitó a Jesús a hospedarse en su casa y Él tuvo que pasar la noche ahí – normalmente se quedaba en casa de María y Lázaro en Betania – pero en esa ocasión nadie lo invitó. Aquí ya hay una enseñanza: Dios no quiere que Jesús no halle cabida en nuestras vidas y en nuestros hogares.
“Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él, y sentado él les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y poniéndola en medio. Le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?. Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra . Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezandose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?. Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” Juan 8: 2-11. Y esta es la porción en la que hoy queremos meditar a raíz de este encuentro con Jesús.
Toda persona que se ha encontrado con Jesús ha dejado una historia, esta mujer dejó una, así también Nicodemo, Pablo, la mujer del pozo, entre muchas otras, sin embargo, cada uno de nosotros, que hemos tenido un encuentro frente al Mesías, también hemos escrito una historia ya que el día en que te encontraste con el Mesías cambiaste el rumbo de tu vida, y no solamente el tuyo, sino también, el de tu generaciones. Esta mujer fue traída a Jesús en medio de un juicio, en una situación sumamente vergonzosa y de esa manera se encontró con Jesús, no fue como Nicodemo que llegó en la noche para hablar con Él, o como otros que le buscaron por sanidad y que se encontraron con el maestro en situaciones menos vergonzosas, aunque apremiantes, pero esta mujer se encontró frente al Mesías en el peor día de su vida, no hay duda, pero al mismo tiempo, también fue el mejor día de su vida. Y dice la palabra que fue un juicio, una mujer encontrada en el mismo acto del adulterio.
Vemos que este juicio era ilegal, la ley de Moisés en los cuales estos escribas y fariseos se basaron fue en Deuteronomio 22:22 el cual dice: “Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel”.
Israel era un pueblo especial entre todas las naciones de la tierra. Dios escogió a un pueblo para Él, un pueblo santo, que glorificara y pusiera en alto su nombre y les dió una ley, dentro de esta había un artículo que decía que una adúltera o un adúltero debía morir, sin embargo, esto tenía una razón y era guardar la santidad, ese era el verdadero propósito de ese artículo, pero también decía que tenían que morir ambos, el hombre y la mujer adúltera y no sólo la mujer.
No dice que debían de ser lapidados, pero los escribas y fariseos dicen que Moisés mandó a matar a esta gente utilizando piedras, no eran bolinchas, eran piedras grandes, que iban directamente a órganos vitales, así murió Esteban. Quienes debían de tirar la primera piedra eran los testigos oculares del delito, los que habían presenciado el adulterio, y después de que ellos lo hicieran, el resto de las personas podían tirar la piedra también. Los escribas y fariseos eran personas con el más alto nivel de conocimiento, gente que memorizaba libros enteros de la Torá, que la podían recitar, llamados a enseñar la ley al pueblo, sin embargo, ¿sabe cómo esos líderes espirituales de la nación de Israel llamaban al pueblo que no tenía tanto conocimiento? “malditos”.
Imagínese a los pastores de Israel llamando a sus ovejas “malditos” porque no tenían acceso a leer y escribir, y dice que en esta ocasión, estos líderes habían venido con una mujer. Imagínese esta escena: Está Jesús en el templo enseñando desde buena mañana, y no estaba en el templo porque este era un lugar santísimo, o porque era un lugar limpio espiritualmente, no, al templo lo habían convertido en una cueva de ladrones, Jesús estaba predicando en el templo porque ahí estaba la mayoría de las personas oyendo y presentando los sacrificios y Jesús aprovecha esta oportunidad, se sienta como un maestro y comienza a impartir las enseñanzas, rodeado de gente que tiene hambre y sed de la palabra, pero que no tienen oportunidad con sus mismos pastores porque estos les desprecian.
Y estaba rodeado Jesús, sentado en el centro de la multitud, cuando de pronto interrumpió la enseñanza una turba de gente, probablemente eran soldados del templo, que venían con la mujer, y que por cierto, se les olvidó traer al hombre, pero venían con la mujer para apedrearla, buscaron la forma de usar el pecado que habían descubierto para poner en entredicho a Cristo, porque ellos no lo amaban ni le creían.
