Mensaje Especial: Día del Padre
Romanos 8:15 (RVR1960) dice: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. El espíritu mismo da testimonio de que somos hijos de Dios, tenemos este espíritu dentro de nosotros. Abba padre significa “papito”, es una expresión muy dulce para referirnos a nuestro padre.
El Señor nos manda a honrar a nuestros padres, vemos como Jesús nos enseñó a hacerlo, Mateo 15:4 (RVR1960) dice: “Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente”. La Biblia nos habla sobre este mandamiento y nos dice que es el único mandamiento con promesa.
Dios no nos dio emociones por mandamientos, no nos habla sobre sentir cosas. El amor, por ejemplo, no es una emoción, sino más bien es una decisión que podemos tomar, al igual que honrar a otros, a pesar de los sentimientos que tengamos, nos dice la palabra de Dios que debemos amar y honrar a nuestros padres, aunque a veces no sepamos cómo hacerlo, tal vez porque no los conocimos, por algún distanciamiento, por heridas o contiendas, pero se nos olvida que nuestros padres fueron hijos también y que quizás ellos también sufrieron, que arrastran traumas o complejos, que sus padres nunca supieron cómo demostrarles amor y ellos tampoco supieron cómo hacerlo con nosotros, y al no conocer a Dios, ejecutaron su paternidad de acuerdo a lo que la cultura les demandaba y las presiones sociales que se les imponían.
Quizás crecimos con padres muy estrictos porque también lo fueron con ellos, pero no importa si la relación fue buena con ellos o no, si fueron los mejores o no, la biblia nos dice que independientemente de esto debemos honrarlos y amarlos por el simple hecho de que son nuestros padres.
¿Cómo puedo honrar a mis padres?
Los podemos honrar con afecto, amándolos, abrazándolos, besándolos, escuchándolos, orando por ellos, si ellos no son tiernos con nosotros probablemente es porque nunca lo fueron con ellos ni mucho menos les enseñaron a serlo, pero nosotros podemos marcar la diferencia y serlo con ellos y con nuestros hijos.
Los padres tienen un impacto en la vida de sus hijos; y hoy quisiera compartirles una historia:
“Yo no tenía una buena relación con mi padre, pero cuando conocí a Cristo una de las primeras cosas que aprendí fue que yo era hijo de Dios, y un día leyendo la Biblia el Espíritu Santo comenzó a ministrarme de una manera muy especial y hasta difícil de explicar. Comencé a sentir que me quitaban muros a mi alrededor, muros que yo mismo había levantado para protegerme a mí mismo, y cada vez me sentía más expuesto, sin protección y comencé a sentir miedo sin los muros en los cuales me refugiaba.
Estaba sentado, solo, expuesto ante este mundo, cerré la Biblia, me abracé a mí mismo, y le pregunté a Dios que por qué si es era su hijo sentía tanto miedo. Escuché la voz de Dios dentro de mí diciéndome: “Hijo por qué si soy tu padre tienes tanto miedo”… entonces caí postrado en el piso llorando delante de Dios y el miedo se comenzó a transformar en enojo ya que sentía temor de que Dios me fallara como mi padre terrenal me había fallado, que me abandonara como él lo hizo.
Sinceramente quería que Dios fuera mi Señor pero temía verlo como mi papá ya que mi concepto de figura paterna era sumamente negativo por todo lo que había vivido con mi padre.
Mientras lloraba en Su presencia sentía como Él me reconfortaba, como me tocaba con Su gran amor y me decía que Él no no era como mi padre terrenal, pues Él no es un ser humano, y comenzó a mostrarse en mi vida como un Dios Todopoderoso, como un padre amoroso, que no defrauda, que no falla, que sabe corregir, disciplinar, estar ahí para sus hijos.
Pues bien, tardó tiempo para que yo pudiera ver a Dios como un padre, porque pese a que cuando llegamos a los pies de Cristo somos adoptados como sus hijos, a veces no sabemos cómo serlo, no sabemos cómo relacionarnos con nuestro Padre ya que quizás nuestro padre terrenal murió y no lo conocimos, tal vez él ni siquiera sabe que existimos, o lo tuvimos pero solo fue proveedor y nunca nos dio cariño.”
Hayamos conocido o no a nuestro progenitor, nos marcó para bien o para mal, a tal punto que podemos repetir estos patrones con nuestros hijos. Quizás ellos causaron inseguridades y temores en nuestra vida ya que nos dieron a entender que no fuimos deseados; causaron que tuviéramos que crear mecanismos de defensa, crearon patrones que nos hicieron sufrir y que nos llevaron a no saber cómo relacionarnos con Dios, con nuestros hijos y con las demás personas.
Puede ser que te hayas criado con alguien que no haya sido tu padre, que te hayan regalado, que no te hayan dado tiempo de calidad, hasta que hayan abusado de ti, pero la Biblia nos dice en el Salmo 27:10 (RVR1960) “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá”. El Señor es ese Padre perfecto, pero Satanás sabe aprovechar la naturaleza pecaminosa que tienen nuestros padres, al igual que nosotros, para que compares a tu padre terrenal con Dios y te haga pensar que te fallará también.
A veces buscamos ese amor paternal en una pareja, sin embargo, esa no es la solución ya que Dios es el único que podrá llenar esos vacíos que hay en nuestro corazón. Aunque nos equivocamos, Él sigue siendo nuestro padre porque nos ama, no hay nada en este mundo que cambie el hecho de que seamos su hijo o hija.
No hay nada en este mundo que te arrebate el amor que tiene El Señor por ti, tu Padre Celestial te ama, tú eres la niña de sus ojos, eres su tesoro más preciado, por eso Satanás nos detesta tanto ya que cuando pecó no hubo redención para él, más para nosotros sí, a tal punto que murió por nosotros para redimirnos.
El Salmo 139:13-16 (RVR1960) dice: 13 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. 15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. 16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.”
Dios te ama, no eres un accidente. Dios te deseó, te planeó, estuviste en su corazón. Puedes disfrutar de tu relación con Él desde este momento. Perdonar y restaurar requieren tiempo, pero si se logra en la medida que nosotros nos dejemos moldear por Dios. Él no busca hijos e hijas perfectas, solo personas que deseen ser perfeccionadas. Él quiere relacionarse con nosotros, amarnos y bendecirnos.
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