Parábolas de Jesús: El hijo pródigo
¿Qué es una parábola? Es una figura literaria que se utiliza para revelar cosas complejas y hacerlas más simples para un mejor entendimiento. Jesús tomaba asuntos del reino y los simplificaba a través de situaciones cotidianas, por lo tanto, es importante entender qué situaciones eran cotidianas para ellos en aquella época.
Jesús vino a generar un impacto en la sociedad. Vino a deconstruir nuestras realidades para volver a programarnos bajo la forma original de su diseño. El Señor quita una cosa para construir algo mejor; al igual como lo hace el alfarero quien no repara, sino que rompe para hacer algo nuevo.
Los fariseos y escribas odiaban a Jesús ya que Él comenzó a destruir su mundo y con ello a quitar sus ídolos. A muchas personas les gustaba el mensaje de Cristo, pero cuando se les decía que debían alejarse del pecado para poder servirle a Él ya no les gustaba. Esta es una situación que se sigue dando hoy en día.
Lucas 15:1 dice: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle”.
Los fariseos y escribas sabían la Torá de memoria, eran los radicales en la fe. Pasaban días en el templo ayunando, orando sin dormir y eran admirados por los demás. Sin embargo, Jesús prefirió compartir y comer con los publicanos, con las personas que eran consideradas pecadoras y despreciadas por el pueblo y por esta razón recibió burlas por parte de los escribas.
Lucas 15:11-14 dice: “También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.”
Este versículo nos cuenta que el hijo menor comenzó a gastar su herencia. Esto en realidad se refiere a una herencia espiritual, la cual en este caso experimentó un proceso de decadencia. Cuando nos apartamos del Señor y queremos hacer nuestra voluntad existe la posibilidad de que no nos vaya mal al principio, pero tarde o temprano todo comienza a escasear porque el Señor Jesús es la única fuente inagotable que existe. No se sabe cuanto tiempo pasó, pero esta persona se dio cuenta de que todo lo que tenía no le sirvió para nada, ni llenó su corazón.
Dios nos dice en su palabra que un hombre construyó su casa sobe la roca y el otro sobre la arena, no dice cual era mejor. Cuando pasemos por pruebas es cuando nos vamos a dar cuenta en donde estamos sembrados y es cuando comprobamos que construir sobre la roca siempre será la mejor opción. La prueba vendrá igual para ambos “constructores”, pero va a destruir la casa que fue sembrada en la arena.
¿Sobre qué construimos nuestros proyectos? Debemos hacerlo sobre la roca inconmovible que es Dios, si no los estamos haciendo quiere decir que debemos realizar un cambio en la construcción.
El Señor nos dio libre albedrío y esto es parte de cómo nos muestra su gracia inmerecida. Al equivocarnos aprendamos a ver a Dios cara a cara y vemos su amor reflejado en cada situación. A veces ocupamos tocar fondo para conocer de donde nos sacó el Señor.
Lucas 15:15-17 dice: “Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!”
Como padres, es importante orar por nuestros hijos para que el Espíritu Santo abra su mente para volver en sí. Peleemos menos con nuestros familiares y oremos más por ellos. Dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos traiga a entendimiento ya que es el único capaz de transformar a alguien o a una circunstancia. Él será el único que nos hará tener las fuerzas y el consuelo en medio de la prueba.
Juan 15:18-19 dice: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.”
Esta persona tenía la expectativa de que su padre lo iba a regañar y probablemente el padre tenía todas las razones para hacerlo, pero este hombre tocó fondo y estaba buscando la forma de recibir el perdón de su padre.
Juan 15:20-24 dice: “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse”
El significado de misericordia es que pese a todo lo que hemos hecho el Señor nos perdona y nos da mucho más sin merecerlo. Es una gracia irreal, inalcanzable, perfecta de un Dios que nos ama. Nada de lo que hagamos puede comprar su gracia hacia con nosotros y por esta razón era que los fariseos no entendían que Jesús perdonara a los pecadores y a los publicanos; ellos vivían por obras y no comprendían la gracia.
El joven estaba arrepentido y solo le bastaba con que su padre lo recibiera, pero este no solo lo recibió, sino que pidió lo mejor de lo que tenía para él. Así como nuestro Padre cubre multitud de pecados en nuestra vida, Él también quita nuestros harapos y nos viste con ropas nuevas.
Cuando fallamos nos sentimos juzgados, podemos ir a otra iglesia y tal vez pensemos que no nos darán la oportunidad de servir por el error cometido pero nuestro Padre dice que nos quiere volver a poner donde estábamos, ya que no hemos perdido su propósito.
Dios nos suplirá todas nuestras necesidades, volverá a poner autoridad en nosotros y limpiará multitud de pecados en nuestra vida. Cada vez que hay gracia derramada hay fiesta en los cielos. La naturaleza del Señor es dar gracia, no importa lo que hayas hecho ni que tan pecadores hemos sido.
Juan 15:25-28 dice:“Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.”
Este hombre se molestó por que su padre recibió a su hermano de esta forma, pero prefirió quejarse con un siervo que con su propio padre, por lo que entendemos que su relación no era buena. Esto nos puede suceder, preferimos quejarnos con alguien más de un tema en especifico que ir donde nuestro padre y orar, nos falta gracia y entender que es más importante doblar rodillas que quejarse.
Juan 15:29 dice:“Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.”
Esta persona dejó de ver la misericordia de Dios en su vida, no vio que tenía casa, riquezas, que su padre le daba todo y prefirió reclamarle por una cabra. Así somos a veces, la rebeldía sale de distintas maneras, como por ejemplo dejando a Dios de lado. Esto es lo que pasa cuando no entendemos qué es la gracia, y pensamos que la meta es tener riquezas. Muchas veces le damos la espalda al Señor y creemos que intentando hacer todo en nuestras fuerzas vamos a comprar su gracia y nos desenfocamos de ser y actuar como sus hijos.
Juan 15:30-32 dice: “Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”
Recordemos las bondades de Dios, dejemos de enfocarnos en lo que no tenemos y disfrutemos de lo que si tenemos. En medio de la prueba alabemos a Jehová. El Señor abre sus brazos en gracia. Aunque consideremos que hemos fallado en todo Él nos quiere restaurar.
Los escribas y fariseos no entendían que en la parábola los brazos del Señor también se abrían para ellos. Amor que lo cubre todo, amor que cubre multitud de errores, no importa como vengamos, sus brazos de amor están abiertos para nosotros siempre.
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