“Mensaje a las 7 Iglesias”: Introducción
El libro de Apocalipsis no es un mensaje de temor; nuestro Señor es un Dios de amor; sin embargo, muchas veces se nos ha inculcado miedo sobre este libro de la Biblia.
Una vez me encontraba hace muchos años en un campamento en Panamá donde una noche compartieron una película del Apocalipsis, pero literalmente creo que una película de terror era cualquier cosa comparada con las escenas que vimos allí.
Creo que muchas personas tenemos una expectativa equivocada de dicho libro. Leemos Apocalipsis y pensamos en sangre, muerte, problemas entre otros, sin embargo; cuando leemos en el capítulo 1, versículos del 1 al 3 nos dice: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”
Los evangelios tratan de la historia de Cristo, pero literalmente Apocalipsis tiene una esencia impresionante ya que es un libro donde Jesús mismo trata con Juan y empieza a traer una revelación; algo distinto de cualquier otro libro de la Biblia. Es Jesús diciéndonos: esto es importante.
Escuchemos la promesa en el versículo 3: “bienaventurado – es decir dichoso doblemente dichoso – el que lee y los que oyen las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ellas escritas porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis es un libro que se ha cerrado muchas veces por temor, pero es un libro que debería traer bendición el cuerpo de Cristo, cuando leemos y escuchamos la Palabra, vamos a ser a ser dichosos, vamos a ser bienaventurados.
Dice Apocalipsis 1:4-7: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.”
Entonces, como mencionamos anteriormente no vamos a dejar de estudiar Apocalipsis por temor, pero tampoco pensando que es porque estamos en los últimos días. La actitud del creyente no debería ser esa, estar pensando en lo que va a suceder; deberíamos de estar pensando en que hoy puede ser nuestro último día, que es hoy que debemos que predicar el Evangelio, es hoy que debemos hacer una diferencia, es hoy que puede morir una persona que amamos y que necesita escuchar el Evangelio.
Somos los encargados de hacer esa diferencia, no debería ser un tema de tratar de adivinar el futuro. Le quiero dejar esta frase: obediencia es mejor que aprender algo nuevo.
Empecemos por cumplir lo que ya sabemos; el Señor anda buscando revelar cosas nuevas a aquel que ha demostrado que es fiel en lo poco. El Señor está buscando traerle nuevas etapas, nuevos progresos, nuevas metas en el ministerio a aquel que ha demostrado que realmente quiere agradarle a Él. Dios anda buscando obreros fieles que estén con Él. Primero vayamos al buscar al Señor en su Palabra.
Apocalipsis fue una carta que fue escrita presentada diferente pero escrita por el apóstol Juan. Es importante que entendamos el contexto de la carta para entender cuál es la intención de lo que el Señor quiere hacer con nosotros y enseñarnos.
Apocalipsis igual que el resto, es una carta en su esencia. Es una carga dirigida a las siete Iglesias que estaban ubicadas en Asia Menor – lo que hoy es Turquía – cerca de donde inicia todo este mover cristiano. Apocalipsis no es una carta que podamos simplemente traer a una realidad presente, sino que, lo que quiso decir la carta para los hombres de Dios que vivían en ese momento en esas Iglesias es lo que nosotros debemos extraer de lo que quiere decir Apocalipsis para nosotros hoy.
Ellos estaban viviendo una situación específica y Dios envió esta carta para encender el pueblo por lo que estaban experimentando. Nosotros no podemos concluir algo distinto a lo que ellos no entendieron de esa carta, debemos estudiar el contexto para entender cómo podemos sacar una enseñanza práctica hoy a Apocalipsis.
¿Qué estaba pasando en la Iglesia en ese momento? Jesús vino, murió en la cruz, resucitó; luego se queda unos días con sus seguidores y finalmente asciende al cielo. La Iglesia cristiana empieza a ser perseguida por los judíos ya que consideraban como blasfemos a quienes seguían las enseñanzas de Cristo. Ellos perseguían a los cristianos dentro del marco judío, pero Roma era ajena. Roma conquistaba una tierra, pero dejaba que la gente viviera con sus culturas, sus costumbres, su forma de ser. Ellos imponían su gobierno, pero dejaban a las personas hacer las prácticas que quisieran.
