El Bautismo en Agua
La mayoría de personas hemos escuchado hablar sobre el bautismo, sin embargo; muchas veces no entendemos de qué se trata : si un ritual religioso, un evento que se lleva a cabo en las iglesias para reconocer a los bebés recién nacidos, o simplemente un acontecimiento no relevante en la vida de alguien.
Bien, veamos el significado etimológico de la palabra Bautismo: se deriva de la palabra griega bapto o baptizo, que significa lavar, sumersión o inmersión.
Ahora bien; veamos el fundamento bíblico y la importancia en la vida del creyente:
La biblia enseña que todas las personas nacemos con una condición de rebeldía que nos aparta de Dios, la cual hace que no le busquemos de forma natural. Somos culpables de pecado, lo cual significa transgredir la ley, revelarnos contra lo que Dios ha establecido. Sin embargo; por las obras de la ley no podemos ser declarados justos ante Dios, pues ninguno de nosotros podemos cumplirlas. Somos justificados solamente por la fe a través del sacrificio de Jesús en la cruz. Cristo es nuestro puente de reconciliación con el Padre:
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” Romanos 3:21-24
El Evangelio (buenas noticias) nos enseña; que por gracia, que es un don de Dios; somos salvos por medio de la fe en Cristo Jesús. Al tener una convicción real de que Jesús es el hijo de Dios, confesar nuestros pecados, arrepentirnos, y reconocer que Él es el Mesías (el Salvador) que dio su vida por nosotros, y que resucitó de entre los muertos triunfando sobre la muerte y el poder del pecado que habitaba en nosotros, somos declarados justos y salvos antes Dios. La biblia dice que la justicia que es por fe dice así:
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” Romanos 10:9-11
Esta introducción sobre la salvación es importante para entender la realidad espiritual del bautismo en la vida del creyente.
Cuando por gracia y obra del Espíritu de Dios somos convencidos de pecado y salvos al confesar a Jesús como nuestro Señor, ocurre un acontecimiento importantísimo en la vida del creyente que se llama “nuevo nacimiento”.
Antes del nuevo nacimiento, el espíritu de la persona estaba muerto – en sus delitos y pecados – pero ahora ha pasado de muerte a vida (y vida eterna) al creer en Jesús y su obra redentora.
Para explicar lo anterior, vemos en el Evangelio de Juan a Jesús hablando con un principal de entre los judíos llamado Nicodemo. En el contexto del siguiente versículo, este hombre reconoció que Jesús había venido de Dios y le dijo que lo sabía porque nadie podía hacer las señales que Cristo hacía sino fuese porque Dios mismo estaba con Él.
Jesús le respondió que el que no naciera de nuevo, no podría ver el reino de Dios. A lo que Nicodemo cuestionó, el cómo un hombre podía nacer de nuevo siendo viejo, y como podría entrar de nuevo en el vientre de su madre para nacer otra vez. El estaba viendo las palabras de Jesús desde su vista humana y en la naturaleza de su carne; y no espiritualmente (porque su espíritu aún estaba “muerto” por lo cual no podía discernir estas palabras)
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Juan 3:5
Cuando un cristiano nace de nuevo, ha reconocido a Jesús como su Señor, Salvador y dueño de su vida. Ya no vive para satisfacer su carne y sus deseos, sino que Jesús ahora vive en él, y empieza un proceso de transformación.
Romanos 6:3-11 nos dice lo siguiente:
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.”
El bautismo no hace al creyente salvo, ya lo ha sido por gracia como se explicó anteriormente. Es un mandato y un privilegio donde se hace un reconocimiento público que lo identifica como miembro del cuerpo de Cristo. Al ser sumergido en el agua se representa la muerte a su vieja naturaleza, al pecado. Al ascender del agua se simboliza la resurrección, el nuevo nacimiento en el espíritu. La unión en la muerte y resurrección de Cristo se representan de esta manera.
En resumen el bautismo en agua es una demostración simbólica de la unión entre un nuevo creyente y Cristo en semejanza a su muerte y resurrección. Al ser sumergido representa que el pasado pecaminoso de una persona ha muerto y al emerger que ahora está libre de el poder y esclavitud al pecado.
” Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
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