Y dice la palabra que el Señor estaba sentado, y comenzaron a acusarla, a dar malos testimonios, y Él sentado comenzó a escribir, es la primera y única vez en la Biblia y en el nuevo testamento, donde se habla que Jesús escribió, lo habíamos visto leyendo la Torá, en Nazaret, cuando habló de su ministerio, pero esta es la primera y única vez que se registra que Jesús estaba postrado y comenzó a escribir, mientras escuchaba el tumulto, y en aquel círculo terrible había una mujer en el peor momento de vida, en el peor momento de crisis, vergüenza y humillación, estaba predestinada a la muerte, pero ahí mismo estaba la miseria y la misericordia juntas.
No sé si te has puesto a pensar que el día en que te presentaste delante del Mesías, fue la miseria y la misericordia las que estaban ahí, tú también has sido traído a la presencia frente al Señor y quizás no fue porque estabas en adulterio, pero probablemente tu encuentro con El Mesías fue un momento en donde tu vida estaba despedazada, cuando no había ninguna oportunidad, cuando estabas en tu peor momento, cuando el enemigo te estaba atormentando, y viniste a la presencia de Dios, y te pusiste cara a cara con El Mesías.
Esta mujer estaba ahí, siendo juzgada, y los hipócritas fariseos y escribas le dicen: “Maestro esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio Moisés nos manda a matarla”.
La querían matar porque así es la religión, así son los religiosos, encubre su pecado como una falsa piedad. Y dice que Jesús no les prestó atención, Él seguía escribiendo en el suelo, ¿se ha puesto a pensar que estaba escribiendo Jesús?, la Biblia no lo dice, los teólogos dicen que Jesús estaba escribiendo los pecados de los que la acusaban, porque Dios no necesita que nadie le diga lo que hay en nuestro corazón, Él ya lo sabe, Él te conoce, no le hace falta que nadie le venga a dar informes de ti y de lo que tú tienes en tu corazón, y si fue eso lo que Él escribió.
Quienes recibieron el mensaje fueron los que sabían leer y escribir, no el pueblo. Dice que Jesús no levantó su vista, Él sabía que había perversidad en aquella acusación, pero ¿por qué la trajeron al Señor? Quienes debían traer juicio y sentencias de ese tipo era el sanedrín, no Jesús, pero el sanedrín permitió que Él emitiera juicio para encontrar algo en que traer muerte a Jesús, para hallarlo en alguna equivocación. Sí Jesús dejaba ir a la mujer le faltaba a la ley, si condenaba a la mujer los demás hubieran dicho ¿dónde estaba la misericordia que tanto predicas?.
Dice la Biblia que estaban los mismos escribas y fariseos insistiendo una y otra vez para que el Señor se pronunciara contra esa situación, ahí estaba la miseria y la misericordia, aquella mujer sólo escuchaba acusaciones, ella no podía decir que esto era ilegal, ella no tenía ninguna calidad ciudadana para que pudiera apelar a un juicio justo, o preguntar por el que con ella estaba, y Jesús mira aquella escena terrible, en donde hombres quieren matar a una mujer sólo para dale muerte a Él, y después de que lo presionan hace silencio, y todo el mundo calló para oír cómo Jesús iba a salir de eso ¿qué pronunciará el juez? ¿cuál será la sentencia?.
Ahí estaban los acusadores y el cuerpo del delito, pero el Señor no levanta cabeza y sigue escribiendo hasta que llega un momento en donde levanta su cabeza y les dice: “El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Ahí estaba la justicia perfecta, ahí estaba el Señor trayendo la palabra correcta.
Hay mucha gente en la iglesia que es religiosa, que le es fácil señalar y condenar, que critica y juzgan sin saber la situación, que hacen escarnio de sus hermanos, si el mismo Dios no hizo eso ¿con qué derecho nosotros lo podemos hacer? Dice Juan 3:17: “Porque no envió Dios a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”
Dios resolvió el problema de tener una raza caída, de hombres corruptos llenos de pecado e hizo que se pudieran acercar a Él en santidad. Dios no pudo haber tolerado ver a hombres llenos de pecado y acercarse a Él, Dios no ve nada que no sea santo. No puedes entrar a la presencia de Dios con tu propia justicia, apelando a tu propia bondad, a que eres una persona impecable, no, ¿sabes cómo resolvió Dios que tú pudieras entrar a su presencia? A través de la muerte de Cristo Jesús en la cruz del calvario, esa cruz que nos dio libertad, nos permite entrar en la presencia del Señor, nos da perdón de pecados.
