Paracletos – El Poder de la Resurrección
Jesús es la resurrección y la vida. Es importante entender lo que la resurrección produce en la vida de un cristiano. Dios resucitó y se levantó de entre los muertos. Este acontecimiento marcó un antes y un después y es lo que nos diferencia de otras religiones en las que sus dioses murieron y no resucitaron.
Muchos de los grandes acontecimientos de la Biblia cuentan con respaldo científico. La mayoría de las universidades prestigiosas a nivel mundial fueron fundadas por cristianos, ya que el cristianismo y la ciencia por mucho tiempo han ido de la mano; sin embargo, en los últimos años el enemigo ha tratado de provocar una desconexión entre ambas.
Hablaremos sobre seis cualidades de la resurrección.
1. La resurrección es un hecho concreto
Jesús fue un acontecimiento histórico. La Biblia no es el único texto que narra con gran detalle y exactitud la existencia de Jesús, también hay textos fuera del cristianismo que lo validan, como los sumerios, asirios y romanos. No hay científico que pueda decir que Él no existió. Pese a esto la ciencia ha planteado dos problemas. El primero es poner en tela de duda la identidad de Cristo, es decir, se reconoce su existencia como hombre, pero no como Dios. El segundo es afirmar que la resurrección no ocurrió; sin embargo, la Biblia contiene suficiente información para validar este hecho ya que hubo cientos de testigos oculares, una tumba vacía y profecías que anunciaban sobre Su resurrección.
1 Corintios 15:14 dice:
“14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.”
Nuestra fe no se basa solo en el libro de la Biblia como tal, sino en la resurrección y nuestra fe gira alrededor de eso.
2. La resurrección valida que Jesús es el Mesías
Los fariseos en los tiempos de Jesús no eran muy diferentes a las personas en la actualidad, ya que muchos le buscan para ver que podía hacer por ellos. Muchas personas le piden a Dios un milagro, se les concede, y se olvidan de agradecerle. Hay algunos que aunque el Señor se les aparezca en persona no quedarán satisfechas porque siempre querrán más.
Mateo 12:38-40 dice:
“38 Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. 39 Él respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. 40 Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”
Estas personas habían visto con sus propios ojos todos los milagros que Jesús había hecho tales como sanar enfermos, caminar sobre el agua, cambiar el clima, pero nada era suficiente para ellos. La mayor señal siempre fue la resurrección, situación que humanamente era imposible y fue hecha posible por Dios.
3. La resurrección es nuestra justificación
Romanos 4:25 dice:
“25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.”
En ocasiones caminamos en pecado y culpa porque no entendemos el poder de la justificación. La muerte en la cruz hizo que el poder del pecado nunca más tuviera poder sobre aquellos que le han entregado su vida al Señor. Él murió para librarnos de la culpa. Quizá nos siga costando no pecar, pero la victoria ya nos fue dada. Quizá tengamos que vivir con las consecuencias de nuestro pecado, pero no con la culpa.
4. La resurrección es la garantía del futuro
Romanos 8:11 dice:
“11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.”
El poder de Dios se mueve a través del Espíritu Santo, quien tuvo el poder de levantar a Cristo de entre los muertos. Ese es el mismo poder que vive en nosotros, por eso suceden cosas poderosas cuando oramos por otros.
Quienes vivimos en Cristo sabemos que nos espera una eternidad llena de felicidad por eso no debemos limitarnos a pensar solo en lo que tenemos y no tenemos en nuestra vida terrenal. En cambio, debemos pensar en cómo construimos en el presente la eternidad que deseamos tener. Este pequeño tiempo en la tierra es para poder volvernos al Señor con todo nuestro corazón.
5. La resurrección es vida nueva hoy
Por medio de Su resurrección el Señor nos invita a que veamos lo eterno, borra nuestros pecados y nos justifica en Él, pero además nos dice que tendremos resurrección y que la experimentaremos. Repasemos la historia de Lázaro.
Juan 11:20-26 dice:
“20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”.
Sabemos que si estamos en Cristo somos nuevas criaturas, morimos a quienes éramos y somos otra persona, vemos el mundo de manera diferente.
6. Si Jesús resucitó todo es posible
Si Jesús se levantó de entre los muertos no hay nada que pueda detener el poder de Dios. No hay problema que no tenga solución, no hay pecado tan grande que Él no pueda transformar, no hay dolor que no pueda sanar, no hay dictamen que no pueda cambiar, no hay división familiar que el Señor no pueda reconciliar. En ocasiones dejamos de creer porque dejamos de poner nuestra mirada en la resurrección. En Él todo puede ser diferente.
Juan 11:39-41 dice:
“39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.”
Quizá es hora de que quitemos esa piedra y que dejemos que la gloria de Dios se manifieste en nuestra situación para que la resurrección comience. Esa piedra puede ser nuestro autocontrol, guardarnos las cosas solo para nosotros, mecanismo de defensa, enojo, orgullo, etc., pero si le permitimos a Dios entrar y obrar, veremos su gloria.
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