Cuando leemos el Libro de Hechos, vemos que dice que se agregaban mil, dos mil, cinco mil personas, discípulos de Cristo y la Iglesia empezaba a crecer. Pero entonces llegó el emperador Nerón al poder y empezó una persecución fuerte contra los cristianos. Pero la Iglesia no se detuvo se empezó a predicar en otros lugares y la Iglesia continuaba creciendo por más persecución.
En determinado momento la iglesia sufre uno de los peores momentos. Primero el templo es destruido y segundo; tres de los más grandes líderes de la Iglesia del momento son tomados y asesinados en el mismo año: Pedro, Pablo y Timoteo.
En ese momento la Iglesia estaba preocupada, estaba pasando problemas y dentro de ese lugar de esa persecución, de esa nueva idolatría que se había levantado en Roma es donde el Señor pone a Juan a escribir estas cartas a la Iglesia, no con una esperanza futura netamente. El Señor envió una carta porque necesitaba volver a encender a esos hombres de Dios que en ese momento la estaban viendo mal.
Debemos apartarnos del pecado para volvernos al Señor. Su promesa fue que Él quería y habitar en nosotros y ese fue el mensaje que le quiso dar a las Iglesias.
Apocalipsis es una carta profética a diferencia del resto de cartas; la cual revela acontecimientos que van a suceder.
Cada vez que el Señor le hablaba a Juan era como una ventana que le estaba mostrando, la cual podía hacer referencia a un evento futuro o de algo que sucedió hace años. Apocalipsis no es un libro lineal, no podemos leerlo como un libro cronológico, sino que hay que estudiarlo a profundidad para entenderlo.
El Señor le estaba mostrando a Juan que detrás de los acontecimientos que habían sucedido había un mundo espiritual que no podemos obviar. Durante los tiempos que estamos viviendo hoy hay una realidad física pero también hay una realidad espiritual donde el enemigo quiere que no escuchemos el Evangelio. A este le interesa que no estemos en Cristo, que salgamos de la perfecta voluntad de Dios, que nunca nos encontremos con el Señor. Y cuando lo hacemos vamos a entrar en una guerra espiritual.
La palabra Apocalipsis quiere decir quitar el velo. El Señor quiere abrir los ojos para que la Iglesia vea la realidad de lo que está viviendo. El fin de Apocalipsis es que nos levantemos.
Cuando el emperador Constantino llegó al poder, el cristianismo había crecido tanto que se volvió una amenaza para el imperio romano. ¿Cómo fue que la Iglesia creció tanto en medio de la peor persecución? ¿Cómo fue que la Iglesia siguió desarrollando su potencial sabiendo que continuamente eran desechados de la sociedad? No podían comercializar, no podían reunirse con otras personas, el gobierno los perseguía. Pero ellos no podían hacer otra cosa más que predicar, no podían rechazar su fe.
La Iglesia tenía claro a través de este libro que había un mundo espiritual y comprendían que su lucha no era contra personas, sino que era espiritual. Había tanto amor entre ellos, tanto entendimiento de sus armas espirituales, tanta pasión que ellos entendieron que su enemigo no era aquel que los perseguían, sino que ellos seguían con el mismo enfoque; encendidos predicando el evangelio y luchando contra las tinieblas.
Este libro nos enseña a levantarnos, a pelear la buena batalla de la fe porque la victoria ya fue ganada en la cruz del calvario a través del sacrificio perfecto de Jesucristo. Es tiempo de volverse al Señor en obediencia.
Apocalipsis nos dice que ya Jesús ganó la victoria por usted y por mí, que Él vive en nosotros, nos sostiene y nos capacita en todo tiempo.
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