La mejor arma de Satanás es que no entendamos lo que Cristo hizo en la cruz del calvario, nublar nuestro pensamiento, pero lo que realmente sucedió es que alguien murió en nuestro lugar, alguien pagó tu pecado, Dios descargó sobre su Hijo toda su ira, ira que nos correspondía a ti y a mí, no a Cristo, pero como Dios es Santo y justo reconcilió su santidad y justicia enviando sobre Cristo todo el peso de nuestro pecado.
Cuando vienes y te encuentras cara a cara con el Mesías y el Señor te hace una oferta y te dice ven hijo mío, ven hija mía, entrégame tu corazón ¿sabes lo que está haciendo Dios? Un acto de misericordia y de gracia. Cuando vemos que Jesús toma esa ocasión y solamente se endereza para hablarle a la mujer y preguntarle que dónde están los que la acusaban vemos que Él no vino a condenar, que hay un corazón de gracia. ¿Cuántas veces le has orado a Dios pidiéndole que te de un corazón de gracia como el que Él tuvo para la mujer samaritana, para Nicodemo, para el centurión, para Pablo, para cada uno de los que se encontró frente a frente a Él?
Jesús nunca defendió el pecado de esa mujer, el pecado es pecado delante de Dios pero Él usó un corazón de gracia y misericordia. Todos los presentes ahí, estaban esperando a ver qué decidía y cuando El señor les dijo que el que esté libre de pecado tire la primera piedra, empezaron a irse, primero los viejos y estos se fueron primero acusados por su conciencia ya que entre más viejos somos, más hemos pecado.
Hay gente que toma la gracia de Dios y la desecha, no la toma en cuenta para su vida. Y cuando Jesús se queda a solas con esta mujer la mira de frente y le dice: “Vete, y no peques más”, pero se lo dijo con gracia en el corazón y con misericordia. Esto quiere decir que hay perdón para tu pecado, hoy el Señor te dice que hay gracia para ti también, tú puedes venir delante de Él y confesar tu pecado, no le adornes a Dios tu pecado, dile cómo te sientes, lo que está pasando, si en ti hay soberbia, crítica, murmuración, pecados sexuales, etc., todos batallamos con eso. El Señor nos habla sobre salir de ese pecado con el cual llevamos años luchando y que ya se ha enraizado en nuestro corazón.
Algunas personas guardan odio pero lo disfrazan diciendo que sienten dolor, sin embargo, debemos quitar esa mentira y llamar al pecado como lo que es: pecado.
El Señor está para oír tu confesión, está para escuchar en dónde has caído, en dónde has fallado, qué estás arrastrando, porque tanta gracia perdonadora necesitó esa mujer como la necesitas tú.
Proverbios 6:16 dice: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”. El no dar el brazo a torcer, el creer que eres mejor que el otro, el creer que te mereces todo lo que tienes y no ves la gracia de Dios sobre tu vida.
¿Será esto lo que estaba escribiendo en la tierra Jesús? Hay gracia para ti, Dios no te condena, puedes venir y contarle a Él tu pecado, Él te conoce, pídele que escudriñe tu corazón profundamente. No importa el tamaño de tu desobediencia, de tus pecados, de tu maldad, hoy el Señor te llama y tiene perdón para ti y restauración para tu vida.
Deja que el Espíritu Santo te encamine, te diga dónde estás cayendo, si algo se ha estado muriendo en ti sí ya no eres el mismo. Ponte en medio de la presencia de Dios, el enemigo te va a acusar pero el Señor dice “Vengan todos los que están cansados y yo los haré descansar”. Confiesa que no puedes tener victorias sobre tu ira, sobre tu pecado, tu tienes el poder para salir de esto, confiesa que hoy Dios está delante de ti. No dejes que el diablo se robe lo que Cristo ha sembrado en ti, la semilla que tú tienes adentro tiene que dar fruto al 30%, al 60% y al 100%.
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